Carmen y yo: Sexo en la sauna
Continuación del relato de como llegué a tener sexo con una compañera de estudios.
Carmen y yo. Sexo en la sauna.
Descansábamos plácidamente en la cama redonda de la habitación bromeábamos, reíamos y a cada momento nos besábamos cariñosamente y yo en particular no detenía mis manos que a la par de nuestra conversación acariciaban su rostro y bajaban hasta sus hermosos pechos, jugueteaban con sus deliciosos pezones oscuros, recorrían esa delicada piel de su vientre que al tocarla, encendió en mí nuevamente el deseo de poseerla.
Bajé hasta su cintura y me dediqué a llenar de besos toda la piel de seda de su vientre, de sus caderas, lamiendo su ombligo y bajando hasta donde empezaba su vello buscando sentir de nuevo el olor de su exquisito tesoro. La tenía abierta de piernas y yo entre ellas sumergido lamiéndola cada vez con más firmeza sentía como poco a poco Carmen comenzaba a excitarse y yo gozaba levantando mi mirada para ver sus ojos entreabiertos y esos labios que hacían gestos morbosos que sólo contribuían a que un temblor recorriese mi cuerpo y pusiese más duro mi miembro.
Metí mis brazos por debajo de ella para acariciar y apretar sus jugosas nalgas.
"¡Así Arturo, apriétame así, no me sueltes!" Me gritaba y gemía.
Fue el momento en que decidí excitarla de nuevo con mi boca y la arrastré hasta el borde de la cama para tener su ya húmeda y coloreada vagina a mi merced. Me arrodillé en el suelo sobre una de las almohadas, la abrí completamente y mis besos con mi lengua se sumergieron en ese agujero lleno de cautivantes olores y me emborraché como antes bebiéndome el elixir que emanaba de su interior.
"¡¡¡Me encantan tus líquidos Carmen, me los bebo ni bien afloran por tus labios!!!"
"¡¡¡Sí cielo, tómatelos que son sólo para tí, llévate parte de mí en tu ser!!!"
Y mis manos seguían llenando de caricias sus muslos, sus nalgas ella apoyaba sus pies en mis hombros lo que me excitaba a morir y su respiración que se aceleraba y sus movimientos cada vez más agitados, sus espasmos me enloquecían.
Me concentré en el clítoris acariciándolo, lamiéndolo, dándole tiernos golpecitos y veía como se endurecía poco a poco. Le introduje un dedo humedecido con mi saliva y después dos. Oí unos gemidos más fuertes lo que me indicó que disfrutaba así que comencé a metérselos y sacárselos con más velocidad y haciendo movimientos circulares para tocar sus labios y clítoris.
Yo estaba que me corría al excitarla, notaba como la punta de mi pene dejaba caer gotas de líquido preseminal por lo que propuse: "¡Vamos a corrernos en la sauna!"
La ayudé a ponerse de pie y entramos en la sauna que ya habíamos encendido apenas entrar en la habitación.
Nos sentamos. El calor en un principio fue sofocante pero a los pocos minutos ya estábamos habituados a él así que me acerqué a ella y la puse de pie frente a mí. Nuestros poros comenzaban a abrirse y nuestros cuerpos empezaban a lubricarse con nuestros sudores Que sensación tan excitante la de enredarnos con nuestros amorosos abrazos y notar que nuestros cuerpos resbalaban con una velocidad increíble por la magnífica lubricación que ni el mejor de los aceites podría dar.
Ahora era ella que comenzó a juguetear con mi polla, se arrodilló y yo me senté en la banca de madera, se acomodó entre mis piernas, se hizo el pelo para atrás y empuñó mi miembro con sus húmedas manos y se lo introdujo totalmente en la boca, lo sacaba hasta la mitad y me lo succionaba con fuerza, después subía hasta la punta y la lamía con su alocada lengua. Después hizo lo mismo con los testículos, los besaba, los lamía y los chupaba dulcemente. Yo por la excitación y para contener mis espasmos apretaba sus hombros y brazos hasta que no pude más y la puse de pie. Era el momento de introducirme otra vez en ella. Le di media vuelta y la senté sobre mí sujetándola por las caderas. Qué maravilla admirar su bella espalda y su culo que se aproximaba a mi pelvis. Tomó mi miembro y lo sujetó firmemente, yo la seguía bajando hasta que mi punta tocó esa vagina humedecida en demasía . Un poco más y otro poco más.
-"¡Ummmm así preciosa, tu calor me invade y me hace delirar de placer!"
-"¡Métete todo, todo, no dejes ni un solo milímetro de tu miembro fuera de mí!" Me pedía con una voz llena de deseo y morbo.
Una vez que me introduje completamente en ella la hice cabalgar y sin esperar a nada más comencé a subirla y bajarla con fuerza y desenfreno! Comenzó a gritar con fuerza, me enloquecía, deseaba que todo el edificio escuchase su manera de gozar con mi modo de follarla: - "¡Clávame toda, métete entero, fóllame salvaje!"- Subía mis manos y notaba como se bamboleaban sus sudorosos pechos; estábamos al borde del éxtasis.
Continuamos así por unos minutos más, yo ya no podía contener mis líquidos así que le propuse corrernos.
-"¡Sí cariño, deseo que me mojes toda por dentro otra vez, inúndame con el delicioso licor de tu sexo!"
Salí de ella, se giró y se sentó encima de mí abrazándome con sus piernas, me metí en ella con una suavidad gracias a la exagerada lubricación de nuestros sudores y nuestros líquidos corporales. La abracé fuertemente, sus pechos pegados a los míos pretendíamos fusionarnos y formar un solo cuerpo, nos devorábamos a besos, nos lamíamos los rostros, las orejas, nos mordisqueábamos los labios y el cuello mutuamente; era una locura indescriptible. Y por supuesto que nuestros movimientos para penetrarla no cesaban, me metía en ella de una manera resbalosa, salvaje, fabulosa, ni nuestros vellos ofrecían resistencia alguna al roce nuestros cuerpos mojados en su totalidad la clavaba una y otra vez y la sostenía de sus lacios cabellos fijando su mirada en la mía como queriendo decir: "Mírame, soy yo quien te hace delirar de placer, eres a mí a quien tienes dentro, soy yo quien te posee como nunca nadie". Su mirada igual reflejaba: "¡Sí, eres tú quien me posee sin comparación alguna!"
Y llegó el momento de inundarla tal como lo deseaba y me lo había pedido, mi respiración se aceleraba y comencé a sentir mi organismo desarrollando toda su actividad para expulsar mis fluidos y depositarlos en el cuerpo de Carmen. Siento como atraviesan mi hinchado miembro y ella al recibirlos gime con más fuerza. Unos cuantos movimientos más y percibo que está teniendo otro exquisito orgasmo. ¡Es maravilloso ver a una mujer retorcerse se excitación y placer!
Se quedó sentada encima mío solo un momento, ahora en el momento de la relajación percibía un pequeño dolor en sus piernas debido a la posición que tenía. Se puso a descansar.
Yo salí para llenar el jacuzzi con agua tibia y volví a la sauna. Allí estuvimos charlando de cosas tontas hasta calcular que estuviese lleno el jacuzzi y nos fuimos allá a refrescarnos.
Ella se sentó apoyándose en uno de los lados; yo me recosté de espaldas sobre sus pechos y ella me abrazó tiernamente. Así nos quedamos un buen momento hasta que ese jacuzzi sería el siguiente escenario de una nueva obra de sexo entre Carmen y yo.