Carlos S (Historias de una escort 3) 1

A veces los clientes me piden que les acompañe en una celebración especial para ellos

Carlos S. (historias de una escort 3)

  • ¿Ana S.?.- Dijo una voz

  • Al teléfono.- Respondí.

  • Soy Carlos S.

  • Me acuerdo, ¿qué puedo hacer por usted?

  • Deseo contratarla para el sábado 5 del mes que viene.

  • ¿Cual es el programa?

  • Pues verá, se trata de algo especial.

  • Usted dirá.- No siempre son comidas de negocios o actos sociales.

  • Es difícil de explicar.- sonó como si estuviera azorado.

  • Inténtelo.- le animé.

  • Verá, ese día es mi cumpleaños y quiero pasarlo de una manera especial para mi.

  • No parece nada diferente.

  • Lo es para mi, verá.- empezó a explicarme muy azorado.- yo estoy separado y vivo solo, en casa me gusta vestirme de mujer, y había pensado pasar el día de mi cumpleaños entero vestido.

  • ¿Y cuál sería el plan?.- pregunté para que, al seguir hablando se desasosegara, el trabajo parecía diferente a lo que había hecho hasta el momento.

  • Me gustaría dedicar la mañana a ir de tiendas, luego comer en algún sitio, dar un paseo por la tarde, ir al cine, cenar fuera e ir a tomar una copa y bailar antes de volver a casa.

  • Me acere aceptable pero le propongo un cambio.- Dije.

  • Usted dirá.

  • Las mujeres, raramente estamos todo el día fuera con la misma ropa si podemos cambiárnosla. El cambio es volver a su casa después de comer, descansar un poco y cambiar de ropa para salir por la tarde.

  • Me parece muy acertado. Le tengo que decir que, aunque llevo tiempo vistiéndome, nunca he salido a la calle vestida por temor a ser reconocido y porque si tuviera que hablar sería descubierto enseguida. Por eso he pensado que salir con una mujer que sea la que hable y me de compañía sería lo mejor.

  • De acuerdo, la cuenta es tanto.- un día de dedicación exclusiva añadido servicios especiales.

  • Me parece bien ¿por transferencia como la vez anterior?.- Carlos S. ha sido cliente, le acompañé en una comida de negocios.

  • Perfecto. Lo mejor es que yo me acerque a su casa el día 5, en vez de quedar en un lugar público como hago siempre.

  • Me parece una buena idea. Así también me ayudará con sus consejos de mujer. La dirección es tal y tal

  • Tal y tal, perfecto, allí estaré el día 5, ¿le viene bien a las 10:00?

  • Perfecto.

  • ¿Alguna otra cosa ?

  • No, confío en su criterio.

  • Hasta el 5.

  • Hasta entonces.

El día en cuestión me presenté en su casa, previendo el plan previsto, me llevé otro hatillo de ropa para cambiarme yo también. Por la mañana vestiría falda larga, top y chaqueta, con calzado plano, maquillaje y accesorios discretos. Llevé un pequeño obsequio: un par de pendientes.

Me recibió en proceso de vestirse. Observé que tenía el cuerpo depilado, vestía un conjunto de bragas y sujetador negros, éste último con unas tetas postizas de gran realismo, una bata y unas zapatillas. Peluca y poco más. Estaba algo nervioso.

  • Buenos días y felicidades.- dije al entrar.

  • Gracias, llegas a tiempo para ayudarme ¿no te importa que te tutee?

  • Claro que no, por cierto se te ve esplendida ¿puedo saber qué nombre femenino usas?, así será más fácil cuando estemos por la calle.

  • ¡Ah si!, cuando estoy vestida me gusta llamarme Carla.

  • Muy bien, Carla, es un nombre muy bonito.

  • Acompáñame al dormitorio, a ver qué me aconsejas que me ponga para mi primera salida.- Dijo llevándome al dormitorio, cuando abrió un armario, pude ver que lo tenía lleno de ropa femenina: vestidos, faldas, calzado, chaquetas, camisas, etc.

  • Tienes mucha ropa, Carla.- le dije pronunciando su nombre para hacerle sentir más cómoda.- ¿Donde lo has comprado?

  • La mayoría por catálogo, pocas veces me he atrevido a comprar en tiendas.

  • Veamos, yo te aconsejaría ir discreta. Supongo que querrás llevar falda, así que para empezar una larga hasta los tobillos o una por debajo de las rodillas sería ideal. Creo que ésta o ésta pueden valer.- Dije sacando una falda larga blanca y una falda por las rodillas negra.

  • Me parece bien la elección.

  • A partir de ahí, combinamos. Por ejemplo, para la falda blanca yo elegiría esa camiseta rosa pastel de manga ¾ y escote barco, ten en cuenta que si no enseñas nada por abajo, algo hay que enseñar por arriba, completaría con esa chaqueta blanca, medias color carne y esas bailarinas fucsias.- Dije sacando todo lo que iba diciendo.- Si eliges la falda negra, yo optaría por la camisa beige, medias negras y esos zapatos beige de poco tacón.- Todo lo cual saqué y puse encima de la cama.

  • ¿Tú que me aconsejas, Ana?.- me pidió.

  • Sinceramente, Carla, para una primera salida, yo elegiría el conjunto de la falda blanca, estarás más cómoda con zapato plano, la falda te creará buenas sensaciones, así como el llevar el escote barco.

  • Pues entonces eso me pondré.

Se quitó la bata, tenía un cuerpo delgado, lo que haría el efecto de una mujer delgada, casi con pocas curvas y poco culo, pero mucho mejor que si tuviera otra complexión. Se puso unos porta ligas por encima de las bragas, y unas medias negras que ajustó al porta ligas, luego la falda y los zapatos, por último la camiseta. En conjunto daba buena imagen. Se miró en un espejo de cuerpo entero.

  • Muy bien Carla, de cuerpo pareces toda una señorita, ahora completa con el maquillaje.

Nos dirigimos al servicio, en la mesa del lavabo tenía dispuesta todos los elementos.

  • Dado que tienes los ojos claros, yo optaría por una discreta línea negra en el párpado, y un ligero sombreado rosáceo.- Dije. Carla siguió mi elección, se notaba que se había maquillado muchas veces en la precisión con el perfilador de ojos, la sombra y la máscara de pestañas.

  • ¿Así?.- me preguntó.

  • Estas perfecta.- aprobé.- menos mal que apenas se te nota la barba, yo me pondría un poco de maquillaje un poco más oscuro de tu tono de piel y la boca con un suave rosado, así como las uñas.

Se aplicó un poco de maquillaje en polvo en las mejillas y el lápiz de labios rosa suave. Yo miraba su forma de proceder, meticulosa hasta la perfección. Luego se pintó una capa de laca de uñas.

  • Espera mientras se seca la primera capa, mientras te peino un poco la peluca.- Era de ese tipo de peinado intemporal, flequillo, pelo liso hasta los hombros, las puntas hacia dentro. Le cepillé un poco para rehacer la forma.- Perfecta, Carla, mírate en el espejo.

El espejo devolvía la imagen de una señorita, si no guapa, si agraciada, de mirada vivaz, boca generosa, perfectamente maquillada pero con discreción, seguro que muchos hombres se girarían a mirarla. En conjunto, parecía una mujer joven, delgada y por tanto con pocas curvas, los pechos falsos no eran muy grandes, lo que habría destacado y en negativo, sino intermedios tirando a pequeños, muy adecuados al tipo de Carla.

  • Caray, Ana, el conjunto es perfecto, me veo como nunca, gracias.- Se volvió a mirarme y, sorpresa, me dio un beso en los labios, algo más largo de lo esperable en un beso de gratitud. La miré perpleja. ¿querrá algo más? ¿Por que se me ha mojado el coño?

  • De nada, Carla. Yo creo que los pendientes que te he comprado van muy bien con la ropa, y ese collar también es un complemento ideal.- Se puso los pendientes pues, como muchos hombres hoy en día, tenía perforadas las dos orejas.

Volvimos a la habitación.

  • ¿Qué llevo en el bolso?

  • Sin duda, aparte de lo esencial de documentos, móvil, pañuelos, etc., yo metería el lápiz de labios, la máscara de pestañas, sombra de ojos y perfilador para retocarte el maquillaje si hay que hacerlo, y un cepillo para el pelo.

Metió todo lo que le dije, se puso la chaqueta y se contempló en el espejo. Debió verse tan bien, y en efecto parecía toda una mujer, que se quedó embelesada un rato.

  • Vamos, Carla, la calle te espera.- Dije para sacarla del embeleso.- Tomaremos un taxi hasta el centro.

Bajamos a la calle, se puso tensa un rato, y me hizo prometer que sería yo la que hablara con todo el mundo, para evitar descubrirse por la voz, que era lo que aún no había perfeccionado. Paré un taxi, entramos y le di una dirección del centro al taxista. El camino lo hicimos en silencio, con la única compañía de la radio del taxi y las miradas que, por el retrovisor, nos dirigía el taxista, unas veces a mí, las más a Carla. Llegamos al centro de la ciudad, pagué la carrera y nos bajamos.

  • ¿Qué tiendas quieres ver? ¿Buscas alguna cosa en especial?.- le pregunté.

  • Pues quería comprar un vestido corto, en los catálogos no he visto ninguno que quisiera, podía aprovechar y también comprar un conjunto falda y top que vi en la tienda Z, probarme algunos zapatos, etc.

  • Ya veo.- Dije riéndome.- eres la típica compradora, vamos.- Se rió también.

La mañana se pasó volando, entramos en varias tiendas, mirábamos, Carla elegía las prendas y se iba al probador acompañada por mí. Se probaba las prendas y las aprobaba o me preguntaba, se contoneaba en los espejos para verse. Finalmente se compró un minivestido negro de escote redondo, un conjunto de falda tableteada gris y un top azul marino de tirantes, unos zapatos azul marino con tacón de 5 cm, unas medias de rejilla, un sujetador sin tirantes y un camisón. Pese a mis protestas, me regaló un frasco de perfume. Disfrutó cada paso que dimos.

En medio de las tiendas, nos entró ganas de ir al servicio, fuimos a un centro comercial, naturalmente entramos juntas al servicio, primero ella, y yo vigilando la puerta, y luego invertimos los términos.

A la hora de comer, se debió sentir muy segura pues me propuso un bar que ella conocía y frecuentaba para comer de raciones, allí que fuimos las dos. Por supuesto pedí yo la comida y bebida, y nos sentamos en una mesa algo apartada.

  • ¿Qué tal la mañana? ¿Cómo te has sentido?.- Pregunté.

  • Ha sido fantástico, mejor de lo que creía, y me he sentido tan femenina probándome ropa.- Dijo suspirando y mirando hacia arrba.

  • Veo que estás disfrutando mucho, Carla.- No perdía oportunidad de llamarle por su nombre de mujer, para que aumentara su confianza-

  • Mucho, y todo gracias a tí.- Dijo y me dio otro beso. ¿por qué se me había humedecido el coño otra vez? Ya sé que soy bisexual, y que Carla parece toda una mujer ¿será que quiero acostarme con ella y ser tri sexual?

Terminamos de comer y le propuse volver a su casa para descansar y cambiarnos de ropa. Aceptó, subimos a otro taxi y le dí al taxista la dirección de la casa de Carla. Ya pensaba continuamente en ella como mujer. Observé que el taxista se la quedaba mirando por el retrovisor. ¿Será imaginación mía o parece que resplandece de lo contenta que va? ¿Por qué ha dejado su mano en mi pierna como para acariciarla? ¿Otra vez húmeda? Entramos en el piso.

  • Voy a la habitación a desnudarme y ponerme cómoda.- Me dijo.

  • Yo me tumbaré en el sofá, ha sido agotador.- Le contesté.

Me tumbé en el sofá, me descalcé y quité la chaqueta. Carla tardaba, debía estar probándose todo lo que había comprado. Me dormí. Me desperté con la sensación de que me habían estado manoseando. Carla estaba sentada en el otro sillón, mirándome embelesada. Llevaba el mini vestido y unos zapatos de tacón. Estaba muy sexi.

  • ¿Qué hora es?.- Pregunté ¿estoy mojada?

  • Muy tarde, has dormido una hora.

  • Vaya, lo siento.- dije incorporándome y estirando la ropa, pues tenía la falda recogida y enseñaba las bragas..

  • No te disculpes.- Me dijo ¿le brillan los ojos?.- Entiendo que te he cansado con mi entusiasmo.

  • La verdad es que ha sido extenuante. Pero tenemos que prepararnos para la tarde y noche.

  • ¿Qué te parece como voy?- Me preguntó dándose una vuelta para que la viera bien.

  • Perfecta, muy guapa y muy sexi

  • Gracias

  • Espera, que yo me preparo y salimos- dije y me dirigí al servicio

Me cambié de ropa, sabía que acertaría con la ropa de repuesto que traía, ya que, como Carla, me puse ropa algo sexi: una minifalda de cuero negro que dejaba mis bonitas piernas al aire, un top de palabra de honor blanco y otra chaqueta negra, junto con unos tacones clásicos en negro. Me retoque el peinado y el maquillaje. Tenía la sensación de vestirme para ligar, y estaba trabajando. De nuevo me sentí húmeda y con necesidad de sexo. No pude evitar tocarme. Por el espejo noté a Carla que me miraba con admiración desde el otro lado de la puerta. Me puse colorada y rápidamente recompuse la ropa. Carla entró, con un brillo en la mirada.

  • No te pongas colorada- Me dijo, se acercó y me besó. Le devolví el beso. Ya estaba enredada.

Y nos lanzamos, boca con boca, me devoraba, estaba como hambrienta, jugábamos con las lenguas, totalmente enredadas. Salimos del servicio en dirección al dormitorio. Me empujó contra la pared y, bajando las manos, me subió la falda, y me bajó un poco las bragas. Se subió un poco el vestido, se ahuecó las bragas y me penetró.

En el espejo de la pared se veía algo curioso, dos mujeres con las faldas remangadas y las bragas caídas, una enfrente de la otra, tacones contra tacones, pecho contra pecho, boca contra boca, y un sexo dentro de otro. Pero no eran dos mujeres.

Tras la pasión inicial, impuse una calma, quería sexo y Carla me lo daba, pero no tan rápido. Luego de la penetración contra la pared, la empujé suavemente para separarnos y para que la sacara de mi húmedo coño. Se separó, sacando su erguido miembro, que quedó graciosamente tieso con la falda del vestido de ella apoyada en él. Me arrodillé para chuparla, lentamente, saboreando mis jugos y su aroma. En el espejo era una mujer con la cabeza en el sexo de la otra. Pero no eran dos mujeres.

Chupé y lamí, pero me paré cuando intuí que estaba a punto de correrse, pues quería que lo hiciera en mí. Así que me levanté, me giré cara a la pared para ofrecerle mi culo, inclinando el cuerpo hacia adelante. Entendió lo que quería, se colocó a mi espalda y con un movimiento de pelvis me penetró el coño desde atrás. Me gusta que me follen así. El espejo me devolvía otra imagen curiosa: una mujer, Carla, con la falda del vestido remangado, las bragas en sus tobillos, los pies calzados con tacones, empujaba su sexo contra otra mujer, yo, Ana, que tenía la falda recogida, las bragas en los tobillos, los pies calzados con tacones, mientras las manos de Carla estaban a veces en el culo de Ana, otras en sus pechos. Pero no eran dos mujeres.

En esa posición se corrió, y yo también poco después. Se dejó caer sobre mí. El espejo mostraba dos mujeres exhaustas. Pero no eran dos mujeres.

  • Perdona, Ana, no he podido contenerme- Me dijo en susurros.

  • No tienes que arrepentirte, Carla, me ha gustado mucho.

  • Gracias, Ana, me estas haciendo pasar el mejor día de mi vida.

  • De nada, pero arreglémonos que aún queda el plan de la tarde ….