Carlos, mi Semental 13

No lo comprendo, no puedo hacerlo. Apenas minutos antes había cogido como una perra con Ricardo... y ahora caigo también en manos de su madre (Primera vez lésbica entre una jovencita y una madura).

Carlos, mi Semental

XIII

Bueno, ¿qué les puedo decir que no resulte obvio? ¿Cómo se sentirían ustedes si, después de coger como salvajes, son sorprendidos por la madre de su pareja? ¡Dios mío, jamás había estado tan avergonzada en mi vida, jamás me había sentido tan confundida y nunca le había pedido al cielo con tanto ahínco ser tragada por la tierra (cosa que obviamente no ocurrió)! ¡Habíamos sido sorprendidos por la madre de Ricardo! ¡Esa señora vio a su hijo cogiéndome como a una gran perra!

Pegué un alarido y salí corriendo hacia las gradas y me encerré en el baño del segundo nivel. Sentada en la taza me puse a llorar sin control, aquello era el acabose, el colmo de mi degradación, solo me faltaba es que la señora llamara a mi papá. Recordé cómo era mi vida antes de conocer a Carlos, tranquila y pacífica, el único sitio en donde habían problemas era mi casa, afuera todo iba muy bien, al lado de Arla y de mi ex, Alex. Mi llanto se hizo más fuerte al recordarlos, los momentos felices que pasé con ellos y en lo mucho que llenaban mi vida… ¡los cambié por una verga, por una hermosa y maldita verga que destruyó mi hermosa, tranquila y pacífica vida!

Pero tampoco podía culpar a Carlos de todo, a fin de cuentas yo decidí acostarme con él, no me obligó. No, el problema era yo, desde el principio, esa calentura tan intensa, ese oculto deseo de carne que llevaba escondido en lo más profundo de mi inconsciente. No me lo podía explicar, no sabía cómo… supongo que sería un caso de lo más interesante para un psicólogo.

–         “Toc, toc” – pegué un nuevo grito y un salto, estaban tocando a la puerta – señorita, por favor abra… necesito hablar con usted… – de nuevo el mundo me cayó encima, ¡era la mamá de Ricky!

–         ¡Mama, no! – a su lado oí la voz de Ricky tratando de evitar que su progenitora me cayera a palos… por un momento sentí un poco de consuelo – ¡Sasha no tiene la culpa!

–         ¡Ricardo David, ustedes tienen que aprender a hacerse responsables de sus actos!… ¡y usted señorita, ábrame, vamos a tener una pequeña conversación! – ¡mierda, mierda, MIERDA! ¿Qué podía hacer, más que abrirle y dejarla entrar?

La señora no se me lanzó al cuello como pensaba, solo se quedó de pié frente a mi con una toalla en una mano y una bata en la otra. Tampoco me encontré con un gesto amenazante en su cara, ni siquiera ojos duros. Al contrario, veía reflejado en sus hermosas facciones una profunda mirada de indulgencia.

–         Buenas tardes, yo soy la mamá de Ricardo… y tu Sasha, ¿verdad? – su voz salió como un susurro, suave y aterciopelada, con un elegante matiz a mezzosoprano. Solo pude asentir incapaz de hablar ni de dejar de llorar – Tranquila, tranquila, no te voy a hacer nada… – abrió el grito de la regadera y esperó hasta que comenzara a caer agua tibia – Bueno… vamos a lo primero, quiero que te des una ducha caliente para que te limpiés y te relajés un poco… andá, metete… de verdad, yo no muerdo.

Titubeante entre a la ducha y dejé que el agua caliente mojara mi piel, que hacía minutos estaba al rojo vivo, ahora hasta frío tenía. Afuera la señora tomó asiento en la taza del inodoro con la toalla y la bata en las manos, esperándome. Mi mente era un hervidero de pensamientos, ¿qué me iba a decir, qué le iba a contestar, sería suficiente con pedir disculpas? No podía responder nada de eso, obviamente, así que mi temor e incertidumbre no disminuyeron para nada.

Me puse a pensar en ella, era una mujer muy hermosa y elegante, morena y delgada, más o menos de 1.70 de estatura, de cabello castaño oscuro y liso que llevaba a media espalda. Tenía un rostro hermoso y aniñado, de rasgos finos, con grandes y expresivos ojos cafés, nariz fina y labios gruesos. Y su voz era suave, aterciopelada y muy femenina. Honestamente no sé porqué me fijé en esos detalles, sobre todo porque mi percepción tenía que estar errada en ese momento, ya que cuando la vi en la ventana me pareció como que tenía una mano metida entre las piernas y la otra apretándose fuertemente los senos.

Cerré la llave de la ducha y me sequé la toalla como si me estuviera quitando alguna sustancia tóxica. Me puse la bata y salimos del baño, afuera nos esperaba Ricardo con el culo en la mano de asustado.

–         ¿Ricardo, ya viste la hora que es? – le espetó bruscamente a su hijo – Tenés que ir por tu hermana.

–         ¡Pero mama, ¿y ella?!

–         ¡Ni mierda Ricardo, ahorita… no vas a dejar a tu hermana esperando sola!

–         ¡Pero no va a esperar sola, también viene Adriana, la hermana del Ko!…

–         ¡Con más razón entonces!

–         ¡Pero mama…!

–         ¡Ricardo David, no estoy jugando, andá por tu hermana ahorita y es la última vez que te lo digo, luego vas a dejar a la señorita a su casa! Mientras, ella y yo vamos a seguir hablando! – Ricky bajó la mirada y yo entré con ella a su cuarto y cerró la puerta… ahora yo tenía el culo en la mano.

–         Bueno señorita, tomá asiento y hablemos… – la señora se sentó en su cama y yo al lado, separada de ella por un metro de distancia, comencé a llorar otra vez – tranquila, tranquila, ya te dije que yo no muerdo y que te voy saltar al cuello, simplemente quiero dejar varias cosas claras aquí…

–         Perdóneme señora… yo… no sé… no tengo cómo disculparme…

–         Te perdono por haber tenido sexo con mi hijo en mi sala, tampoco soy un carcamal del año del caldo… comprendo que en estos tiempos… las cosas… bueno, las cosas no son como en los míos, pero no por ello son mejores. Sasha, estoy al tanto de lo que han estado haciendo Carlos, mi hijo y tu, – ¡el mundo se me cayó encima! ¡¿Pero cómo lo supo?! – entre Ricky y yo no hay secretos…

–         ¡¿Ricardo?! – mi insoportable vergüenza dio paso a un sentimiento de incredulidad y sorpresa.

–         Pues si… entre él y yo no hay secretos, estoy al tanto de todas las aventuras que han tenido los 3. Por ejemplo, de la fiesta de ayer. – nuevamente estallé en llanto y empecé a balbucear sin control.

La señora me tranquilizó abrazándome contra su pecho, lo sentí tibio, cómodo y mullido (tenía unas grandes chiches). Comenzó a decirme que me entendía mejor de lo que yo creía, que tenía que ponerles un hasta aquí, que ella conocía a su hijo y a Carlos y que eran buenas personas, pero que aun eran muy inmaduros, sobre todo mi novio, que no sabían cuándo parar y que todo este juego se nos había salido ya de las manos. Y que al final, si no me cuidaba, la que saldría más perjudicada sería yo.

Le contesté que no sabía qué hacer, que la que no sabía cómo parar era yo. Le dije que no sabía que sentía por Carlos, pero que por él sería capaz de hacer cualquier cosa, no porque quisiera, sencillamente porque no sabía cómo decirle que no. Le hablé de la primera vez que tuvimos sexo, de lo mal que me sentí por traicionar a mi amiga y de la tragedia de perder a mi novio, a quien amaba de verdad. Le confesé que a partir de ese momento empecé una espiral de perversión que no he podido parar, que cada día que pasa me siento más subyugada por el encanto de Carlos y caigo más bajo.

Luego le conté que aquella tarde había citado a su hijo para parar las cosas con él, que quería dejarle claro que lo de ayer no volvería a pasar nunca y que quería que se mantuviera alejado de mi. Pero que después, al estar ya en su casa, se apoderó de mi una excitación tan fuerte que no la pude controlar, que simplemente necesitaba ser cogida por él a como diera lugar. Y como estaba siendo totalmente sincera con ella, terminé por confesarle que, a pesar de la vergüenza que sentía, aun seguía caliente… bastante.

Lejos de regañarme por eso me abrazó y me habló al oído, me dijo con palabras dulces que aquello no era tan raro como pensaba, que era muy normal tener necesidades, pero que al final la razón tenía que gobernar a las ansias. La oí atentamente al principio, sus palabras y su comprensión me tranquilizaron mucho… tanto que terminé volviendo a mi estado de calentura. ¡Mierda, esa señora me estaba dando la confianza y comprensión que jamás recibí, ni en mi propia casa, y yo calentándome de nuevo!

Mientras ella seguía hablándome, yo sollozaba sobre su hombro hasta que me calmé, pero entonces la calidez de su piel empezó a estimular mi libido. Sentí una gran necesidad de acariciarla y besarla, de tocarle los senos. Realmente jamás había sentido atracción por una mujer antes, ninguna, pero esa tarde, al lado de esa señora, sentía que me derretía.

–         …entonces, si no parás, vas a terminar siendo una esclava de tus instintos. Se volverá una adicción como las drogas o el alcohol… y creeme que la adicción al sexo es real… y como toda adicción… ¿Sasha, me estás oyendo? – los ojos se me llenaron de lágrimas, esa señora tan buena y yo tan perra.

–         Si… bueno no… ¡si la estaba oyendo pero!… yo… mierda… perdóneme…

–         ¿Te puedo hacer una pregunta y me contestás con la verdad? – asentí con la cabeza – ¿Estás caliente ahora? – ¡mierda, se dio cuenta! Nuevamente asentí con la cabeza y rompí en llanto – ¿Te calentaste… por mi o por otra cosa? – solo pude encogerme de hombros, no sabía si seguía caliente luego de la cogida que me dio su hijo o si es una nueva calentura inspirada en ella. Lloré más fuerte.

Me abrazó con fuerza y me estrechó contra su pecho, yo me hundí en su hombro y seguí llorando de vergüenza y tristeza, ¿en qué me había convertido? Esperaba que si sentía suficiente sufrimiento, se me pasaría la calentura, o por lo menos bajaría, pero no, seguía allí entre mis piernas. Su olor, la textura de su piel, el tono y timbre de su voz, su cuerpo voluptuoso y perfecto, todo en ella me sabía a sexo, todo.

Tiernamente, como una madre, la señora me acariciaba la espalda y me daba besos en la cabeza, que yo le respondí, sin poderme controlar, con un beso en la mejilla. No mostró molestia, así que cada vez que me besaba la cabeza, yo le besaba la mejía. La cosa hubiese estado bien si no le hubiese comenzado a acariciar la espalda a ella también… ¡Dios, qué caliente estaba!… y más todavía cuando la señora me comenzó a tocar las nalgas por debajo de la bata. ¡Me estaba tocando las nalgas por debajo de la bata, ¿qué estaba pasando?! Me separé rápidamente y algo asustada.

–         ¡Señora… ¿qué… qué… qué está haciendo?!

–         Sasha… te dije que te comprendía mucho mejor de lo que tu misma te imaginabas… – y entonces comenzó a quitarse la ropa.

¡Dios mío, la madre de Ricardo estaba desnudándose frente a mi con una actitud erótica y seductora! ¡¡¡¿Qué estaba pasando en este mundo?!!! La señora traía un conjunto de ropa deportiva rosa pastel que rápidamente cayó al suelo. Debajo del pants me dejó ver unas bragas de algodón, blancas y cómodas, y unas piernas fuertes y robustas. Luego se quitó la blusa y me enseñó unos senos más grandes de lo que pensaba y con aureolas amplias y oscuras y pezones puntiagudos en medio. Finalmente se bajó las bragas y quedó con su tupido vello púbico al aire.

–         ¡Mierda Sasha, qué hermosa sos! Cuando te dije que te comprendía, hablaba muy en serio… hay muchas cosas que nos sabés de Ricardo y de mi… – y se me lanzó con una penetrante mirada.

De nuevo la calentura me dominó y me dejó desarmada ante el avance de esa diosa, yo estaba en el borde izquierdo de la cama, al lado del closet, con ella a mi lado. Me besó uniendo sus labios a los míos apenas como una suave caricia y automáticamente mi corazón se desbocó y mi respiración se aceleró mucho, ni siquiera me di cuenta de cuando me abrió la bata. Me susurraba cosas al oído y me acariciaba el vientre con la mano, yo tenía los ojos cerrados y me dejaba hacer procurando no pensar en nada, respiraba hondo y a veces dejaba escapar tímidos suspiros. No obstante estaba tensa, con las manos empuñadas y los brazos rígidos, era inevitable, aquella era mi primera vez con una mujer. Por el otro lado estaba ella que, por la forma y la soltura con que me tocaba, parecía tener mucha más experiencia que yo, tuve claro desde el principio que esta no era su primera vez con una mujer.

Me tocaba y rozaba con suavidad y jugaba con mis pezones con su lengua para tenerme completamente excitada. Abrí los ojos y vi como me succionaba los pechos de una forma deliciosa, me estremecí de gozo cuando sus dientes rodearon mis erectos pezones morenos y los mordieron con suavidad. Acto seguido se incorporo y me besó, y yo le correspondí. No podía creer que mi vida se hubiese vuelto tan extraña, hacía apenas menos de una hora esta mujer estaba que echaba chispas por haberme pescado cogiendo con su hijo como una perra… ¡y ahora era ella la que me iba a coger a mi!

Sus manos recorrían cada rincón de mi menudo y moreno cuerpo suavemente, causándome escalofríos. Me separó las piernas dejando todo mi sexo al descubierto y me provocó una intensa ola de placer cuando sus dedos acariciaron esa parte tan sensible de mi cuerpo. Inició por los costados, luego fue introduciéndose en mi girando los dedos y haciendo círculos para penetrarme con facilidad y encontrar el punto exacto de mi placer. Para entonces yo ya había perdido todo rastro de remilgos, incomodidad y timidez, y también comencé a tocar a la señora sin parar de comerle los labios apasionadamente.

Sin embargo mis besos eran suaves y muy húmedos, mi lengua serpenteaba dentro de su boca al mismo tiempo que mis manos acariciaban por primera vez los pechos de otra mujer, la mamá del mejor amigo de mi novio, quien, con un rápido movimiento, me colocó boca abajo. Empezó a besar y a lamer mis grandes, redondas, duras y paraditas nalgas, que hacía poco estuvo acariciando su hijo, bajando cada vez mas hasta que alcanzó la entrada de mi culito con la punta de la lengua, deslizándola y bajando más para llegar a mi intimidad y hacerme ver estrellas. Para entonces ya me tenía totalmente sometida.

Cuando por fin pudo introducir su lengua en mi húmeda vagina, no pude aguantar más y lancé un gemido desde lo mas profundo de mi ser. Separé más las piernas y elevé un poco las caderas, me entregué completamente a ella, mi cuerpo estaba ahí para que la madre del mejor amigo de mi novio hiciese con él lo que se le diera la gana. Y lo hizo, una y otra vez, esa lengua me volvió loca de placer, haciéndome gemir una y otra vez, sin poder de parar.

–         ¡¡¡AAAAHHHH, OOOOHHHH, MÁS MÁAAAASSSSGGGGHHH!!! – gemía.

–         ¿Te está… (chump, chump)… te está gustando… (chump, chump)… mi niña? – me preguntó con la boca repleta de mi sexo y mis jugos.

–         ¡¡¡¡AAAAAHHHH, Nunca en mi vida me la habían lamido tAAAAnricOOo!!!! ¡¡¡SEÑORA, USTED ES MAGNÍFICA, CARLOS Y RICKY ESTÁN A AÑOS LUUUUZZZGGGHHHH!!! – un fuerte estremecimiento me atrapó, era un violento orgasmo que la señora se bebió entero – ¡¡¡¡OOOOAAAAAHHHH, SEÑOOOOOORAAAAAAHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAHHH, AAAHHH, OOOOHHH!!!! – una y otra vez esa lengua se introducía en mi interior, causándome un placer tan exquisito como estremecedor.

No me permití caer en el dulce sopor post clímax, tenía que devolverle el placer. Con agilidad felina me puse boca arriba con las piernas abiertas de par en par, mostrándole mi sexo chorreante de su saliva y de mis jugos y con un marcado tono rojizo, probablemente irritado en parte por el encuentro con Ricky y en parte por su hábil lengua. Tuvo la intención de meter su rostro entre mis muslos, pero la detuve, quería probar a que sabía el sexo de otra mujer. La señora pareció comprendió al instante y subió sobre mi sin dejar de tocarme, situó sus piernas a cada lado de mi cara y su vagina, jugosa y con un penetrante aroma, ante mis fascinados y lujuriosos ojos, que no esperé ni un segundo y me la llevé a la boca.

–         ¡¡¡AAAHHH, SASHA… despacio mi niña, con cuidado!!! – calmé mi ímpetu, las ansias me estaban haciendo lamer y chupar con demasiada fuerza.

Cambió de estrategia y comencé a lamer como una auténtica perra, localicé su clítoris y me enfoqué en succionarlo, tragándome los deliciosos jugos de esa hembra caliente. Al mismo tiempo, con los brazos estirados hacia arriba, amasaba y restregaba sus grandes tetas, haciéndola gemir desesperadamente. Tras un momento, con más seguridad y soltura, comencé a introducir mis dedos en ese encharcado sexo, no sin algo de torpeza, pero haciéndolo lo mejor que podía, frotando el interior con meneos ondulantes y de mete y saca. Y logré lo que buscaba, pues la mujer se estaba volviendo loca y me pedía más y más.

–         ¡¡¡AAAHHHH, NENA, MI NENAAAHH… AAAHHHH!!! ¡¡¡MÁS, DAME MÁS SASHA, QUIERO MAAAAASSSSGGGHHH!!! – sus gritos me alentaban, me calentaban y alimentaban mi ego de hembra. Con la boca completamente abierta le pasaba la lengua de arriba abajo al lado de mis traviesos y hábiles dedos… ella no duró mucho más – ¡¡¡¡AAAAHHHH, SASHA, SASHA… OOOOOOHHHHHH, MI NIIIIIIÑAAAAAAGGGGGHHHHH!!!!

La madre de Ricardo tuvo un orgasmo tan violento, ruidoso y mojado que la hizo tambalearse mientras  yo me lo tragaba entero. Se dejó caer a mi lado e inmediatamente nos unimos en un vehemente beso que más parecía una lucha entre lenguas. Rodamos en la cama recorriendo nuestros cuerpos una y otra vez, manoseándonos sin pudor alguno, calentándonos más y más cada vez. Entonces quedé encima de la señora y le pellizqué los pezones con saña. Hice algo que me sorprendió mucho incluso a mi:

–         Señora… se me acaba de ocurrir algo… – me puse roja como un tomate.

–         Mi niña, no me digás señora ni me tratés de usted… soy Majo o María José a secas para ti… – me dijo, viéndome con una gran sonrisa en los labios – y decime, ¿qué se te ocurrió?

–         Bueno… Majo… – se me salió una risita tonta y azorada – es que… bueno, lo vi en una revista porno que mi papá le encontró a mi hermano… eran 2 mujeres y estaban… entrelazadas… – una inmensa y enigmática sonrisa iluminó el rostro de mi nueva amante al tiempo que formaba una figura con sus manos, eran 2 tijeras una frente a la otra.

Nos pusimos una frente a la otra con las piernas abiertas, rápidamente unimos nuestros empapados sexos y quedamos frente a frente, tomadas de la nuca de la otra con una mano y apoyadas en el colchón con la otra. Entonces iniciamos esa cadenciosa y lúbrica danza que solo 2 mujeres pueden interpretar: movíamos las caderas en rítmicos movimientos circulares, frotando sexo con sexo con fuerza casi como si quisiéramos iniciar una fogata. ¡Qué sensación más increíble, qué placer tan grande! Los gemidos se convirtieron en gritos y nos cubrimos de sudor, en poco tiempo alcanzamos juntas el orgasmo.

–         ¡¡¡SASHA, SAAASHHHAAAAAHHHH… NNNENAAAGGHHHH!!!

–         ¡¡¡MAS, MAS… QUIERO MAS MAJO… OOOHHHHHH!!!

–         ¡¡¡¡SSSAAAAAASSHHHHAAAAAGGGGGHHHHH, OOOOOOHHHH!!!!

–         ¡¡¡¡OOOOOUUUUUUUGGGGGHHHHH, AAAAAAHHHHHHHHH!!!!

Perdí el equilibrio y caí en la cama, donde quedé revolviéndome víctima de los estertores más ricos que había sentido hasta entonces. María José continuó restregando su vulva contra la mía, sujetándome de un muslo firmemente y orgasmeándose igual que yo. Pero estaba completamente fuera de si y en un arranque me soltó y empezó a restregar su sexo sobre mi piel, desde mis caderas hasta mis senos, hasta que su clímax terminó, embadurnándome entera de sus jugos. Luego cayó derrumbada a mi lado y nos quedamos abrazadas tiernamente, como 2 amantes enamoradas, besándonos despacio, con tanta dulzura que más parecía que nos acariciábamos con los labios. Estábamos cansadas, sobre todo yo, que me sentía completamente exhausta, con toda la cara y el pelo mojados.

–         Esto… esto… esto hay que… repetirlo… – dijo Majo entre jadeos.

–         Si… si… pero… no le vaya a… no le diga a…

–         ¿A… a mi hijo? – asentí – pero… a él no… no puedo guardarle secretos… – mi nueva amante no pudo seguir, pues entonces algo pasó que nos sacó de esa sabrosa y deliciosa paz.

–         ¡¡¡WAAAAAHHHHH!!! – grité cubriéndome con las manos, a mi lado María José también pegó un salto mientras, frente a nosotros, viéndonos con ojos acusadores y una gran sonrisa socarrona, estaba Ricardo, que había estado todo ese tiempo oculto tras la puerta del closet de su madre…

Continuará…

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.