Carmen: Cogida en el Caribe Bar.
Carmen y su madre Maria salen de fiesta, en el bar de su preferencia viven una aventura de tonos contrastantes, sexo, seducción, satisfacción e insatisfacción en una noche de salsa, merengue y ron.
Era una verga inmensa, más de 35 centímetros de poder y la mayoría estaba dentro de Carmen que gemía y gritaba de placer, Jimmy la estaba poseyendo en la cabina del Dj casi a la vista de todos, y ella la estaba disfrutando con deleite.
Todo había comenzado con los clásicos flirteos del gerente del establecimiento con Carmen, que, acompañado de María, su madre, asistía al bar que Jimmy manejaba, el Caribe Bar, y que era un lugar temático dedicado al cálido Caribe, con sus ritmos, su cultura y que invitaba a soltarse dejándose llevar por el contagioso y playero decorado.
Carmen había sido precavida en un principio, no había sido muy directa en sus flirteos, no quería que la tomaran como a una puta, y a pesar de que tras su reciente divorcio su vida sexual no existía, y que el maduro gerente la excitaba, trato de ir con calma en la relación.
Al principio de la relación, sacaba a bailar a las dos mujeres con cortesía y galanura, en los números de salsa sus pasos rítmicos y excelentes aptitudes como bailador, hacían que ambas, madre e hija comentaran con deleite las cualidades del hombre al momento de estar en la pista.
Conforme fueron conociéndose mejor, y con madre e hija asistiendo sin fallar cada viernes y a veces dos días seguidos, viernes y sábado al establecimiento, y con Carmen siendo cada vez más sugestiva, Jimmy entendió claramente que la joven quería algo más que simple baile.
La figura alta y estilizada de Carmen era siempre una invitación al pecado, piernas larguisisimas, 1.74 de estatura, no mucha cintura ni tampoco un abultado trasero, pero si, enormes pechos coronados por pezones de aureola grande, y unas caderas sugestivas que disimulaban un poco su falta de cintura, vestida, Carmen era un cromo delicioso, su blanca piel, sus enormes y carnosos labios, pero sobre cualquier cualidad física, era su actitud altiva y arrogante, la que le daban un aire sensual poderoso, de ese tipo de mujer a la que cualquier varón desea poseer solo para demostrarle quien es el que manda, e imponerse a esa actitud altanera de mujer que piensa que está por encima de los demás.
Envió de tragos a la mesa, no cobrar el cover de entrada al lugar, mesa de pista sin pago de ningún tipo de costo extra, y muchas otras “cortesías” hacían que las dos mujeres se sintieran importantes, y que, secretamente sintieran algo de competencia entre madre e hija por ver quien tendría finalmente las atenciones totales del maduro gerente.
De piel bronceada, de aproximadamente cuarenta años de edad, estaba más cercano a la edad de María que a la de Carmen, sin embargo, el hombre maduro que siempre vestía impecablemente era más afecto a inclinarse por la joven mujer que, en ese entonces pasaba de los veinticinco años, y le llamaba mucho la atención por sus actitudes altivas.
Aquella noche, Carmen traía una falda negra pegada al cuerpo, una blusa de seda en color rojo, su piel blanca contrastaba maravillosamente con su pelo negro azabache, y debajo del elegante conjunto, un coqueto juego de brasiere y pantis en color negro con delicados remates en encaje transparente, medias y liguero, con unos zapatos de tacón alto de aguja que resaltaban sus bellas y delgadas pantorrillas, esa noche, Carmen estaba vestida para matar y era evidente para cualquiera que la hembra estaba de cacería.
Cuando las recibieron, y condujeron a su mesa, María y Carmen caminaron entre las mesas y varios parroquianos desviaron sus miradas hacia las dos mujeres, el balanceo cadencioso del andar de Carmen contrastaba con el paso firme de su progenitora, la madre había escogido un vestido de chiffon floreado, con botones al frente, sin medias, tacones altos y debajo pantis y brasiere en color carne, el sostén de María hacia poco por evitar un bote tentador y delicioso de sus enormes pechos talla D que hacían que la voltearan a ver irremediablemente.
Llegaron a la mesa, donde Jimmy ya les tenía preparada una botella de ron y el servicio completo para acompañarlo, no se habían sentado siquiera cuando Ramiro, el mesero en turno ya estaba sirviendo la primera ronda de tragos a las sensuales madre e hija, que acomodando sus bolsos, sonreían ante las atenciones del trabajador.
Al sentarse, María acomodo sus pechos aun ante la mirada del mesero, la mujer disfrutaba de la atención, mientras que Carmen contemplaba los devaneos sensuales de su madre sin dejar de pensar: ¡está puteando con el mesero! Y tenía razón, aquella noche cálida, María se sentía necesitada de atención y afecto, y no repararía en nada para intentar conseguir a un macho que colmara sus deseos.
Las copas se sirvieron una detrás de otra, contrario a otras noches, donde la bebida era un acompañamiento muy medido, las dos mujeres apuraron varios tragos a una velocidad inusual para ambas, los aires de Baco las llenaron de optimismo y las llevaron a pararse a bailar solas en varias ocasiones, en alguna de ellas, algún varón inteligente se acoplo a la pareja de mujeres que se contoneaban rítmicamente al son de los ritmos afroantillanos que tanto disfrutaban, uno de ellos, Joaquín, alto, de aproximadamente 50 años, vestido de traje y corbata, con cabello entrecano y figura recia logro que María dedicara sus atenciones a él, mientras que Carmen recibió con agrado a Jimmy que desde la cabina del DJ y la barra fue directo a bailar con ella en diferentes piezas musicales.
Mientras María se quedaba en la pista mitad bailando y mitad toqueteándose con el abogado, Jimmy invito a Carmen a conocer la cabina del DJ, la escolto hacia el sitio caminando detrás de ella, quien, involuntaria o voluntariamente contoneaba sus caderas balanceándose sensualmente, el atento caminaba un paso atrás sin perder detalle.
La cabina del DJ estaba casi a ras de suelo, exactamente alineada con el medio de la pista y tenía un barandal de aproximadamente metro y medio de alto, coronado por un vidrio traslucido y polarizado, de esos que permiten al que está detrás ver lo que hay enfrente en forma clara, mientras que los de enfrente del vidrio no pueden ver lo que hay detrás, al entrar, Carmen vio como era fácil para quien estuviera ahí, poder checar a cualquiera en el bar, ya que la visión desde ahí permitía ver casi todas las mesas, y desde luego la acción en la pita, donde, por cierto, atisbo a su madre besándose apasionadamente con el abogado Joaquín quien metía lascivamente su lengua en la boca de la cincuentona quien en reciprocidad devolvía la caricia con enorme deseo –Va a dormir calientita- Pensó, y giro para ponerse cara a cara con el gerente que al igual que ella no despegaba la vista de la acción en el piso de baile donde María y Joaquín destacaban por sus pasionales arrumacos.
Jimmy sonrió, Carmen regreso la sonrisa y sin mediar palabra él le robo un beso, al principio delicado y seductor, pero en cuestión de segundos su lengua ya exploraba las cavernosas y cálidas profundidades de la boca en flor de enormes labios de Carmen quien emitió un leve gemido de aprobación ante el atrevido gesto del experimentado galán quien no perdía tiempo, era la primera vez que el hacía algo así, su elegancia seductora contrastaba con la forma respetuosa en que los flirteos se habían producido, y en ese momento, la caricia robada y la audacia del hombre hacían que Carmen temblara de deseo y que estuviera totalmente dispuesta a lo que fuera con el Don Juan que la tenía temblando en la obscuridad del centro neurálgico del bar que tanto le agradaba.
Los besos se prolongaron, y las manos de él, aprovecharon a una Carmen dispuesta, acaricio su espalda, y bajo las manos hasta copar casi completamente el apretado trasero de la mujer que sintió como las manos se cerraban en el contorno de sus nalgas, al tiempo que la lengua seguía pistoneando dentro y fuera de su boca, la humedad de su entrepierna era ya notoria para ella, estaba al cien, y deseando que aquel hombre la poseyera, la mano de Jimmy desmayo un poco más, bajando hasta la cara anterior de los muslos de la espigada mujer, y acaricio la costura de la media que acentuaba la largueza de sus extremidades inferiores, al tiempo que soltaba le beso en la boca para bajar hacia el cuello de Carmen que solo dejaba que el hiciera lo que quisiera, estaba totalmente rendida al contacto de él, a quien tanto había deseado desde que le conoció.
Con la mirada perdida en el cielo del lugar, Carmen sentía como esas manos poderosas recorrían ya sin el menor recato sus piernas y nalgas, la falda se había subido más allá de la cadera y sus largos muslos estaban expuestos al igual que su breve tanga, empapada por sus jugos que manaban profusamente, la vista en la pista de su madre siendo besuqueada y tocada por el abogado solo contribuían al morbo de la situación, ¡madre e hija siendo gozadas por atrevidos machos en el mismo lugar!
Jimmy busco el hilo de la tanga, lo alcanzo pasándolo por en medio de sus dedos, y bajo el índice para tomar la nalga de Carmen y abrirla, ella ronroneo, no opondría la menor resistencia, su dedo toco el ano de ella, presiono ligeramente y metió la uña en aquella parte tan privada, al tiempo de que lamia largamente el cuello de la fémina que se estremecía desde la punta de los pies hasta el último de los cabellos de su abundante melena negra, él fue más allá, extrayendo el dedo de su ano, y bajando hacia la oquedad de su empapada vagina, el primer roce con la labia externa hizo que Carmen gimiera más fuerte, la música atronando los enormes altavoces del lugar impedía que alguien fuera de la cabina pudiera escucharla, su rostro estaba apoyado en el hombro del hombre que ya introducía no uno, sino dos dedos en su humedad por detrás, las piernas le temblaban, y el placer era casi insoportable.
Jimmy uso la mano libre para tocar los pechos erguidos de la hembra, y prosiguió besándole el cuello y la boca alternadamente, al tiempo de que ella acariciaba su ancha espalda, y gemía mostrándole cuanto le gustaba tener su oquedad llena de los dígitos del experimentado varón que hurgaba con suavidad dentro de su agujero, la boca de Carmen estaba entreabierta, y la lengua de el cuándo llegaba a su boca entraba y salía, entrelazándose con la suya propia, bajo la mano que estaba en sus senos y su sexo era ahora acariciado por delante y por detrás casi siendo levantada en vilo por las poderosas caricias, la tanga estaba completamente echa a un costado y el hilo atravesaba una de sus nalgas en forma irregular, el hombre saco la mano que usaba para frotar con función la vulva de la mujer que abría y cerraba los ojos coquetamente buscando la mirada del hombre, quien desabotono la blusa, procediendo a extraer las mamas de la mujer que subían y bajaban tentadoramente al ritmo de su entrecortada respiración, las dos preciosas bolas de carne rebasaron la copa del sostén, y cayeron con su peso por encima del elástico de la prenda íntima, el elástico mantenía erguidas las tetas coronadas con dos amplias aureolas de color café claro, y dos pezones que apuntaban orgullosamente al frente totalmente erectos ante la enorme pasión de la hembra.
Carmen bajo una de sus delicadas manos de largas uñas pintadas en un bello rojo carmín, para tratar de encontrar el bulto que aparecía como una carpa bajo el fino pantalón de vestir que el gerente del antro portaba, cuando sus dedos dieron con la protuberante erección no lo podía creer, tieso como un fiambre, y duro como una piedra, y su extensión lucia descomunal, sus labios se despegaron de la boca de él y susurro: que rico, me encanta como me haces sentir. El contesto metiendo aún más por detrás los dos dedos que seguían entrando y saliendo de la vagina de ella, y musito: te voy a coger riquísimo, te va a encantar, ella solo sonrió y abrió más las piernas, mientras que baja la otra mano para tratar de liberar el monstruoso órgano que esperaba estuviera dentro de ella lo más pronto posible.
La puerta del cubículo se abrió, Armando, uno de los meseros que habitualmente atendía a Carmen y a su madre entro sin avisar, encontró a la mujer con la espalda contra el mueble de las tornamesas, con la falda hasta la cintura y la tanga totalmente sesgada sobre uno de sus largos y blancos muslos, la blusa abierta y las tetas por fuera del sujetador, con su patrón dedeandola con la mano metida por detrás del trasero de su clienta – que buena puta – pensó, muchas veces se la había imaginado dándole una buena mamada y hasta había fantaseado con cogerse a madre e hija, y en ese momento la estaba viendo totalmente expuesta siendo magreada por su jefe en la pequeña cabina de donde afloraba la música del Caribe Bar.
¿Por qué no tocas pendejo? Inquirió Jimmy con voz molesta a su empleado quien se disculpó y sin dejar de ver a la mujer despatarrada y con cara de viciosa cerró la puerta tras de sí, - estos cabrones deben aprender a tocar la puerta - mascullo, y siguió besando los pechos de Carmen a quien en ese momento le importaba muy poco que Armando la hubiera visto en esa comprometedora postura, y que se hubiera disfrutado de una visión totalmente clara a pesar de la obscuridad del lugar de sus tetas y los pezones erectos y brillantes por la saliva de Jimmy, mientras regresaba a la portañuela del hombre desabrochando el cinturón y desabotonando la prenda, el reculo un poco para permitir que la fémina maniobrara y extrajera su arma , Carmen metió la mano debajo del bóxer y finalmente encontró piel a piel, contacto con la virilidad enhiesta de su macho, suave al tacto, casi sin vello, larga, enormemente larga, y gruesa como jamás había visto otra en vivo, se quedó sin habla, aun no salía de su prisión de tela y Carmen relamía sus carnosos labios pensando en meterla en su boca, Carmen se soltó de los brazos de él, su mojado coño sintió el recorrido de los dedos de el al extraerlos, y a sensación la hizo aflojar las piernas pero en ese momento solo pensaba en sacar la carne palpitante que ansiaba con denuedo, la mano izquierda fue al resorte de la prenda íntima del macho y halo hacia abajo, la derecha sobaba y sobaba, el ayudo un poco y bajo el calzón desde el otro lado, al descender la prenda el miembro boto fuera del resorte en sus treinta y cinco centímetros, ella sonrió, hizo gestos, se maravilló, ese pene era tal y como los que aparecían en las películas pornográficas, era ENORME y a pesar de que en su experiencia sexual, que ya abarcaba una decena de amantes había tenido penes de todo tipo, este era por mucho, el más grande que jamás haya visto en persona.
Agachada, inclinada totalmente apuro el glande dentro de sus labios, ella tenía una boca grande, pero el capullo del miembro de él era descomunal, ¡que vergota tan rica papi! La quiero toda, las palabras de Carmen, quien ante él siempre se portaba como toda una lady inglesa sorprendieron un poco al hombre, quien sin embargo disfruto viendo como su erecto poste hacia que la más santa se tornara en una guarra deseosa, Carmen mamaba con avidez, saboreaba los líquidos seminales que ya brotaban de la hendidura del miembro, así, agachada, su trasero lucia invitante, y sus pechos pendían deliciosamente por fuera del sujetador, mientras ella engullía el trozo de carne, Jimmy oteo hacia la pista, ahí, se tocaba una tanda de baladas y Joaquín aprovechaba la obscuridad para disimuladamente tocar el amplio trasero de María quien con los ojos cerrados ronroneaba al oído del abogado – Tan puta la madre como la hija – pensó cerro los ojos y se abandonó a la colosal chupada que Carmen le estaba dando, extendió el brazo derecho y toco el respingado trasero de la mujer que emitía gimoteos y suspiraba profundamente, tratando en vano de meterse la mayor cantidad del pene de el dentro de su muy estirada boca.
María en la pista de baile parecía haberse olvidado de su hija, quien ya tenía más de media hora de haberse marchado con el gerente del lugar, Joaquín le susurro al odio: Quiero cogerte María, vámonos a un hotel. Ella solo asintió con la cabeza, y beso profundamente al abogado, y tras terminar el entusiasta ósculo, le dijo: No encuentro a Carmen ¿Dónde estará? Joaquín solo acertó a responder con una sonrisa sarcástica: Se fue con Jimmy, muy probablemente María ella si este aprovechando el tiempo y encamándose al cabron que desde hace buen rato quiere culearla.
La madura no hizo caso al tono despectivo y hasta ofensivo de la aseveración del leguleyo, y contesto: Me quiero ir a hacer el amor contigo, pero de perdida debo avisarle a Carmen. El la tomo de la mano y la guio rumbo a la salida del establecimiento, ella quiso oponer algo de resistencia buscando con la mirada algún indicio de su hija, el abogado aminoro la marcha y se acercó a la mujer susurrándole al oído: acompáñame a mi carro, ahorita regresamos.
Carmen siguió chupando le miembro de Jimmy, si de por si era enorme, con la succión consistente y dedicada de la mujer, el aparato de placer de el lucia verdaderamente impresionante, ella aflojo la caricia y le pregunto ¿todo esto me vas a meter? Me vas a lastimar papi, el sonrió y le dijo, toda hasta adentro, y hasta vas a querer más reina, sé que te va a encantar.
Jimmy separo a Carmen de su vasto, la alejo y cual si fuera un paso de baile la hizo girar sobre su eje, la apoyo contra el mostrador de las tornamesas, tomo su miembro halándolo un par de veces, adelanto la mano izquierda en dirección al trasero erecto de la mujer que separo las piernas y arqueo la espalda para verse más atractiva para el hombre que la contemplaba y también para facilitar el acceso de su monstruoso pene dentro de su cavidad vaginal: Despacito papi, me vas a romper, cógeme con cuidado.
Jimmy dio un paso para adelante, acaricio la lubricada vulva de su amante con la enorme cabeza en forma de hongo, hacia arriba y hacia abajo, los fluidos de ella bañaron el glande del individuo, ella levanto aún más su trasero, y el poso su mano izquierda sobre el trasero introduciendo el índice en el ano de ella, fue la primera falange, solo un par de centímetros, esta intromisión aunada al ariete de el jugueteando contra su clítoris y labios externos la hicieron gemir fuertemente, Carmen era extremadamente vocal y expresiva al ser fornicada, muchas veces gritaba si la cogida era suficientemente enérgica, sin dejar de meterle el dedo en el recto, empujo la bulbosa cabeza del miembro en el empapado agujero de ella, despacio, la cabeza primero, y al estar tremendamente mojada y aun a pesar de las dimensiones titánicas de él, el tallo del falo penetro sin la más mínima oposición de golpe Carmen tenía adentro de ella aproximadamente la mitad del pene haciéndola poner los ojos en blanco, y babear un poco, sus extremidades inferiores temblaban, y la sensación de estar pletórica en su sexo era algo extrañamente indescriptible, el dejo su falo en esa posición durante un minuto más o menos, sin moverse, sin acelerar, sintiendo las cálidas paredes de carne de ella abrazar su pene como un guante, Carmen gimoteaba sensualmente y rompiendo el silencio ordeno a su amante: Cógeme Jimmy cógeme duro, hazme tuya, métemela toda.
El obedeció la exigencia de la mujer, y empujo las caderas hacia adelante, el falo se abrió paso entre la tibieza del órgano sexual de ella, abatiendo toda resistencia y llegando hasta el fondo, el contacto del miembro con la cérvix de la mujer desgajó una serie de sensaciones eléctricas que recorrieron el cuerpo de ella haciéndola gritar, el seguía solo con el movimiento hacia adelante hasta que su pubis choco con sus nalgas, ella estaba parada de puntitas levantando las nalgas que brindaba sin reserva alguna para ser usadas por el gerente del Caribe bar quien satisfecho veía como no había nada más que meter, Carmen la tenía TODA ADENTRO de ella.
María y Joaquín caminaron por el estacionamiento, el automóvil del abogado estaba en la parte más alejada del lugar que, aquella noche estaba atestado, el abrió la portezuela del lado del pasajero e invito a la mujer a entrar en el vehículo, ella accedió y entro en el carro estacionado, el dio la vuelta rápidamente y tardo más en entrar que en tocar las enormes tetas de la cincuentona que volvió a estremecerse al contacto, María había tenido una vida aventurada en el aspecto sexual, tres maridos, tres divorcios y una cantidad incontable de amantes desde que a los quince años de edad había perdido su virginidad, en estas alturas de su vida, pasados los cincuenta años, divorciada y sin compromiso, sintiéndose atractiva, y con un asalto hormonal tormentoso, su sexualidad exaltada la hacía buscar el contacto de macho en forma constante y avasalladora
Las torpes caricias del abogado en sus pechos hicieron que María se sintiera aún más excitada, abrió las piernas un poco levantándose la falda del floreado atuendo, permitiendo ver al apresurado amante sus pantaletas y los ribetes de las medias, el liguero y su ropa interior, que, siendo de color carne y ante los abundantes flujos de su vagina lucían una mancha liquida exactamente en su concha plena, de vello ralo y recortado, el bajo una mano y apretó el monte de venus de la mujer que gimió en aprobación, sin pedir permiso el desabrocho los botones del vestido uno a uno, en forma rápida y precisa, y la prenda quedo completamente abierta mostrando todos los encantos de la mujer, sus pletóricos pechos, los muslos delgados y largos, asi como esa barriguita que a pesar de ser desagradable para ella, a muchos hombres les parecía excitante, un dedo jugo con el resorte inferior de las bragas y se internó directo a la entrepierna de la mujer que levanto sus nalgas un poco del asiento del carro dejando que su amante tocara la labia que ya estaba hinchada y totalmente mojada, la caria hacia que la mano de el tallara un clítoris erecto y protuberante, y la palma del resto de la mano se cubrió del brillante aceite vaginal que descendía a chorros entre los muslos de la mujer que pujaba y sonreía abiertamente ante las caricias recibidas.
María con las piernas abiertas, sus pantaletas hechas a un lado, y con tres dedos del abogado entrando y saliendo de su humedad se sentía en la gloria, se besaba fuerte con el hombre, con lengüetazos llenos de pasión, extendió la mano y acaricio la erección de su amante, se inclinó hacia el echando el cuerpo para adelante y comenzó a abrir la hebilla del cinturón delgado de piel que ceñía los pantalones del jurista, desabotono la prenda, y metió su mano para tener contacto con la verga del hombre que continuaba con su mete y saca constante dedeandola deliciosamente, bajo el bóxer del hombre y sin decir más se zambulló en su regazo tomando el erecto falo en su boca, ronroneando como gatita que encuentra el plato de leche, y chupo fuertemente el glande no circundado del hombre que profirió un gemido al sentir la experimentada lengua de la mujer en contacto con el frenillo de su prepucio, y los chupetones fuertes en todo el capullo de su órgano sexual.
¡Hayyy, que rico!, dijo ella, María no podía evitarlo, durante toda su vida había sido una mujer caliente, ese deseo sexual que le era tan natural, y que le había permitido gozarse a muchos hombres, le ponía ahora en la boca, un órgano más para succionar, y extraer la leche que tanto le gustaba, era una mujer totalmente oral a quien el sabor del semen le agradaba en demasía, y que, además, se sentía poderosa, mandona, fuerte, cuando hacía que sus amantes enloquecieran al contacto de sus delgados y experimentados labios
La verga de Jimmy dejo la pausa dentro del cuerpo de Carmen, y empezó a moverse hacia adelante y atrás con fuerza creciente, el inmenso órgano tenía la labia de ella totalmente abierta, muchas veces había recibido elogios por su enorme herramienta, pero igualmente, muchas de sus amantes llegaban a quejarse e inclusive a llorar cuando él lo hacía fuerte, su circunferencia y diámetro eran notables, nada que pedirle o envidiarle a un hombre de color, las caderas de él iniciaron el movimiento pendular y Carmen parada de puntas y empinada contra el mueble abrió desmesuradamente los ojos al sentir toda esa carne dentro de ella, y ahora, en movimiento, sin poder evitarlo, grito, se quejó, pero respingo las nalgas para sentirla aún más, el movimiento tomo cada vez más ritmo, y mientras la penetraba, apretaba y sobaba los pezones que resaltaban de los colgantes y masivos senos de la mujer que pedía más, y repetía casi como un mantra: cógeme, cógeme, métemela duro, cógeme, cógeme.
La altivez de Carmen ya no existía, doblegada, entregada, cogida, una mano de él dándose un festín con sus tetas y la otra, con el dedo pulgar apoyado contra el ano de ella metiendo la primera falange por el recto, y su verga a fondo entrando y saliendo, los jugos de Carmen escurrían por sus bellos muslos, y sus emanaciones blanqueaban el tallo del pene de él que sin usar condón pretendía chorrearse dentro de la cavidad de la orgullosa mujer.
Jimmy apretó la intensidad de sus embates, Carmen respondía ondulando sus caderas, el ritmo era frenético, y Jimmy sabía que estaba cerca del éxtasis: qué clase de puta eres, te encanta la verga Carmen, ¿te gusta mi verga? Ella respondía con monosílabos entrecortados por los jadeos y gemidos: si, si me gusta mucho, ¡rómpeme toda papacito!, cógeme, soy tu puta, tómame cógete a tu puta. Levanto la cabeza y la larga cabellera negra se retiró de sus ojos, en esa posición, atornillada a la verga del garañón que la penetraba con profundidad, Carmen pensó por primera vez en su madre a quien en la última ocasión en que había tenido conciencia antes de entregar su hoyo de placer, había visto besándose en la pista con el abogado sangrón que a su progenitora le agradaba tanto y que a ella le caía bastante mal, totalmente llena de pene pensó: ¿en dónde estará mi mama?
María mamaba y mamaba, mientras Joaquín continuaba dedeando el encharcado sexo de la mujer, ella era una artista de la felación, sabía mucho trucos que enloquecían a los hombres, y mientras chupaba, jugueteaba con el escroto del macho con su mano, y abría desmesuradamente las piernas para facilitar el acceso de los dígitos del abogado que se contorsionaba para presentar su falo a la mujer que lo disfrutaba, y continuar con el dedeo, fajar de esa forma en el auto, en su parte delantera era incomodo, pero así se habían presentado las cosas y era ya una necedad pensar en moverse hacia la parte de atrás del vehículo que tenía los vidrios totalmente empañados por los suspiros y exhalaciones de los amantes.
María apretó sus labios alrededor de la piel del glande, lengüeteo el orificio del órgano que no era nada fuera de las medidas habituales, pero que a ella le sabia delicioso, subía y bajaba la cabeza para intensificar la sensación en el macho que ya había dejado de mover sus dedos dentro de la vagina de ella, y permanecía tenso y extático en la incómoda posición con la cabeza de la madura mujer entre su humanidad y el volante del automóvil, sin poder evitarlo, sus nalgas se apretaron fuertemente, el espasmo que antecede a la explosión, prorrumpió un gruñido saco los dedos de la vulva de María, se arrellano en el asiento, y estallo en un poderoso y profundo orgasmo, expeliendo dos chorros pletóricos de esperma en la boca de la mujer que trago la copiosa venida del hombre, los subsecuentes disparos fueron muchos menores en cantidad, y María siguió engulléndose el miembro con las comisuras de los labios, la barbilla la mejilla izquierda manchados de los mecos de las descargas menores que no había alcanzado a tragarse totalmente como las primeras dos.
Carmen pujaba fuerte, gemía como loca, la música del antro a todo volumen escondía perfectamente el escándalo de ella al ser empotrada al mueble de las tornamesas por aquel imponente miembro viril que la penetraba por detrás y que tenía su vagina dilatada, roja, y adolorida deliciosamente, el ritmo de las embestidas del gerente del Caribe bar y la posición con ella de puntitas y empinada aumento la tensión sexual y se dejó ir, era un orgasmo tras otro, las delgadas pantorrillas y los pies con los altos tacones de estilete temblaban por lo rígido y difícil de la posición sostenida ya por varios minutos, aumentaban esa extraña sensación de placer y dolor, el dedo de él estaba ya profundamente enterrado en su ano duplicando el placer, atrancada por sus dos agujeros y haciéndola sollozar de placer, y hasta babear, con la lengua por fuera de la boca rojo carmín, y saliva resbalando por la barbilla de el rostro sexy y hermoso que era ahora una mueca de total abandono al sexo descarnado y prohibido que sostenía en ese momento en un lugar casi público sin que esto le importara en lo más mínimo ante las dimensiones del placer que estaba experimentando.
Las contracciones vaginales y espasmos en el esfínter de Carmen al detonar sus orgasmos múltiples extendieron la sensación de placer en el órgano de Jimmy, quien seguía embistiendo, pero que al llegar al tope del interior cálido y mojado no pudo refrenar la reacción en cadena uniéndose al orgasmo de la mujer, chorros cálidos de semen inundaron la apretada oquedad de Carmen, quien al sentir la tibieza del esperma del macho aulló aún más fuerte denotando cuanto le gustaba ser llenada por la leche de su amante.
María quedo ahí, con el vestido floreado abierto de par en par, en el asiento del automóvil y en el regazo de Joaquín, con la boca llena de esperma, satisfecha por haber hecho su labor en la forma en la que estaba acostumbrada, le gustaba mucho mamársela a sus amantes y hacerlos estallar, le daba orgullo de mujer, saber que su técnica era perfecta y que el efecto que concedía a quienes tenían la suerte de meter su miembro en su boca era altamente satisfactorio.
Nos tenemos que regresar dijo el hombre, mi compadre y el grupo están todavía en el bar, y hay que ver qué onda con Carmen – María se quedaría con la vagina húmeda (escurriendo), dedeada y sin recibir la dosis de verga que tanto anhelaba, asintió con la cabeza, acomodo las pantaletas que estaban totalmente sesgadas hacia un costado, cerro los botones del vestido y con una sensación de vacío camino al lado del abogado rumbo a la entrada del bar.
Carmen se meneaba frenéticamente, Jimmy empujaba, metía y sacaba la verga de la empapada vagina de la mujer ahora aún más encharcada por la copiosa cantidad de esperma que había vaciado en el interior de la fémina, hasta que ya no pudo, extrajo el flácido miembro, y con los pantalones a la altura de la rodilla dio un paso de costado apoyándose en el mueble, Carmen finalmente pudo poner las plantas de los pies completamente posados en tierra y varios chorros de líquido espeso cayeron en la alfombra desde su sexo, y muchos otros fluidos resbalaban desde su labia desflorada y abierta por el interior de sus esbeltos muslos.
Sin mediar en la emanación de líquidos, Carmen se arrodillo frente al hombre que la había llevado a la gloria e introdujo el cansado pene del gerente en su boca, aun flácido era muy grande y largo, lamio con bravura limpiando de sus propias emanaciones la herramienta y el hombre se dejo querer – te encanta la leche putita, límpiame la verga, comete tus jugos y mis mecos – la vulgaridad de sus palabras calentaban a Carmen, quien a pesar de estar temblorosa anhelaba ser clavada una vez más y muchas otras por ese miembro increíble que la había hecho gozar de forma casi animal.
Tras dejar totalmente limpia el arma de amor del gerente, se levantó, ajusto la tanga para cubrir su húmedo sexo, bajo la falda y la meso sobre sus adoloridas nalgas y viendo a los ojos del macho pregunto si había gozado tanto como ella, el asintió y le dijo, cada vez que vengas te daré tu ración, sé que quieres más verga y yo estaré encantado de dártela, cambiando de semblante le dijo: apúrate, tengo que regresar a la caja, y a seguir con la operación del bar, se subió los bóxer y el pantalón, lo abotono, le dio un beso en la mejilla y salió de la cabina cerrando la puerta y dejando a Carmen detrás, acomodando sus enormes pechos dentro del brasier y abotonando la blusa.
María entro al bar y Joaquín se fue hacia la mesa donde estaban los amigos con los que había llegado, al estar situada a solo unos metros de la mesa de pista de Carmen y María se sentaban habitualmente se sintió revisada de pies a cabeza, los amigos abogados de Joaquín reían y no cesaban de ver hacia donde ella ya se había sentado y bebía de su cuba libre, las risotadas eran notorias, uno de ellos, Jorge fijaba la mirada en ella, y hasta le aventó un beso, ella sonrió y aparto la mirada, y entre el sonido fuerte de la música alcanzo a escuchar una exclamación de la mesa de los abogados ¿Qué tal mama la vieja, se comió la leche?
Carmen salió de la cabina del DJ, y en el trayecto rumbo a la mesa se topó con Ramiro quien se la comía con la mirada, el mesero la reviso de pies a cabeza, y al cruzarse rozo su pelvis contra las nalgas de Carmen en forma notoria al tiempo de que le decía quedamente ¿llenita de leche? Que rica te veías empinada mamacita, si quieres más verga yo te doy de la mía putona.
El tranquilo y servicial Ramiro la trataba como a una puta o ¿realmente lo era? Llego a la mesa, donde se sentó al lado de su madre quien le pregunto ¿dónde había estado?, Carmen menciono que Jimmy la había llevado a conocer la cabina del DJ donde ponen la música para que los parroquianos bailen en la pista del bar, la madre sonrió y le dijo: Carmen, límpiate la boca, tienes algo blanco arriba del labio casi junto a la nariz, Carmen se llevó la mano al rostro rápidamente, y tocándose el punto donde la madre le había indicado limpio con el dorso de la mano el punto, al bajarla y verla bajo la luz negra del antro un líquido que bajo esa iluminación era entre azul neón y verde agua se revelo ante su vista, esperma de su amante había quedado sin limpiar y la había delatado ante su experimentada progenitora que ahora sabia claramente que su hija se había dado un festín con el encargado del lugar ¿te divertiste? – Si mama, fue algo delicioso, rápido pero delicioso, ¡hasta que se me hizo! La madre se rio abiertamente y volteo hacia la caja donde Jimmy atendía a un parroquiano, - te fue mejor que a mí – escolio, que me prendieron el boiler y no se metieron a bañar.
Las dos mujeres se quedaron un par de horas más, Joaquín volvió a sacar a bailar a María, y Jimmy hizo lo propio con Carmen, como si nunca hubiera pasado nada, entre piezas de salsa y merengue, y tragos de ron, la noche termino y ambas mujeres enfilaron rumbo a la salida del establecimiento al que regresarían una vez más al día siguiente y muchas veces más, y donde ambas se sentían como en casa.