Carmen. Recién divorciada II

Segundo entrega de las aventuras de Carmen con su joven amante.

Sonó el despertador, eran las 8 de la mañana y Carmen debía ponerse en marcha sino quería llegar tarde al trabajo. Se levantó de la cama que hasta hace pocos días compartía con Nicolás y se dirigió como todas las mañanas hasta la ducha. En cuanto entró en el baño se observó en el gran espejo y vio como sus duros pezones se marcaban a través del camisón; en ese momento le vino a la cabeza Javi y el polvo que habían echado la noche anterior en la planta baja de la casa. Carmen retiró los tirantes hacia los lados dejando caer el camisón de seda azul que utilizaba para dormir al suelo del baño. El recuerdo de aquel joven que la emputecía hizo que se volviera a excitar, acercando sus dedos a su vulva que se estaba empezando a lubricar. Introdujo dos de sus dedos en su encharcado coño corriéndose a los pocos minutos.

Salió del cuarto de baño con un albornoz y una toalla enrollada en su pelo aun mojado dirigiéndose hacia la cocina para prepararse un café. Mientras esperaba que la cafetera le preparara el café se sentó en una silla de la cocina notando molestias en su orificio anal; aquel joven la había hecho gozar, pero su culo le recordaba el tamaño de la polla de su joven empotrador. Desayuno y se dirigió a su vestidor para arreglarse y dirigirse al trabajo. Carmen tenía la costumbre de prepararse en un cuadrante la ropa y los complementos que utilizaba cada día de la semana. Para hoy había preparado un traje de pantalón a tres cuartos bastante ancho en las perneras, pero bien ajustado a su cintura que le marcaba un culo de miedo y  una americanas gris, con una blusa blanca y unas botas negras con tacón.

Carmen había acabado de vestirse y maquillarse ligeramente y se dirigía hacia planta baja a coger su bolso cuando notó como su entrepierna estaba más caliente que de costumbre. Era el recuerdo de Javier el que la tenía así de cachonda; dio media vuelta y se volvió a dirigir hacia su cuarto, abrió un cajón de su mesita de noche sacando un plug anal coronado por un brillante. Se soltó el botón del pantalón, se bajó ligeramente los pantalones y el tanga lila a conjunto con su sujetador, apoyo una de sus rodillas en la cama y sacando ligeramente el culo en pompa se introdujo el plug.

Salió de su casa, se subió al coche y se dirigió al trabajo. En el trayecto de apenas unos pocos minutos cada banda reductora que pasaba su coche hacía que el plug anal se le clavara en su culo. Desde jovencita Carmen había sido muy fogosa, disfrutando de todos los placeres que la vida le había ido ofreciendo. El sexo siempre había sido una parte importantísima de su vida: sus novios de jovencita, sus dos maridos o sus amantes siempre habían disfrutado de la calentura que su compañera les ofrecía: un polvo, una felación, una noche de desenfreno, una salida con sus amigas... siempre era un buen momento para disfrutar del sexo.

Eran las 10 de la mañana y Carmen ya se encontraba en su lugar de trabajo; encendió el ordenador y mientras esperaba a que seencendiera el ordenador se dirigió a prepararse un café en la cafetera del fondo de la oficina. En esos momentos se abrió la puerta de la oficina y entró la socia y amiga de Carmen, Gloria; se saludaron con dos besos y se dispusieron a empezar su jornada laboral. A media mañana como era su costumbre se dirigieron al bar de la esquina a desayunar. Gloria y Carmen se conocieron cuando eran adolescentes en el instituto, desde entonces su amistad se había mantenido intacta. Carmen estaba en silencio, pensativa, no hablaba como era habitual en ella que era muy parlanchina. La voz de Gloria la sacó de sus pensamientos:

  • Carmen, hola, estás aquí, que te pasa?

  • Perdona Gloria, estaba pensando en una cosa que me paso ayer.

Carmen y Gloria no tenían secretos, así que Carmen se dispuso a relatarle a su amiga la excitante historia de la noche anterior.

  • Ayer cuando llegué a casa había un chico esperándome en la puerta; me sonaba de verlo por el pueblo. Cuando salí del coche me llamó por mi nombre y de golpe me dijo que había visto el video que grabó Nicolás con el vecino, me dijo que me iba a empotrar...

  • Y con lo guarra que eres cuando quieres, te lo follaste no?

  • Sí, bueno, no...me follo él a mí. Llevaba todo el día cachonda y fue oír que me iba a empotrar, que follaba mejor que Pedro (el vecino) y la tenía más grande; no lo pude evitar y lo metí en casa.

- Ay, amiga! ¡Como te gustan las pollas! Como mínimo te dejó satisfecha?

  • Madre mía! Menudo semental, como aguantó el cabrón, me dejó rendida y estoy cachonda desde que me he levantado.

  • Menuda historia, será mejor que volvamos a trabajar antes que yo también me ponga cachonda.- Dijo Gloria apurando el último trago de su café.

El día transcurrió con normalidad, era final de mes y tenían bastante trabajo pendiente. Trabajaron hasta tarde dejando casi todo el trabajo listo, cerraron los ordenadores y el negocio dirigiéndose al bar donde habían quedado con su grupo de amigas. Hoy era noche de chicas. La noche transcurrió con normalidad: cenaron, se tomaron una copa como de costumbre y se despidieron. Carmen les dijo a sus amigas que necesitaba ir al baño. Al salir, en el fondo del local lo vio, era él, un escalofrío recorrió su cuerpo; se cruzaron una mirada fugaz y Javier abandonó el local antes que las chicas. Carmen se reunió con sus amigas y se dirigieron a la puerta del local con intención de despedirse y dirigirse a sus casas, ya que se había hecho tarde. Perturbada aún por la fugaz imagen del chico escaneo los exteriores del local a ver si localizaba a su empotrador, se estaba excitando desde que había visto a Javier. No lo vio y se llevó una decepción, pero mantenía la esperanza que su joven amigo la estuviera esperando en la puerta de su casa como el día anterior.

Cogió su coche y con muy poca dulzura metió primera, aceleró bruscamente recorriendo el camino hasta su casa más rápido que de costumbre. Aparcó su coche, miró a su alrededor y como de costumbre no había nadie en la calle de la zona residencial donde vivía. Decepcionada y bastante cachonda entró en su casa, dejó su bolso en la entrada, subió a su habitación, llegó con una respiración agitada, estaba excitada, necesitaba sexo y su empotrador no había aparecido. Se quitó las botas, los pantalones y su blusa quedando solo con su tanga y sostén lila de encaje, se sentó en su cama, abriendo de nuevo el cajón de donde esta mañana había cogido el plug anal, esta vez cogió el succionador de clítoris y se empezó a hacer una gloriosa paja; se corrió dos veces emanando gran cantidad de flujos que quedaron encima de las sabanas. Se quitó el plug anal guardándolo junto al satisfaier, se acabó de desnudar, se puso el camisón y se quedó dormida.

Sonó el despertador como todas las mañanas y Carmen se dispuso a iniciar su rutina: ducha, desayuno, vestirse, maquillarse y dirigirse hacia su trabajo. La mañana estaba transcurriendo con normalidad hasta última de la mañana que entró un repartidor con un sobre para Carmen; su amiga Gloria no estaba, hoy no acudiría al trabajo. Lo abrió, leyó la breve nota, la dejó encima de su escritorio, y con la vista perdida quedó unos segundos paralizada.

‘Buenos días putita. A las 20 horas te quiero con las piernas abiertas y estirada sobre la alfombra del hall.’ La breve nota iba acompañada de una foto de su culo con la polla de Javier dentro. El muy cabrón le había hecho una foto mientras la penetraba analmente en el sofá. Lejos de molestarla, la nota acompañada por la foto la había excitado. Cerró la oficina al mediodía y se dirigió al gimnasio, no era capaz de concentrarse ni acabar su rutina de ejercicios. Nerviosa, recogió su toalla dirigiéndose a los vestuarios para ducharse e ir a comer. Ya en la ducha mientras se desnudaba vio una mancha de humedad en su tanga, estaba empapado; lo dudo por un momento, la cabina de la ducha no era el lugar más discreto para apagar su calentura, pero su calentura pudo más que su vergüenza y se empezó a masturbar. Ni era cómodo, ni discreto y con su primer orgasmo dio por acabada su sesión masturbatoria.

De vuelta en el vestuario se acabó de vestir e hizo una comida ligera en un restaurante cercano. Ya en el trabajo las horas pasaban muy lentamente, era incapaz de concentrarse en sus tareas. Su cabeza estaba con la sesión de sexo que muy seguramente le iba a regalar Javier. Cerró una hora antes de la hora y se dirigió hacia su casa, era su único pensamiento, llevaba demasiadas horas caliente. Escogió cuidadosamente las prendas que se iba a poner: conjunto de sujetador y tanga negros de encage, unas medias con liguero y sus taconazos preferidos; ese conjunto no le había fallado nunca con ningún hombre.

Allí estaba Carmen cinco minutos antes de la hora acordada, dando vueltas por la planta baja de su casa, vestida con su lencería sexi, sus tacones retumbaban a cada paso sobre la madera. Se acercó a la puerta y la abrió, esperando encontrar a Javier en el exterior. Se llevó una decepción al no encontrar a Javier esperándola, pero no era eso lo que Javier le había pedido así que dejó la puerta ligeramente entornada, dio 3 pasos hacia atrás y se estiró sobre la alfombra con sus piernas bien abiertas. A los pocos minutos oyó unos pasos que subían la escalera de acceso a su casa, su corazón se aceleró y el recuerdo del placer que su joven amante le dio, hizo que la habitual seguridad de la madura desapareciera. La puerta se abrió y allí estaba él, impecablemente vestido aunque informal: tejanos, deportivas y un polo que le marcaba todas las partes de su anatomía.

Javier avanzó dos pasos hasta quedar en frente de su adorable madura, y sin mediar palabra se arrodilló empezando a besar los muslos de Carmen. Los recorría con delicadeza, sin prisa, saboreando cada centímetro de su trocito de piel desnuda que quedaba entre sus medias y su tanga. Poco a poco se fue acercando a los labios vaginales de la madura haciendo que esta sintiera un escalofrío; lo que aquel chico le producía no era normal. Sutilmente, acerco sus manos a su tanga apartándolo hacia un lado, descubriendo que su sexo ya estaba bien mojado por las caricias de Javier. Empezó lamiendo sus labios vaginales alrededor del clítoris. Carmen emputecida por la maestría del joven agarro la cabeza del joven con sus dos manos apretándola contra su vagina mientras empezaba a gemir. Cada vez estaba más cachonda y su primer orgasmo se acercaba. Susurrando le pidió al joven que le metiera los dedos, estaba a punto de correrse. Sin más dilación Javier metió dos de sus dedos en el ya encharcado coño de Carmen y aceleró los lametones. La ardiente madura se convulsionó y emanó abundante líquido por el coño haciendo evidente la corrida de la madura.

Tras unos segundos que tardó en recomponerse, Carmen se levantó de la alfombra, se acercó al joven, lo besó y le dio las gracias.

  • Ahora me toca a mí. - Agarrando al joven de la mano conduciéndolo hasta su habitación de la planta superior.

Carmen se arrodilló delante del joven dejando caer su culo sobre sus talones. Lentamente y mirándolo fijamente a los ojos empezó a desabrochar los botones del tejano quedando el pantalón por los tobillos y el abultado paquete que ya tenía el joven debajo del bóxer. Con cara de golosa bajó también el bóxer descubriendo una polla que ya le era familiar. No lo dudó, poso sus manos sobre el pene de Javier y acercando la boca empezó a desaparecer dentro de la garganta de la madura. Con la misma delicadeza que antes mostró el joven, Carmen engullía y sacaba la polla de la boca, y lentamente se la volvía a introducir. Después de unos minutos de una intensa felación y unos hilillos de babas que ya salían por la comisura de sus labios Carmen alzó la vista para ver la cara de Javier y este tenía los ojos cerrados y la cara enrojecida debido al placer que estaba sintiendo. Carmen paró la felación ya totalmente entregada al joven, se levantó y se fundió en un apasionado beso con su joven amante. Aquel era el primer beso que se daban, ya que su primer encuentro no paso de sexo salvaje donde no hubo rastro de besos.

Javier mientras besaba a Carmen metió su mano dentro del tanga notando el encharcado coño de la madura. Carmen necesitaba ya ser empotrada, así que cogió su tanga de sus costuras y lo bajó hasta los tobillos apartándolo a un lado con un preciso movimiento de su pie. Carmen apoyó sus rodillas en la cama inclinándose hacia delante, ofreciendo una visión majestuosa de su culo y su vagina.

- Fóllame! Lo necesito. Susurraba Carmen.

Javier empezó a lamer el coño, recorriendo todo su trasero hasta llegar al agujero de su culo. Carmen se estremecía de placer de nuevo. El joven se recostó sobre la espalda de Carmen empezando a besar su cuello, recorriendo su espalda, su culito, llegando de nuevo hasta su raja. Después de saborear el cuerpo de Carmen se cogió el pene apuntado la entrada del coño de Carmen. Con maestría y de un solo golpe de cadera se la metió en el coño empezando una lenta penetración. Carmen gemía de nuevo, el joven empezó a acelerar las embestidas agarrándola fuertemente por las caderas. Carmen gemía ahora sí de manera nada discreta y le pedía más y más al chico. Este soltando una de sus manos de su cadera le cogió del pelo acelerando de nuevo las embestidas; Carmen se acaba de volver a correr, se incorporó sacando el pene del interior de su coño y empujó al joven contra la cama acabándolo de desnudar.

Carmen de pie frente al joven se sacó los pechos de la copa del sujetador amasándolos y pellizcándose los pezones. Sus pechos y sus pezones eran uno de sus puntos débiles, le excitaba muchísimo. Se subió a la cama aún con sus tacones puestos y se sentó a horcajadas sobre el pene de Javier.

  • Ahora me toca a mi pequeño. Vas a ver de que somos capaces las maduras. - Soltó Carmen mientras se acababa de meter la polla hasta el fondo de su coño.

Con una gran maestría empezó a mover sus caderas, sus tetas botaban con cada movimento. Javier no lo soporto más; la vista de la madura en lencería botando como sino hubiera mañana, la felación de antes, y el placer que sentía al follar con maduras hizo que de forma repentina y mucho antes de lo que era normal en él se corriera entre sonoros jadeos llenando el coño de Carmen de leche.

Con una sonrisa maliciosa y pervertida, Carmen besó al chico, notaba los flujos de leche cayendo por su empapado coño, se salió de encima del chico estirándose a su lado.

  • Cariño no te ofusques, sé que esto os pasa a muchos hombres, no es la primera vez que me pasa, sé el placer que despierto en los hombres.

Acto seguido, acercó su boca al pene del joven que había perdido un poco de su vigorosidad introduciéndosela en la boca. No le costó mucho volver a ponerla dura. Carmen se estiró en la cama boca arriba, abrió bien sus piernas, y le pidió al joven que la follara duro. Javier no se lo pensó dos veces y empezó de nuevo un mete saca frenético. Carmen gemía, Javier se acaloraba debido al esfuerzo que necesitaba para satisfacer a la madura; así estuvieron un rato hasta que Carmen volvió a coger las riendas del polvo. Volvió a estirar al joven en la cama y se sentó sobre él dándole la espalda esta vez. Carmen cogió el pene con la mano y lo aproximó al agujero de su culo. Javier no se lo podía creer, aquella madura era increíble, sabía lo que quería y cuando lo quería. Sin lugar a dudas aquel era un culo bien entrenado paro recibir pollas; sin prisa, pero sin pausa empezó a introducirse el pene hasta el fondo de su culo. Una vez su polla se acomodó a sus paredes anales, Carmen empezó a moverse de nuevo con gran maestría llegando a un larguísimo y sonoro orgasmo. Javier no pudo resistirse a tal maestría y debido a las contracciones anales que le producía el orgasmo de Carmen volvió a correrse, esta vez en el culo.

Carmen agotada se dejó caer al lado de su amante, los dos resoplaban de placer. Tras unos minutos recuperándose y sin saberse muy bien que decir, Carmen se levantó de la cama, recogió la ropa de Javier y entregándosela le dio un largo y húmedo beso.

  • Gracias por todo Javier, eres un gran amante, pero ahora te tienes que ir. - Tras estas palabras, Javier un poco desorientado cogió su ropa, se vistió y se marchó. Antes de salir de la habitación se giró para observar a Carmen semidesnuda por última vez y le preguntó:

  • Nos volveremos a ver?

  • No lo dudes cariño.

Continuará...