Carlos mi Vecino (5) Bruno Desvirgado (II)

A mí Hector me parecía muy atractivo y bastante guapo. Tenía un cuerpo musculado tirando a normal y una polla considerable de muy buen tamaño, con un capullo regordete y sircuncidado. De complexión delgado, culito estrechito, perfecto para ver como un buen pollón le perfora el boquete centímetro a centímetro y se abre camino por su recto hasta reventárselo de gusto.

Carlos mi Vecino

Bruno Desvirgado (II)

  • ¿Te gustaría que invitara a algún coleguita de ahí afuera? -

  • ¡Mmmm!... Siiii. -

  • Dime el tío que más te gusta y me lo traigo para el dormitorío, para que le hagas lo que te apetezca. -

  • A Hector, tráete a Hector por favor compañero, que quiero follármelo por el culo y partírselo en dos. -

Cogió el móvil, abrió la agenda de contactos y lo llamó por teléfono...

Pedro: Oye loco. (Loco era el apodo con el que Pedro llamaba a Hector en plan coleguita)

Hector: ¿Que pasa polla, ya te has cansado de tu amiguito y por eso me llamas?... Jejeje.

Pedro: Que va tío, ni por asomo... ¿Loco, sigues aqui, en casa de Raquel?

Hector: Si tío, aqui estoy en la puta fiestecita, más aburrido que nada... ¿Que te pasa, que quieres?

Pedro: Jajaja... Mira, que mi compañero policía, el que ha venido conmigo...

Hector: Si, Bruno, ¿no?

Pedro: Si, ese... Que dice, que si te gustaría venirte aqui con nosotros, y echar el rato... ¿Que me dices loco?

Hector: Pues claro tío, dile a tu compañero que me apetece mogollón.

Pedro: Pues tira para acá y tráete algo de farlopa, que a éste también le va el royo como a mi.

No pasaron ni 30 segundos y ya estaba el colega dentro del dormitorío y serrando la puerta. Se quedó allí un instante apoyado en ella, mirando detenidamente la mercancía que más pronto que tarde iba a catar, y a saborear muy gustosamente. Después, Hector preparó encima de la cómoda seis rayones de 20 centímetros cada una, y nos indicó con la mano que nos acercáramos y nos la metiéramos por la naríz. Cuando esnifé y aquella nieve blanca entró por mis fosas nazales, a los dos segundos me pegó un pelotazo en la cabeza de mil diablos, super exagerado y salvaje, con un subidón de vicio descomunal. Al parecer a mi no fue el único, por que a Pedro se le había transformado la cara en sadismo y perversión, y su amigo Hector ya se había desnudado por completo, y blandía en su mano un pollón gigantesco que le nacía de la entre pierna.

  • ¿Esto como va colegas, sin límites, o hay alguna línea roja? -

  • Sin límites Hector, a tú aire, haz lo que te apetezca y disfruta colega. -

  • ¿Y tú que dices Bruno? -

  • Lo mismo que te ha dicho Pedro tío, vamos a gozar y a pasarlo bien. -

A mí Hector me parecía muy atractivo y bastante guapo. Tenía un cuerpo musculado tirando a normal y una polla considerable de muy buen tamaño, con un capullo regordete y sircuncidado. De complexión delgado, culito estrechito, perfecto para ver como un buen pollón le perfora el boquete centímetro a centímetro y se abre camino por su recto hasta reventárselo de gusto. Pedro ya me había dicho que su amigo tenía 23 años, y que iba de tío chulo por la vida, por eso el colega me daba aún más morbo después de que mi compañero me contara aquello, que disfrutaba y le gustaba sentirse como una puta bien follada y con braguitas puestas.

Yo no paraba de mirar al tío mientras se manoseaba la polla toda tiesa, dura, y gorda, y con el capullo super mojado por la excitación. Me deslicé gateando por la cama hasta llegar a él, y apresé con los labios la vasta polla. Comencé a deslizar mi boca subiendo y bajando muy suavemente por el durísimo manubrio, invadiendo de placer todo el cuerpo de Hector, dándole mucho gustito que se transformaban en sonoros jadeos y bruscos movimientos de pelvis. Pedro se desplazó poniéndose a mi lado, levantó la pierna de su coleguita apoyando el pie encima del colchón y elevando así el ojete a la altura de su cara. Se puso a comerle el culo como un puto egoista, llenandole el agujero de saliva con cada lametazo, aspirándola después haciendo ventosa, y metiéndole la lengua calentita en lo más profundo del apretadito ojal. Veía a mi compañero como un puto cerdo comiéndose a Hector, alternando su boca de un lado a otro, primero chupando el culo, después los huevos, y por último la polla, la cual me arrebataba de mi hocico y después me la devolvía toda empapada con su saliva, metiéndomela en la boca para que continuara mamando con la mexcla de sabores, de pre-cum, su saliva y la mia. El mamonazo se recreaba con más ahínco en las enormes pelotas que le colgaban entre las piernas a su colega, hasta el punto de engullir y tragarse por completo, esas dos masas de carne.

Mientras tanto, no te creas que se quedaba quieto con las manos, dos dedos de la derecha atravesaban el ano de Hector ensanchando el camino, y dos de la izquierda invadian mi ojete ya bastante ensanchado y mal herido por cuenta de su pollón. Me di la vuelta recostandome boca abajo y enganchando de nuevo la polla de hector. De esta manera podía ver en primer plano el exquisito ano de Hector totalmente abierto y siendo devorado por la lengua glotona de Pedro. También podía percibir integramente el olor que desprendía su cuerpo y su sexo, a ese perfume masculino natural, a esencia de macho y aroma viril. Hector estaba inclinado hacía adelante con la cara mirando mi entre pierna, mirando mi pollón super duro y asioso por meterse en su puta boca de mamón. Doblé las piernas con las rodillas hacía arriba y elevé mis caderas, llevando mi cipote hasta la altura de su cara. Estaba clarísimo lo que le estaba pidiendo, y el tío cogió rápido la indirecta colocando el careto encima de mi verga y comenzando a restregárselo contra ella.

  • ¿Te gusta mi compañero, Hector, te gusta la polla que tiene el cabrón? -

  • ¡Ufffff!... Es una pasada loco... ¡Que pollón más apetitoso! -

  • Pues cómesela mamón, que eso te encanta, y dále una de tus célebres mamadas para que flipe de gusto. -

La avaricia envolvía por completo al tío, me agarró fuerte con la mano la polla por la base y se la tragó entera en la boca, y comenzó a subir y a bajar frenéticamente la cabeza en una salvaje y placentera mamada. El cabronazo no paró la velocidad hasta que me escuchó unos ruidosos gemidos, y unas putas palabras mal sonantes dirigidas a él.

  • ¡Joder, que puto mamón!... ¡Ahhhh!... ¡Que boca tienes, que gusto!... Sigueeee... Sigue chupando... Asiiiii... Fóllate toda la boca maricón. -

  • No le digas muchas guarradas que este loco pierde los papeles, y se pone como una puta perra caliente. -

  • Eso es lo que quiero compañero, que se ponga super vicioso y saque la puta que lleva dentro. -

  • Soy vuestra puta ramera, pedazo de machos, y voy a hacer todo lo que me digaís y a obedeceros en todo... ¡Mmmm!... Os voy a dar placer machos mios, y del bueno. -

  • Sabes que voy a encularte loco, y a partírtelo en dos, como a ti te gusta, ¿verdad? -

  • Mmmm, si, si, dáme tu polla, dáme fuerte cabrón. -

Pedro apoyó la polla en el boquete, mientras Hector no paraba de pedirlrle y suplicarle que le diéra fuerte en el culo. Vi desde abajo como se la hundió por completo en ese hondo agujero traga pollas que tenía el cabrón en el culo, y contemplé con gozo como su pollón recorría triunfante todo el recto hasta llegar al fondo. Tenía el ano super dilatado, flojo, y húmedo de saliva, lo cual facilitó la brutal entrada. Cuando el enorme cipote de Pedro estuvo bien incrustado en su ojete, empezó a fóllarselo a saco con movimientos rápidos y largos, mientras entraba y salía con energía y vigor. Las caderas del colega estaban apresadas por las manazas de mi compañero, y eran empujadas hacía atrás para ir al encuentro de las insistentes embestidas, que le infligía aquella enorme polla.

Al mismo tiempo, Hector seguía entretenido con mi cipote en su boca y chupándomela sin parar. Después de ver aquello saqué el vicio que llevaba dentro a pasear, y le agarré con fuerza de los pelos de la cabeza mientras tiraba de ellos violentamente. Lo obligué a mamárme el pollón con más brío, con más energía, forzándolo a tragarse de un golpe toda mi tranca, dándole buenas envergadas, y violándole la boca como se merecía, como una puta maricona viciosa. El tío se atragantaba por la presión que yo ejercía al follarlo, se metía entera mi polla hasta llegar a los cojones, se detenía unos segundos y luego se la sacaba toda, junto con un reguero de babas que caía por todo mi puvis.

  • ¿Sabes Bruno?... Éste tío es único... Te da la sensación, y yo lo he visto, que cada tío con el que folla le va a reventar el culo, pero ese culazo, creéme, está preparado para dar gusto a todas las pollas que le metan... Asi que fóllatelo tú ahora compañero, que quiero verte como te lo tiras por el culo... ¡Uffff! -

  • Ven para acá, putón, que te voy a abrir ese ano en canal. -

  • Si, como tú quieras macho mio. -

Parecía que nunca era suficiente para el colega, le tenía tantas ganas a esos dos machos que lo trataban como a una vulgar puta, a sus pollones grandes y gordos, que no le importaba el perreo que nos traíamos con él y obedecía sin rechistar y con mucho gusto. Se subió encima de mi y se sentó acoplando su trasero en lo alto de mi entre pierna. El tío empezó a comerme la boca con glotonería, metiéndome la lengua hasta la garganta, al mismo tiempo que meneába el culo como loco haciendo que resbalara mi polla por la raja que separaba sus orondos cachetes. Me tenía la polla más gorda y dura que nunca de la excitación, solo pensaba en metérsela por el ojete y taladrárselo todo entero, hasta el fondo. El cipote de Hector tampoco se quedaba atrás, lo notaba duro como el acero encima de mi estómago, mientras se lo frotaba haciéndose una medio paja.

Pedro se acercó a nuestras bocas con la polla en plan bandeja con dos reyones de coca a todo lo lardo del tronco y nos lo ofreció cortésmente. Después de aspirar cada uno la nuestra, el mamón de Hector se metió el cipote de mi compañero en el boquino y le limpió a fondo con su saliva el polvillo que había quedado. El cabrón era multi tareas, mientras le chupaba la verga a Pedro se colocó la mia en el boquete con la mano, y la fue cubriendo poco a poco hasta que desaparició dentro como si nada, tragándosela como un puto campeón. Ahí estaba yo tumbado boca arriba en la cama, alucinando mientras Hector me cabalgaba y me pegaba un buen bombeo en la polla. El tío elevaba el culo hacía arriba y lo dejaba caer enterito, notando cómo le rellenaba con mi polla hasta los huevos. Lo que comenzó como una cabalgada terminó a pollazo limpio, con Hector en cuclillas apretando el culo, y yo, su macho, metiéndole pollazo tras pollazo dentro de ese agujero tragón.

  • ¡Joder colegas!... Con las cabalgadas de polla, me gusta tanto lo que pasa por detrás como lo que se cuece por delante... ¡Uffff!... Me pone cerdo verte el cipote y los huevoazos Hector, como rebotan sobre los abdominales del buenorro de mi compañero, el que te está follando que es un máquina, y relamiéndome de gusto mientras veo como chocan los cojones y resbala la polla toda dentro... ¡Mmmm! -

  • ¡Ohhhh!... No veas compañero, que culazo más rico tiene la maricona ésta... Joder, joder... ¡Que gustazo!... ¡Que follada le estoy metiendo! -

Por si no tenía el culo bien abierto a causa de mi pollón, el colega se levantó y se dió la vuelta, plantándomelo encima de la boca para que se lo comiéra mientras se metía un buen pajeo. El cabronazo intuía lo que se le venía encima, es más, lo estaba pidiendo a gritos, por eso iba a necesitar más lubricación por mi parte, y lo que venía a continuación eran dos buenas pollas perforándole el ojete sin compasión, la mia y la de mi compañero Pedro. Cuando notó que tenía el ano bien babeado, se volvió a sentar encima de mi polla, pero ahora dándome la espalda y de cara a mi compañero, que ya se preparaba polla en mano para clavársela en el boquete invadido por mi.

  • Es hora de taladrarte ese culito, loco, dos pollones a la vez como a ti te gusta cabrón. -

Si Hector ya tenía el ojete bien abierto para recibir mi polla, imaginaros dos a la vez, iba a ser salvaje aquella follada conjunta, y un verdadero gustazo para él tenerlo relleno de rabo entrando y saliendo a su libre albedrío. Dos machos pollones y con buenos huevos, cubriendo un delicioso culazo tragón por delante y por detrás, orgía de pollas, y una tremenda follada para ponerse cachondo a tope. Desde luego ese culazo sabía bien lo que era tragarse las pollas a pares, le entraban enteras mientras Pedro y yo nos lo follábamos con fuerza y vigor, clavándoselas una y otra vez, sin parar en su movedizo agujero. Yo le elevaba las piernas sujetándolas por las corbas, por debajo de las rodillas, tumbando su espalda sobre mi pecho, facilitandole el trabajo a mi compañero que no paraba de embestirle pollazos con saña, al mismo tiempo que le pegaba bofetadas en la cara con la mano abierta, le escupía incontables lapos, y le gritaba guarradas por su guarra boquita.

  • Si, así, maricón del culo, toma y traga, que esto es lo que te gusta cabrón... ¡Ohhhh!… Que te metan por detrás dos buenas pollas, y que te follen el ojete a saco dos pedazos de machos como a una puta ramera... ¡Que culazo tienes joder, como me gusta follártelo loco!... ¿Te gusta, eh?... Dime guarra... Dímelo. -

  • ¡Ahhhh!... Siiiii... Dáme fuerte y duro, como tú sabes mi macho... ¡Uffff!... Y tú compañero pollón no se queda atrás, joder... ¡Que pollón!... ¡Que gozada!... Segud, seguid, más, destrozame el culo cabrones... ¡Ahhhh! -

Era más que evidente que al colega le encantaba que lo abofetearan, que le escupiran, que lo trataran y lo sometieran como a una perra esclava, y sobre todo que dijeran esas guarradas, por que su excitación y calentura se multiplicaban por mil decontrolándose por completo. Era alucinante el ritmo frenético con el que atizábamos aquel ojete con nuestros cipotes, un mete y saca salvaje y super bestial, que a nuestra putita violada, a Hector, parecía encantarle demasiado.

No queríamos corrernos todavía, así que cambiamos de postura colocando a Hector a cuatro patas encima de la cama, yo delante de su cara con la polla enchufada dentro de su boca, y mi colega Pedro de rodillas detrás de su culazo envergándole el pollón por el ano. Veía a mi compañero bañado en sudor por la excitación, comportándose como un puto toro embistiendole por detrás, metiéndole pollazos a su presa mientras se inclinaba sobre su espalda y ayudaba a su amigo, el loco, a merendarse junto con él mi deliciosa polla. Mi miembro iba de boca en boca, compartiéndolo como buenos colegas que eran, lamiendo uno tras otro, los dos a la vez, y mientras tanto a mi me llevaban al límite del extasis. Asi estuvimos un buen rato intercambiándonos los puestos, cuando yo le estaba follando la boca Pedro estaba jodiéndole el culito y viceversa.

  • ¡Ohhhh!... Colegas, cuando os vayaís a correr hacedlo en mi puta cara, quiero un baño de leche de vuestras mangueras... ¡Siiiiii!... Mis dos machos. -

Dicho y hecho, Pedro lo arrodilló en el suelo con la cara mirando hacía arriba, y nos colocamos uno a cada lado de él con nuestras pollas apuntando a su puta cara. Pocos movimientos masturbatorios bastaron para comenzar a disparar balazos de lefa por nuestras pollas, y ponerle el careto todo chorreando de babas blancas y calientes. Fue criminal como le pusimos la cara, fue flipante ver los pegotes de semen cubriendo sus ojos, manchando sus pestañas, chorraendo por sus mejillas y llenando su boca, la cual abría entera el mamón para atiborrarse y acto seguido tragársela.

  • ¿Te ha gustado Bruno? -

  • ¡Ufff!... Me ha encantado tíos. -

  • ¿Y a ti, loco, te ha gustado? -

  • ¡Joder!... Ha sido alucinante Pedro, y tú Bruno, eres un máquina tío, una gozada... Esto hay que repetirlo colegas. -

  • Por supuesto, no cabe duda. -

En este punto y volviendo al principio, mi vecino Carlos, Bruno y yo, seguiámos encima de la cama hablando de....