Carmela

Dos cuñados, una boda,...

Esta historia es cierta, tan solo cambian los nombres de los que estamos implicados en ella. Diré quienes somos; por un lado están Carmela de 47 años y José Antonio su marido de 46 y a su vez hermano de mi mujer que es Nuria con 43 años, y luego estoy yo que soy Pedro y tengo 42 años. Físicamente todos somos bastante normales de aspecto físico pues intentamos cuidarnos bastante y eso se nota.

Los dos matrimonios tenemos bastante contacto pues vivimos bastante cerca y acabamos compartiendo algún fin de semana y salidas ocasionales.

Nuria y yo tenemos dos hijos ya adolescentes y mis cuñados no han tenido ninguno, esto hace que mi cuñada se conserve muy bien, sin casi vientre y con un culo y sobre todo un pecho exquisito y para nada caído.

Yo en mi matrimonio con los altibajos propios de una relación duradera estaba bastante contento. Vivimos bien y ahora después de acabar de pagar el piso y estar más desahogados económicamente empezamos a poder permitirnos algún capricho que otro, pues los únicos gastos serán los estudios de nuestros hijos. La relación de pareja siempre ha sido normal, tenemos la suficiente confianza para contarnos casi todo y el sexo entre nosotros aunque ya no fuésemos igual de fogosos que de recién casados era bueno. Follabamos casi todos los fines de semana viernes y sábado y a veces también entre semana si se presentaba la oportunidad de estar solos. Lo hacemos con mucha calma y sobre todo dedicándonos tiempo el uno al otro. Mi mujer es bastante clásica para el sexo y prefiere la postura típica del misionero y pocas veces le gusta practicar cosas diferentes, tan solo acepta (y porque le encanta) que sea yo quien la masturbe o que me coma su gran potorro peludo. Evidentemente me devuelve el tratamiento y muchas veces tiene que comerme la polla hasta que me corro, pero no le gusta tragarse mi leche aunque a veces lo haya hecho, pero como digo no le gusta. Probar otras posturas como a cuatro patas, o el sexo anal no entran dentro de sus esquemas y por tanto no presiono y no lo hacemos.

Ya dije antes que los dos matrimonios nos llevamos bien y compartimos salidas, por ello las dos mujeres tienen confianza y se cuentan sus cosas, es por ello que me enteré que mi cuñado en la cama es un desastre, según me contó mi mujer aunque este bien dotado debe sufrir de una grave eyaculación precoz que ha amargado la vida de su mujer que nunca ha conseguido gozar un orgasmo con su marido sino ha sido con sus dedos o las veces que se ha masturbado ella misma. Además mi cuñado es muy reacio al sexo oral y son contadísimas ocasiones las que le ha comido el coño a su mujer (creo que solo las pocas veces que vuelven un poco borrachillos es cuando mi cuñada es capaz de engañarle de que lo haga). Es por ello que mi cuñada está absolutamente frustrada y quizás a eso se debe que esté siempre irritada y susceptible con todos. Carmela ha explotado en su trabajo, donde a base de horas y dedicación se ha hecho con una buena posición económica y de reconocimiento profesional; a lo que ha ayudado su imposibilidad de tener hijos que es también una grave frustración para ella.

Nunca había mirado a m i cuñada como hembra y eso que hemos estado en la playa los cuatro en muchas ocasiones y he podido observar su bien cuidada figura. Pero la vida da a veces giros insospechados. El nuestro tuvo como detonante una boda en otra ciudad del hijo de un primo de mi mujer y de mi cuñado. Para esas fechas mi cuñado dijo que le era imposible ir pues tenía trabajo, por tanto programamos todo para ir los tres, mi mujer, Carmela y yo. Con antelación reservamos dos habitaciones en el mismo hotel donde se celebraba el banquete, pues era de tarde y por comodidad nos quedaríamos allí a pernoctar. Pero justo dos días antes de la boda mi hijo pequeño tuvo un percance haciendo deporte y se rompió una pierna y le escayolaron. Mi mujer dijo entonces que no iba a la boda. Yo insistí en que fuera ella y yo me quedaba con el chaval , pero se cerró en banda y dijo que de ninguna manera. Insistí diciendo que si nosotros no íbamos tampoco iría Carmela y que haríamos un feo a su familia.

Entonces decidió que fuésemos Carmela y yo en representación. Cuando lo hablamos los cuatro, ni Carmela ni yo queríamos pues no conocíamos más que a la familia más cercana y que coño, era la familia de ellos. Pero al final tuvimos que ceder y acudimos a la famosa boda Carmela y yo. Ese sábado madrugamos bastante con intención de quedar instalados en el hotel lo antes posible, llegamos y después de subir cada uno a su habitación, salimos para comer un poco, regresamos rápido para echar una pequeña siesta, ducharnos y vestirnos para la boda. Cuando estaba a punto de salir, llamaron a mi puerta, era Carmela que no podía acabar de abrochar su vestido. Me quede de piedra, pues mi cuñada estaba increíble de guapa, arrebatadora con un vestido negro que dejaba su espalda al descubierto y una gran abertura hasta bien arriba del muslo. Como pude subí la cremallera y me quedé con una gran erección, totalmente involuntaria, pero que me dejo fuera de juego. Yo acabé y esperé en el vestíbulo , sin poder dejar de admirarla cuando llegó. Ella se dio cuanta de que la miraba y preguntó si algo estaba mal, a lo que tuve que reconocer que no que solo miraba lo guapa que estaba, ella rió con mi comentario y quedo todo ahí.

Fuimos a la iglesia y allí tuvimos que explicar y repetir a toda nuestra familia política porque no habían venido nuestros cónyuges, con lo tedioso que es y además siempre hay un cabrón que hace un comentario malintencionado.

Después de la ceremonia, tomamos un refresco en una cafetería con otros familiares y pude comprobar que muchos hombres no podían dejar de mirar a Carmela. Cuando volvimos al coche para ir a cenar le comenté que estaba siendo el centro de atención de todos los hombres por lo espectacular que se le veía. Me miró nerviosa pero no dijo nada, en la cena nos pusieron con parte de la familia a la que no conocíamos casi de nada y por eso nosotros hablamos entre nosotros. Pese a que nuestra conversación transcurrió por temas comunes descubrí una nueva mujer, su conversación era amena, pausad, equilibrada e interesante, mientras que otras veces se subordina a lo que dice su marido. Lo pasamos aceptablemente bien, pasando ampliamente del resto de la gente. Cuando llego la hora del baile, nosotros con cierta discreción nos acomodamos en unos sofás bajos alejados de la pista donde la familia hacía el oso. Seguimos nuestra conversación ,pero yo empecé a ponerme nervioso pues por la postura y las hechuras de su vestido quedaba todo su muslo a mi vista e incluso al moverse adivinaba sus bragas negras como el vestido. Como me vio nervios preguntó que pasaba y con inquietud le comenté que me estaba llevando una ración de vista tremenda y que eso tenía efectos secundarios. Se rió de buena gana y se compuso la ropa como pudo. Ya llevábamos un buen rato sentados y empezábamos a aburrirnos de estar allí, además habíamos bebido tres cubatas lo que junto al vino de la cena empezaba a hacer efecto. No se que me motivó pero cuando sonó una canción lenta la tomé del brazo y le dije que bailásemos. Carmela no quería pero se dejo llevar. Yo la llevaba agarrada y estuvimos bailando tres o cuatro canciones casi sin hablar. Me limité a aspirar su aroma y con mi mano posada en su espalda sentía la calidez de su piel. En una canción un primo dijo que ahora le tocaba a baliar con él y rompió el encanto dejándome de pie como un idiota mientras se la llevaba de mi lado. Cuando acabó la canción Carmela volvió a mi lado totalmente colorada, pregunté que pasaba y me dijo que este primo, casado y bastante borracho la había tocado el culo y al oído le había dicho que si no fuera porque estaba su esposa estaba allí ya se la hubiera llevado afuera para echarla un polvazo.

Carmela estaba rabiosa y tuve que aplacarla diciendo que no era consciente de lo guapa que estaba y el efecto que tenía sobre todos los hombre que estábamos allí. Había dicho estábamos, y por eso Carmela preguntó si a mi también me afectaba. Me calle y cogiéndola otra vez nos pusimos a bailar de nuevo. Al estar muy juntos de nuevo, sin mirarle alos ojos me atreví a decirle que si me afectaba estar abrazando a una mujer tan bella. Al oírme Carmela se pegó más a mi y puso sus tetas en mi pecho. Inmediatamente mi pene se puso en marcha y claro no pude evitar que ella notase mi erección. Cuando notó que algo duro chocaba con su vientre aún se pegó más y mirándome a los ojos me preguntó que ocurría. Yo estaba como un tomate, y no era capaz de articular palabra ni de siquiera disculparme, tan solo me salió que si quería nos sentábamos. Carmela divertida dijo que si volvíamos ala butaca con ese gran bulto todos se iban a dar cuenta. Yo estaba más que azorado y no sabía que hacer, le pregunté que hacíamos y ella dijo que no sabía que lo mejor era seguir bailando. Solo pude contestarle que si seguíamos como hasta entonces no respondía de mis actos y podía hacer una locura. Carmela me miró a los ojos, puso la cara más seria y a la vez más picante que le he visto nunca y me dijo que por favor que hiciésemos locuras que ella las necesitaba. No podía creerme lo que estaba pasando, como pude acomodé mi polla en los pantalones y dije de volver al sofá. Sentados juntos y hablando de todo un poco no podía quitar mi vista de sus piernas y ella no perdía detalle de mis problemas para ocultar mi regular trempera. Cuando ya eran más de las dos de la mañana se acabó el jolgorio y mientras mucha gente se fue de copas nosotros nos despedimos de toda la familia y que como al día siguiente viajábamos nos íbamos a dormir.

Todavía estuvimos un buen rato con amigos novios, familiares, etc, y ya en recepción el chico me miró con ojos de envidia, y puso cara rara al darnos dos llaves, yo en alto para dejar clara la situación dije "bueno cuñada vayámonos a la cama" En el ascensor miré a Carmela y ella me miró a mi. Creo que no lo pudimos evitar pues en un segundo nuestras bocas estaban unidas en un profundo beso. Cuando el ascensor llegó a nuestra planta nos separamos y salimos al pasillo sin decir nada. La primera habitación erala suya, cuando abrió la puerta yo seguía a su lado parado pero sin decir nada. Supongo que los dos teníamos mucho miedo de lo que pudiera pasar. Así estuvimos un momento que pareció interminable, con la puerta abierta. Cuando la situación se hacía insostenible me volvió a salir lo de "venga, vámonos a la cama" y fue como romper un hechizo, pues Carmela riéndose dijo que si a la suya o a la mia. Juro que no pensé que hacía, perola empuje dentro de la habitación, cerré la puerta con el pie y allí mismo la abracé y nos volvimos a besar. Carmela se dejaba besar, al principio un poco pasiva pero luego empezó a participar. Enseguida mi lengua y la suya se recorrían y no se separaban. Pasado un rato nos separamos un poco. Entonces la miré de arriba abajo y le dije que estaba preciosa. Ella se giró un par de veces riéndose y al momento se pegó a mi para besarme de nuevo. Fue un gran beso, pero al separarnos le pregunté si quería que lo dejásemos o estaba dispuesta a seguir. Con un pequeño gemido se acercó, mordió mi oreja y me dijo en voz baja que quería sexo, y que esperaba no tener que arrepentirse de portarse como una zorra. Se volvió a separar y dijo que iba al baño y que esperase en la cama. Cuando entró en el baño estuve apunto de irme a mi habitación, pensé que era mi cuñada, que la tenía gran aprecio, que estaba arriesgando mi matrimonio, pero por otro lado mi calentura me decía que no podía dejar pasar la oportunidad de follar con una mujer tan maravillosa. Pudo el angelito malo, así que no lo pensé mas, me desnude, doble mi ropa y la deje en la butaca junto a la cama y me metí tapándome hasta el pecho. Después de cuatro o cinco minutos salió Carmela. Me quedé helado, había dejado su vestido en le baño y venía hacía mi tan solo con sus bragas negras de encaje y un pequeño sujetador negro que poco podía hacer para tapar sus tetas. Al salir me preguntó que me parecía y solo pude decir algo como "GUAUUUU" llegó a la cama descubrió las sábanas y también descubrió mi polla apuntando al techo. No lo dudó, se tumbó encima mío y no dejamos de besarnos.

Por supuesto mis manos no pararon quietas y todo mi culo quedó a su alcance y empecé a disfrutarlo. Conseguí incluso que uno de mis dedos recorriendo el canal entre las dos mollas del culo llegase a su ano, sin forzar y sin intentar entrar acaricié su agujero. Cuando mi dedo salió se lo acerqué a la boca , chupó sus propios sabores y cuando estaba lo suficientemente lubricado volví a ponerlo ala entrada de su ano. Ahora si que lo metí, Carmela pegó un pequeño bote pero siguió comiéndome la boca. La postura no daba para más, por eso como pude la fui moviendo y poniéndola boca arriba desde un lado no deje de tocarla, de morder sus tetas, de acariciar su vientre y por encima de la braga con toda mi palma acariciar su pubis. Las bragas de lo húmedas que estaban marcaban su gran potorro en toda su perfección. Yo ni las apartaba, con tela y todo llegue a meter la punta de mis dos dedos dentro de su coño, y a todo esto Carmela no dejaba de gemir bajito y pegar bandazos con todo su cuerpo. Cuando me decidí y apartando la braga a un lado (pero sin acabar de quitársela) entré en con mis dos dedos en su coño y empecé a acariciar su botoncito, su boca se abría y cerraba, chillaba, reía, lloraba y se corrió como nunca lo hizo mi mujer. Se quedó inmóvil, en tensión y explotó. Cuando acabo de moverse rompió a llorar. Me quedé como petrificado y pensando en lo peor. Supongo que al ver mi cara se asustó también. Sólo me atreví a preguntar que pasaba. Carmela llorando me dijo tan sólo "GRACIAS" y se abrazó a mi llorando . Juro que no entendía nada, pero me estuvo hablando y contando los problemas que tiene en la cama con su marido, que se corre enseguida y que no le gustan los preliminares, que por todo eso la única forma que tiene de satisfacerse es hacerlo ella misma y que aunque intenta contenerse, llega un momento en que no puede mas y se ve obligada a masturbarse. Me contó que incluso había pensado en buscarse un amigo discreto con el que verse ocasionalmente pero que no quería riesgos.

Que a lo que más había llegado fue en una cena de empresa bailar con un compañero de trabajo pero al notarlo empalmado tal como esa noche conmigo, se excusó y se fue a casa para evitarse problemas Me contó que esa noche tuvo una grandísima discusión con su marido por ser incapaz de darle placer, pero se tuvo que conformar con ir al baño y en el bidet y con un chorro de agua caliente y sus dedos masturbarse con la puerta abierta para que su marido supiese lo que estaba haciendo Todas sus confesiones solo consiguieron que mi polla se estirase aún más. Carmela no intentaba ni tocármela, así que le dije que no pasaba sino follabamos pero que al menos me diera alguna satisfacción. Me preguntó en que estaba pensando, por eso tal cual estaba en la cama recostada, me fui incorporando y poniéndome de rodillas a la altura de su boca, le puse toda mi cabezota entre sus labios. Claramente no era una experta, ahora sé que tan solo se la había mamado a su marido en poquísimas ocasiones, por eso fui yo quien le iba dando las oportunas explicaciones del ritmo de cómo usar las manos para agarrar mis huevos, como debía de jugar con su lengua, como morder mis pelotas, y consiguió acelerarme del todo. Cuando me iba a correr le dije que ya estaba a punto y le sugerí que se tragase mi leche, no sé si entraba en mis cálculos o no pero lo hizo, agarré su cara y dando dos sacudidas le metí la polla hasta la garganta y me corrí echando la corrida más larga e intensa de mi vida.

Tanta leche salió de mí polla que Carmela empezó a toser y tener arcadas. Cuando acabé y saque mi polla de su boca recuperó la respiración. No se había desperdiciado ni gota, supongo que la tenía tan adentro que tuvo que llegarle directamente al estomago. Me limité a preguntar si le desagradaba el sabor, y me dijo que era "diferente" pero no estaba mal. Seguimos los dos recostados y hablando. Yo saqué el tema de que nunca le había sido infiel a mi esposa y que no estaba seguro de que podía pasar en el futuro. Carmela me dijo que ella no quería destruir ni su matrimonio ni el mío. Que había sido una locura y que nunca más volvería a ocurrir. Yo asentí, pero mi polla estaba otra vez en forma. Cuando Carmela vio que estaba otra vez en posición de firmes me dijo que bueno que ya que iba a ser una sola vez, que iba a resarcirse. Ahora fe ella la que de rodillas se metió mi polla en la boca y la estuvo lamiendo y jugando y demostrando todo lo que había aprendido un rato antes. Sus tetas ya libres del sostén, colgaban lo justo para que yo las agarrase y jugase con sus pezones. Ahora Carmela se estaba entusiasmando y tuve que frenarla un poco, pues no quería correrme de nuevo en su boca. Como pude y con su ayuda quité sus bragas, su potorro muy peludo, sin recortar para nada sus pelos oscuros y pegajosos que brillaban de todos los jugos derramados.

La tumbé y acomodándome metí mi cabeza entre sus piernas, para ella era algo nuevo, pero poco a poco lo fue disfrutando. Mi lengua se cansó de recorrer su coño, sus labios, de entrar y salir, me cansé de beberme todos sus caldos y Carmela debió de correrse al menos tres veces, pues la tenía tan bien agarrada que no la dejaba cerrar sus piernas, aunque suplicó que si seguía la iba a matar. Cuando me pareció me incorporé un poco y fui subiendo hasta quedar con mi aparato justo a la entrada de su coño. Me apoye en las dos manos, con mi polla a la entrada de su vagina que estaba como un mar. Entonces le miré a los ojos y pregunté si estaba preparada y si lo quería. No dijo nada, se mordió los labios y pasando sus manos por mi culo me ayudó a que entrase. Entró muy fácil, y en un segundo mis huevos estaban pegados a su pubis y con Carmela ensartada por mi polla. Me soltó y dejándose caer se dejo hacer. Yo me moví dentro y fuera de ella con un bombeo a veces rápido, otras lento; a veces m demoraba un rato dentro de ella, otras veces era la cabeza de mi polla la que desde la entrada rozaba los labios de su coño y su clítoris. Enseguida Carmela se puso histérica y comenzó a decir barbaridades, a gemir, a moverse y a desbarrar. Se corrió y tuvo que morder la almohada para no gritar. Ni así pare, pese a que me suplicó que saliese de ella que estaba muy sensibilizada, tuve que decirla que no que ahora me tocaba gozar a mi. Seguí con mis embestidas y cuando no pude más entre en un último empujón hasta el tope y me corrí. Esta vez la corrida fue menos intensa pero Carmela notó el calor de mi leche regando el interior de su coño.

Quedé derrumbado dentro de ella, cuando aflojó y salí quedé como muerto boca arriba. Carmela me tapó y se abrazó a mi. Supongo que era ya muy tarde y el día había sido muy intenso y nos quedamos profundamente dormidos. No habíamos corrido las cortinas, por eso de mañana con la luz despertamos. Cuando fui consciente de donde estaba no sabía que hacer, pero al notar el culo de Carmela pegado a mi vientre y el recuerdo de la noche anterior consiguió ponérmela dura otra vez. En la postura en que estaba desde atrás acaricié sus pezones y abrí su culo, para que mi dedo anular entrase en su ano. Con mis manejos se despertó y al notar mi erección me miró a los ojos y me preguntó después de darme unos educados buenos días sino había tenido bastante la noche pasada. Respondí que con una mujer como ella es difícil tener bastante. Ala vez alargué mis brazos hasta llegar a su coño, todo pringoso de nuestras corridas, me abrí paso y noté como ella reaccionaba. En cuanto acaricié su clítoris venció toda resistencia y poniéndose de espaldas y abriéndose del todo me pidió que la volviese a follar como por la noche. No me hice de rogar y sin más preámbulos me coloqué entre sus piernas y se la clavé. Como en la noche pasada jugué con entrar más o menos y más rápido y más despacio hasta que estaba totalmente excitada y se corrió de nuevo mordiéndose los labios para no gritar. Yo aguanté lo que pude y seguía bombeando. Después de un pequeño intermedio en que Carmela parecía quieta, volvió a reaccionar y entonces me corrí yo. Quedamos juntos y quietos encima de las sábanas y al mirarnos nos echamos a reír. Carmela me dijo muy seria que se había corrido conmigo más veces que en todos los años de matrimonio con su marido. Yo muy risueño le dije " Y LO QUE TE QUEDA". Ella me vaciló diciendo, "ME QUEDA ¿QUE?", entonces agarré su brazo y la hice bajarse un poco y le dije que me la chupase para ponerla otra vez en forma. He de confesar que no soy ningún superdotado, ni un atleta en la cama, pero aquella vez di y saque de dentro todo lo que tenía. Cuando mi polla reaccionó lo suficiente, fui yo quien le devolví el tratamiento a Carmela, me comí su coño hasta que berreó y se corrió de nuevo.

Cuando quería descansar le puse a cuatro patas y en la postura de los perros se la ensarté en el coño pero desde atrás. Con mis manos jugaba con sus tetas y sus pezones en punta, o con los labios de su coño, y a veces le sacudía el culo con algún que otro azote. Carmela estaba alucinada, pero conseguí que se corriese otra vez, lo hizo tan fuerte que me estrujaba la polla con sus movimientos involuntarios. Quedó medio recostada y después de mis corridas pese a seguir con la polla tiesa yo no me corría. Estuve tanto tiempo entrando y saliendo y tocándola que se puso como loca otra vez. Empezó a correrse y a apretar mi polla y ahora si que no pude aguantar y fui yo el que se corrió y al poco lo hizo Carmela. Descansamos y dormimos otro poco, cuando despabilamos de nuevo y como empezaba a ser tarde, fuimos ala ducha, allí la manoseé todo lo que quise y ella a mi pero mi polla ya no reaccionó. Cuando acabamos me vestí y fui a mi habitación, revolví la cama para evitar comentarios, me cambié, preparé mi bolsa y volví a buscar a Carmela a su habitación. Vestida normal seguía estando guapa y le dije a la vez que le abrazaba y besaba que el sexo le sentaba pero que muy bien; ella asintió y reconoció que estaba como nunca, pero que debíamos volver a la rutina y a nuestras respectivas casas y obligaciones. No solté el brazo, seguí besándola y le dije que pese a todo alguna vez podíamos buscar un pequeño desahogo juntos, me miró sería y me dijo que había disfrutado lo que nunca pero que pensaba que no podía repetirse. Cuando pagamos el hotel y salimos, le dije que comeríamos de camino.

En el coche seguimos hablando de todo un poco y también de nosotros, y ella seguía mostrando sus temores por lo que pudiese pasar. Llamó a su marido y le contó que todo había estado bien, que nos aburrimos bastante y que ya estábamos saliendo, pese a que levábamos ya mas de hora y media de camino. (luego me dijo que así podíamos estar más tiempo comiendo) le dije que llamase también a mi mujer por mi al ir yo conduciendo. Lo hizo y preguntó por mi hijo y le contó lo mismo que había sido muy aburrido. Paramos en una población grande que queda de camino pero fuera dela autovía. Allí como recién casados comimos y jugamos con nuestras manos, nos besamos y agarrados paseamos por el pueblo. Cuando volvimos a la carretera nuestros ánimos estaban más sombríos y casi no hablamos en un montón de kilómetros. Yo me estaba agriando por momentos y por mi cabeza pasó una locura. Cuando vi un pueblo grande, salí dela autovía, Carmela preguntó que pasaba y le dije que confiase en mi. Estábamos apoco menos de 100 kms. de llegar a casa. En el pueblo busqué un hotel en condiciones y le dije a Carmela que nos quedábamos a dormir. Me dijo que estaba loco y que lo iba a echar todo a perder, me suplicó seguir camino. Yo no hice caso y con mi móvil llamé a mi mujer y le dije que estábamos de camino y se nos había parado el coche, que estábamos esperando a la grúa.

Carmela me miraba incrédula y no decía nada y le pedí que también ella llamase a su marido. No quería y le dije que si no le llamaba yo. Por fin le llamó y acabé hablando yo también con mi cuñado explicándole que debía de ser una tontería y que el taller de guardia lo arreglaría enseguida. Carmela más clamada me dijo de todo pero parecía más serena, cogimos una habitación diciendo que éramos matrimonio y sin más nos fuimos a la cama. Serían las seis de la tarde. Lo primero fue una ducha, juntos por supuesto en la que me encargué de quitarle todos los miedos a Carmela, con mis manoseos y toqueteos en su coño se calentó tanto que en la misma ducha se corrió. Nos secamos y aprovechamos para acariciarnos y luego desnudos y en la cama tuvimos un encuentro glorioso, me puse entre sus piernas y estuve un gran rato bombeando hasta que se corrió otro par de veces. Cuando me corrí yo y después de descansar y vestirnos le dije que me siguiera. Ya en la calle y con ruido de coches llamé a mi mujer, le dije que la avería era una tontería, pero que no tenían piezas y que el mismo lunes ala mañana la traían y para las 9, 30 estaba en marcha. Le dije que estábamos a una hora de casa y que yo me quedaba a dormir allí y así después de tener arreglado el coche iba al trabajo directo.

Que iba a llamar a su hermano para que fuese a recoger a Carmela. Carmela me miraba sin creer lo que oía. Entonces llamé a mi cuñado, me recreé en la historia de la pieza que faltaba y le dije donde estábamos, que pasase a buscar a su mujer si quería, porque yo me quedaba a dormir en el pueblo, cogía el coche arreglado a primera hora y a las once estaba currando con normalidad. Le pasé con su mujer y él preguntó si tenía que ir a por ella, ella dijo que no hacía falta sino quería que podía quedarse también a dormir, que hacer doscientos kilómetros a lo tonto pues era un gasto innecesario, además solo perdería dos horas de trabajo que las recuperaba en un par de días. Se quedó convencido de ser él quien convenció a su mujer a quedarse a dormir, y mientras Carmela hablaba por el móvil, yo me entretuve metiéndole mano, abrazándola, tocándole las tetas por encima de la ropa y besándola.. y eso que estábamos en la calle. Cuando colgó me riñó diciéndome que podía vernos alguien, que estábamos en la calle, me reí diciendo que allí éramos un matrimonio. Más tranquilos pinchamos y tomamos una cañas y sobre las diez volvimos al hotel. Estábamos casi desnudos cuando llamé de nuevo a mi mujer. La cabrona de Carmela me devolvió la broma y mientras yo conversaba con Nuria, me comía la polla. Estuve contándole cosas de la boda, de sus familiares, de lo guapa que estaba su cuñada y le dije ya sabes lo estirada que es "QUE PARECE QUE ESTA ENFADADA CON TODO EL MUNDO". Luego me puse en plan marido ausente diciéndole a Nuria que ese fin de semana no habíamos cumplido con nuestras obligaciones maritales y que las echaba de menos, ella decía que también y que ya nos desquitaríamos entre semana. Bromeó diciéndome que alguna cosita buena habría en la boda y yo dije que estuve todo el tiempo cuidando de su cuñada. Total la típica conversación de un matrimonio.

Cuando colgué Carmela se me echó encima diciéndome , "CON QUE ESTIRADA TE, VAS A ENTERAR TU" y se puso a mamar mi polla con tal entrega que casi me corro. Cuando estaba a tope se quito las bragas y se sentó encima de mi. Me cabalgó dejando sus tetas a mi total disposición, y se las magreé y estrujé hasta hacerla daño. En esta postura era ella la que llevaba la total iniciativa, se corrió dos veces con unos movimientos u una culadas tremendas que casi me arrancan la polla. Yo pobre de mi aguanté como pude y por supuesto vacié mi huevos y la poca leche que me quedaba en aquel glorioso coño. Aquella noche fue muy larga, quería probarlo y repetirlo , experimentó por primera vez un 69, algo que la dejó extasiada, y aunque yo insistí no hubo forma de tener sexo anal.

Por la mañana madrugamos, jugamos un rato en la cama, follamos y chupó mi polla que ya estaba en las últimas y en la ducha nos dimos un último repaso. Salimos de allí como una pareja clandestina, y a las a diez menos cuarto la deje en su trabajo. Y yo al mío. Esa noche llegué a casa tarde, la excusa fue que al retrasarme tenía muchas cosas pendientes, y diciendo que estaba roto me fui sin cenar a dormir. Supongo que mi mujer se quedó con las ganas de echar un buen polvo, pero es que yo ya no podía con mi alma.

Nota : Esta historia es verídica y redactada en primera persona por mi, aunque yo no sea uno de los protagonistas de la historia. Se redactó siguiendo los recuerdos y las indicaciones de un participante principal en la misma, que confió en mi por motivos que no hacen al caso y con la finalidad de dar una sorpresa al otro protagonista, después de que un pequeño malentendido los alejara. Actualmente me consta que siguen siendo amantes, cuidándose mucho de ser descubiertos, lo que hace que los encuentros clandestinos entre ellos sean esporádicos y muy distanciados en el tiempo. Lo que hace que cuando pueden estar a solas les consuma la pasión.