Carmen mi vecina de toda la vida

Mi vecina Carmen, ama de casa de las antiguas.

Era un chico normal, más bien tímido y con apenas experiencia con las chicas. Vivía en un pequeño bloque de pisos, donde solo había dos, uno en la primera planta y otro en la segunda, el nuestro.

El primero lo ocupaba una familia, 5 miembros, padre, madre y tres hijas, la más pequeña de mi edad, las otras dos mayores. Estas no tardaron en casarse y terminamos siendo 6 en el bloque. Yo soy hijo único. Ana la chica de mi edad, Carmen su madre y Paco el padre. Este señor era un tipo bonachón, al que le gustaba beber y no era difícil verlo con unas tremendas borracheras y llegando de madrugada a la casa. La pequeña Anita no era de mi tipo, canija y mandona, casi ni nos hablábamos, Carmen la madre era una cincuentona, marujona, la típica ama de casa andaluza, entradita en carnes, que no folla con el marido desde hacía mucho, tetas caídas inmensas, pelo corto, teñida de un color que ni ella hubiera podido decirme el nombre, caderas anchas, culo grande y muslos carnosos, con una pequeña barriguita, de las que terminan por hacerse grandes. Pero en aquellos momentos aún la podía medio disimular con la ropa.

Desde pequeño había tenido la oportunidad de ver siempre las mujeres de mi familia medio desnudas sin que formasen ningún revuelo, por lo que estaba acostumbrado a ver maduras desnudas más que chavalas de mi edad, y desde luego me sentía mucho más atraído por unas tetas grandes y blanditas que por unas pequeñas y duras. Por los que mis continuas pajas tenían como musas a mis tías e incluso a la vecina de abajo.

Era principio de verano, no me iba a ir a casa de mis abuelos como todos los años, y andaba revuelto de solo pensar que ese año no iba a tener la oportunidad de ver las tetas de mis tías. Así que andaba ingeniándomela para ver como lo hacía para irme. Anita se había ido con una de las hermanas a la playa, mis padres trabajaban y yo me quedaba casi todo el día en casa solo, sobre todo por las mañanas e incluso muchas noches hasta bien entrada la madrugada, ya que teníamos un bar y en verano con la terraza cerrábamos bien tarde.

Una noche escuché como llegaba  Paco, venía con una borrachera bien gorda, y al entrar en su casa, dejó la puerta abierta. Estaba solo en casa y podía escuchar la pelea que estaban teniendo Carmen y Paco, bajé sigiloso y me quedé escuchando pegado a la puerta. Esta estaba al comienzo de un pasillo en un rincón, al abrirse podía ver todo el pasillo y al final de este, de frente estaba la puerta del dormitorio de ellos, medio asomado pude ver como Paco entraba en su dormitorio dejando la puerta abierta, sentí como se desnudaba y no tardé en sentir como comenzaba a roncar. Podía escuchar a Carmen que aún protestaba por la casa. No tardé en ver como Carmen apagaba todas las luces y entraba en el dormitorio, no se había dado cuenta que la puerta de la calle estaba abierta, casi no se notaba, solo una pequeña abertura por donde yo podía ver, sentí como encendía la luz de su mesita y la ví volver a los pies de la cama, seguía diciendo cosas, que no llegaba a escuchar y estaba claro que su marido tampoco, los ronquidos eran más sonoros que sus palabras, la tenía de lado, la veía perfectamente, tiró del vestido que llevaba puesto hacía arriba y se lo sacó por la cabeza, sentí como mi polla despertaba de pronto, había comenzado a palpitar con fuerza debajo de mi calzoncillo, llevaba una braga de algodón blanca, una braga de vieja y un sujetador negro, seguía de lado, vi como se llevaba las manos a la espalda y desabrochaba el sujetador, sus grandes y pesadas ubres no tardaron en quedar libres y mi mano como un resorte buscó mi polla, eran unas tetas blancas, hacía tiempo que no veía unas tetas como esas, creo que nunca las había visto tan grandes, por un momento se giró hacía mí para apoyarse con una mano en los pies de la cama, eran inmensas, blancas con unas areolas grandes y mucho más oscuras que su piel, podía ver incluso como sus pezones resaltaban, y aunque miraban hacia abajo, eran las tetas más bonitas que podía recordar, podía ver como se movían por el peso, volvió a colocarse de lado y tiró del filo de su braga, se las bajó hasta los tobillos, incluso de lado podía ver como asomaba una mata de vellos rizados y negros, casi le llegaban hasta el ombligo, por un momento volvió a mirar hacia mi, estaba acostumbrado a ver mujeres más jóvenes, pero ver a Carmen completamente desnuda hizo que me olvidara de mis tías, y me recreara con esa visión, tenía los muslos apretados, un triángulo grande y negro en su bajo vientre, y unas ubres que se movían de un lado a otro, buscó una prenda detrás de la puerta y cuando volvió a abrir la puerta solo me dio tiempo a ver como un culo grande blanco y de carnes flácidas quedaba  tapado por la tela, la sentí meterse en la cama y apagó la luz al momento. Cuando volví a acostumbrarme a ver en la oscuridad pude ver como en el suelo había quedado su braga, estaba excitado, había empujado la puerta hasta abrirla para poder pasar, había demasiada luz, en el dormitorio se veía perfectamente, eso me excitaba más aún, anduve hasta la puerta del dormitorio, podía escuchar la respiración de los dos, los ronquidos sonoros de Paco y la respiración lenta y profunda de Carmen, estaba dormida. Había esperado casi una hora.

Me agaché por si acaso y entré en el dormitorio a cuatro patas, cogí la braga y reculé hasta la puerta de nuevo, escondido en el pasillo me llevé la braga a la nariz, casi me corro, desprendía un olor fuerte, seguramente de haberla llevado todo el día, podía ver incluso una mancha más oscura en la parte central, era un olor mezcla de orina, sudor, un olor que no llegaba a reconocer aún, e incluso olían a su mierda, pero más que asco me excitaba, cuanto más le echaba mi aliento caliente, más olían, me las llevé a la polla y solté la corrida más grande que podía recordar, tuve que apoyarme en la pared, ya que sentía como me temblaban las piernas, me la seguí meneando con ella y no tardé en volver a soltar una nueva corrida entre esa tela. Recuperé un poco la respiración y entré esta vez completamente erguido para soltarla donde las había encontrado y coger el sujetador negro que también estaba en el suelo. Volví a salir y volví a hacerme una nueva paja soltando lo poco que me quedaba dentro en unas de las copas, eran grandes, no me podía imaginar siquiera el tamaño que podían tener esas ubres, era imposible con mis manos abarcar tanto tamaño. Sentí que se movía en la cama, solté rápido el sujetador que cayó encima de la cama y salí de la casa subiendo a la mía, cuando me acosté quedé plácidamente dormido. Amanecí mojado. Seguramente había tenido un sueño erótico con las tetas de la Carmen. No la vi en todo el día, y eso que hice el intento de verla en todo momento, pero no ocurrió.

Un par de días después me la encontré en la escalera, conmigo había sido poco habladora siempre, o más bien yo había hablado poco con ella, pero esa mañana sentí como me miraba de una manera rara, mis ojos me delataban porque me era imposible apartarlos de sus moles, y estaba segura que ella se daba cuenta, aunque no decía nada, charlamos un momento en la puerta de su casa. Me preguntó si había sentido algo raro hacía varias noches, cuando le pregunté me comentó que alguien había abierto la puerta de su casa, me hice el sorprendido, me dijo que no habían robado nada, pero que la puerta estaba abierta. Le dije que era imposible que nadie hubiera entrado, ya que la puerta del portal se cierra desde dentro y no se puede abrir desde la calle a menos que se tenga una llave, pareció quedarse más tranquila, además le dije que algunas veces había sentido como su marido la había dejado abierta. Me dijo que cuando viese algo así que la cerrase yo, o que se lo dijera a ella. Le dije que lo haría y subí a mi casa. Me imaginaba que no iba a tener otra oportunidad de volver a verla desnuda, ya que se había dado cuenta y no volvería a dejar la puerta abierta.

Esa noche estuve atento para ver cuando llegaba Paco, volvía borracho como de costumbre, pero cerró cuando entró, bajé a escuchar detrás de la puerta, sentí como se acostaba y sentí como Carmen apagaba las luces, me la imaginé como el día anterior y comencé a pajearme, cuando ya estaba todo en silencio, subí a mi casa, pero cuando estaba llegando sentí como su puerta se abría, di un brinco del susto dándome justo el tiempo de entrar en mi casa, intenté quedarme en silencio pero no escuchaba nada, bajé despacio, la puerta estaba abierta y todo en el interior estaba en silencio, se escuchaban las respiraciones de los dos en el dormitorio. Estaba en la duda de entrar o no, me hacía un montón de preguntas, ¿Quién había abierto la puerta?, ¿se habría abierto sola al estar mal cerrada?

La verdad es que me daba igual, mi polla pensaba por mí, parecía que tiraba de mí, entré despacio, las respiraciones de los dos era evidente, dormían, iba a seguir por el pasillo, cuando al mirar sobre la cómoda en el pasillo, me llamó la atención un par de prendas, había un sujetador y una braga, las dos de color canela, estaban arrugadas en el filo del mueble, parecían que las hubieran dejado allí. Las cogí y volví a salir al pasillo, había más luz, la braga olía tanto o más que la anterior, pero solo una mancha amarillenta en la tela que debía estar en contacto con su chocho peludo, incluso parecía caliente, no olía tanto a orina, era un olor a sexo, además estaba llena de vellos negros y rizados, como si se hubieran tocado con ella puesta. El sujetador tenía un ligero olor a perfume, no se cuantas pajas me hice con ellas, por lo menos 5 en menos de una hora, las dejé completamente mojadas, las dos copas del sujetador y la braga estaba tan mojada que incluso pesaba más, me asusté pensando que se podía dar cuenta, pero seguramente cosas de niños, terminé por dejarla donde estaba y salí cerrando la puerta detrás mía, para no verme tentado en volver a por más pajas, además me dolía la polla de tanto meneo.

Al día siguiente me la topé en la escalera de nuevo, estaba limpiándola, me hizo esperar abajo mientras ella terminaba, nunca me lo había hecho, pasaba sin más, pero esa vez me dijo que esperase a que ella terminara, tampoco me importaba, desde abajo tenía una visión de sus piernas y su culo, y a poco que se agachaba un poco me brindaba una visión de su pandero. Llevaba un vestido que no le había visto nunca, parecía que le quedara más bien pequeño, tenía botones en toda la parte de delante, se los había visto de refilón. Me quedé abajo y ella en vez de arrodillarse como había hecho otras veces se inclinaba abriendo un poco las piernas, no tardé en adelantarme lo suficiente para tener un panorama de todos sus muslos y una visión de su apretado culo, tenía una braga blanca, que se perdía entre sus muslos, abrió un poco las piernas y lo que vi hizo que me corriera en cuestión de minutos sin tocarme siquiera, la braga estaba arrugada, la tela de la braga se metía entre sus labios, podía verlos perfectamente, eran unos labios grandes y carnosos, llenos de vellos negros por todo sitio, podía ver incluso la entrada de su estriado culo, ya que la braga no estaba en medio, estaba sobre una de sus nalgas dejándome justo la visión de esa entrada libre de tela, me atreví incluso a acercarme tanto que podía oler el aroma que desprendía, ella sabía que estaba a casi 50 centímetros de su sexo y ni siquiera hizo el intento de volverse a mirarme, solo movía las piernas para ofrecerme una visión clara de todo. Como ya dije me corrí sin tocarme, dejando una mancha más que visible en mi pantalón vaquero. Creo que le faltó el valor para saltar sobre mi polla a pesar de ver claramente que yo lo estaba deseando. Subí a limpiarme y ponerme cómodo, ya solo tenía un pantaloncito de verano sin nada debajo, me asomaba a menudo al pasillo para ver que hacía, y en varias ocasiones pude ver como se tocaba entre los muslos, yo tampoco me cortaba en mostrar mi polla completamente dura pugnando por salir del pantaloncito. Entraba y salía y ella seguía limpiando, llegué a bajar con la excusa de ver si había cartas en el buzón, sabiendo a ciencia cierta que no las había, pero eso me dejaba volver a ver ese culo desde abajo, seguía con la braga metida incluso más aún dentro de sus labios, y todo brillaba a su alrededor, me hubiera corrido nada más tocarme, pero no podía hacerlo sin que ella se diera cuenta. Cuando pensé que todo iba a terminar ya que había prolongado la limpieza de la escalera todo lo que pudo, me preguntó si me apetecía tomarme un refresco, acepté encantado y le dije que iba a cerrar la puerta de casa, cuando entré en su casa, me encontré con una nueva braga en el filo del mueble, era sin duda la que llevaba puesta, estaban completamente mojada, y esta vez no olían a orina, desprendían un olor fuerte  e incluso parecía como si ya me hubiera corrido en ellas. Tenía un líquido viscoso e incoloro, ella sabía que yo ya estaba dentro de la casa, y se imaginaba que estaba oliendo la braga, ya que no decía nada, solo la escuchaba en la cocina, y yo tardaba en aparecer. Imaginé que si la braga estaba allí, quería decir que ella no llevaba nada puesto, así que solté la prenda cerré la puerta para que supiera a ciencia cierta que ya estaba allí y me acerqué a la puerta de la cocina. Yo era un chaval, con las hormonas completamente exaltadas y era normal que no me diera cuenta que había entrado en casa de la vecina, en camiseta y con un pantalón de un pijama que dejaba completamente abultada mi erecta polla, pero es que ella parecía otra chiquilla, con un vestido que apenas le entraba con dos de los botones de arriba desabrochados lo que hacía que sus grandes tetas se apretaran resaltando el canal entre ellas, y lo más provocador otros dos botones de la parte de abajo desabrochados lo que hacía que casi pudiera ver el comienzo de su chochito y solo otros dos abrochaba el vestido en su vientre.

Me ofreció un vaso de agua y al acercarme lo dejó caer sobre mi, me llenó de agua la camiseta pero sobre todo el pantalón y mi polla, se agachó delante mía y sin decirme nada tiró del elástico haciendo que esta saltara hacia arriba, no tardé en sentir como se la tragaba por completo, aunque no era la primera vez que me comían la polla, si era la primera vez que me lo hacía una mujer que supiera hacerlo, casi no me dio tiempo a disfrutarla apenas cuatro o cinco mamadas y me corrí como un berraco, pero lo más impresionante es que no dejó escapar ni una sola gota, además que parecía estar fuera de sí, chupaba y seguía chupando como si le fuera la vida en ello, había tenido una corrida monumental y seguía empalmado como si nada, ni siquiera había necesitado los 5 o 7 minutos de descanso de rigor. La cara de esa mujer con los labios rojos y brillantes por mi leche era una pasada. No decía nada, solo chupaba y chupaba, llegó un momento que parecía que no podía esperar más, se volvió a levantar me dio la espalda y apoyó las manos en el fregadero que estaba delante suya, inclinó el cuerpo, después de soltarse los botones del vestido que le quedaba sujeto y tirar de él hacía arriba, me dejó con la visión de un trasero grande, de nalgas blancas llenas de pequeños granitos, las partía una honda canal y dentro se adivinaba la oscuridad de la entrada de su culo estriado, más abajo asomaron unos labios grandes arrugados y de un color mucho más oscuro que su blanca piel, llenos de vellos pegados y mojados, sabía lo que deseaba, y no la hice esperar, me coloqué detrás de ella, abrí sus nalgas con mis manos y apunté mi polla entre esos labios, estaba completamente mojada, soltó un gemido cuando empujé colándosela hasta los huevos. Era una pasada ver un cuerpo tan grande delante mía, no es que fuera mucho más grande que yo, pero si su contorno, era una mujer de 50 años y yo un chaval. Estaba descalza y eso ayudaba a que llegara perfectamente a su coño sin tener que auparme, a pesar de mi corta edad, podía presumir de tener un aparato de buenas dimensiones, quizás no muy grande pero si gorda y eso parecía que le gustaba a la vecina.

No era una mujer de grandes gritos, apenas si gemía algo más fuerte cuando mi polla entraba por completo y mis huevos golpeaban su piel. Me dediqué a manosear sus nalgas con fuerza, parecía que eso le gustaba, las apretaba, se las abría dejando el agujero de su trasero al descubierto. Sentía como mi polla se iba llenando cada vez más, mis vellos se iban mojando con cada embestida y el sonido de mis golpes con sus muslos se iba haciendo más sonoro. No se cuanto tiempo estuve embistiendo desde detrás de ella, cuando aminoraba la marcha para coger fuerza, era ella quien movía sus caderas para seguir con la misma fuerza y rapidez, después de más de 10 minutos dándole con fuerza, sentí como se estremecía sin apenas emitir un gemido por esa boquita. Cuando se giró dejando que mi polla saliera de su coño y pude ver su cara, estaba cambiada, podía ver como sus ojos brillaban y como sus rasgos se habían relajados.

La tenía de frente, el vestido abierto dejaba sus grandes ubres al descubierto, de tan cerca eran incluso más grandes, eran dos moles, antes de que se fuera a arrepentir o me fuera a decir que lo dejara ya, me abalancé sobre ellas, las cogí las dos en peso y llevé mi boca hasta ellas, olían de miedo, era su perfume, un olor agradable mezclado con el olor de su piel, sus pezones estaban duros, me dediqué a morderlos, chuparlos y lamer sin darle opciones a protestar, aunque no parecía que fuera a protestar mucho, de vez en cuando me atrevía a bajar una de mis manos y metiéndola entre sus muslos pasaba mis dedos por su raja, podía meter tranquilamente un par de mis dedos en su dilatado coño, seguía tan lubricada que mis dedos se mojaban por completo con un par de roces. Sentía su abultado clítoris en la palma de mi mano y cuando intentaba avanzar para buscar la entrada de su trasero, sentía como intentaba abrir las piernas para que lo alcanzara y sentía como se estremecía cuando mis dedos alcanzaban a recorrer la entrada estriada de su ano. Me dejó que me saciara de esas ubres sin protestar, pensaba que terminaría por pedirme que dejara de chupar, podía notar como se habían oscurecidos sus areolas de tanto sorberlas pero no había hecho ni el más mínimo intento de apartarme, fui yo mismo quien tomé respiro. Además volvía a tener ganas de follármela, miré a mi lado y vi la mesa de la cocina, quise hacer como en las películas, tirar los vasos que había en ella para sentarla y volver a follármela, pero se adelantó, retiró los vasos y los cubiertos que había en ella y se colocó en el filo, le coloqué un pie en una silla y otro en otra, me dejó con una visión totalmente abierta de su tremendo coñazo, era la primera vez que veía uno tan de cerca.

Tenía menos vellos de los que yo pensaba, pero eran largos y rizados, algunos más rubios  y otros canos, sus labios eran grandes y arrugados de un color mucho más oscuro que su piel, los bordes si estaban llenos de vellos completamente mojados por sus fluidos, sus muslos eran gruesos, se notaban blandos, flácidos, pero me gustaban, había colocado las manos detrás en la mesa y su cuerpo se había echado algo hacia atrás, me mostraba los pliegues de su vientre, y sus grandes tetazas caían por el peso hacia los bordes de su cuerpo, pronto me dí cuenta de que apenas alcanzaba a meter media polla, debido a la altura, y ella también se dio cuenta y comprobando que no me iba a ser fácil embestirla, ella misma se levantó y me llevó de la mano hasta el salón. No habíamos cruzado ni siquiera una palabra en todo el tiempo. Se sentó en un sofá de una sola pieza, ancho y con grandes brazos, había entrado en esa casa muchas veces, pero ahora ver ese salón, me lleno de morbo, me iba a follar a la dueña de la casa, podía verla en una foto de boda con su marido, y las hijas iban a estar presente también, la pequeña vestida de comunión y las mayores con sus respectivos maridos en las típicas fotos de bodas.

En ese sillón si iba a ser fácil follármela, además ella parecía que también tenía sus ideas, parecía que había soñado con un momento así en sus sueño eróticos, no tardó en levantar una de sus piernas y colocármela en un brazo y ofrecerme bien abierto y en el filo del asiento su jugoso coño, podía sentir como ese olor a sexo maduro subía rápidamente hasta mi nariz. Me arrodillé y abriendo con mi propio capullo sus labios volví a meter de una sola vez mi polla en su coño, cerró los ojos y estiró la cabeza, dejó escapar un pequeño gemido, la acomodé tirando más de ella y comencé a meter y sacar mi polla con fuerza y velocidad en su grande y mojado agujero. No me lo podía creer, me estaba follando a una mujer que bien podía ser mi madre, no tenía nada que ver con tocar los cuerpos de las niñas de mi edad, me encantaba esa flacidez de esas carnes, como podía apretar con mis manos esa piel y como se dejaba hacer. Parecía que lo estaba gozando, no disimulaba, su cara era todo un poema, y su coño era todo un manantial, podía ver como una mancha oscura se iba formando entre sus muslos, era el líquido que corría entre sus nalgas y llegaba al sofá, tiré más de ella al filo y todo su culo quedó al aire, eso me gustaba más, la sujetaba por sus nalgas, las apretaba con fuerza, las abría y metía mi polla con toda la fuerza que podía en su coño, ya escuchaba pequeños gemidos cuando mis huevos chocaban en su cuerpo, abría los ojos y me miraba mientras intentaba cogerme por la cintura para tirar con más fuerza de mí, de pronto sentí como si explotaba dentro de ella, apreté con fuerza sus tetas, y comencé a correrme de una manera bestial, no se cuantos chorros de leche solté en su interior, sentí como ella dejaba escapar un sonido gutural la miraba y pude ver como sus ojos se quedaban en blanco, sentía sus espasmos, nos quedamos quietos durante un largo rato, yo medio tendido sobre sus tetas y ella acariciando mis cabellos, sin dejar de sentir como hacía palpitar sus labios, como queriendo succionar mi leche hacía su interior, me relajé y saqué mi polla, al hacerlo pude ver como parte de mi leche salía llenando de nuevo el sofá. Me regaló una sonrisa y me dio un beso en los labios, miró el reloj de pared que había colgado y me dijo que Paco estaba a punto de llegar del trabajo. Me subí el pantalón y me dirigí delante de ella hacía la puerta, ella me seguía con una de sus manos en el coño para no chorrear más leche por el camino. Me dio otro beso con lengua y me dijo que esa noche me dejaría la puerta de su casa abierta si podía. Y que si no nos veríamos al día siguiente, eso quería decir que tendría que esperar otro día para poder follármela de nuevo.

No me lo podía creer, me había corrido dos veces y de una manera bestial las dos, y mi polla volvía a estar en posición vertical de solo pensar todas las cosas que iba a hacerle a esa mujer.

Esa noche fue imposible, mis padres llegaron antes de tiempo, y durante dos días no nos cruzamos ni una sola vez, al tercer día me la crucé por la tarde en el pasillo ya había comenzado a pensar que solo había sido el desenfreno de una mañana de lujuria y que no volvería a tener oportunidad de acercarme a ella, pero un pequeño guiño me devolvió la esperanza de volver a follármela. Esa noche sentí la llegada de Paco, subía bastante borracho y aunque cerró la puerta, apenas unos minutos después sentí como se abría, no quise abrirla, aunque llevaba sentado en el rellano más de 15 minutos escuchando como hablaban. Otros 15 minutos y ya escuchaba a Paco roncar, esperé hasta que Carmen dejó la casa a oscuras y entré con la polla dura como una piedra. En el mueble una braguita, esta vez más sexy, estaba completamente mojada y un sujetador a juego, la muy zorra se tenía que haber comprado un conjunto de ropa interior, era de encaje y la parte central de la braguita estaba mojada completamente, olía a sexo, a sexo maduro, un olor fuerte y penetrante, estaba deseando probar ese jugo en mi propia boca, me atreví a acercarme hasta la puerta del dormitorio, escuchaba los ronquidos de Paco y la respiración profunda de Carmen, estaba sin duda medio dormida, el calor del verano hacía que durmieran con el balcón abierto para que entrara algo de aire, eso hacía que la luz también entrara, y dejaba el dormitorio bien iluminado. El dormitorio tenía la puerta en una esquina de la pared lateral, abriendo la puerta y frente a mi una cómoda alta, a mi izquierda el armario, en la pared frente a la cómoda el cabecero de la cama y en la pared frontal el balcón.

Paco dormía en la parte izquierda de la cama, por lo que Carmen estaba en la parte más retirada de la puerta, en la parte derecha. Paco estaba de lado dándole la espalda a Carmen y esta boca arriba, llevaba un camisón sin mangas que le llegaba a medio muslo, en la parte frontal varios botones, todos desabrochados, dejaban sus tetas caídas en los laterales de su cuerpo, estaba tapada hasta los muslos con una sábana. Sentía mi corazón latir a mil por hora, lo mismo que mi polla. Ahora de solo pensar que Paco se hubiera despertado me cagaba por las patas abajo, pero en ese momento, con 18 años y con el calentón que tenía, solo pensaba en follarme a la cincuentona que tenía acostada en la cama. Pasé de rodillas hasta su lateral, tampoco me atrevía a despertarla, pero no estaba tan dormida como yo pensaba.

Dio un respingo cuando me vio allí, movió la cabeza negándome y me hizo señas para que saliera del cuarto, me levanté y le enseñe mi polla, la tenía exageradamente grande y dura, me había contenido durante todo el día sin pajearme y estaba que no podía más, y supongo que ella lo notó, miró a su marido un momento y se acercó más a mi, se colocó de lado dejando su cara al filo de la cama y abrió la boca esperando mi polla, no me hice esperar volver a sentir esa boca fue una delicia y un alivio, ya me daba igual que su marido me viera, esa boca me estaba llevando al limbo en cuestión de segundo, su mano no tardó en cogerme la polla y comenzar a pajearme con verdadera ganas, incluso hacía sonar mi polla en su boca, también parecía darle igual, estaba dispuesta a sacarme la leche que llevaba dentro, mi mano recorría su cuerpo, llevaba una braga puesta, me dejaba que metiera mi mano por dentro, levantaba la pierna para dejarme paso y dejaba que tirara de ella para meter mi mano por el filo de atrás para meter mi mano entre sus nalgas, estaba que no podía más y el hecho que comenzara a chuparme los huevos aceleró mi corrida, el primer chorro no me dio tiempo a llegar a su boca, llené toda su cara, todos los demás fueron al interior de su boca, chupaba con verdadera ganas, desde luego Paco no había dado muestras de haberse despertado lo más mínimo, y eso que había empujado la cama en varias ocasiones con mis piernas.

Siguió chupando mi polla con deleite, de una manera más pausada, haciendo que palpitara en el fondo de su garganta, me hacía sentir sus dientes clavándose en la base, apenas 5 minutos chupando y ya volvía a tenerla de nuevo dispuesta para el ataque. Se la saque de la boca e hice el intento de bajar su braga, no se lo pensó se sentó en el filo y tiró de ella sacándosela, me las dio estaban mojadas y el cuarto se inundó de un olor a sexo penetrante, volvió a tenderse pero dejando medio culo fuera de la cama, acerqué una silla que había en la pared con ropa suya y la coloqué de manera que pudiera apoyar el pie y no se fuera para abajo, hice que abriera las piernas todo lo que pudo, que fue mucho, me coloqué entre ellas y olí uno de sus muslos, me gustaba el olor de su piel, pasé mi lengua por el interior de su muslo y me dirigí rápido hasta su coño, la primera vez que pasé mi lengua por toda su raja, soltó un gemido que hizo que Paco dejara de respirar, el aroma que desprendía era muy intenso, no recordaba un olor parecido a ese, algo parecido a cuando me hacía cuatro o cinco pajas seguidas debajo de las sábanas y me destapaba después, pero aumentado mil veces, sentía como mi boca se perdía en ese coño, me dejó hacer, me dejó que lo explorara a mi antojo, me dejó que apretara sus muslos con mis manos, que recorriera con la punta de mi lengua sus labios mayores, los vellos que tenía más a los bordes, me dejó que abriera con mis dedos esos labios y pasara la punta de mi lengua por su interior, sentí el líquido fluir por la parte baja, apreté mi nariz entre sus vellos sorbiendo su olor, solo en ese momento sentí sus manos empujándome para que volviera más abajo, mordí la parte carnosa de sus labios, sentí como se arqueaba levantando la espalda de la cama, su respiración era profunda, abrí sus labios con mi lengua y busqué en su interior, sentía sus manos aferrarse en la cama, y como se mordía un dedo para no gemir mientras Paco seguía roncando a nuestro lado, había explorado por completo toda su raja, ya sabía donde estaba su clítoris, conseguía cogerlo con la punta de mi lengua y mi labio superior, era grande y carnoso, lo cogía con mis labios y succionaba, eso le gustaba, se arqueaba cada vez que lo hacía, abría con mis manos y lamía y chupaba todo el líquido que soltaba, me tenía toda la cara mojada, me picaban hasta los ojos, se movió en la cama buscando una postura más cómoda, sacó por completo el culo de la cama y se abrió la nalga izquierda con su mano, de esa manera pude llegar con mi lengua hasta la entrada de su culo, eso parecía que era lo que pretendía y eso era lo que yo deseaba.

La entrada estaba estrecha, mi lengua jugó con esas estrías, las sentía palpitar en mi lengua, le abrí con más fuerza las nalgas y metí un dedo en su interior, en ese momento explotó, sentí como intentaba no gemir, movía la cabeza de un lado a otro, se estaba corriendo, me levanté rápido y cogiéndome la polla busqué la entrada de su culo, se dejó hacer, no pudo reprimir el primer gemido, me dejé caer sobre ella y mi polla se coló por completo en su estrecho culo, sentía un calor extremo y como las paredes palpitaban aprisionando mi polla, la clavada había hecho que su orgasmo fuera intenso y más largo de lo que ella había esperado, se recuperó lo suficiente para hacerme señas para que me levantara, si me movía hacía sonar la cama, así que no podía empujar, saqué con pena mi polla de su culo y me hizo señas para que me apartara, se levantó de la cama y me guió hasta el salón, cerró la puerta del dormitorio, cuando se acercó soltó un hondo suspiro, me dijo que hacía siglos que no se corría así y que quería que le soltara toda mi leche en su culito, eso me puso como una moto.

Me sentó en el sofá de tres pieza y se colocó a horcajadas sobre mi, agarró mi polla y la guió hasta la entrada de su trasero, esta vez me costó más trabajo que entrara, pero a ella parecía que le gustara que forcejeara con su entrada, cuando por fin se coló lo hizo de una sola vez, me cogió la cabeza y me apretó contra su pecho a la vez que soltaba un gemido más fuerte. Sentía todo el conducto donde estaba alojada mi polla, podía sentir como su esfínter palpitaba en la base de mi polla, sentía el calor y la humedad que desprendía su coñazo en mi bajo vientre. Los dos sentados era difícil movernos, además ella parecía cansada, solo movía su cuerpo, pero el roce era mínimo. Le dije que se levantara y se pusiera a cuatro en el sofá, me coloqué de pie detrás de ella y busqué la entrada de su trasero. Era una pasada abrir sus pesadas nalgas con mi capullo, y buscar la entrada estriada de su culazo. Sentía el calor como un latigazo en la punta de mi polla, apreté y mi polla se coló hasta los huevos, sentí como estiraba la cabeza, como si le costara respirar. Comencé a sacarla y meterla con toda la fuerza que pude, hacía sonar mi polla contra su culo, incluso ella dejaba escapar algún que otro gemido más fuerte de lo normal.

Estuve embistiendo un buen rato, hasta que sentimos la puerta del dormitorio abrirse, paramos en seco, pero no saqué mi polla de su culo, vimos la sombra de Paco dirigirse al cuarto de baño, y como comenzaba a mear, fue Carmen misma quien comenzó a culear para que siguiera embistiéndola. Vimos como Paco volvía al dormitorio y yo seguí dándole con fuerza, tanta que en cuestión de minutos sentí como me corría en lo más profundo de las entrañas de Carmen.

Desde ese día, follábamos en cualquier sitio, en las escaleras, en la azotea, me gustaba entrar en su casa de noche y correrme en su cara o en sus tetas cuando aún dormía, incluso ella subía a mi casa con mis padres acostados y me follaba en mi cuarto. Me la estuve follando hasta que cumplí los 20 años, nunca me importó su edad y siempre disfruté con ella mucho más que con cualquiera de las amigas que tenía.