Carlos mi Vecino (1) En el Cuarto Oscuro.

No se si te ha pasado alguna vez, que has salido una noche de marcha por el ambiente y al tío que menos te esperabas encontrarte por allí te lo encuentras, y en el cuarto oscuro... y a mi vecino.

Carlos mi Vecino

En el Cuarto Oscuro.

No se si te ha pasado alguna vez, que has salido una noche de marcha por el ambiente y al tío que menos te esperabas encontrarte por allí te lo encuentras, y no tomando una copa en el bar, si no, que te topas con él en el cuarto oscuro. Me imagino que si, que alguna vez te ha ocurrido, a mi me pasó esa noche que te voy a contar a continuación.

Llevaba ya dos cubatas en el cuerpo y un calentón en el rabo de mil demonios, cuando me decidí a entrar en el cuarto oscuro haber que pillaba. Después de echar una última ojeada a lo que había en el bar y ver que no había nada interesante para mi gusto, me bebí lo que me quedaba del segundo cubata y dirigí hacía allá haber que me encontraba. La verdad es que no tenía muchas esperanzas de que fuera a pillar cacho, los Jueves no suele haber mucha gente y lo que había en el bar no me gustaba nada, pero como dice el refrán, "la esperanza es lo último que se pierde".

Cuando entré en el cuarto, (con el móvil encendido por supuesto para que iluminara un poco y pudiera ver lo que había dentro), solo había tres personas, dos liados al fondo y otro tío en una esquina apoyado en la pared. Los del fondo del cuartucho, era Mandy la Drag king que hace los shows en el bar y Mauricio el dueño, el cual estaba recibiendo bastante a gusto y con mucho disfrute una buena mamada en la polla por parte de la boquita mamona del travelo. El tío de la esquina miraba la escena con mucha atención, mientras se manoseaba el abultado paquete con la mano y decidía si se unía a los dos y completaba el dúo en un gosozo trio. Cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad y pude verle bien la cara al tío, la polla se me puso dura como el acero en 0, 2 segundos saltando de alegría. No me lo podía creer colega, era él, Carlos el buenorro de mi vecino... ¿Carlos aqui?... Pero si tiene novia el tío... ¿Éste tío de que va?... ¿Le van las pollas?... Mil preguntas inundaban mi mente en milésimas de segundos, y quería respuestas para cada una de ellas.

Carlos, a sus 22 años es el tipico chulito del barrio. Vivimos en el mismo bloque, yo en el segundo y él en el tercero encima mia. La verdad es que no tenemos una gran amistad, nos saludamos cuando nos vemos por educación pero nada más ya que yo soy más pequeño que él (17 años) y no nos movemos en las mismas amistades. A mi siempre me ha gustado por que el tío está tremendo de bueno, un morenazo guapísimo, con una boca perfecta y de labios gorditos. Tiene un cuerpazo fibroso con unas piernas y unos brazos potentes, un culito super redondito que me levanta la polla cada vez que se lo miro y que es la perdición de mis muchas fantasías pajeras. Del paquetón ya ni te hablo, joder, se el marca insultante entre las piernas como una puta montaña y como creo que él lo sabe que va provocando, aún más ceñidos y pegaditos se pone los pantalones.

Se me quedó fijamente mirando como si estuviera esperando haber que hacía yo, y si me decidía acercarme hasta él. Estaba super seguro de que me había reconocido como yo a él, pero en vez de cortarse y salir del cuarto oscuro me indicó con la mano que me aproximara. No tardé mucho en ir a su lado y colocarme delante de Carlos pegando mi cuerpo al suyo, y notando el roce de su pollón presionando contra el mio. Inconscientemenete se me escapó un... ¿De verdad eres tú Carlos?... No obtuve respuesta por su parte, solo me miró a los ojos fijamente y esbozó una pícara sonrisa que me derritió por completo.

Fui acercándome poco a poco con mi boca hasta la suya, y comencé a morrearle los labios. Esos labios super apetitosos y morbosos, cruzándoselos con los mios sin parar, masajeándolos con ternura de arriba a abajo, metiéndole la lengua y colocándosela cada vez más adentro, hasta el fondo de su boquita. Sentía ese alivio indescriptible, ese gozo que se siente con el roce húmedo en los labios, mientras Carlos dejaba la boca quieta semi abierta y me permitía pegarle una buena relamida.

Con tanto besito, lo que tenía Carlos ahí abajo entre pierna y pierna estaba al límite del reventón. Mientras le devoraba la boquita y saboreaba su lengua, mis hábiles manos ya le había desabrochado los vaqueros y se los había bajado hasta los muslos, dejando al descubierto un prominente bultaco el cual guardaba prisionero en su carcel de tela un rabazo bestial. Desde luego no podía ocultar la herramienta que guardaba bajo la tela del calzoncillo blanco, ya se le marcaba y se le distinguía perfectamente el pedazo bulto que conformaba el cipote, y que estaba a punto de salírsele por el lateral. Me devoraba la curiosidad, quería verle el pollón ya, y quitarme la duda que tanto me había rondado la cabeza... ¿La tendrá grande?... ¿Será bonita su polla?... ¿Me caberá entera en la boca?... Y lo más importante... ¿Me entrará toda por el culo? Así que nada de chupársela por encima del slip y caléntarme más la polla, le bajé la goma y le saqué el pollón gordo y gigantesco. Al ver aquél manubrio se me cayó la baba colega, en milesimas de segundos la boca se me hizo agua solo de pensar que aquella monstruosidad era solo para mi, y que por fin iba a probar lo rico que sabía.

  • ¡Que polla joder! -

  • Cómetela vecinito, chúpamela entera cabrón. -

Lo bien que me sienta un rabo grandote en esta boca chupona y viciosa que tengo. Me arrodillé y comencé a relamerlo de arriba a abajo como si fuera un polo de nieve. Primero el capullo, después el tronco gordo, y para terminar, los huevazos, donde me recreé largo rato salivándolos bien y chupándolos a tope. Me los metía los dos a la vez en la boca y tiraba con fuerza de ellos hacía a mi, y parecía que aquello le gustaba bastante, por que contra más tiraba yo, más fuerte gemía de gusto el cabrón. Después volví a subir lameteando su cipote como una gatita e intenté tragarme cada centímetro hasta la base, pero era tan grande la polla que tenía el tío que no pude, y por más que lo intentaba solo me pude tragar la mitad.

Carlos me la sacó de la boca y empezó a golpearme la cara con la maza. Sentía el peso de ese tremendo pollón calentito y con olor a macho caer por el peso en la lengua, en los labios y cerca de la nariz para olerlo bien. Ese olor a meada reciente, ese aroma de una buena polla mexclada con saliva con el que volverse loquito y guarrear pajeando con la boca, mientras me la rellena el boquino hasta los topes. A medida que iba notando en el hocico cómo esa porra se ponía cada vez más gruesa, dura, y firme, la cogí con la mano y la pajeé sin dejar de alimentarme.

  • ¡Uffff!... Vecinito, como me encanta verte esa carita guapa dorándome el cipote. -

Carlos cada vez abría más las piernas dejando hueco al mamón, osea yo, para que me aplicara comiéndole el nabo. La puta polla me llenaba toda la boca, y cuanto más crecía y más larga se hacía, más ganas me entraban de comérsela y menos me cabía. Era un quiero y no puedo, que me llevó a echar unas cuantas lágrimas por el esfuerzo de tragar. El puto cabrón para ayudarme, me agarró la cabeza con sus manazas y metió el pollón de un golpetazo en toda mi boca. Cuando sentí el grueso capullo tocándome la campanilla me vinieron unas arcadas de muerte colegas, y pensé que lo poco que había comido lo iba a expulsar de un momento a otro. La saliva se escapaba de mi boca, mojándole la polla y formando grande hilos de babas, que mezclados con su liquido preseminal bajaban como un río hasta los huevos.

  • ¡Uffff!... Que bien mamas niño... Te voy a follar la puta boca maricón. -

Carlos me bombeaba cada vez con más fuerza y rapidez, martilleándome la boca con la polla y notando el incesante golpeteo de su capullo en mi garganta. Mi cabeza subía y bajaba al ritmo que marcaban sus manos, al mismo tiempo que saboreaba con locura su delicioso cipote y le suplicaba con los ojos que no se detuviera nunca. En ese momento solo pensaba en que el cabrón se corriera en mi boca, y me la llenara de leche calentita... Mmmm, y probar su sabor.

El muy cabronazo se había adueñado de mi puta boca, me la follaba sin compasión a un ritmo salvaje y descontrolado. Intuí que ya no aguantaba más, sus reiterados gemidos y jadeos, y el inchazón de sus huevos que estaban a punto de reventarle, me avisaban de que más pronto que tarde me iba a escupir una buena cantidad de leche. Y así fue. Estalló como un buen campeón llenándome por completo mi mamona boquita de rico y exquisito semen. Yo bebía y tragaba como podía, atragantándome sin poder respirar, sin dejar de succionar hasta el más pequeño chicate de esperma que me escupía por la rajita del capullo, y que era solo mio... Mio... Para mi. Como buen tragón que soy me lo bebí todo.

Cuando terminé de tragarme todo su esperma y de pegarle una buena lavada en la polla, me cogió la cabeza con sus manos y me puso de pie pegándome a su cuerpo. Acto seguido llevó mi boca hasta la suya y me pegó un morreo que casi me corro del gusto... ¡Joder que rico!... Todo el sabor y el gustillo que me había dejado su jugosa leche en la boca, se la fui pasando mexclada con mi saliva para que el cabrón pudiéra paladear y degustar su propia semilla. Mientras nos intercambiábamos la saliva de un morro a otro, el cabronazo me tenía prisionero por sus fuertes brazos y sin escapatatoria alguna. Me empujaba con sus manazas contra su pelvis, mientras me agarraba los cachetes del culo y me metía mano por debajo del calzoncillo, al mismo tiempo que me masajeaba el boquete del ano con sus dedacos e intentaba introducirme un par de ellos a palo seco.

  • Quiero follarte este culito chaval... ¿Quieres que te lo envergue con mi polla Ivan? -

  • ¡Mmmmm!... Siiiii, tío. -

  • Mira al tío que tienes al lado... ¿Te gusta chaval? -

Por lo entretenido y ameno que me había tenido el pollón de mi vecino, no me había dado cuenta de que Maurico y Mandy la drag ya no estaban, y que un nuevo tío estaba justo a nuestro lado mirándonos atentamente mientras se pajeaba la polla con la mano por fuera del pantalón.

  • Mira el pedazo de polla que tiene el colega... ¿Te apetece chupársela mamoncete? -

El tío tenía una buena herramienta, grande, larga, gorda, y muy apetecible, y de cuerpo estaba bastante buenorro. La verdad es que con el hambre de pollas que tenía, el morbazo que me da un cuarto oscuro, y el calentón que llevaba encima no me importaba, al contrario ma agradaba muchísimo la idea.

  • ¿Te pone caliente verme como le chupo la polla a ese tío? -

  • ¡Uffff!... Me encantaría nene. -

  • Mmmm... Eres todo un viciosillo vecino. -

  • No lo sabes tú bien... Uffff... Ni te lo imaginas chaval. -

Ni le pregunté al tío, y por supuesto no le pedí permiso, alargué la mano cogiéndole el cipote y apartando la de él, y comencé a pajeárselo suavemente y muy despacio. Notaba el calor que desprendía aquella verga y como rebalaba por la palma de mi mano sin ninguna dificultad.

  • (Susurrándome) Agáchate y cómele la polla que yo te vea. -

Inqué las rodillas en el suelo y le bajé los pantalones y el slip hasta las rodillas. Carlos se puso al lado del tío, me agarró de los pelos y presionó mi cabeza con fuerza, enterrándomela entre sus piernas para que pudiera oler en primera fila el aroma que desprendía aquél cipotón. Lo olfateé detenidamente percibiendo el perfume a macho follador que despedía, y no solo husmeé el pollón, si no los huevazos, y las ingles. El tío se unió a mi vecino agarrándome de la cabeza y comenzó a frotarme el cipote por toda la cara, poniéndomela toda mojada y pringosa de pre- cum. Yo sacaba la lengua para lamerle la polla mientras él no paraba de subirme y bajarme la cabeza con sus manazas. Así me tuvo varios minutos poniéndome cachondo, haciéndome desear que me la metiera de una puta vez en el boquita y me la follara como un buen macho.

  • Miralo tío, (le dijo Carlos con la boca pegada a su oido)... Mi coleguita está loco por chuparte la polla... ¿Quieres que te de una buena mamada colega? -

  • Siiiii, (dijo el tío super excitado)... Quiero follarle la puta boca al mamón de tu amiguito... ¡Uffff!.. Y por lo que he visto antes colega, la tiene que mamar de maravilla, por que tú cara de gozo era muy fuerte mientras te corrías en su boquita. -

  • Un gustazo de boca tío, ahora lo verás cabrón. -

Me la tragué hasta los huevos ahogándome de las ganas que le tenía a ese pollón, y mirando al tío a la cara mientras lo hacía, con los ojos inyectados de lujuria y suplicantes hacia el dueño de aquella manguera, consiguiendo ponérsela más dura de lo que ya estaba. Menudo careto de felicidad se me ponía cada vez que hacía una paradita entre chupada y chupada y admiraba de cerca el pollón gordo y brillante que me estaba trabajándo con la boca y la mano. Al cabronazo se le había puesto más dura que antes y al no poder llegar al tope de tragármela entera, tenía que valerme con la mano para agarrar la base del pedazo pollón.

Yo lameteaba en círculos sobre el glande, recogiendo con la lengua el pre-cum que me iba soltando por la rajita, y después apretaba con fuerza los labios succionando y absorviendo con la boca todo lo que me daba ese puto capullo. Que sabor, que delicia, y que majar más delicioso. Me metí su polla hasta donde pude y comencé a mamar como un poseso. Carlos me levantó el trasero hacía arriba y me bajó el pantalón y el calzoncillo hasta los tobillos, dejándome el culito totalmente en pompa, al aire, y desprotegido. Mientras el tío aumentaba más la velocidad de las embestidas en mi hocico, mi vecino se agachaba delante de mi culo y me separaba los cachetes, para empezar a lamerme con destreza el boquete del ano. ¡Joder que lengua!... ¡Que cabrón!... Como culeaba mi agujero con voraz apetito, metiéndome el lenguetón dentro todo lo que podía, al mismo tiempo que me cogía la polla con su mano y me la pajeaba de arriba a abajo salvajemente.

  • Haz que se corra en tu boca chaval... Sácale toda la puta leche y trágatela mamonazo. -

El tío al escuchar lo que decía Carlos, más apretaba mi cabeza contra su polla, elevando las caderas mientras me embestía una y otra vez, contrayendo los músculos de las piernas y hundiéndome la cara a tope, hasta cortarme la respiración con esa tranca que me llenaba la boca. De pronto note un caudal de semen que inundaba mi traquea, y resbalaba a chorros por mi garganta hasta llegar al estómago. El tío cabrón me tenía cogido por la cabeza para que no intentara sacar su polla de la boca. El puto animal empujaba metiéndomela hasta el fondo, mientras escupía sin parar leche caliente a borbotones por el capullo, y su cuerpo se retorcía y temblaba de gusto apoyado en la pared.

  • ¡Ooohhhh, que gusto cabrón!... Trágatela toda chaval. -

Para entonces Carlos ya me había metido tres dedacos por el culo, y la paja que me estaba haciendo en el cipote se había convertido en un pedazo de pajote sin freno. No pude aguantar más del gustazo, y se me escaparon varios trallazos de lefa que mancharon de puntitos blancos el asqueroso suelo del cuarto oscuro. Vacié mis cojones entre gritos de placer, agarrándome con fuerza a las caderas del tío, y sintiendo mientras me corría los dedos de mi vecino envergándome el ano.

  • Que puta gozada colegas, (dijo el tío). ¡Uffff, bestial!... Por cierto me llamo Bruno. Estaba pensando, si os apetece seguir la juerga los tres, más cómodos en mi casa y tranquilos tomándonos una copita. Yo vivo aquí al lado, a 5 minutos andando... ¿Que me decís chavales, os apetece? -