Carlos y la apuesta perdida

Puse mi culo en juego y perdí

Después de la primera vez con Carlos mi vida y sabiendo que el sexo regalaba otras cosas, la relación con mi novio estaba finalizada. Durante un tiempo más hasta que mi desinterés fué tan evidente que nos alejamos.

Mis encuentros con Carlos eran cada vez más frecuentes y más placenteros. En sus 26 años era todo un experto en eso de tocar, besar, lamer y coger. Recuerdo que un día le pedí que me dejara medirle su pija,  entre risas me contestó que medía 22x6.

Mentira !! le respondí. Si mide eso mejor dedicate a las películas porno

Ok, me dijo, si no mide eso no nos vemos más. Ahora, si esa es la medida me regalas tu culo.

Lo miré fijamente esperando detectar algún gesto que me permitiera ver donde estaba la verdad. Sólo vi su cara de jugador de poker y la sonrisa que tanto me gustaba.

Bueno, dije con decisión fingida. Pero si ganas yo elijo el momento y como lo haremos. No podía creer que la niña buena y linda que había ido a colegio de monjas en Castelar pudiera estar diciendo eso. Pero si algo habían logrado mis encuentros con Carlos era que sacaron mi personalidad de puta en la intimidad. Luego en público yo era una señorita y él me trataba con sumo respeto y una distancia lógica. Ante el mundo del tren sólo éramos buenos compañeros de viaje

Para nuestro próximo encuentro llevé un metro de modista, esos que se enrollan.

Cuando se lo mostré, él no pudo evitar reirse y me dijo “ para medirlo tendrás que pararlo con tu boca”

No había más que decir, chuparle la pija era un placer que no me privaría por nada del mundo. Su cabeza de flecha y su tronco venoso y suave me exitaban terriblemente. Tomarme toda su leche sin que escapara ni una gota, se había vuelto mi postre preferido.

Feliz de la confianza que nos teníamos tomé su pija ya parada y comencé el hermoso juego de tocarla, succionarla, pasarle la lengua y metérmela hasta el fondo de mi garganta.

Ya era un mástil de carner, la solté e inmediatamente se pegó a su vientre con un seco golpe.

Tomé el metro y lo apoyé sobre la raíz, luego lo extendí y.....22,3 cms!!! sus ojos se achicaron y su sonrisa apareció plena.

Volví a colocar el centimetro para medir su ancho y....6.10!! Ya no pudo contener su risa y saltando en la cama su puso detrás mío y empezó a lamer mi conchita mojada.

No sabes lo que te gustará!! decía entre beso y beso. Yo estaba conmovida, el culo siempre había sido algo que no entraba en mis planes sexuales. Quizás porque mis amigas no lo hacían o porque quien o hizo contó que no fue agradable.

Pero el cuerpo manda, siempre manda. Mientras Carlos deglutia mis labios, lamía mi clítoris e introducía su dedo en mi concha, yo que hacía? Pués paraba mi culo. Estaba perdida, mi mente decía que no y mi vientre gritaba que sí.

Ese día Carlos me cogió mucho, estaba voraz. Me puso en cuatro patas y apuntando su misil a mi concha lo introdujo lentamente como a mi me gustaba. Su cabeza abría y salía, empujaba un poco, paraba y retrocedia. Volvía a empujar ahora más profundo...y así mi concha se acostumbraba, se abría y alojaba esa torre de carne caliente. Al rato y con un firme empujón la clavó toda, sentí como nunca que aplastaba mi matriz. La retiró un poco y nuevamente penetró hasta pegar sus huevos a mi culo. Como les conté mi concha se había acostumbrado bastante a su pija, él la metía de a poco y solo cuando yo se la lubricaba con mis sucesivos orgasmos, él se liberaba y comenzaba a taladrarme por minutos. Así que con mis gritos y gemidos de fondo se dedicó fuertemente a embestirme sin piedad. Estuvo así mucho más tiempo de lo habitual, yo ya había perdido noción de tiempo y lugar. Gritaba, gemía, jadeaba, los ojos perdidos y la sangre hirviendo. Y el me llenó de leche tibia. Cuando la sacó se la chupé de nuevo como una glotona. No tenía salida, este hombre se iba a quedar con todo lo mío.

Ese día descubrí cuando volvía a mi casa que el dolor que me quedaba luego de coger con él era apenas perceptible. Sóla en el Uber sonreí pensando que ya me comía sin problemas una 22.3x6.1.

Pasaron algunas veces mas que saliendo de nuestros trabajos nos encontrábamos hasta que un buen día tomé valor y le dije: “la próxima vez pagaré mi apuesta”. El miró hacia el cielo, luego volvió su cabeza a mí y me dijo: “Cuando lo hagamos cambiará tu vida aún más, descubrirás quién sos realmente”.

A los dos días lo llamo por teléfono, si ya se que pensarán que soy algo ninfómana, pero sólo de pensar

en esa pija y ese cuerpo podría coger con él todos los días.

“Carlos, voy a hacerlo. Sólo te pido que sea en un lugar lindo y que tengamos mucho tiempo para ir despacio”

“Orian, me respondió, iremos a un motel muy lindo. Pediremos champagne y brindaremos por el momento” Como no querer comerlo todo a un hombre así? Como no entregarle el culo a ese santo?

Ya será momento de contarles, no puedo escribirlo sin que nuevamente mi garganta se seque, mi respiración se agite y se moje mi braga.

Fue tan intenso e inolvidable que no quiero perder detalles. Y aún con el paso del tiempo no olvido ninguno.

Oriana