Carmen, la amiga de mi mujer 4

Mi matrimonio monótono y aburrido, se ha convertido en un día a día lleno de morbo y sorpresas.

Aquella noche, después de acostar a los niños, mientras estábamos en la cocina terminando de recoger, seguíamos los dos tan excitados que la tensión era evidente en el ambiente.   Cada vez que estábamos cerca, aprovechábamos para rozarnos, tanto uno como el otro.  Estábamos los dos igual de excitados, y estaba claro que nos buscábamos a la mínima ocasión.

No habíamos estado tan activos sexualmente y con tanto morbo, ni siquiera de recién casados, y eso que en aquella época yo ya había intentado sacar el lado exhibicionista de mi mujer, aunque entonces ella, pese a que le gustaba hacer topless en la playa, era muy convencional en todo lo demás, y de hecho, cuando nos íbamos a dar un paseo por la playa, se ponía el top del bikini, porque decía que le daba vergüenza el modo como le miraba todo el mundo.  Y os aseguro que motivos había par que la mirasen.  A día de hoy sigue conservando unas tetas muy bonitas y muy bien puestas pese a la edad y los niños, pero en aquella época eran sencillamente perfectas.   No son muy grandes, pero tienen el tamaño y la forma perfecta, y en aquella época, eran duras y realmente llamativas.  Yo ya entonces me excitaba cuando los hombres pasaban paseando frente a ella y miraban descaradamente, pero la verdad es que salvo algún tonteo con un amigo mío y su novia, con los que una vez acabamos follando juntos, que no revueltos…  tampoco habíamos ido más allá.  Ya entonces yo había intentado que fuésemos a alguna playa nudista, y no precisamente porque yo sea muy amigo del sol, sino por ver si se nos daba alguna situación morbosa con algún hombre, o incluso con alguna pareja, pero ella siempre me decía que no.

El caso es que esa noche estábamos los dos sobre excitados.  Carmen había llegado a nuestras vidas y la había puesto patas arriba, al menos en el terreno sexual.  Para mí la situación era perfecta, porque estaba empezando a disfrutar de dos mujeres preciosas, pero además estaba ese despertar del lado bisexual de mi mujer, que era algo totalmente nuevo.   De hecho era algo que alguna vez habíamos hablado,  porque ella era de las que cuando veía a una mujer guapa o atractiva, enseguida me lo comentaba, que le parecía muy guapa, o que menudo cuerpazo…   Y cuando intentaba yo explorar la posibilidad de que ella hiciese algo con una mujer, siempre decía que no se sentía ni medio interesada por ello.   Que una cosa era que se diese cuenta que una mujer era guapa, y otra muy distinta que le apeteciese hacer algo con ella.   Pero lo que había pasado ese día en nuestro sofá, evidentemente había abierto la puerta a situaciones que a mí se me antojaban tan excitantes y tan morbosas, que la idea de hacerlas realidad no me dejaba casi pensar en otra cosa.

Ella estaba terminando de fregar unas copas que no cabían en el lavavajillas, y mientras yo me senté en una silla de la cocina y le pregunté

Y – Bueno, cuéntame….   ¿Qué te ha parecido lo que ha pasado hoy?

A – Pues me ha parecido una pasada.  La verdad es que estaba tan excitada desde esta mañana, que he tenido que ir varias veces al baño a secarme, porque era casi hasta incómodo tener tanta humedad.   ¿Y a ti?  ¿Qué te ha parecido?  Porque tú al final has conseguido lo que tanto deseabas

Y – A mí me parece que ha sido un día inolvidable por varias cosas.  De entrada, verte tan cachonda y tan activa, sabes que me pone en un nivel de excitación fuera de lo normal.  Y hoy estabas así desde que nos hemos despertado.    Además, es verdad que estaba deseando follarme a Carmen, y sí, claro, me ha encantado follármela, especialmente contigo no solo delante, sino además participando…..

Lo cual me lleva a la tercera de las razones que convierten al día de hoy en casi casi perfecto:  El hecho de que hayáis interactuado entre vosotras, especialmente porque aunque ha sido mutuo, has sido tú la que ha dado pie y has abierto la puerta a que pasara, al recibirla con esos dos besos y el beso posterior delante de mi cara.

A – Ufff, ya sabía yo que estabas deseando hablar de ello…  jajajaja.

Y – Bueno, es normal, ¿no?  ¿Te da vergüenza o qué?

A – No, no es eso.  Vergüenza no, pero es verdad que es algo nuevo para mí, y la verdad es que la primera sorprendida he sido yo.  Y de hecho, sigo un tanto sorprendida.  Pero por otro lado, reconozco que era algo que desde la semana pasada ya se me había pasado por la cabeza cuando se te sentó encima y os vi a los dos tan cachondos.  Me excité tanto al veros, que me sorprendí al darme cuenta que lo que me apetecía era comérmela a ella mientras que ella cabalgaba metiéndose tu polla.

Y – Joder cariño, me acabo de volver a empalmar.  Es que tu lado bísex me excita una barbaridad.

A – Ya, pues yo estoy igual, jajaja.  Me excito solo de acordarme de aquel momento.   Y hoy cuando ha entrado y he visto el modo tan sensual como te ha dado los dos besos, lejos de sentir celos, me ha dado mucho morbo y envidia, y en ese momento he tenido claro que me apetecía besarla.   Me ha parecido tan natural comerle la boca, que…. No sé, me he dejado llevar y me ha gustado.

Y – Vale, pero dime una cosa,   ¿Alguna vez habíais hecho algo parecido, o tenido alguna experiencia de este tipo entre vosotras cuando erais jovenzuelas?

A – No exactamente.  Una vez en unas vacaciones en la playa, nos enrollamos con unos italianos, y para provocarles, empezamos a agarrarnos, a tocarnos y a bromear entre nosotras, y nos dimos algunos picos, pero nada más.  Y al menos yo, ya sabes que nunca he hecho nada parecido.  Pero ella no sé si habrá tenido alguna experiencia con otra mujer en todos estos años.

Y – Bueno, pues habrá que preguntárselo la próxima vez que quedemos.  Porque habrá que volver a quedar con ella ¿No?

Me acerqué a ella  por detrás y al tiempo que le pegaba mi polla al culo, puse mis manos en sus tetas y se las empecé a apretar.

Y – Que te ha dejado a deber un orgasmo.    Mmmmmm, cuando te he visto meter la mano para masturbarla, casi me corro.  Me has puesto muy cachondo

A -  Cabrón, déjame que termine con las copas, que estoy deseando terminar para que me eches un buen polvo.

Empecé a comerle el cuello mientras con una mano seguía sobándole las tetas, y con la otra bajé hasta sus piernas, metiendo la mano bajo el vestido buscando su coñito.   Al alcanzarlo, introduje mis dedos dentro del tanga y lo tenía ya chorreando.   Bueno, supongo que llevaba así todo el día.   Fue tocarla y emitió un gemido y apretó su culo para atrás contra mi paquete.

Dejó la copa que tenía en la mano dentro del fregadero y se dio la vuelta.   Nos empezamos a besar como si hiciera meses que no nos veíamos.  Estábamos los dos muy excitados con todo lo que había pasado hoy, y ella enseguida bajó sus manos y desabrochó mis bermudas, y metiendo las manos por el culo, me bajó los calzoncillos y las bermudas a la vez, dejando mi polla libre, que ya estaba completamente en erección, y con abundante líquido pre seminal.

Ella sola se subió el vestido un poco y se bajó el tanga hasta medio muslo, dejándolo caer solo al suelo desde ahí, y acto seguido, alzó el culo y lo apoyó en el borde de la encimera, abrió bien las piernas apoyándose con sus brazos en mí para no caerse y me dijo

A – Vamos, fóllame que hoy me he puesto más cachonda que nunca cuando te he visto follar con Carmen

Estábamos los dos tan lubricados, que no me molesté ni en utilizar saliva.   Se la puse en la entrada y con cuidado empujé hasta el fondo.   Entró suave y sin la menor resistencia.   Noté inmediatamente un calor muy intenso rodeando mi polla.  Evidentemente ella estaba tan excitada como yo, o más.

Empecé a follarla un movimiento rítmico al tiempo que le bajaba los tirantes del vestido y dejaba al descubierto sus estupendas tetas.  No se las veía porque nuestras bocas no se separaban ni un solo momento, pero me encantaba sentirlas al apretarlas mientras nos besábamos y seguíamos follando a ese ritmo perfecto, ni muy deprisa, ni muy despacio.   Con lo cachondo que estaba, si aceleraba mucho sabía que no aguantaría nada, pero tampoco quería ir demasiado despacio para no perder sensaciones.   Además su respiración cada vez era más irregular, lo cual me indicaba que estaba acercándose al orgasmo, así que seguí sin cambios hasta que de repente separó su boca de la mía y me abrazó muy fuerte al tiempo que ahogaba un grito contra mi cuello y se corría de un modo bastante intenso, con fuertes espasmos.

A – Siiiiiiiiiiiiiii, joder joder joder joder

Reduje el ritmo para dejarla disfrutar su placer, aunque sin detenerme.  Cuando su orgasmo terminó, yo seguía moviéndome despacio dentro de ella, que se había quedado como desvanecida sobre mi hombro, sin fuerzas, teniendo pequeños espasmos de vez en cuando, como secuelas del gran orgasmo que había tenido.  Poco a poco fui volviendo a acelerar el ritmo hasta alcanzar uno que sin duda me iba a llevar a terminar pronto, pero viendo cómo se había quedado ella, no tenía sentido alargarlo más, así que en cuanto lo noté venir me vacié dentro de ella.  Ahora éramos los dos los que estábamos allí abrazados, con ella sobre la encimera, como dormidos, recuperando el aliento.

La mañana siguiente era domingo.   Nos llamó Carmen para que fuésemos a su casa a “disfrutar de la piscina…”   pero habíamos quedado para ir a comer con mis suegros, así que no pudo ser y nos quedamos todos con las ganas.  Carmen creó un grupo de WhatsApp con los tres, y a partir de ahí, la verdad es que la comunicación era permanente y además muy morbosa y cargada de provocaciones constantes.

Los primeros días yo, por pura precaución, no fuese que mi mujer se sintiera incómoda si tonteaba con Carmen, me mantenía un poco más al margen, pero llegó un momento en que me di cuenta que entre las dos se había creado un vínculo muy especial, que empezaba a ser incluso mejor de lo que yo esperaba.  A veces, incluso se tiraban los trastos entre ellas.  Carmen nos mandaba fotos de su nuevo vibrador, nosotros la provocábamos con fotos de nuestros actos íntimos, ella nos devolvía audios realmente obscenos llamándonos de todo por ponerla tan cachonda, o nos mandaba también algunas fotos de su ropa interior, o videos de sus jueguecitos a solas…     Carmen lo mismo me provocaba a mí abiertamente, que se dirigía directamente a mi mujer.

El jueves de esa misma semana, el grupo estaba al rojo vivo, como cada día.  Era ya por la tarde y Carmen nos dijo que nos acercásemos por su casa aunque fuese solo un rato, que estaba que se subía por las paredes y necesitaba que alguien la hiciera correrse, que el vibrador no saciaba su apetito.   En circunstancias normales, mi mujer y yo habríamos consultado por privado antes de contestar, pero el buen rollo era ya tan manifiesto, que mi mujer me habló directamente a mí por el grupo

A – Pues yo la verdad es que como me tenéis tan cachonda todo el día, acabo de hacerme un dedo a vuestra salud y además ya estoy con el pijama puesto.   Cariño, ¿te quieres pasar tú a la que vienes de trabajar un rato a echarle un polvo a la zorra de Carmen?

Me quedé de piedra al leerlo.  La verdad es que tuve que leerlo un par de veces para asegurarme que estaba entendiendo bien.

Y – Amorcito, ¿lo dices en serio?   ¿Estás dando permiso al cerdo de tu marido para que se folle él solo, sin tu presencia, a la zorra de tu amiga?

A – Si te apetece a ti, por mi parte ningún problema.   Eso sí, tened el teléfono a mano, que quiero estar al tanto.

C – Ya lo has oído Víctor, tu mujer nos da permiso para vernos a solas.   Evidentemente, eso quiere decir que tú también tendrás que acceder a que ella algún día quede a solas conmigo…

Mi polla dio un respingo solo de imaginarlas enrollarse a ellas dos solas.

Y – Haced el favor de callaros las dos, que aún estoy en la oficina, y como se me ponga dura no voy a poder levantarme para salir de aquí.  Y ya es casi la hora.

Al salir me fui directo a casa de Carmen, pero ya me advirtió que no metiese el coche dentro, que estaba su hija, y que mejor salía ella y nos íbamos con el coche a algún sitio, así no tenía que inventarse ninguna historia.  De hecho, cuando estaba casi llegando a su casa me mandó un WhatsApp con una ubicación, para que me dirigiese allí.   Al llegar a la zona, era un camino entre su urbanización y el pueblo de al lado, por donde como mucho pasaba alguna bici de vez en cuando.  Se había salido del camino y estaba aparcada entre unos arbustos.

Aparqué justo a su lado, y ya desde dentro de mi coche me di cuenta que estaba ya desnuda.  La muy cabrona se había desnudado y estaba en el asiento de atrás, apoyada contra una puerta, totalmente abierta de piernas, haciéndose un dedo.  Clavó su mirada en mí, y aceleró el ritmo de su dedo.  Justo cuando entré en su coche ella estalló en su primer orgasmo, o al menos el primero del que yo era testigo

Y – Pero cariño, ¿tan cachonda estabas que no podías esperar?

C – Llevaba todo el día esperando este momento, y llevo desde que te he mandado la ubicación haciéndomelo muy suave y despacito, pero al verte ya no podía aguantar más.

Me quité toda la ropa en un momento.  Según estaba abierta de piernas estaba realmente sexy en esa postura y con esa luz, y en ese momento pensé que iba a poner a prueba cómo de verdad era eso de que a mi mujer no le importaba que Carmen y yo estuviésemos a solas.    Busqué mi teléfono entre mi ropa y le hice una foto a Carmen, que automáticamente envié por el grupo.

Y – Cariño, mira lo que estoy a punto de comerme….

Si el mensaje era una provocación, la respuesta no lo fue menos.   Y con ello entendí que definitivamente la puerta de la bisexualidad de mi mujer se había abierto de par en par.

A – Mmmmmmm, joder, que buena pinta tiene eso….   Ahora me arrepiento de no haber ido a comérmelo yo.

Le enseñé el mensaje a Carmen, que al verlo se mordió el labio, y me dijo

C – Ya lo creo que se lo va a comer… y yo a ella.   Cariño, te vamos a regalar el espectáculo que todo hombre desea.   ¿O no es una de tus fantasías ver cómo nos devoramos?

A continuación me cogió el teléfono y empezó a grabar en video y a hablar

C – Vamos amor, cómeme el coño que lo vea tu mujercita, que esta vez va a ser ella la que se va a hacer un dedo mientras nosotros follamos.

Y mientras yo me puse a comérselo, ella continuó grabando y hablando para que mi mujer la escuchase.

C – Mmmmm, joder Anita, que boca tiene nuestro hombre…   que gusto joder, que ganas tenía de que me lo comiese.  Porque claro que me le he imaginado comiéndomelo Anita, que tu maridito me pone mucho desde siempre.  Me he hecho unos dedos estupendos imaginando que me lo comía como ahora.  Y que sepas que me habría gustado también que hubieses venido tú a comérmelo.  Aunque no te preocupes, que ya me lo comerás.  Ya lo creo que me lo comerás….   Este coñito es vuestro, de los dos.   ¿Te parece bien reina?

Empecé a meter un dedo al tiempo que se lo comía, y en ese momento soltó el teléfono y empezó a centrarse en su placer.  No tardó casi nada en tener su segundo orgasmo, esta vez en mi boca.   Me encantaba sentir sus músculos internos contraerse en torno a mis dedos introducidos, al tiempo que su cuerpo se tensaba y retorcía de placer, obligándome a sujetarla fuerte para no perder su coñito con tanta contracción.

C – Joder cariño, que comida de coño, por Dios.   Ahora fóllame por favor, que necesito tenerte dentro.  Necesito esa polla tuya dentro de mí, y que me beses al mismo tiempo.

Así lo hice.  Me incorporé y acerqué mi polla a su entrada.  Froté el glande por toda su rajita, recogiendo flujos y lubricándola, preparándola para meterla.  Al rozar sus labios vaginales ella gemía y con sus manos me agarraba del culo tirando de mí hacia ella, queriendo meterme dentro, pero me resistía, seguía jugando, y empecé a masturbar su clítoris con mi polla.   Con el glande hacía círculos en su clítoris, y ella fruto de la desesperación casi tanto como del place que eso le propiciaba, empezó a gritar.  Gemía y gritaba al mismo tiempo, era casi como un lloriqueo, un lamento de placer y desesperación que me estaba volviendo loco.

Yo también estaba loco por follarla, pero viendo que estaba tan excitada, decidí continuar con lo que estaba haciendo hasta que finalmente empezó a contraerse de nuevo y esta vez me rodeó con sus piernas y gritó todo su placer sin temor a ser escuchada por nadie.

Cuando su orgasmo remitía e intentaba sujetar mi polla para que no siguiera con el movimiento circular sobre el clítoris, se la puse en la entrada, y empujé hasta el fondo.   Ella emitió un gemido que era más bien mezcla de dolor y placer, y entonces me agaché hacia delante y la empecé a besar al tiempo que empezaba a bombear con mi cuerpo dentro de ella.

Entraba despacio hasta el fondo, y apretaba fuerte para generar presión con mi pubis en su clítoris.  Parecía que a ella eso la volvía loca, porque no paraba de gemir y decir que sí.  Tenía sus piernas cruzadas en mi espalda y me abrazaba y me besaba.  La verdad es que yo estaba bastante incómodo en esa postura, porque me estaba destrozando las piernas de estar en esa postura en el coche, así que había pocas probabilidades de que me fuese a correr siguiendo así.

Dejé de besarla y continué follándola pero poniendo mi cuerpo en vertical, agarrándola de las caderas según estaba ella tumbada en el asiento para follarla más fuerte, y en ese momento, al incorporarme, vi el teléfono en el suelo del coche y pensé que a mi mujer le gustaría ver lo que estaba pasando.   Lo cogí y me di cuenta que mi mujer había estado escribiendo.  La cabrona estaba cachonda y pedía que le informásemos de lo que estaba pasando, así que de nuevo desde el grupo de WhatsApp empecé a grabar en video la follada que le estaba pegando a Carmen y se lo mandé.

Al minuto sonó el teléfono.  Esta vez estaba haciendo una videollamada de WhatsApp.  Yo estaba fatigado y sudando de la follada, pero descolgué y le hable entre los jadeos de mi respiración

Y – Hola cariño ¿qué te pasa?

A – Mmmmm, que cabrón eres…    te la estás follando ahora mismo

Y – Sí cielo,  se ha corrido ya tres veces entre dedos, lengua y jugar con la polla en el clítoris, y ahora la estoy follando que ya has visto en el video lo cachondo que me tiene

C – Ahhh, Ana Cariño, que polvazo me está echando el cabrón.  No sabes qué ganas tenía de que me follara tu hombre.  No sabes cómo me gusta verle aquí todo sudado embistiéndome como un loco

A – Mmmmm, pero que putón eres Carmen.  Joder, como me pone veros follar.  Dale duro cariño, reviéntala con ese pollón que tienes

Le pasé el teléfono a Carmen y la volví a agarrar de las caderas y empecé de nuevo a follarla bien fuerte y a un ritmo rápido.   Carmen empezó entonces a hablar entrecortada por el placer y por los golpes que le daba con mi cadera al follarla.

C – Ahhhh, sí, sí, sí, joder Ana, que polla tiene el cabrón

A – Como me arrepiento ahora de no haber ido para comerte esas tetas mientras disfrutas del polvazo

C - Sí cariño, joder, me habría encantado que vinieras y me estuvieses comiendo la boca mientras él me folla….    o tu coñito en mi boca

A – Joder Carmen, no me digas eso…  que nunca me lo ha comido una tía y aun así, me ha excitado escucharte decirlo

C - Síiiiiii…..  Pues claro que te lo voy a comer amor, estoy deseando.

Aquella conversación me estaba excitando todavía más, y cada vez le daba más fuerte y más deprisa.

Empecé a notar que en breve me iba a correr, y en ese momento, sin dejar de follarla, con el dedo pulgar de mi mano derecha empecé a masturbar su clítoris también a buena velocidad para que se corriese conmigo, y efectivamente enseguida empezó a gritar y a llamarme de todo

C – Jodeeeer, que cabronazo, me corro, me corro, cabrón me corrooooooo

Y de nuevo empezó a gritar y a retorcerse al tiempo que yo descargaba toda mi corrida en su interior, hasta quedar los dos rendidos, completamente empapados en sudor.  Me acerqué a su boca, y sin colgar la llamada, nos estuvimos besando.  Procuré que el teléfono enfocase bien hacia nuestras bocas para que mi mujer supiese bien lo que estaba pasando.

A – Pero que cerdos sois.   Que sepáis que yo también me he corrido con vosotros viendo y escuchando la fiesta que os habéis montado.

Y – Cariño, esta noche sí que te vas a correr.  Te lo has ganado, y tu maridito te va a hacer disfrutar de lo lindo.

A – Más te vale, cabronazo.   Y tú zorra, te digo lo mismo…   Tú también me vas a hacer disfrutar cuando te pille.    Que es la segunda vez que folláis vosotros y yo me quedo mirando.   Me debéis dos con esta.

C – Ana, amor, te debemos dos, y te los vamos a pagar con creces.  Puedes estar segura de ello.