Carlos y yo
El sofá es un buen sitio para iniciar un encuentro.
Llegamos a casa como cualquier otro día. Los dos estábamos cansados de tanto trabajar y después de ponernos el pijama y cenar, fuimos directamente al sofá a descansar. Carlos y yo nos sentamos y yo puse los pies en su regazo.
Sin pensarlo, roce mis pies con sus partes para calentármelos y él inmediatamente dio un saltito. Al verlo, empecé a rozar mis pies una y otra vez hasta notar que su entrepierna iba en aumento. Le dije que se quitara los pantalones para poderlo sentir mejor. Y cuando se puso de pie aproveché para ponerme enfrente de tu pene.
Miré a Carlos con picardía y empecé a tocar su pene pon encima del calzoncillo. Lo tocaba suavemente al principio para aumentar su deseo, luego con más dureza, hasta que empecé a mordisquear su falo por encima de la ropa. Carlos no podía más, así que se bajó los calzoncillos para enseñarme la dureza de su pene. Me cogió de la cabeza y me animó a chupársela.
- Me estoy muriendo de ganas de que te la metas en la boca, venga, hazme feliz!
Escuchando su petición me metí el glande en la boca y comencé a chuparlo como si se tratara de un chupa chup, tenía tantas ganas de saborearlo que no dejé ni un trozo por lamer. Escuchaba a Carlos gemir y eso me hacía tener más ganas de volverlo loco. Él empezó a moverse al mismo compás que mi boca y noté que su pene se hinchaba cada vez más, más, más Carlos estaba a punto de correrse, pero aquí no terminaría el juego, así que dejé de chuparle y me incliné hacia atrás en el sofá.
- Yo también quiero algo a cambio .-Dije.
Carlos se inclinó hacia mí, y me besó con ternura jugueteando con nuestras lenguas, con sus manos me acarició el cuello y la cara, los hombros, los brazos, hasta llegar a mis manos que las aprisionó por unos minutos mientras comenzó a besarme por el cuello y la oreja.
- Ven, levántate un momento.
Yo obedecí a su petición y con sus manos levantó la parte de arriba hasta conseguir quitármela. Se quedó un rato observando mi cuerpo hasta que sus manos empezaron a reaccionar. Acarició mis pechos, pellizcó mis pezones un largo rato y mi respiración iba cada vez más rápida. Me metió un dedo en la boca para que lo chupara y luego fue dibujando un caminito por mi pecho, barriga, ombligo, hasta llegar a la entrada de mis pantalones.
Para ese entonces yo ya estaba muy excitada.