Carlos mi Vecino (6) Guido, Mi FollaAmigo

Ahora me tocaba a mi contar la follada bestial que me dio mi colega y amigo Guido... El polla de caballo.

Carlos mi Vecino

Guido, Mi FollaAmigo

En este punto y volviendo al principio, mi vecino Carlos, Bruno y yo, seguiámos encima de la cama hablando de folleteo.

  • Joder tío, ha sido bestial como lo has contado, se me ha puesto la polla como una puta berenjena de gorda, y el culito se me ha hecho agua... Como me huviéra gustado ser el tal Hector ese, y que huviéra sido mi culito el beneficiario de esos dos pollones, el tuyo Bruno, y el de tú compañero Pedro... Menudo putón colegas... ¿Y después de ese día en el que te folló el culo y te destrozó el virgo, llegaste a follártelo tú por detrás?... A tú compañero Pedro me refiero. -

  • Claro Ivan, que me lo follé por el culo, y ese mismo día en casa de su amiga Raquel. Después de terminar con Hector y de que éste se fuera bien servido, nos quedamos tendidos en la cama, como ahora estamos nosotros tres, hablando de todas las veces que haviámos deseado, tanto él como yo, echar un buen polvazo como el que habíamos echado ese día. Nos calentamos otra vez y una mamada de polla llevó a otra, y al final mi colega policía me puso el culo para que se lo abriéra a pollazos. Esa es otra historía que si encarta otro día os contaré, pero ahora me gustaría escucharte a ti Ivan, y que nos cuentes una buena follada con algún amiguito tuyo... ¿No Carlos, tú que dices?... Creo que le toca a tú vecinito, ¿O, no? -

  • Claro que si, venga mamoncete que te toca... Además, tengo una curiosidad que me está matando tío... ¿El amigo ese, el negrito que va muchas veces contigo a tú casa, quién es?... A ése seguro que te lo has follado, ¿Verdad chaval? -

  • Te gusta mi coleguita, ¿eh?... Si, me lo he follado, bueno mejor dicho, él me ha follado a mi y me ha reventado más de una vez el culito y la boca. Mi colega se llama Guido y no es negro, es mulato, y somos compañeros en el instituto.

  • Bueno, negro o mulato, tú coleguita está buenísimo y no me importaría nada hacerle un favor... Un par de veces que me he cruzado con vosotros en el portal del bloque y he subido las escaleras delante de vosotros, el mulato como tú dices, no paraba de nirarme el culo mientras subía, vamos el niñato super descarado. Ya te puedes imaginar como entraba en mi casa, con todo el cipote empalmado y gordo, y pensando en las posturas que le haría mientras me lo follaba por la boca y por ese culito respingón. -

  • jajaja, que cabrón... Pues no era el único que te miraba ese culazo que tienes Carlitos, yo no le quitaba ojo también, y si huviéra sabido antes lo que sé ahora de ti, no te habrías escapado de una buena follada. Es más, te diré que a Guido le molas mogollón y está loquito por chuparte la polla y echar un polvo contigo. Y no te miento tío, que más de una vez hemos fantaseado contigo estando en la cama. -

  • ¡Coño!... Pues vamos a quedar con él, cabrón, y no me hagas sufrir más. -

  • Bueno, bueno, ya quedareís otro día, joder, pero ahora cuenta el polvo con el Guido ese, chaval... Y ya que estamos, llámame por favor, que yo también quiero probar a ese mulatito. -

  • Jajaja... Ok, ya empiezo. -

Como ya he dicho Guido y yo somos compañeros del instituto, y lo primero que tengo que deciros es que tiene una pollón de caballo. Tuve el placer de probar esa monstruosidad en los vestuarios del insti, un día después de la clase de educación física, y chupársela como una perra hasta hartarme. Os diré también que ese día mientras se la chupaba a Guido, el profesor de educación física nos estaba observando y espiando a escondidas. Esto lo supe dos días después cuando German, el profe, me llamó a su despacho y me lo contó un poco enfadado, y yo para no tener problemas con la dirección del centro tuve que arrodillarme, no para pedir perdon precisamente, si no para arreglarlo con mi boquita mamona. Eso lo hice por que todos en el insti saben que a German le van los chavales como yo, siempre está al hacecho mirándonos los culos, sobre todo disimuladamente en las duchas, y según dicen algunos compañeros, le encanta llevarse a los niñatos a su casa para que le enverguén el culazo. Pero esa es otra follada que ya os contaré más tarde.

Guido tiene mi misma edad, está tremendo de bueno, alto, delgado, con un cuerpo espectacular y proporcionado. Tiene una cara muy guapa con aires chulescos y super morbosa, y le encanta ir siempre con una gorra en la cabeza. Sus labios y los ojos son lo que más destacan en su cara, labios carnosos y gorditos de chupón, y uno ojazos grandes color miel. De polla ya os he dicho que está muy bien servido, de hecho, el día que se la chupé en el vestuario no me entraba ni a la de tres entera en la boca, incluso me hice daño en las comisuras de los labios de tanto estirar, y la mandibula me la dejó hecha polvo... Ya os podreís imaginar. El culito es otra historia, ufff, respingón, con dos cachates deliciosos y redonditos, como dos profiteroles de chocolate. Me encanta mirárselo, tocárselo, comerle esa golosina que tiene por ano, y agarrarlo fuerte con mis manos mientras está encima de mi, y me folla el culito como un animal... ¡Y como me lo folla el cabronazo!

Desde que nos hicimos amigos hemos tenido una confianza tremenda, yo le conté que me iban los tíos y que me gustaba más una polla que a un tonto un lapiz, él al escucharme se rió a carcajadas y después de zamparme un largo beso en la boca me dijo; "A mi también colega"... A partir de ahí solo tenía una obsesión en mi vida, follar con Guido a toda costa y que me preñara el culo con su pollón de ébano. Siempre me ha gustado cascarme la polla y meterme al mismo tiempo algo duro por el ojete, imaginándome que era la polla de algún coleguita que me gustaba y me ponía cachondo. Cuando el cipote de Guido se convirtió en mi objetivo me compré por internet un vibrador super grande, para que cuando mi semental me envergara y me la empotrara por el ano, yo ya estuviéra super preparado para sus dimensiones.

La clase de educación física nos encanta a los dos, por que tenemos la oportunidad de ver a los compañeros danzando por los vestuarios en bolas, o en calzoncillos, o en las duchas frotándose las vergas mientras se duchan. Nosotros siempre somos los últimos en arreglarnos, de esta manera podemos ojear bien los culitos sabrosones y las pollas colgantes y en reposo de los tíos que nos gustan. El día de la mamada no iba a ser diferente, y después de calentarnos a base de bien con aquellos cuerpos y de ducharnos quedándonos completamente en bolas, va y me dice el cabrón;

  • Joder colega, como está de bueno el Enrrique, me pone todo palote el niñato de mierda, vamos, que lo cojía ahí en las duchas y le reventaba ese culito que tiene tan rico... ¡Uffff! -

  • Si, que está bueno el cabrón... Tú por detrás envergándole el cipote y yo de rodillas chupándole el pollón... ¡Mmmm!... ¿Eh, o no, a que te gustaría negro? -

  • ¡Mmmm!... Sabes que si mamón, me encantaría colega... Mira como se me ha puesto el cipote solo de pensarlo, míralo Ivan. -

Aquello no era normal, no era una polla colegas, era un pedazo de carne oscura monstruosa, larga, y enorme. Se me hizo la boca agua al instante, era un mar de saliva lo que tenía dentro que ya empezaba a escaparse por las comisuras de los labios de tanta excitación y deseo por zampármela de una puta vez. Guido se la agarró con la mano y me miró fijamente a la cara, mientras se mordía el labio inferios con los dientes.

  • ¿Me la quieres chupar? -

  • Si colega... ¿Pero, aquí? -

  • Aquí mismo, mira, no hay nadie, estamos solos tú y yo... Venga tío, chúpamela. -

¡Por fin!... ¡Aleluya!... Lo apoyé contra las taquillas, lo besé en la boca y fui bajando a besos por su cuerpo hasta llegar a mi ansiado premio, su pollón. Lo miré detenidamente unos segundos, de un color más moreno que el del resto del cuerpo, esa polla era una puta locura, que además de grande y hermosa, no se acababa nunca. Era como un dildo enorme de color chocolate, con el cabezón rosado y descapullado que lubricaba de forma natural, babeando y soltando algo de precum cada cierto tiempo... Vamos, muy parecido al que yo me compré por internet con la forma y dimensiones del pollón de Rafael Alencar el actor porno.

Cuando posé los labios sobre su enorme cipote y los hice resbalar sobre su suave superficie, cuando el gordo cabezón me llenó la boca y mis labios seguían arrastrándose incansablemente despellejándole el rabo, uffff, en ese momento noté como se me abrían todos los agujeros de mi cuerpo. Engullí aquella polla hasta donde pude, partiéndome la boca con el pollazo y forzando la mandíbula mientras la abría de par en par. Fue una explosión de sabor dentro de mi boca, una pasada colegas, era una mezcla a limpio, a polla recién lavada combinado con líquido preseminal, salado y muy pringoso que a mi me supo a gloria... ¡Que gustillo más rico! Me gustaba detenerme sobre todo en darle placer en el capullo, tan regordete, tan rosado, y tan mojadito de pre-cum y saliva. Lo apresaba fuerte con los labios y lo zarandeaba dentro de mi boca, catándolo bien en el paladar y degustándolo a tope con la lengua.

  • Trágatela mamón, y fóllame la polla con tú boca, con tú puta boca colega. -

  • Fóllamela tú, negraco de mierda. -

Cuando le dije aquella guarrada insultándolo, se inclinó un poco de piernas despegando el culo de las taquillas, me agarró de la cabeza con las manos muy fuerte atrayéndome hacía él, y me metió de un puntazo todo el pollón en la boca comenzando así a follármela como un puto bestia. Notaba esa polla super dura en el hocico, y cuanto más dura se le ponía, más salvaje se volvía el cabronazo follándome, cogiéndome por detrás del cogote y obligándome a tragar su endiablado y gigantesco miembro viril. A pesar de todo intenté tragar al máximo, aguantando estoicamente las sacudidas de ese puto mulato que no me dejaba ni respirar, ni tragar la saliva que ya embadurnaba y dejaba brillante el tonco morenote. Era alucinante la grandísima follada que me estaba dando, su cipote ya iba por mi boca "como pedro por su casa" engrasadita de saliba y colándose hasta la garganta.

Al mismo tiempo y sin perder el ritmo, yo me cascaba la polla frenéticamente en mi postura de perra mamona y arrodillada. Me venía la lechada en cuestión de segundos, recorriéndome la vena del tronco como un río caudaloso, sin dique, sin freno, y es más, yo no iba a detenerme, no quería parar la corrida, quería eyacular con la polla de Guido follando y rellenándome la boca. Cuando quise darme cuenta ya estaba lecheando el suelo, una docena, solo una docena de pajotazos me valieron para que mi cipote se convirtiéra en una fuente de esperma, y me vacíara los cojones allí mismo de puro placer.

Guido me sacó el pollón de la boca y me obligó con los dedos a dejarla bien abierta, mientras se lo meneaba velozmente encima de mi cara.  Cuando tuvo la polla a punto de correrse la colocó sobre mi lengua, y me lanzó una buena batería de lefazos, alimentándome y metiéndome todo el semen a chorrazos directamente dentro de la boquita. Un chorro largo de leche tras otro desfilaban sobre mi lengua, que  desaparecieron dentro de mi garganta, y que me bebí muy gustosamente hasta la última gota.

  • ¡Joder, que boca tienes Ivan!... ¡Uffff, que gustazo cabrón! -

  • Te ha gustado, ¿Eh negro?... ¿Lo continuamos en mi casa, te apetece? -

  • ¿Y tú familia? -

  • Ahora no hay nadie. Se han ido todos a visitar a mi abuelo y no vuelven hasta la noche, así que estamos solos negro, y tenemos toda la casa para nosotros. -

  • Pues, ¿A que esperamos tío? -

  • Vete vistiendo, que voy a echar una meada antes de irnos. -

Nada más llegar a mi casa, nos fuímos derecho para mi dormitorío y nos desnudamos el uno al otro. Cuando me bajó el pantalón hasta los tobillos, mi enorme pollón duro y empalmado se me transparentaba bajo la tela blanca de los calzoncillos, rellenando el espacio que había entre mi entrepierna y mi cadera. Ahora era Guido quién clavaba las rodillas en el suelo y me miraba el paquete estupefacto, maravillado, y lleno de emoción. Me agarró los cachetes del culo con sus manazas, arrimó mi bragueta hasta su cara y me la restregó por todo el bulto, asestando con la nariz profundas oliscadas a lo largo de mi manubrio. Después de un par de minutos maltratándose a gusto el careto, solo tuvo que tirar hacía abajo del calzoncillo y descubrir lo que tanto ansiaba en ese momento.

  • ¡Joder tío, que pollón!... Me tenías engañado colega, pensaba que no la tenías tan grande, pero por lo visto, me equivoqué contigo Ivan... ¡Uffff!... Y me alegro muchísimo de haberme equivocado. -

  • ¿Te gusta mi polla, amigo mio? -

  • ¡Mmmm, me encanta!... Te voy a comer la polla enterita colega. -

Mientras se introducía poco a poco mi polla en la boca, la suya le colgaba como una puta diosa dando bandazos y segregando pre-cum por el regordete cabezón. Quise sentarme en el borde de la cama pero Guido no me dejó, a él le molaba que estuviera así, para poder mirarme la cara de gusto desde abajo y metérsela en la boca por la puntita, para sentir el sabor saladito de la meada que yo había echado antes mexclado con el gustillo de los residuos de lefa, y el calor de mi cipote gordo penetrándole las papilas gustativas. Ya se la había tragado entera en la boca y me trabajaba la polla la mar de bien con una espectacular mamada, era un puto campeón engullendo y succionando desde el capullo hasta la base, hasta pegar su labio inferior contra mis huevos. Y ahí estaba yo, disfrutando de su hocico, arreándole nalgazos a ese mulato cabrón, dándole su dieta preferida por lo visto, y haciendo que se atragantase cada vez que le metía un buen pollazo directo a la garganta. El mamonazo no tiraba hacia atrás la cabeza con mis embestidas, al revés, se le veía con ganas de comer y devorar cuanto más mejor, así que seguí dándole rabo con fuerza hasta que al mulatito le salió la saliva por la boca como a un perro rabioso.

  • ¡Que gusto cabrón!... ¡Tragaaaa!... ¿Te gusta mi polla, eh?... ¡Ohhhh!... Me han comido la polla muchas veces, pero con las ganas que tú me la estás comiendo, pocas, negro mamón... ¡Ohhhh!... ¿A cuantos coleguitas le has chupado la polla, eh mamonazo? -

Pregunta en medio de la escitación y respuesta que yo ya sabía de ante mano, por que nos lo contabamos todo y sabía perfectamente a cuantos y a quienes le había chupado el cipote mi amigo Guido.

El hijo de puta siguió mamándomela más fuerte, con más furia, con la cabeza entre mis piernas rebotando como una pelota cada vez que yo empujaba el culete desde abajo hacia arriba, y le encajaba el cipote hasta el fondo. La verdad colegas seamos sinceros, eso ya era puta gula por parte de mi coleguita, y que gustosa gula.

  • Date la vuelta y dame tú culito sabrosón, que me lo quiero comer también... ¡Mmmmm! -

Me di la vuelta y me subí a cuatro patas encima de la cama, con el culito bien abierto para que él me lo explorara a su antojo. Con una mano me separó una de las nalgas y con la otra enganchó mi pollón por el tronco como si fuera a ordeñarlo, acercó su boca a mi ojete y me lanzó unos cuantos lapos que dieron en todo el centro.

  • Joder Ivan, tienes un culito precioso, y super apetecible tío... ¡Uffff!... Me pone todo cachondo este culo. -

Tengo que decir, y no es por echarme flores, que es verdad que tengo el culo muy bonito y muy desable, vamos, lo que se dice un culo calienta pollas. Las mismas palabras que escuché de la boca de Guido, ya las he escuchado muchas veces por boca de los tíos que han tenido el placer de probármelo, y de meterme la polla dentro. Así que, ¿Como resistirse a este delicioso manjar? No puedes tío, y como Guido, cayó en la tentación hundiendo su cara entre los portentosos cachetes de mi culo y comenzó a darse una comilona de ojete. El chupón ponía la lengua en punta y dura y me lo follaba con ella una y otra vez, mientras yo me retorcía como una puta perra y recibía su lenguetón con gemidos de gusto.

  • Quiero follarte el culo cabrón... ¿Quieres que este negro te meta toda la polla por el culo? -

  • Si, si, si... Fóllame, negro de mierda, y rómpeme el culo... Joder cabrón, si estoy deseándolo... ¡Uffff!... Fóllame, y dame fuerte. -

A Guido el deseo lo dominaba, no tuve que pedirselo dos veces, y ya estaba arrodillado detrás de mi empuñando su pollón y metiéndomelo a pelo por el ano. Solté por la boca un grito que se escuchó en el último piso del bloque, cuando aquél cipotón entró hasta el fondo y me perforó el recto.

  • Sácala, sácala cabrón... Que dolor joder. -

  • Ni de coña, nenaza... Relájate tío, tú aprieta fuerte el ano para afuera, y relaja el esfínter, ya verás como se adapta pronto, y el dolor se convierte en placer. -

El puto mulato ni de coña la sacó, al contrarío, se echó encima de mi con todo su cuerpo tumbándome en la cama como una puta rana, con las piernas abiertas y el culo totalmente apresado por su pollón. Ni lubricante apenas, solo un poco de saliva que el bastardo me dejó después de chuparme el ano, pero al mulato le bastaba para que su pollón me atravesara el agujero y se quedara ahí, encajada como una puta barra de acero. Esa polla era super gorda, tremendamente gorda, me había metido más de lo que mi boca pudo tragar y ahora mi colega estaba haciéndose hueco meneando el culete en círculos, raspando para meterla hasta los cojones. Ahora el que gemía era Guido, que sentía el placer en cada centímetro de su polla atravesando mi culo caliente y tan apretado. Yo seguía quejándome de dolor, pero el cabronazo no me hizo ni puto caso.

  • Ya me he follado a unos cuantos tíos, como para saber que al final se terminaban acostumbrando y deseando mi pedazo de polla bien dentro... Como tú, putita traga rabos... ¡Ohhhh! -

Y así fue, unos cuantos puntazos más de verga, y hasta los mismísimos huevos que me la estaba tragando como una ramera. Al cabo de un rato de martillearme sin parar, el dolor y la angustia se fue disipando y pasó a ser gozo. Con lo que yo me había entrenado con el grandísimo dildo que compré, pero muchas veces la realidad supera a la ficción, y esta era una de ellas. Era increíble el placer que sentía ahí atrás, mientras me metía el cipote y exploraba el interior de mi ano con profundidad. Era una puta locura y una grandísima gozada, como el experto de mi amigo me dejaba el boquete del culo hecho al diámetro de su gran polla.

Cuando ya me había acostumbrado a su pollón, Guido la sacó de mi destrozado culito y se tumbó en la cama. Preparó su polla tiesa apuntando hacia el techo, me miró con ojos lascivos y me indicó con la mano que me sentara en lo alto de ella. Me senté encima de su polla clavándomela en el ojete. Ya no gritaba de dolor, al contrarío, gritaba pero de gustazo, bombeando ese cipote con mi trasero como un perrito contento y feliz, mientras le comía la boca al mulato con ansias, dándole las gracias por darme tanto placer y por tener ese pollón tan grande. Lo tenía agarrado con mis brazos por el cuello, con las piernas flexionadas, en cuclillas, y subiendo y bajando vigorosamente con mi culo por su duro pollón. Entraba perfectamente ajustado rellenándome todo el hueco y cada uno empleábamos nuestras dotes para dar y recibir gusto, yo saltando como una perra poniendo el culo para que el mulato se divirtiéra y gozara empotrándome el ano hasta el fondo, y Guido por su parte follándome tan bien como lo estaba haciendo, con ese meneo de caderas y de culo que parecía un baile interminable.

  • ¡Ohhhh!... ¡Que gusto Ivan!... Como sigas moviéndote así me voy a correr cabrón... ¿Quieres que me corra dentro de tu culo, eh cabrón?... ¡Uffff! -

  • Si, si, pedazo de macho negro, correte en mi culo y llénamelo enterito de lefa... ¡Ahhhh!... Preñame tío... ¡Mmmmm!... ¡Siiiii! -

El mulato cabrón alucinó de gusto al escucharme, en ese instante se volvió loco, se puso como un animal salvaje follándome y empalándome su pollón por el culo a una velocidad de vértigo. Se retorcía chillando de placer cuando empezó a brotar la leche espesa y blanca por su cipote, preñándome el culito mientras me la clavaba bien adentro y me hacía sentir el quemazón de su líquido baboso inundando todo mi recto. Cuando su pollón dejó de bombear leche, me la saqué del ano muy despacito, como si estuviera quitando el tapón de corcho a una botella, y con el culo aún goteando semen, se lo puse en lo alto de su boca. Me agarré del cabecero de la cama y fui pegando saltitos encima de su hocico, mientras la lengua de ese mulato mamón me relamía el ojete bien mojado y empapado con su esperma. Al mismo tiempo que él me limpiaba el ano, yo me pajeaba la polla super excitado, y cuando ya la tuve a punto de caramelo, le cambié mi culo por mi polla metiéndosela entera en la boca. La lefa empezó a manar de mi cipote blanquita y espesa como leche condensada, rellenando por completo la boquita mamona del mulato, el cuál tragaba como un cosaco sin cortarse un pelo, succionando mi capullo con fuerza, adsorviendo todo el líquido que yo le soltaba, y bebiéndoselo hasta la última gota como si fuera un biberón... Su puto biberón.

  • Y ya está, - dije yo - esa fue la follada con mi amigo Guido el mulato... ¿Os ha calentado el cipote, colegas? -

  • ¡Guaauuu!... Me has puesto todo perraco Ivan, alucinante chaval... - dijo Carlos - En verdad ahora, tengo más ganas que antes de partirle el culazo al mulatito, joder... Fuera coña vecino, vamos a hacer un trio ya joder, que yo pongo mi casa, las bebidas, las drogas, y lo que haga falta, y nos pegamos una buena follada. -

  • Ejem, ejem... - carraspeó bruno - Yo estoy aqui, vamos por si quereís invitarme también. -

  • ¿Que tal si me follaís ahora los dos?... Y si veo que me complaceís y me haceís gozar con vuestras pollas, lo arreglo con el mulato para echar un polvo todos juntos. -