Carmen pierde una apuesta y tiene que vestirme

Me aposté con Carmen que en una pareja de conocidos iba a haber infidelidades en menos de un mes y ahora le toca pagar la apuesta

Este es posiblemente de los momentos exhibiocionistas de los que más me enorgullezco y mejor ha quedado grabado en mi cámara. Cuando no encuentro vídeo porno que me motive ese me sigue poniendo la entrepierna como la clavícula de un transformer.

Hace 7 años me aposté con Carmen que Sergio, un colega de la universidad que conocíamos ambos, iba a engañar a su novia, Marina, en menos de un mes.

Carmen decía que no, que se le veía muy pillado por ella esta vez, que no iba a ser como las otras... Yo le dije que la gente no cambia y que en menos de un mes se habría follao a otra.

No solo no gané sino que el "figura" de Sergio engañó a su novia a las dos semanas. Todo un récord.

Me retraigo al momento de la apuesta:

  • Sergio va a ponerle los cuernos en un mes como máximo.

  • Ala, tira, qué dices. Pero si está encoñado. Mírale la cara de tonto que se le pone cuando habla con ella.

  • Sí, sí... Se le pondrá la cara que quieras, pero que conozco yo a este pieza y te digo que la engaña como a todas.

  • Qué va, que te juegas.

Carmen estaba soltera y muy salida. Decía que yo estaba muy bueno y que estaba soltero porque quería, así que supe que esta propuesta podría llegar a buen puerto.

  • Si se cumple mi pronóstico un viernes o un sábado antes de salir de fiesta me tendrás que vestir.

  • ¿Eso? Jajajajaja. Pues no es para tanto.

  • No, no. Me tienes que quitar el pijama y cambiarme y yo no pienso hacer nada.

  • ¿Como si fueras minusválido?

  • Básicamente.

  • Venga, va. Pero si gano esa noche me pagas todas las copas.

  • Vale, pero no vale abusar que bebes pocos cubatas de normal.

  • Jajaja, vale.

La idea me había puesto morcilleta, y el día que me enteré de los cuernos de Marina me hice una señora paja de esas que te las haces con la boca seca por el ansia.

Le mandé un mensaje a Carmen "el sábado te toca vestirme. Jódete, jajajaja".

El sábado vino a casa y estuvimos bebiendo antes de salir, yo llevaba puesto, a propósito, unos bóxers y una camiseta de tirantes ajustada (tengo buen cuerpo y quería ir luciéndolo delante de ella como calentamiento a lo que se venía).

Procuré hacerle un par de cubatas bien cargados para tenerla bien borracha y predispuesta. Quizás me pasé un poco. Y cuando se fue un momento al baño dejé la cámara grabando encima del mueble de la tele enfocando al salón el espectáculo que iba a venirse...

  • Se acerca la hora de irnos (aplaudí con las manos), esclava, vístame y desvístame por favor.

  • Qué cabrón... Venga, va.

Me quitó la camisa y yo me empecé a calentar. De hecho se notaba mucho en los bóxers, escogidos porque eran los más finos y ceñidos y se veía perfedtamente la polla e incluso se apreciaban las venas.

Entonces vaciló.

  • ¿Te vas a poner esos calzones?

  • Nop.

  • ¿Te los quito?

  • Obviamente.

No dijo nada y me bajó los gayumbos, quedándome desnudo delante de ella y con una semi erección a la altura de su cara.

  • A ver cuáles elij... Joder, vaya polla tienes.

  • Jajajajaja.

  • Si me descuido me sacas con ojo con eso.

El alcohol y mi rabo tenían un efecto hipnótico en ella que hacía que cada vez que me la mirase se quedase como medio atontada, y eso hacía que se me fuera levantando poco a poco.

Le saqué 3 bóxers más viejos de mi hermano que no me valían para que se viese obligada a luchar con ellos a la hora de intentar canastar mi erección dentro de ellos y obligada a tocármela.

  • Venga... A ver si estos valen, levanta un pie... Oye, que eso cada vez está más grande.

  • Es el alcohol.

  • Ya, ¿que te da alergia, no?

Intentó subirlos y vio que me iban pequeños y que la polla asomaba.

  • Joder, qué mal los has puesto que se me sale todo.

  • ¿Te la... recolocó?

¡AL FIN! Pensé.

  • Hombre, claro...

  • Venga va... Hostia, oye esto es muy grande. Aquí no va a caber.

  • Tienes más para probar.

Me metió la mano y me colocó la polla de todas las posturas posibles. Cuanto más me la tocaba más dura se me ponía, y había veces que me la tocaba para colocarla solametne un cm más arriba o abajo. Estaba empezando a disfrutar ella también.

  • Voy a probar otros porque estos no valen. ¿Seguro que te van a entrar? Que la tienes muy grande.

  • Sí, sí. Tú prueba.

Me bajó los calzoncillos y cogió otros que me iban un poquito mejor, pero que no había forma. Mi rabo estaba duro y desafiante. Ella lo miraba sin decir nada. Ni me miraba a la cara para hablar. Otra vez me agarró el rabo y me lo soltó de golpe:

  • Oye, esto está muy gordo. Cada vez que la toco está mas grande y así no va a entrar en ninguno.

  • Entrar entran. Anda que no me he empalmado veces con unos bóxers puestos. ¿O te piensas que los tíos nos los quitamos cada vez que se nos pone dura?

  • Yo qué sé...

Me los subió y de nuevo agarró mi polla que estaba durísima y mirando hacia arriba y la intentó meter. La agarraba de todas las partes y la colocaba de todas las formas posibles. Era una puta delicia y mi corazón me latía a mil. Más que colocar me la estaba palpando de todas las formas posibles.

  • Estos tampoco valen. ¡Te van pequeños! ¿No tienes más grandes?

  • Estos los suelo usar eh.

  • ¿Y dónde metes este pedazo de rabo cuando se te pone dura? Es que no suben más, da igual cómo la coloque.

  • Prueba los otros.

  • Madre mía... Oye como no te entre ninguno te pongo directamente los pantalones.

  • Qué dolor, no, no.

  • Joder, vamos a estar aquí la vida a este paso.

Cogió ya los últimos que eran los más pequeños. Estos apenas cubrían mi polla por muy de lado que la pusiera. Era descarado ya que me la tocaba por placer.

Me la agarraba, la medio bombeaba (era sutil pero se notaba) suavemente cada vez que la movía. Miraba el resultado. Volvía a colocar... El proceso lo repitió como 10 veces.

Los bajaba con las dos manos y con una me sujetaba la polla (innecesario) y me iba subiendo los gayumbos con una mano torpemente diciendo "que así me la podría colocar mejor". Era tocar por tocar y a mí me encantaba.

  • ¿Quieres más bóxers?

  • Sí, qué remedio. Que con el alcohol y este mango me entran calores... y no es plan. ¿Pero dónde vas con semejante polla?

Le dí unos bóxers normales que me entraban medio bien. Me los puso. Me la recolocó varias veces repitiendo el mismo procedimiento que antes pero ya combinado. Buscaba las excusas para sobármela a base de bien por última vez.

Me los bajó una vez más y me agarró la polla mientras los subía torpemente con una mano muy lentamente. "A ver si así...", dijo. Ojala hubiera tardado más porque yo estaba en el paraíso.

  • No puedo ni agarrarla con una mano, qué pasada. Normal que Silvia (mi ex) llevase tan mal que la dejaras, jajaja.

Luego me la intentó colocar como diez veces. Colocaba, admiraba su obra y volvía a recolocar. Nunca estaba satisfecha (yo tampoco, quería que me la mamase...).

  • Estos van mejor... Pero no consigo colocar esto... Menudo rabo, en serio. Es imposible ponerte bien los bóxers.... ¡A tomar por culo!

Y sin esperármelo me bajó un poco los bóxers y me la empezó a cascar. Me la agarró y empezó un bombeo constante y firme que hacía que me bailasen los cojones.

  • ¿Pero qué haces, Carmen?

  • Llevo como 10 minutos tocándote la polla. Tengo novio pero a este paso acabamos follando. Te voy a relajar de una puta vez que no me fío de mí mismaMás te vale no decir nada, ¿eh?

  • No, no.

Me la estuvo cascando 5 minutos.

  • Menudo trasto... Ojalá Kike tuviese tu rabo. Y córrete ya que se me cansa el brazo.

  • Lo intento.

Cambió de mano, pero esta vez se escupió en la mano y me la agarró con fuerza. Esta vez su agarre no se detenía en la cabeza del glande sino que al tener la mano lubricada subía hasta cubrir el glande. Era una sensación increíble, la mejor paja que me habían hecho hasta la fecha.

  • Joder, mucho mejor así...

  • A ver si es verdad...

Y a los dos minutos tres chorros salieron disparados hacia la televisión.

  • ¡Joder! Si te la llega a chupar me ahogas.

  • Aaaaaaaaaaaah...

Seguía cascándomela y salieron otros dos chorros más. La verdad que nunca había eyaculado tantísimo con una paja.

  • Venga, limpiate que te voy a terminar de vestir de una vez.

  • A la orden mi sargento.

Y mientras me recomponía ví como se lamía la mano y se chupaba los dedos, ¡menudas mamadas tenía que hacer Carmen!

  • Oye... No está mal el sabor, ya me dirás qué comes para recomendárselo a Kike.

  • Supongo que mucha fruta.

  • Apuntado, ¡venga, ven aquí que te tengo que vestir!

Me vistió y salimos de fiesta. No hablamos del tema hasta que un día en grupo hablando de quién tenía razón sobre algo alguien dijo de hacer una apuesta y ella me miró a los ojos sonriéndome...