Carlos, mi Semental 15

Mi historia llega a su fin, por fin he aceptado mi nueva condición de putilla ninfómana y creo que así por fin podré recuperar las riendas de mi vida al lado de Carlos y de mi nuevo amante y mejor amigo, Ricardo. Muchas gracias... (Trío e intercambio).

Carlos, mi Semental

XV

“Ding, dong”

–         ¿Si?

–         ¿Carlos?… soy yo… abrime porfa…

–         Ahorita amor… – a lo lejos lo oí gritándole a Ricky “es Sasha… abrile mano”.

Me sentía muy nerviosa, lo que iba a hacer le abriría, de una vez por todas, las puertas de mi ser a esa nueva vida que conocí al lado de Carlos y que tantas cosas me costó. Perdí a mi mejor amiga y a mi ex novio, además de muchos otros, por ese vicio de sexo y placer que adquirí al lado de mi actual pareja. El problema es que parecía que ya había olvidado como vivir sin eso.

Volteé hacia atrás y aun estaba estacionado el taxista que me trajo… hijo de puta, en todo el camino no dejó de verme por el retrovisor, y yo con miedo a que se estrellara. Pero bueno, supongo que habrá valido la pena… lo supe cuando Ricardo me abrió y puso su usual cara de idiota.

–         Hola… Sasha…

–         Hola Ricky… – le dije melosamente y le planté y profundo beso en los labios, luego entré. Adentro me esperaba Carlos sentado en la sala… también puso cara de idiota cuando me vio entrar – Hola amor… – le dije y lo besé con fuerza al mismo tiempo que me sentaba sobre sus piernas.

Lo terminé de besar y me deslicé a su lado, roja como un tomate y algo nerviosa, pero también muy excitada (qué raro). Al instante un tenso silencio invadió la habitación. Je, je, de verdad disfruté de sus gestos de incredulidad e idiotez. Ellos no se imaginaba lo que tenía planeado y estaban esperando, por lo menos, que les dijera que no los quería volver a ver nunca, sin embargo acababan de darse cuenta que no me interesaba para nada iniciar una pelea. Ese día había decidido rendirme a esa fuerza extraña que tan solo yo podía identificar y que me llevaba a convertirme en una perra en manos de mi novio. Era como una fuerza ajena a mi y a mi control, contra la que no podía luchar ni hacer nada.

Cuando entré, Carlos le estaba enseñando el último CD de Tego Calderón a Ricky y tenían puesto su nuevo hit. No dije nada, de hecho nadie había dicho nada desde que entré, solo me puse de pié y dejé que mi cuerpo siguiera el ritmo pegajoso y repetitivo de la canción. Mis caderas se mecían suavemente, despacio, sin prisas, pero libres. Podía sentir sobre mi cuerpo sus miradas caliente, desnudándome y quemándome, los veía sonreír confundidos, sin atreverse a hablar, pues aun no salían de su asombro. Me sentía deseada y adorada, sabía que se morían por tocarme y eso me calentaba más todavía.

Después de todo me había preparado especialmente para la ocasión: llevaba un pantalón pescador de lona, blanco, de cintura baja y muy ceñido a su redondo y enorme trasero. Abajo me puse una brasilera blanca que, dado el pescador que llevaba, se me salían fácilmente las tiras y el triangulito trasero. Arriba una blusa verde menta tipo corsé, de tirantes y hasta las costillas, así que dejaba descubierto mi ombligo y mi abdomen plano. La blusa me marcaba y levantaba el busto, por lo que pese a no tener demasiado, mis senos casi amenazaban con salirse y formaban un vistoso escote. Eso si, traía erectos los pezones desde que salí de casa y se me marcaban mucho. Para terminar, me maquillé más de lo habitual y sin tanta discreción, por lo que sin ser excesivo me daba un aire muy sensual que rozaba lo vulgar.

Sentí una vergüenza horrible al salir de mi casa y subir al taxi que pedí, pero al mismo tiempo me calenté con la reacción del piloto, que me veía con morbo y calor. Literalmente me sentí como una puta yendo a una cita… y así era precisamente como quería que me trataran. Y como si leyeran mis pensamientos, pronto mis 2 hombres se pusieron de pié y me acompañaron en el centro.

–         Sasha, amor… ¿estás caliente? – me preguntó Carlos, y como toda respuesta le dediqué la mirada más enfebrecida que pude – Ricky, preparate, – dijo – que hoy le vamos a dar duro a esta perra…

Terminé bailando perreo en medio de los 2 de una forma muy sensual y erótica. Tenía a Carlos por delante y a Ricardo por detrás y los provocaba descaradamente, moviendo las caderas para rozar mi culo con los bultos que ya se notaban entre sus piernas y dejándome manosear entera. Estaba hiperexcitada, sabía que luego me cogerían y que me harían todo lo que se les diera la gana y eso aumentaba mi morbo de una forma increíble.

Carlos no quiso perder más tiempo y empezó a besarme suavemente, bajando a mi cuello poco a poco. Ricky por su parte, me tomó de la cintura y, despacio, empezó a acariciar mi espalda, lentamente fue bajando hasta mis nalgas, grandes, duras y firmes, y me las acarició y apretó. Luego buscó el cierre del pescador y con mucha delicadeza lo bajó, este cayó al suelo y yo ni me inmuté, estaba muy ocupada dejándome devorar por Carlos. Mi enorme y hermoso trasero, de suave y tersa piel morena, quedó expuesto, apenas cubierto por mi brasilera blanca cuyo hilo se perdía entre los cachetes de mi culo.

Al mismo tiempo mi novio me quitó la blusa, dejándome con las tetas al aire, y atrapó mis oscuros y erectos pezones con sus gruesos labios y comenzó a succionármelos. ¡Qué delicia, mis sensibles tetas me mandaban deliciosas señales de placer mientras su diestra lengua me enloquecía y me hacía gemir!

–         ¡AAAAHHHHH, Carlos… si, seguí así!

–         Te voy a comer entera Sasha… Ricky y yo vamos a partirte por la mitad, perra…

Mientras tanto Ricardo me besaba las nalgas y los muslos, me los lamía y acariciaba con una lentitud desesperante. Estiró una mano y se encontró con mi sexo depilado y no tardó mucho en bajarme la tanguita, dejándome ahora como Dios me trajo al mundo, caliente y desnuda, con mi sexo emanando una cantidad de fluido impresionante y dispuesta a ser poseída por esos dos machos. Me sentía la puta más puta de todas y eso me encantaba, ya no me importaba nada más.

Carlos me acostó sobre un sofá mientras Ricardo se desnudaba. Los 2 era unos machos soberbios, mi novio era más alto y robusto, con un físico muy desarrollado y músculos poderosos. Ricky era más bajo y delgado, pero fibroso y más marcado. Además estaban muy bien dotados con penes enormes. El de Carlos era de unos 20 cm y gruesísimo; el de Ricky algo menos gordo pero de unos 23 cm. Mientras lo contemplaba embelesada despojándose de su ropa, Carlos me abrió las piernas y me comenzó a lamer la raja depilada y colorada. Sentí su diestro apéndice oral ir y venir por cada recoveco de mi sexo mojado, tragándose mis jugos, con sus dientes rozando delicadamente mi sensibilísimo y duro clítoris y al mismo tiempo aprovechó para desnudarse sin soltarme ni un segundo.

–         ¡¡¡AAAAAHHHHH, CAAAAARLOOOOSSSS!!! – exclamé extasiada, oyendo los chapoteos que su lengua causaba al entrar en contacto con mi sexo encharcado.

Entonces Ricky se me acercó y me besó apasionadamente, nuestras bocas se devoraban mutuamente como si fuese el último beso de nuestras vidas. Me tomo del pelo, se separó de mi y comenzó a ponerse de pié al mismo tiempo que “me obligaba” a lamerle la piel de su duro y firme torso, hasta dejarme frente a su gran verga. ¡Dios, cómo me calentaba eso, que me dominara de esa manera! Yo tampoco quise perder tiempo e inicié a lamerla como a un helado, luego me la tragué hasta el fondo gimiendo del placer. Me encantaba, tenía exactamente el grosor que yo podía manejar cómodamente.

–         Esperate mano, probemos una nueva posición con esta perra… – Carlos se levantó llevándome con él. Se puso de pié sujetándome con fuerza de las caderas, dejándome colgada de cabeza – Vaya pues… cogétela por la boca mientras yo le sigo chupando la cuca. – dicho y hecho, sosteniéndome con fuerza hundió la cara entre mi sexo mientras Ricardo me ensartaba su verga hasta la garganta.

No sé porqué me sorprendía, sabía de sobra que eran un par de pervertidos, pero lo cierto es que jamás me hubiese imaginado que esa posición era posible. Estaba colgando en el aire, de un lado Carlos me sostenía firmemente de las caderas a la altura de su cuello, así podía hundir su cara entre los pliegues de mi sexo y continuar con el delicioso cunilingus que me estaba dando. Del otro lado Ricardo me sostenía de la nuca y los hombros y me ensartaba sin piedad su gran palo hasta el fondo.

¡Trío de pervertidos! Y digo trío porque disfruté de aquella extraña posición desde el principio. Incluso decidí ayudar al mejor amigo de Carlos sosteniéndome yo misma de sus brazos, así le dejaba las manos libres para pudiera seguir irrumándome sin problemas, hundiendo su gran tranca hasta mis amígdalas. Literalmente me sentía una muñeca en sus manos, totalmente a su merced y eso aumentaba mi libido.

Me tuvieron así por un buen rato, Carlos me estaba matando poco a poco de placer, su lengua y labios eran maravillosos y me daban un goce increíble, se conocía de memoria cada parte de mi feminidad. Pero el cabrón no me dejaba acabar, cada vez que llegaba a un punto casi de no retorno, paraba o me mordía suavemente el clítoris para bajarme. Me estaba torturando, disfrutando de mi calentura y mi necesidad por el placer. De pronto me bajó, le dijo algo a Ricky a señas y este tomó asiento. Me giró y me dejó de frente a él, que lucía su tremenda vergota parada y tiesa desde el sofá.

–         Bueno amor… enseñame que tan buena jinete sos con mi amigo. – me dijo al oído.

Inmediatamente me subí sobre Ricardo, separé las piernas y me fui sentando despacio sobre su poderoso miembro viril, sintiendo embriagada como me iba dilatando y mojando más y más. Pronto quedé totalmente ensartada y comencé a moverme, primero lento y suave, sintiendo las venas de esa cosa en lo más profundo de mi intimidad y haciéndome sentir totalmente llena.

–         ¡¡OH, DIOS!! – exclamé.

–         ¿Te gusta mi amor, te gusta que mi mejor amigo te coja? – me preguntó Carlos, susurrándome al oído al mismo tiempo que me lamía los lóbulos de las orejas.

–         ¡¡SSSSIIIIIIHHHHH… la tiene tan larga y dura… aaaahhhhh!! – mis movimientos se hacían más intensos y botaba con más fuerza sobre él.

–         ¿Y te gusta que tu novio vea lo puta que te has vuelto?

–         ¡¡Ssssiiiiiiiihhhhhh… me encantaaaaagggghhhh!!… ¡¡Tu me volviste así Carlos, aaahhh!!

–         No Sasha, tu SIEMPRE fuiste así… solo que no lo sabías… – me dijo, lamiéndome el cuello.

Por su parte Ricky me dejaba hacer, sin moverse, gozando intensamente, amasándome las tetas y pellizcándome los pezones. Aquella era la tercer vez que sentía su poderoso garrote en el fondo de mis entrañas, horadándome y volviéndome loca del placer, y tenía claro que no sería la última. La cabeza de su pene topaba directamente con la boca de mi útero, lo cual no era del todo agradable, pero el placer que me daba en el resto de mi intimidad y la situación igual me tenían gozando descontrolada.

Obviamente Carlos no iba a quedarse sentado solo viendo, por sorpresa me empujó, sin que yo dejara de rebotar cada vez con más violencia sobre la verga del otro, y me inclinó frente al rostro de su amigo, exponiendo mi redondo y enorme trasero. Me lamió despacio toda la espalda, desde la nuca hasta el culo, y comenzó a chupármelo para lubricarlo con saliva y dilatarlo al mismo tiempo, de inmediato supe lo que quería. Al minuto sentí como me metía un dedo y luego 2 y hasta 3, los que asimilé muy bien.

–         Ja, ja, ja, ja… Sasha, amor, puedo sentir la cabeza de hongo de la verga del Ricky… – me puse roja pero no le dije nada, no podía, el placer solo me dejaba gemir.

De reojo vi que se ensalivaba la cabeza de su pene y que lo colocaba en posición sobre mi esfínter. Cerré los ojos y me lo dejó ir con un sólido empujón. Pegué un fuerte alarido de dolor y placer, pero no intenté liberarme de esas 2 vergas que me partían por la mitad y que me enloquecían de placer.

–         ¡¡¡¡OOOOOUUUUUGGGGGGGGG… POR DIOOOOOSSSGGGHHHHHH!!!! – rugí.

–         ¡¡¡Gozá perra, te vamos a partir por la mitad!!! – me respondió Carlos y comenzó a cogerme.

Automáticamente se acoplaron y coordinaron, cuando uno sacaba el otro metía, estaba claro que no era la primera vez que ese par de cerotes lo hacían juntos, yo era solo su nuevo juguete. Empecé a estallar en orgasmos violentos que me hacían berrear y gritar, tensar todo mi cuerpo y sentir que me moría.

–         ¡¡¡¡AAAAAAHHHHHHH, OOOOOGGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡ME ESTÁN MATANDO, ME ESTÁN MAAAATAAAANNNNDOOOOUUUGGGGHHHHH… AAAHHH, AAAHHH!!!! – literalmente me estaban partiendo por la mitad, la potencia de sus embestidas me sacudían bruscamente y sus ciclópeos falos me abrían con fuerza, les juro que casi perdí el conocimiento.

–         ¡¿Querés más Sasha?! ¡¿Te damos más?! – me preguntó Ricardo, hablando por primera vez desde que empezamos a coger.

–         ¡Claro que quiere más… esta perra nunca tiene suficiente… siempre quiere más!

–         ¡¡¡¡SSSIIIIIIIIIHHHHHH… QUIER MÁS, MÁS!!!! – les respondí a gritos y entrecortadamente, el placer que me daban me estaba volviendo loca – ¡¡¡¡PÁRTANME EN 2, PERROS PERVERTIDOS, AAAAHHH, AAAHHH, AAAHHH!!!! – y seguía encadenando orgasmos.

–         Vamos a cambiarla otra vez Ricky…

Carlos me jaló y me levantó, sentí un gran vacío dentro cuando el inmenso garrote de su amigo se salió de mi. Se sentó en un sofá de una plaza sin sacarme la verga del culo y me abrió los muslos para dejarme completamente abierta para Ricky. Este, ni  corto ni perezoso, me penetró de nuevo y empezó a embestirme con nuevos brillos mientras mi novio se limitaba a mantenerme las piernas abiertas.

–         ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHH… SSSSIIIIIIHHHHH… RICARDO, DAME DURRROOOOO!!!!

–         ¡Aprovechá y cogete a esta perra Ricky, sacale la verga por la boca.

Ricardo me cogió con furia, sus embestidas contra mi humanidad sonaban como aplausos y su gran verga se me incrustaba hasta el fondo, forzando sin piedad la elasticidad de mi vagina. Estaba en las nubes, totalmente extasiada, enloquecida de tanto placer, les juro que si hubiesen querido torturarme con saña en ese momento ni me habría dado cuenta. Nunca había tenido tantos orgasmos en mi vida y en muy pocas ocasiones los he vuelto a tener, esa tarde me revelé como una gran perra multirogásmica, capaz de encadenar los picos de cada clímax que tenía.

Ellos también estaban fuera de si, Carlos estaba cumpliendo uno de sus sueños dorados y sé que Ricky también, aunque luego él me confesó que eso de coger en grupo era más cosa de su amigo que suya, que a él le gustaba más la intimidad de la pareja. Dejé que me tomaran como se les diera la gana, en todas las posiciones que quisieron y con la potencia que se les dio la gana, de verdad no sé como no se me salieron los ojos de las cuencas de tan duro que me apalearon.

Practicaron conmigo dobles penetraciones, me cogiendo en la pose de perra, turnándose para cogerme por el culo o por la vagina por igual. Me hicieron chuparles las vergas varias veces y limpiárselas de mis propios jugos. Me hicieron gritar hasta que quedé ronca, realmente fue el encuentro más fuerte que había tenido en mi vida. Al final, cuando mi buen juicio hizo un último esfuerzo por salvaguardar mi integridad, decidí hacerlos acabar con un truco que acababa de aprender:

–         Pónganse frente a mi… se las voy a mamar… – les dije con vos grave y áspera.

Me tiré de rodillas y ellas se colocaron a ambos lados de mi cuerpo y comencé a mamárselas por turnos. Pero al mismo tiempo pasé mis manos por en medio de sus piernas y me apoderé de sus testículos. Así, mientras ellos me embutían sus vergas hasta la garganta, sujetándome con fuerza del pelo, yo les acariciaba suavemente los huevos mientras iba avanzando a mi objetivo final. Lo hice despacio, cautelosamente, no quería asustar a Carlos, porque sabía que a Ricky le gustaba aquello. Iba a tratar de meterles los dedos entre el culo y hacerlos acabar así.

Usé mi propia saliva (estaba babeando abundantemente mientras me cogían por la boca) para lubricarles el culo y así logré meterles un dedo. Los 2 pegaron un intenso respingo pero no me detuvieron, era de esperarse de Ricardo, pero no de Carlos… aunque pensándolo bien era ilógico que no le fuera a gustar a ese degenerado mierda. Los 2 comenzaron a respirar aceleradamente, gruesos goterones de sudor rodaban por sus frentes, hasta que, finalmente, acabaron en medio de gritos y rugidos triunfales de placer.

–         ¡¡¡SASHA, SASHA, PUTA… MADRE… SAAAAAASSSSHHHHHHGGGGGGG!!! – Ricky fue el primero – ¡¡¡¡¡UUUUAAAAAAGGGGGHHHHHH, AAAAARRRRGGGGGHHHHHH!!!!! – recibí sus chorros de semen caliente en la cara y en la boca, principalmente del lado derecho. Sus rugidos inundaron toda la casa y alimentaron mi ego.

–         ¡¡¡¡POR DIOS AMOR, ¿DÓNDE A… APRENDISSSTEEEEEGGGGHHHHH!!!! – Carlos fue el siguiente, me regó el lado izquierdo de la cara por completo y terminó de llenarme la boca mientras lanzaba un largo y poderoso aullido que retumbo por las paredes – ¡¡¡¡¡AAAGGGHHH… OOOOOOOAAAAAAAGGGGGGHHHHHHH!!!!!

Aquel fue el final de ese encuentro, mi primer trío con 2 hombres y fue increíble, nunca había gozado tanto. Pero no pudimos seguir, conocía de sobra la resistencia de esos 2 hombres pero yo estaba destrozada, la vagina me ardía terriblemente, la tenía muy roja e inflamada y hasta sangré un poco. Tenía que ser así, pasé cogiendo como loca todo ese fin de semana… ¡y hasta con una mujer!

Nos quedamos tirados en los sillones por un rato, luego Carlos me subió en brazos a su habitación y caí rendida entre sus brazos mientras Ricky se retiraba para dejarnos privacidad. Por primera vez en mucho tiempo me sentí totalmente tranquila y plena, había dejado de pelear contra mi nuevo yo, lo había aceptado y me sentía libre al fin. Y aunque sabía que nada volvería a ser como era antes, y que la pérdida de Arla y de Alex me carcomería el alma eternamente, por lo menos tenía claro que, poco a poco, podría recuperar las riendas de mi vida, aun al lado de Carlos, de Ricardo, que ahora era mi mejor amigo también, y de Doña Majo.

Pero eso es parte de otra historia, muchas gracias por su atención…

Fin.

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.