Carmen, la sobrina de mi mujer-1

Descubro un secreto de la sobrina de mi mujer y empiezo a someterla a mi voluntad

Tras un primer matrimonio del que prefiero no hablar, me volví a casar con quien actualmente es mi mujer. Carmen, una de sus sobrinas, hija de su hermana, me atrajo desde el primer día que la vi. Morena, algo más baja que yo, pelo largo, una cara angelical y un cuerpo hecho para el pecado. A pesar de ser bastante delgada, sus pechos son grandes, en su sitio, bendita juventud, piernas torneadas y un culo que quita el hipo. Como además sabe vestirse sacando provecho de su figura, la mayoría de los tíos se quedan embobados mirándola cuando pasa junto a ellos. Aunque, como dije antes, me atrajo nada más verla, jamás intenté nada con ella. El hecho de ser sobrina de mi mujer, la diferencia de edad, etcétera, constituían demasiadas barreras como para lanzar el anzuelo…..hasta que sucedió lo que paso a relataros.

Tras terminar  el instituto, Carmen empezó sus estudios universitarios en una ciudad de la costa andaluza, compartiendo piso con otras estudiantes. Cada varios fines de semana volvía al pueblo donde vive toda la familia y, la verdad, a mí me extrañaba el nivel de vida que aparentaba. Me explico. Siempre vestida con ropa de marca, complementos exclusivos, regalos a sus hermanas……cosas que chocaban con la situación económica de sus padres, desahogada, pero no para esos dispendios. Alguna vez se lo insinué a mi mujer, pero lo justificó con el trabajo que, aparentemente, había conseguido en un centro comercial a media jornada “si los padres le pagan el piso y los estudios, pues todo lo que gana se lo gasta en caprichos. Ya sabes que los jóvenes no piensan en el mañana”. No quise meter más la nariz en cosas que no eran mías y acepté la explicación de mi mujer como lo más lógico. Hasta que una noche, de modo completamente fortuito, descubrí toda la verdad. Tras cenar, tuve que quedarme trabajando con el portátil hasta bastante tarde y en una de las pausas que hice para descansar un rato, me dio por entrar a una página de webcams. Estuve bicheando un rato viendo modelos, algunas escenas grabadas…y de pronto la reconocí. Ahí estaba Carmen esperando que alguien pagara para hacer su show delante de la cámara. Iba vestida como una colegiala, un top que apenas tapaba sus tetas, una minifalda de cuadros, labios pintados de rojo y dos coletas. Estuve tentado de pagar para que iniciara un privado para mí, pero no quise que me reconociera si llegábamos a interaccionar con la webcam. Así que hice alguna foto en la que se la reconocía perfectamente y busqué otra modelo para pajearme a gusto mientras trazaba un plan para follármela sin que pudiera negarse.

A la mañana siguiente, como quien no quiere la cosa, interrogué a mi mujer sobre cómo le iba a su sobrina, si había hecho ya algún examen, si sabía qué fin de semana volvía al pueblo…..Tenía diez días para maquinar cómo follármela, diez noches sacando fotos para comprometerla y diez noches de pajas viéndola por la cámara hasta que algún cliente pagaba para que le hiciera un privado. Llegó un viernes por la tarde y esa misma noche le mandé un WhatsApp con varias fotos y un mensaje “te espero mañana a las 9 en el quiosco de la plaza. Fingiremos que nos hemos encontrado al comprar el periódico y hablaremos tomando un café. No faltes”. Apagué el móvil y me follé a mi mujer pensando que me tiraba a su sobrina. Caí rendido y me dormí hasta que me sonó el despertador a las ocho. Me di una buena ducha y me dirigí al encuentro de Carmen. Tras encontrarnos como le había indicado, nos dirigimos a una cafetería cercana, pedimos un par de cafés y nos sentamos en una mesa al fondo del local.

  • No sé de dónde coño has sacado las fotos ni qué cojones intentas con todo esto, pero te aseguro que…….

  • Quiero follarte, la corté de pronto, y las fotos las he sacado de la página donde te muestras de madrugada para hacer shows eróticos en directo.

Agachó la cabeza, se puso roja como un tomate e intentó justificarse.

  • Verás, yo, yo……

  • A mí me importa un carajo que le enseñes el coño a quien tú quieras, o que te pajees delante de quien te pague, o lo que quieras que hagas en un privado. Pero llevo queriendo echarte un polvo desde que te vi……y lo voy a hacer, a menos que quieras que se entere todo el pueblo de cuáles son tus actividades extraescolares.

  • ¡Eres un hijo de puta, ahora mismo voy a hablar con mi tía para decirle qué tipo de marido tiene, te vas a enterar, cabrón!

Se levantó y se fue con un cabreo de cojones. Me quedé sentado terminando el café, sabiendo que volvería, seguro de que no sería capaz de decir nada para no descubrirse. Cuando la vi aparecer a los pocos minutos, sonreí con el convencimiento de que la convertiría en mi putita particular.

  • ¡Eres un cabrón, no puedes hacerme esto! me dijo llorando mientras se sentaba de nuevo. Yo…….

  • Tú vas a ser mi putita si no quieres que todo esto se descubra, y si vuelves a insultarme o no acatas mis órdenes sin poner ninguna objeción, le mando las fotos a tu padre y tú te las averiguas con él, ¿te ha quedado claro?, le dije en un tono bastante seco y autoritario mirándola fijamente a los ojos.

  • Es…..está bien, ¿qué quieres que haga?, me dijo bajando la mirada aceptando la derrota.

  • Eso está mejor, le dije con una sonrisa de oreja a oreja. De momento te vas a ir a tu casa y vas a hacer tu vida normal. Mañana, antes de irte, recibirás un correo mío con algunas preguntas que responderás con total sinceridad, y con instrucciones sobre qué tienes qué hacer. No falles en nada, porque te aseguro que se entera todo el pueblo, ¿de acuerdo?

El domingo por la mañana me creé una nueva cuenta de correo y le mandé el siguiente email: “Buenos días putita, ¿has pasado buena noche? Yo sí, la verdad. Me he follado a quien tú sabes a lo bestia pensando que te follaba a ti y luego he dormido como un tronco hasta ahora mismo. Bueno, vamos al lío. Te voy a hacer una serie de preguntas y quiero que me las contestes con absoluta sinceridad y quiero las respuestas en el mismo orden de las preguntas, como si fuera un examen, jajaja. Van a ser dos bloques, trabajo y vida personal y quiero todas las respuestas.

  1. ¿Desde cuándo eres webcamer?

  2. ¿Cuánto ganas por sesión?

  3. ¿Lo haces por tu cuenta o te controla alguien?

  4. ¿Qué es lo que más te piden por privado y qué es lo más extraño que te han pedido?

  5. ¿Te gusta lo que haces, te has corrido alguna vez con esto?

  6. ¿Cuándo follaste por primera vez? ¿Con quién?

  7. ¿Tienes novio ahora o algún follamigo? Si lo tienes, ¿sabe a qué te dedicas?

  8. ¿Has tenido alguna experiencia homosexual?

  9. ¿Qué te gusta más cuando estás follando?

  10. Edad del tío más mayor que te hayas follado.

Tienes hasta las dos de la tarde para contestar. Cuando me contestes te mandaré instrucciones.”

Me pasé toda la mañana mirando el móvil, nervioso, esperando su respuesta. Por un lado, estaba seguro de que contestaría, pero no podía evitar pensar en qué pasaría si tiraba de la manta, el escándalo iba a ser de cojones. A las dos menos cuarto recibí  el correo de respuesta y me encerré en el despacho simulando que trabajaba para leerlo con absoluta tranquilidad y a salvo de mi mujer.

“¿Cómo crees que he pasado la noche? Pues mal, llorando y sin pegar ojo. Te contesto:

  1. Soy modelo de webcam desde hace tres meses. Una compañera de piso se dedica a esto desde hace un par de años. Las demás chicas, sorprendidas por el nivel de vida que llevaba, le preguntamos cómo lo hacía, ella nos lo contó y nos dijo que podía hablar con su productora si estábamos interesadas…..y ahora nos dedicamos todas a esto.

  2. Por sesión, depende de los privados que tenga. Es difícil decir una cantidad exacta. Estoy ganando más o menos unos tres mil euros al mes.

  3. Yo trabajo para la productora que te dije antes.

  4. Lo que más me piden por privado es que me toque, que enseñe mi cuerpo y, sobretodo, que me masturbe, con mis dedos o con algún consolador. También que practique sexo con alguna amiga delante de la cámara, pero eso nunca lo he hecho. Lo más extraño, un cerdo que me pidió ver cómo meaba y cagaba.

  5. Cuando te pide un privado algún chico amable, educado y si encima está bueno….pues sí, me gusta exhibirme, me gusta que me pidan cosas, saber que domino la situación, que están en mis manos….Pero cuando es un cerdo como el que te he dicho antes, pues no. Pero de todas formas, es un dinero fácil de ganar, así que no me quejo. Y con respecto a lo otro…..pues sí, alguna vez me he corrido de verdad. Hay veces que una también se excita y no lo puedes evitar. Pero la mayoría de las veces lo finjo para coincidir con la corrida del que tienes al otro lado de la cámara.

  6. Perdí la virginidad a los diecisiete años, en el campamento al que iba todos los veranos. Fue con uno de los monitores. No guardo muy buen recuerdo porque me dolió bastante y fue todo a prisa y corriendo, con miedo a que nos pillara alguien en su cuarto.

  7. No, ahora no tengo novio. Hay un compañero de la facultad con quien me acuesto cuando nos apetece a los dos, pero solo es sexo. Nadie sabe a lo que me dedico salvo mis compañeras de piso….y tú, claro.

  8. Experiencia de decir me he acostado con una tía, pues no. Pero alguna noche de fiesta, medio borracha, sí le he dado piquitos a alguna amiga, sin pasar de eso.

  9. Hay dos cosas que me vuelven loca. Que me coman el coño bien comido y que me follen a lo bestia a cuatro patas. También me gusta mucho cabalgar como una amazona.

  10. Treinta y dos años.

Me has hecho pasar mucha vergüenza contestando todo esto. ¿No crees que ya está bien?”

Tras leerlo tenía una erección de caballo imaginando a la niñata en cada una de las respuestas y tuve que disimular bastante para que no se notara cuando mi mujer me reclamó para salir a almorzar “joder, que siempre tenemos que ser los últimos en llegar, no sé cómo te las apañas”. Antes de reunirnos con los amigos, como cada domingo, le mandé otro correo ordenándole que en cuanto llegara al piso de estudiantes me pusiera un WhatsApp.

Cuando a las nueve de la noche me salió su notificación, mi polla volvió a pedir guerra y, con una sonrisa de oreja a oreja, le respondí.

  • Ya estoy aquí, ¿qué más quieres?

  • Buena chica, me gusta que acates mis órdenes al instante. Tienes veinte minutos para prepararme un show privado por aquí. Quiero que te vistas provocativamente, que te vayas desnudando, insinuándote, tocándote, que me la pongas dura y quiero que te masturbes conmigo.

  • Perooooooo, yooooo…….

  • Recuerda veinte minutos.

Colgué y fui a comprobar que mi mujer dormía profundamente, como cada domingo. Después de comer con vino y los cubatas de después del café, era raro que más tarde de las ocho estuviera despierta. Me encerré otra vez en el despacho y esperé mi show privado. A la hora convenida volvió sonar el móvil, abrí el WhatsApp y allí estaba ella, vestida como una verdadera putita. Un top negro de tirantes en el que prácticamente no cabían sus tetas, labios pintados de rojo intenso, pelo recogido en una cola de caballo, una micro falda de cuero negro que no llegaba a taparle los cachetes del culo, medias de rejilla y unos tacones impresionantes.

  • Estoy en pelotas con la polla tiesa deseando correrme. Yo no voy a hablar para no despertar a tu tía, pero tú sí me vas a hablar, animándome, diciéndome lo cachonda que estás, ¿de acuerdo? Así que venga, que empiece el show.

Me quedé sorprendido de la naturalidad con la que se desenvolvía delante de la cámara. No hubo ni un gesto de vergüenza o rechazo, nada. Imagino que se lo estaría tomando como un trabajo más, así que me dispuse a disfrutar del espectáculo. Empezó haciendo un baile sugerente, mirando a la cámara, lanzando besos y sacando la lengua. Después se deshizo del top, apareciendo sus tetas ante mí por primera vez. Una pasada, la verdad. Tamaño considerable, en su sitio, nada caídas, del mismo color que el resto de su piel, imagino que de bronceado con rayos UVA, con areolas marcadas y pezones pequeños y rosados. Me dio un subidón cuando se las acercó a la boca y empezó a lamerse los pezones, haciendo círculos con la lengua en ellos mientras me decía “ummm, qué ricos, ¿quieres probarlos tú?, seguro que te encantan” guiñándome un ojo provocativamente. A todo esto, yo cada vez me iba pajeando a más ritmo y tuve que contenerme para no correrme a las primeras de cambio. Cuando se cansó de lamerse las tetas empezó a descorrer poco a poco la cremallera lateral de la micro falda de espaldas a la cámara, moviendo el culo en círculos sugerentes a izquierda y derecha, hasta que cayó a sus pies. Se dio la vuelta mostrándome un tanga de hilo negro que apenas le cubría el coño y se deshizo de la falda con una patada. Empezó a bajarse el tanguita poco a poco mientras volvía a lanzarme besos y se mordía el labio inferior “ufff, estoy cachonda, voy a tocarme para ti, quiero correrme contigo”. Si las tetas eran preciosas, el coño me pareció perfecto, completamente depilado, de labios gruesos y prominentes. Volvió a darse la vuelta, se encorvó completamente y se separó las cachas del culo, mostrándome una vista increíble de su ojete y del coño, brillante por la humedad que empezaba a acumular. Como podéis imaginar, yo tuve que dejar de pajearme porque me iba a correr sin terminar de ver hasta dónde era capaz de llegar Carmen, así que le escribí “me tienes a punto de reventar, sigue putita” y dejé que me siguiera deleitando. Se tumbó en la cama, abrió las piernas y me ofreció una visión impresionante del coño, brillante, húmedo, jugoso. Se separó los labios con dos dedos y me ofreció su clítoris, brillante de jugos, hinchado como un garbanzo enorme. Empezó a frotárselo, primero despacio, haciendo círculos sobre él, descubriéndolo para mí y luego cada vez más rápido, de arriba abajo y de izquierda a derecha, gimiendo cada vez más fuerte. En un momento dado se metió dos dedos en el coño y empezó a follarse con ellos, mientras mirando fijamente a la cámara me gritaba desafiante “¿era esto lo que querías, te estás pajeando bien? ¿te gusta lo que hace tu sobrinita?” Iba a contestarle cuando, de repente, paró de follarse, se sacó los dedos, los lamió con lujuria, los chupó saboreándose y soltó “vamos a por el colofón” guiñándome un ojo provocativamente. Se levantó y se dirigió a la mesita de noche, de donde sacó un consolador, no muy grande, pero bastante gordo. Volvió a tumbarse y empezó a lamerlo, ensalivándolo bien y engulléndolo casi por completo. Cuando lo notó perfectamente lubricado, lo mostró a la cámara y me preguntó con cara de puta “¿te gustaría que fuera tu polla? Mira lo que podríamos hacer tito….”Se lo clavó de un golpe, poniendo los ojos en blanco y soltando un gemido de placer que debió oírse en todo el piso. Tras unos segundos para acomodarse a lo que se había clavado empezó un metisaca aumentando el ritmo progresivamente a la vez que se frotaba el clítoris cada vez a más ritmo mientras yo intentaba seguirla intentando no correrme hasta que lo hiciera ella. Aguantamos poco, la verdad. Tras un par de minutos ella empezó a gritar como una loca que se corría, se sacó el consolador y soltó, como una fuente, tres o cuatro ráfagas de un líquido blanquecino, como si se estuviera meando.

  • ¡YAAAAAAAAA, ME CORROOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!¿TE GUSTA CÓMO ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOO???????????????????

Prácticamente al unísono, yo también me corrí como hacía años que no lo hacía, salpicando la mesa del despacho y soltando un grito que tuve que ahogar poniéndome la mano en la boca. Caí de rodillas, temblando y empapado en sudor, jadeando  y casi sin respiración.

  • No ha estado mal, putita. Mañana te llamaré desde el trabajo y te daré nuevas instrucciones.

Continuará……….según vuestros comentarios y correos.