Carmen, la amiga de mi mujer 5

Por fin se produce el tan deseado encuentro entre los tres

Antes de nada quiero agradecer las valoraciones y vuestros comentarios, tanto en la web como a mi correo personal, a aquellos que os habéis molestado en escribir. Gracias.  Espero que os sigan gustando.


Definitivamente mi vida había mejorado en calidad.  Mi matrimonio había dado un giro a mejor que se notaba desde por la mañana hasta por la noche.   Mi mujer y yo no parábamos de hablarnos cada dos por tres por WhatsApp, ya fuera por el grupo con Carmen como por privado entre nosotros, comentándonos cualquier chorrada, siempre de buen rollo y la mayor parte de las veces con ironías, segundas intenciones, o abiertamente provocaciones descaradas.  Aunque es verdad que las provocaciones y los juegos cada vez con mayor frecuencia iban siendo a través del grupo con Carmen, que dicho sea de paso, era un grupo de contenido básicamente sexual.  No tenía nada que ver con la relación que teníamos hacía solo 15 días.

El sexo era una constante.  Como digo, por WhatsApp era permanente el contenido sexual, y en casa ya no hacía falta que yo la buscase a ella como hacía antes.  Ahora era ella la que estaba encendida casi siempre, y si no era ella la que directamente me buscaba a mí, desde luego no rechazaba ni una de mis insinuaciones, que era justo lo que me ocurría antes.

Evidentemente esa mejora se dejaba notar en nuestro humor general, y en el trabajo había alguna compañera (que ya sabéis que a las mujeres no se les escapa casi nada…) que empezaba a estar más simpática de lo habitual.  No es que yo fuese ni más guapo, ni más alto, ni más nada, pero a las mujeres un tío de buen humor y con buena conversación parece que no les pasa desapercibido.  El caso es que sin hacer nada distinto, ni buscar nada, me di cuenta que empezaba a recibir sonrisas y atenciones por parte de compañeras, que antes no recibía.   Que si vamos a tomar un café…   que si me acompañas a fumar….  Que si se acercaban a mi mesa a contarme algún chisme…   Ese tipo de cosas.

Con el buen rollo que tenía ahora con mi mujer, esos detalles, que antes no se los habría contado, ahora de hecho se los contaba sin demora, para poner un poco más de picante en la relación, pero lo hacía por el grupo para hacer partícipe también a Carmen.  Lo curioso es que no solo a mí se me debía notar el buen humor general, porque mi mujer también decía que sus compañeros estaban algo más “insistentes” de lo habitual. Incluso Carmen nos contaba que a ella también la estaban atacando más que antes, o más directamente.  Los tres nos provocábamos constantemente.  Incluso entre ellas se hacían comentarios sobre otras mujeres, lo cual me excitaba especialmente, porque significaba que estaban liberándose las dos en su vertiente bísex, y a mí eso me daba mucho morbo.

A lo largo de esa mañana Carmen no había vuelto a decir nada desde primera hora porque tenía algún asunto de trabajo que se lo impedía, pero cuando lo terminó y pudo hablar, nos escribió

C – Holaaaa  ¿Qué hacen mis amores?

A – Hola bombonazo.  ¿Dónde andas metida toda la mañana que nos tienes abandonados?

C – Estaba en un juicio.  Y ahora voy al despacho a terminar un par de cosas, y a partir de esta tarde ya soy toda vuestra, para que hagáis conmigo lo que queráis…. Además este fin de semana la peque se va con su padre  (y puso un emoticono de los que guiñan el ojo).

A – Mmmmmmmm, eso suena muy tentador.

Yo preferí mantenerme callado.  Quería dejar que fuesen ellas las que siguieran con su tonteo.

A – Pues si no terminas muy tarde, te podías pasar a recogerme, y nos tomamos un vino las chicas de camino a casa

C – Eso sí que suena tentador.  ¿Cómo podría resistirme yo a semejante proposición?

A – Podrías, pero estaría feo, teniendo en cuenta que te has follado a mi marido delante de mí, zorrón!!

C – Jajajajaja.  Y aunque no me lo hubiese follado, te recojo sí o sí amor.  A las 5 estoy por allí.

Y – Joder, voy a tener que dejar de leer las conversaciones de este grupo aquí en el trabajo, porque no puedo estar todo el día con el calzoncillo mojado.

A – Jajajaja.  Cariño, pero si no hemos dicho nada

Y – No es lo que habéis dicho, que también.   Es lo que mi imaginación empieza a maquinar…

Aproveché para escribir a Carmen por privado.

Y – Carmela, intuyo que mi señora esposa quiere que le devuelvas alguno de los orgasmos que le debes…  lo cual me lleva a algo que llevo tiempo con ganas de preguntarte

C – Jajajaja.  Pues si es eso lo que quiere, no tengo pensado resistirme.   A ver, preguntón, pregunta.

Y – ¿Tú habías tenido antes alguna experiencia bisex?

C – Jajajajaja.  Era cuestión de tiempo que lo preguntaras.  Ya te dijimos el otro día en tu casa que ella y yo nunca habíamos hecho nada.  Pero sí, yo sí las he tenido.  No soy lesbiana, y te reconozco que nunca he jugado con una chica sin la participación de un hombre.  Mi bisexualidad ha sido siempre ocasional y limitada al juego con algún hombre, nunca a solas con otra chica.  Ni me lo había planteado, ni me he sentido nunca atraída por otra mujer. Pero también te reconozco que con Ana, desde el día de la barbacoa en mi casa, y sobre todo desde el otro día en tu casa, siento una atracción y un morbo, que no había sentido nunca antes con ninguna mujer, y que ahora mismo hablando de ello, me tiene mojada.

Y – Jooooder.  A mí sí que me has puesto cachondo con tu confesión….    A ver si ahora el que se va a quedar fuera del juego voy a ser yo…. Jajajaja

C – No amor, puedes estar bien tranquilo, que a ti no te dejo yo fuera de nada.  Pero teneros a los dos me resulta tan morboso y tan placentero, que de hecho ya os he contado que se me nota en la personalidad, que me dicen que estoy más simpática últimamente, jajajaja.

Y – Bueno, pues nada, vosotras pasadlo bien esta tarde, y la que tenga la boca libre…. Que me lo cuente. Jajajaja

Nos despedimos y continué con mi trabajo, pero la verdad es que me resultaba difícil concentrarme.  Estaba excitado y empezaba a mirar a todas las mujeres de la oficina con deseo.

A las cinco, cuando Carmen recogió a mi mujer, lo primero que hicieron fue enviarme un WhatsApp.  Yo ya llevaba un rato mirando el reloj esperando que fuese la hora para ver si me hacían partícipe de su primera “cita” a solas.  Yo creo que estaba yo más excitado que ellas.  El mensaje era un selfie de ellas besándose en el coche de Carmen.

Y – Mmmmmm, mis chicas se lo están pasando bien….

A – No cariño, tus chicas sólo se están dando un beso.  Bien nos lo vamos a pasar a partir de ahora (Y me mandaban unos emoticonos con besos y corazones)

Les puse unos emojis llorando y las dejé que estuviesen a su aire.  Si quería que pasara algo entre ellas, tenía que darles su espacio.  Además, seguro que cuando la cosa se pusiera interesante me lo contarían.

A las seis estaba recogiendo para salir, y recibí una llamada de mi mujer

Y – ¿Que tal cielo?  Ya me voy.   Vosotras tomaros algo tranquilas que ya me paso yo por casa de tus padres a recoger a los niños

A – Pues para eso te llamaba precisamente.  Como Carmen no tiene a su hija este fin de semana, he llamado a mi madre y le he dicho que se quede con los niños esta noche por lo menos, y así podemos nosotros estar tranquilos los tres…   Te iba a preguntar si te parecía bien, pero enseguida me he dado cuenta que no te iba a parecer mala idea…  jajajaja.   Además, aunque te parezca mala idea,  como tanto tú como este zorrón seguís teniendo una deuda conmigo, he decidido que esta noche es perfecta para cobrarla.

Y – Jajajajaja.   Cariño ¿te he dicho alguna vez que te quiero?

A – Nunca lo suficiente

Y – Pues tendré que susurrártelo esta noche unas cuantas veces mientras nuestra amiguita te come el coñito bien comido

A – Mmmmmm, que bien suena eso.

Y – ¿De verdad te suena bien?

A – Muchísimo

Y – Uffff, cariño. Este rollito bisexual vuestro me tiene muuuuy muy cachondo

A – Jajajajaja.   A ti, y a nosotras.     Bueno cariño, pues te esperamos en casa de Carmen.  No hace falta que pases a recoger nada a casa, que ya te he echado yo unas camisetas y la bolsa de aseo.  Un besito amor.

Al colgar me quedé pensando en la noche que se me presentaba, y casi me costaba creer mi buena suerte.  La primera conclusión a la que llegué es que ante una noche así no podía permitirme el lujo de no estar a la altura, así que al salir de la oficina, de camino a casa paré en una farmacia y compré una caja de Cialis y nada más montarme en el coche, me tomé una.

Después, paré en un supermercado y compré varias botellas de lambrusco, un buen Rivera del Duero y un par de botellas de champán.  No es que nosotros seamos muy de champán, pero sin duda la noche bien merecía la celebración, así que lo compré bueno.  Y finalmente también compré unas fresas y bombones para las chicas.

Al llegar a casa de Carmen, la puerta de entrada de vehículos estaba un poco abierta, así que imaginé que la habían dejado así para que pudiese entrar yo sin llamar.  Una vez dentro, cerré y me dirigí con las bolsas hacia la cocina.  Puse el lambrusco y el champán en el frigorífico y como no las oía hablar en la casa, supuse que estarían en la zona de la piscina, así que me fui para allí.

Al salir me encontré con que allí tampoco estaban, así que empecé a pensar que debían haber empezado la fiesta sin mí.  Sin hacer ruido me encaminé hacia la planta de arriba, donde estaba el dormitorio de Carmen.  Según iba subiendo la escalera afiné el oído, pero tampoco escuchaba nada.  Empezaba a resultar extraño.

Al llegar a la habitación de Carmen, la escena era deliciosa.  Dos mujeres bien entradas en los 40, con unos físicos todavía muy apetecibles, totalmente desnudas, tumbadas en la cama aún sin deshacer, acariciándose y besándose de un modo tan dulce, tan tierno y tan sensual, que me prohibí a mí mismo emitir el más mínimo sonido para no interrumpir la magia del momento.

Sin hacer ni un solo ruido, entré hasta sentarme en una silla que había a los pies de la cama.  Estaban tan concentradas disfrutando la una de la otra que aún no se habían percatado de mi presencia, por lo que la escena era aún más sensual si cabe.   Estaba profanando su intimidad, y aquello me provocaba un morbo aún mayor.   Jamás había visto antes a mi mujer desnuda y en una situación así con nadie más, besando a Carmen con un claro sentimiento de pasión, de calma, de ternura…  y aquello me provocaba una sensación de excitación que nunca antes había sentido.  Era distinto incluso del beso que se dieron en casa la semana anterior.  En este había verdadera ternura.  Sin ninguna duda era algo mucho más profundo que deseo sexual lo que estaba viendo.

Me quité los zapatos y en ese momento me miraron.

C – Mmmmm, pero si tenemos público…

Y – Por favor, seguid con lo que estabais haciendo exactamente igual que si yo no estuviera.

A – Ven aquí tonto

Y – No cielo, de verdad, seguir vosotras, que me encanta miraros.  Sois los dos seres más espectaculares del universo.

C – Anda, quítate la ropa y ven aquí, tontito, que tú sí que eres espectacular.

Mientras me desnudaba ellas siguieron con sus besos y sus caricias, y al subir yo a la cama, me tumbé junto a ellas, y las dos me abrazaron y me besaron con una ternura que habría derretido a cualquiera.

Y – Bueno, contadme…   ¿Qué me he perdido?

A – Absolutamente nada.   Hemos estado hablando y quitándonos la ropa la una a la otra, y te aseguro que estoy empapada y excitadísima, pero hemos querido que estuvieses tú también presente.  Queremos que esto sea cosa de los tres.

Y – ¿Y tú? (dirigiéndome a Carmen)  ¿No dices nada?

C – Que me siento una mujer muy afortunada por teneros a los dos en mi cama.  Sois realmente especiales para mí.

Y – Tú también lo eres para nosotros, por si no lo habías notado ya.

La besé y como ella estaba boca abajo sobre mi mujer, con una pierna metida entre las piernas de Ana, al besarla, con mi mano izquierda la acariciaba toda la espalda, hasta el culo.  Después besé a mi mujer del mismo modo dulce y apasionado mientras Carmen me acariciaba los huevos y la polla, que entonces ya estaba entre morcillona y casi dura.  A continuación las dejé a ellas que siguieran besándose como lo habían estado haciendo hasta que yo llegué.  Me separé unos centímetros para que jugasen ellas, pero sin dejar de acariciar a las dos alternativamente.

Entonces sus besos empezaron a ser más profundos, con mucha más legua, más intensos.  Sus respiraciones empezaron a agitarse y sus manos empezaron a buscarse descaradamente en las partes más sensibles.  Carmen pellizcaba los pezones de Ana mientras Ana con sus dedos hurgaba en la humedad del coñito depilado de Carmen.  Ambas empezaban a gemir ante los nuevos estímulos, y yo dejé de acariciarlas, me separé un poco más, y me senté junto a ellas, masturbándome muy despacio, disfrutando de tan sensual espectáculo.

Carmen debió de apretar más de la cuenta los pezones de mi mujer, y ésta emitió un quejido que era casi más un gemido de placer que de dolor, o desde luego una mezcla bastante confusa de las dos cosas, pero que la terminó de encender del todo.  Agarró la cabeza de Carmen y la empezó a besar con furia mientras con sus manos la agarraba fuerte del culo y la pegaba a ella, frotando fuerte pubis contra pubis.   Las dos empezaron a gemir y a respirar muy agitadas.

Yo estaba viviendo un sueño con aquel espectáculo antes mis ojos.  Nunca hubiese imaginado hace apenas dos o tres semanas que vería a mi mujer en esa situación.  De hecho, no hubiese imaginado siquiera que yo iba a estar ante dos mujeres devorándose con esa lujuria.  Era un espectáculo digno de recordar siempre, así que sin pedirlas permiso para no interrumpir el momento, cogí mi tf y empecé a grabarlas.  Ahora sí mi polla estaba totalmente dura.  Imagino que debía ser una imagen graciosa tener a un tío desnudo, totalmente empalmado, grabándolas, así que cuando se dieron cuenta, lejos de enfadarse por mi atrevimiento, se empezaron a reír.

A – Jajajajaja ¿Pero qué haces cariño?

C – ¿Prefieres grabarnos en vez de unirte a nosotras?

Y – Tenemos toda la noche por delante, así que en este momento, sí, prefiero grabar.  Menudo par de zorras estáis hechas las dos…

A – Ya, pues no parece que a ti te moleste mucho que tu mujer sea tan zorra.

Y – Jajajaja.  Cariño, no sólo no me molesta, sino que lo estoy grabando precisamente porque quiero revivir este momento cuantas veces quiera, y hacerme mil pajas viendo a mis dos bombones devorándose con tanto vicio.

C – Pues no pierdas detalle, que esto está a punto de ponerse muy calentito….

Y dicho eso, Carmen empezó a bajar con sus besos por el cuerpo de mi mujer.   Mientras sus dedos ya jugaban en el coñito, fue pasando con la boca por sus tetas, mordisqueando con vicio los pezones hasta hacerla gritar.  El cuerpo de mi mujer no paraba de retorcerse.  Su respiración estaba descontrolada.  Agarraba a Carmen del pelo mientras bajaba besándola por la tripa, las ingles…    Le mordía el monte de venus, le besaba los labios exteriores.   Todo eran rodeos, no terminaba de meter su lengua en el coñito de mi mujer.  En ese momento mi mujer estaba ya fuera de sí, loca de deseo.  Agarró a Carmen del pelo, le levantó un poco la cabeza para que la mirase y le dijo

A – Cómeme el coño de una puta vez, zorra, que me tienes más cachonda de lo que lo he estado nunca

Carmen sonrió, y acto seguido obedeció.  Hundió su boca en el coñito de mi mujer, sacando bien su lengua y recorriéndolo entero de abajo a arriba.  Recogía todos los fluidos, no dejaba chorrear nada, y era mucha la humedad que había allí abajo.  Mientras tanto sus manos estaban en las tetas de mi mujer, y seguían jugando con los pezones.  Los apretaba fuerte, lo que ya estaba claro que a mi mujer la volvía loca, y junto a la comida de coño que le estaba haciendo la tenía gritando y gimiendo como creo que nunca la había visto.

De repente el grito se convirtió en continuo, casi en un lamento.  No se reprimió absolutamente nada y al tiempo que su cuerpo se contraía apretando la cara de Carmen con sus piernas, gritaba y articulaba todo tipo de improperios y juramentos.

A – Siiiiiiiiiiii, joder sí, sí, sí, me corroooooo.  Hija de puta no pares Diossssssssssssss

Estuvo así por lo menos un minuto bien largo.  Cuando terminó su orgasmo, se quedó como dormida, recuperando la respiración con los ojos cerrados.  Sus manos seguían acariciando la cabeza de Carmen, que lejos de parar, seguía comiéndoselo, pero ahora muuuuy suave.  Mi mujer no emitía ni un solo sonido.

Carmen introdujo un dedo y en ese momento mi mujer abrió la boca en un claro gesto de placer, pero sin decir nada, solo emitió un leve gemido.  Seguía con los ojos cerrados.  Carmen metió un segundo dedo, y mientras que seguía con su lengua jugando en el clítoris, sus dedos empezaron a masajear el punto G de mi mujer.  Mi mujer abrió la boca aunque sin decir nada, sin un solo sonido, y estuvo así un rato.

Apenas un minuto después, sin siquiera una palabra o un gesto de aviso, empezó a eyacular con un fuerte chorro de líquido sobre la cara de Carmen, que pese a la sorpresa, solo dejó de lamerle el clítoris, pero no se retiró ni cesó en su masaje interno del punto G.  Al mismo tiempo mi mujer apoyando sus pies en la cama levantó el pubis casi de forma descontrolada, sin emitir aún ningún sonido.

Al terminar ese primer chorro, dejó caer su cuerpo de nuevo sobre la cama y empezó a gritar.

A – Ahhhhhhh, joder  Aaahhhh, siiiiiiii, si, si, si,  Dioooooooosssssss

Su cuerpo repetía las contracciones y a cada contracción emitía un grito y soltaba un chorro.  Cuando terminó de correrse, Carmen estaba totalmente empapada.  Su cara y su pecho chorreaban el líquido que mi mujer había eyaculado sobre ella.  Su cara tenía una sonrisa entre sorpresa y satisfacción por haberla hecho correrse así.  Se mordía el labio y miraba a mi mujer expectante.

Mi mujer se había encogido sobre su lado izquierdo en una postura fetal, pero su cuerpo se seguía contrayendo rítmicamente, supongo que por los ecos de ese gran orgasmo que acababa de tener.   Lloriqueaba al ritmo de esas contracciones.

Nunca antes la había visto correrse así.  Al menos no lo había hecho conmigo.  Paré de grabar y me acerqué a besarla

Y – Pero cielo…. ¿Qué te ha pasado?   Nunca te había visto correrte así

Ella aún no podía hablar.  Solo movía la cabeza como en un gesto de negación, o ignorancia.  Tenía sus ojos cerrados.  Poco a poco fue relajándose y sus espasmos fueron remitiendo.   La cama estaba empapada y ella empezaba a recuperar la capacidad de expresarse.  Abrió los ojos y al verme allí pegado a ella, me agarró la mano y volvió a hablar.

A – Esto ha sido increíble.  Nunca en mi vida me había corrido de esta manera.  Jamás había sentido algo tan intenso.

Carmen se acercó a nosotros, se pegó a ella por detrás, y la besó en la cara.

C – Me alegro que te haya gustado cielo.

Mi mujer giró la cabeza hacia ella, y se fundieron en un beso.  Uno realmente intenso y apasionado.  Lleno de dulzura.

A – Carmen, ha sido el mejor orgasmo de mi vida

Mientras ellas seguían besándose y susurrándose cosas que yo ya casi no alcanzaba a escuchar, decidí acomodarme  a los pies de mi mujer.  De rodillas sobre la cama, me arrimé a ella y en esa postura fetal que se encontraba, le estiré la pierna izquierda que era la que tenía abajo al estar sobre su lado izquierdo, y con su otra pierna aún doblada con la rodilla casi en el pecho, sin decir ni una sola palabra, arrimé mi polla, que la tenía tan dura que parecía que iba a reventar, la restregué por toda la rajita recogiendo líquidos y lubricándola, y poco apoco la introduje dentro.

Al llegar al fondo, ella emitió un gemido y me miró.  Quiso ponerse boca arriba para poder besar mejor a Carmen mientras yo la follaba, pero no la dejé.  Le agarré la pierna derecha y se la mantuve en la misma postura que estaba, porque así yo notaba su coñito más cerrado, y por tanto sentía más placer.  Ella enseguida lo entendió y se dejó hacer, volviendo a fundirse en besos y susurros con Carmen.

Entre lo que acababa de ver, lo que estaba viendo y el polvazo que le estaba echando a mi mujer, yo estaba como en el paraíso.  La cialis estaba haciendo su efecto, porque tenía la polla más dura que nunca.  Tanto era así, que pese a notar un placer extremo por la follada, sentía que tenía mucho más control, y que mi orgasmo no estaba ni siquiera cerca de producirse, así que con toda confianza aceleré el ritmo al tiempo que agarraba a mi mujer de la cadera y la apretaba contra mí en cada embestida, produciendo una penetración totalmente profunda.

Ella empezó a gemir y a gritar de nuevo

A – Joder sí, sí, síiiiiiiiiiiiiii

Y se volvió a correr en otro orgasmo casi descontrolado.  Apretó su cara contra la almohada sin parar de gritar mientras su cuerpo se volvía a contraer.  La tuve que agarrar bien de la cintura para que no se me saliera, pero la sujeté lo suficiente para poder seguir follándola.  Seguía con mis fuertes embestidas, casi con rabia, hasta que noté que su cuerpo volvía a ceder y empezaba a relajarse.  Su pierna derecha se estiró sin duda pidiendo que parase mi follada.

Así lo hice.  Detuve las embestidas, saqué mi polla de su interior y la dejé que se acomodase.   Se quedó tumbada casi boca abajo en lo que casi era un charco en la cama.  Había vuelto a eyacular casi como antes.  Carmen y yo la acariciábamos y la besábamos por todo el cuerpo.  Ella no decía nada, solo se dejaba hacer, con los ojos cerrados.

Carmen estaba ahora sobre ella, con una rodilla a cada lado de su cuerpo, besándola.  Mi mujer se puso boca arriba y se volvieron a fundir en un beso.  Mientras tanto yo seguía con la polla durísima y sin correrme, y el culo de Carmen era demasiada tentación como para resistirme.

Me acerqué y se lo empecé a comer.  Jugaba con mi lengua en su ano mientras le daba algún azote.  Bajé hasta su coñito y me di cuenta que lo tenía chorreando de flujo.  Estaba tan cachonda como yo, solo que ella aún no había tenido su ración de placer, así que no me lo pensé más.  La verdad es que yo estaba como loco por volver a follar.  Estaba más cachondo que nunca.

Me pegué a ella, la agarré de las caderas y la acomodé a mi altura, y sin mediar palabra se la metí de golpe

C – Ahhh, cabrón, que me la vas a sacar por la boca.

Y – Cállate zorra y sigue con lo que estáis haciendo, que te voy a follar como te mereces.

Y le solté un azote anormalmente fuerte.  Ella se quejó sonoramente, pero no le disgustó en absoluto.

C – Ahhh, sí, cabrón, sí.   Tú sí que sabes tratar a una mujer, hijo de puta!!!

Le solté otro azote bien fuerte y agarrándola de la cadera con las dos manos, empecé a embestirla como un loco.  Muy deprisa y muy fuerte.  El sonido de nuestros cuerpos chocando a cada embestida era casi violento, casi me hacían daño en el pubis los huesos de su culo al chocar, pero aquello nos tenía a los dos como locos, disfrutando como nunca.

C – Ahhhh, joder sí, no pares que me voy a correr

Y – Sí, zorra, sí, córrete, que en cuanto te corras te voy a follar este culazo que tienes y te lo voy a reventar también.  Toma, toma, toma, hija de puta.

Y acto seguido, sin dejar de follarla, ensalivé un dedo y se lo empecé a meter por el culo para ir preparándoselo.  Al notarlo ella estalló

C – Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Entonces yo aproveché y directamente le metí otro más, empezando a follarle el culo con los dos dedos mientras ella disfrutaba de su orgasmo apagando sus gritos apoyando su boca sobre el pecho de mi mujer.

En cuanto terminó de correrse, saqué mi polla de su coñito, y sin dar tiempo a que se enfriase, la apunté en su ano, y lubricada como estaba, entró todo el glande casi sin resistencia alguna.    Entonces fue cuando ella emitió el primer quejido.

C – Ahhh, cabrón, que me vas a reventar.  Ve con cuidado.

Y - ¿Con cuidado?  Si ya te ha entrado todo el capullo.  El ano ya lo tienes dilatado, así que deja de quejarte que ahora solo falta irla metiendo entera.

C – Ya, cabronazo, pero ve con cuidado que esa polla no es cualquier cosa

Lo ensalivé todo bien y volví a empujar.  Poco a poco fue entrando.  Cada empujón intentaba meter un centímetro más, y al ratito, casi sin darse cuenta ya se la tenía toda metida entera en el culo, así que volví a empezar a embestirla con fuerza.

C – Ahh, sí cariño, sí, hazme eso mientras este cabrón me lo folla

Entonces me di cuenta que la mano de mi mujer estaba masturbando el clítoris de Carmen al tiempo que yo la embestía.   Aquello me terminó de poner más cachondo, si es que se podía estar todavía más cachondo de lo que ya lo estaba, y agarrándola otra vez de las caderas volví a embestirla con violencia.

Carmen enseguida volvió a correrse.  De hecho, enlazó varios orgasmos.  Sin duda la sensación de la follada en el culo y los hábiles dedos de mi mujer en su clítoris las estaban volviendo loca.  Mi mujer también se estaba masturbando con su otra mano mientras se lo hacía a Carmen.  Yo llevaba ya por lo menos diez minutos bombeando como un animal.  Sudaba como pocas veces he sudado.  Mi respiración era tan fatigada que casi me costaba ya respirar.   Por fin notaba que mi orgasmo se acercaba así que se lo anuncié a las chicas.

Y – Sí, joder, ya me va a venir.  Cariño dale fuerte en el clítoris que me voy a correr ya

Y los tres estallamos en un orgasmo casi sin precedentes por la violencia, el placer tan intenso y los gritos de todos.

Al terminar de corrernos, Carmen se dejó caer sobre mi mujer, que ahora era la que la besaba a ella mientras con los ojos cerrados Carmen se recuperaba dejándose hacer.  Yo también, sin sacarla de dentro de Carmen, me apoyé sobre ellas, sin dejar caer todo el peso para no aplastar a mi mujer, y acerqué mi boca a la suya.

Nos besamos mientras yo recuperaba el aliento y mi mujer sonreía y me acariciaba la cara

A – Menudo cerdo estás hecho, la pedazo de follada que nos has pegado a las dos.  Y encima le has destrozado el culo a Carmen.

Y – Bufff, joder, es que me habéis puesto muy cachondo con el numerito lésbico y tus dos pedazo de orgasmos brutales, que me tenías hasta asustado cielo.

A – Bufff, no te puedes imaginar lo que he sentido…   Creía que me moría de gusto.

Y – jajajaja, ya te he visto, ya.

Iba a quitarme para tumbarme al lado de ellas, cuando habló Carmen.

C – Noooo, no la saques todavía cariño.  Déjala ahí que me gusta notar como pierde vigor dentro de mí.

Así que me quedé donde estaba, apoyé los brazos y los estiré para tener una buena perspectiva de esas dos preciosidades que me acababa de follar, y disfruté otro rato más desde ahí mirándolas besarse a ellas.

La noche acababa de empezar, y os podéis imaginar que pasó prácticamente de todo.  Fue la primera de muchas….