Carlos, mi Semental 02

No podía comprenderlo, no me entraba en la cabeza andar tan caliente todo el día después de ver como el cerdo de Carlos Ko se cogía a mi amiga como a una perra... lo peor es que era mi novio el que pagaba los platos rotos (Sexo hetero).

Carlos, mi Semental

II

– ¡Ah, ah, ah, ah… Dios mío!

– ¡Ah, ah, ah, ah! – no podía dejar de jadear y sentía que el corazón quería salírseme del pecho.

– ¡Por Dios amor… eso… eso fue… increíble… ah, ah, ah!

Me encontraba boca arriba, desnuda, con las piernas abiertas, resoplando y sudorosa, a mi lado mi novio estaba igual, respirando agitadamente y sudoroso, con su pene aun enfundado en un condón lleno de esperma. Estábamos en su habitación y acabábamos de hacer el amor como nunca lo habíamos hecho, realmente fue un encuentro increíble.

¡Sasha… mi amor… fue increíble… uno de los mejores encuentros que hemos tenido! – me dijo, y yo pensé que en realidad fue el mejor – Te amo mi vida… te amo… – me lo dijo en un dulce susurro al oído al tiempo que me daba un tierno beso en los labios.

Yo también te amo Alex… y también me encantó… – le respondí desde el fondo de mi corazón y con toda la sinceridad que pude… y aun así me sentí como una traidora despreciable pues no era por él que estaba tan caliente.

Esa tarde mi cuerpo y mi mente estaban más sensibles que nunca y sentí la lengua y los labios de mi novio sobre mis pequeños senos con mucha intensidad. También sentí su pene dentro de mi como jamás lo había hecho, fue realmente maravilloso. Pero yo no pude sacarme de la cabeza, ni por un segundo, a mi amiga Arla cogiendo como una perra con su novio Carlos y era eso lo que me tenía tan caliente. Pasaron 2 semanas de aquello y aun no lograba olvidarlo, ni siquiera había recuperado mi equilibrio normal. No lograba sacarme de la cabeza su enorme verga entrando y saliendo de sus labios y ella tragándosela con ansias y sin inhibición alguna. También tenía muy presente la forma en la que la tomó, los potentísimos golpes de cadera que le daba y la forma en que el sexo de ella se amoldaba a ese monstruo… y eso al mismo tiempo que Alex me penetraba a mi.

Después de aquello anduve como una perra en celo, caliente todo el tiempo, mojada permanentemente. Lo peor es que no comprendía porqué, ¿cuál era la razón por la que me calentó tanto ver a mi mejor amiga siendo cogida peor que a una mujerzuela? Estaba mal, no tenía lógica, lo correcto había sido sentir asco. Lo malo es que solo lo sentía desde un punto de vista racional, pues en mi interior, la imagen de Arla bramando desesperada, con el enorme tolete de su novio enterrado hasta el fondo de su ser, me seguía erotizando y dando mucho morbo.

No lo entendía, ¿por qué me calentaba tanto y por qué tenía que andar tan caliente todo el tiempo? Y más importante, ¿cómo hacer para calmar esas ansias? Me sorprendí a mi misma envidiando a mi amiga por la forma en que gozó y por lo poco que le costó acabar, yo siempre tenía problemas para alcanzar el orgasmo y no siempre lo lograba. Me dolió mucho la comparación, mi novio siempre me trataba como a una reina y que procuraba darme todo el placer que le era posible en la cama. Pero también reconocía su inexperiencia y la poca imaginación que tenía, Alex era incapaz de aplacarme. Me sentí frustrada, y esa frustración me avergonzaba y me provocaba un terrible cargo de conciencia.

¡Je, je, miren quién habla de inexperiencia y poca imaginación, yo, Sasha Marroquín, la reina de las frígidas! Ahora que miro en retrospectiva mi vida, me doy cuenta que siempre había sido una muchacha muy reprimida, de hecho era incluso prejuiciosa. Realmente no tenía derecho a sentirme defraudada sexualmente por mi novio, si yo era peor, aun más falta de iniciativa e imaginación, cerrada, santurrona y fría… solo alguien como Alex podía enamorarse de mí.

"Si, una reprimida…" esa idea me dio vueltas por la cabeza repetidamente, fue como si un foco se hubiese prendido dentro de mí, pero era una luz muy tenue, apenas una candelita en medio de un enorme salón oscuro. Pero no, no podía ser yo una reprimida, conservadora seguramente, tal vez demasiado, pero no una reprimida frígida. Si eso fuera cierto querría decir que era injusta al condenar de esa forma la conducta de mi amiga, querría decir que estoy, por lo menos, un poco equivocada y que mis principio y valores, que tanto defendía, eran en realidad muy radicales.

No, mi mente, en esos momentos, no podía tolerar esa idea, sería como darle una vuelta de 180º a mi mundo, perfectamente seguro, ordenado y estructurado. No, la equivocada era ella, la que estaba mal era ella… pero yo me seguía sintiendo igual, no podía dejar de recordarla gritando de placer y bañada en sudor, hasta sintiendo envidia de ella. Y por si aquello fuera poco, mi mente también me jugaba una mala pasada al hacerme recordar otra cosa que deseaba, con todas mis fuerzas, olvidar.

Nos quedamos acostados uno junto al otro, él me acarició y mimó por un buen rato antes de caer dormido. Yo no pude, no quedé satisfecha a pesar de haber acabado casi desde el inicio y seguía recordando el show que Carlos y Arla me dieron. Recordé lo caliente que estaba mientras Alex me besaba y me iba desnudando poco a poco, como a mi me gustaba. Me sentía muy mojada por dentro, tanto que parecía como si me estuviese orinando sin darme cuenta. ¡Por Dios, era una excitación tan intensa que pensé que acabaría berreando con solo caricias!

Recordé como Alex me chupaba y lamía los senos al mismo tiempo que se ponía en posición, sentía su glande restregándose por todo lo largo de mi encharcadísima raja antes de recibirlo dentro. Me penetró y comenzó con los movimientos de émbolo y yo acabé en un santiamén, quedó muy impresionado pues fueron apenas 2 o 3 embates suyos y yo ya estaba estremeciéndome con el orgasmo más intenso que había tenido hasta entonces. Por vergüenza no me permití revolverme en la cama y hasta me mordí la lengua para no gritar y pedirle más… no sé si lo logré.

Por primera vez en mi vida sentí cada cm de su verga invadiendo mis entrañas y llenándome toda. Me sorprendió la extrema sensibilidad de mi vagina en ese momento. A su vez, esa situación hizo que él también se calentara mucho, por lo que no pudo durar demasiado tiempo y acabó minutos después, dejándome a medio camino de otro clímax

Recordé su cara, lo impresionado que se veía y el orgulloso semblante de satisfacción que tenía, jamás me había hecho acabar así. Pero yo sabía que el mérito no era suyo ni mío, ¡era del hijo de puta de Carlos Ko! En mi mente su imagen estuvo presente todo el tiempo arremetiendo como un animal contra la extasiada humanidad de mi amiga, convertida en un ovillo mojado sobre el sillón de su sala.

De nuevo me sorprendí sintiendo envidia de ella y deseé, por un eterno segundo, haber sido yo la hembra que recibía toda la hombría de ese hombre. Pensar eso me hizo sentir muy mal, sabía que Alex me amaba y que Carlos solo era un cerdo que utilizaba a mi pobre amiga. Pero lo que me hacía sentir peor era la excitación que se iba apoderando nuevamente de mi cuerpo mientras continuaba pensando en ellos. No lo comprendía, no debía calentarme así y menos por lo que vi. Carlos no le estaba haciendo el amor a mi amiga, se la estaba cogiendo como un perro se coge a una perra en la calle… con el agravante que el perro, lo que quiere, es reproducirse, Carlos solo se la cogió por coger.

No, aquello nunca debió calentarme tanto, todo lo contrario, la escena realmente ofendió mi dignidad de mujer, era degradante y grotesca… pero entonces, ¿por qué estaba tan caliente, porqué si mi mente lo repudiaba, mi cuerpo lo deseaba? Y mucho realmente, pues en ese momento caí en la cuenta que tenía una mano apretada entre mis piernas y la otra sujetando con fuerza mis senos. Nunca me había masturbado y hacerlo junto a mi novio dormido me daba miedo y vergüenza, sobre todo hacerlo en honor a otro hombre. Pero en el fondo esa situación me provocó más morbo y me puso peor.

Por más que traté no lo pude evitar y comencé a frotarme la vulva con los dedos y a pellizcarme los pezones mientras continuaba pensando en el gigantesco pene de Carlos barrenando sin piedad el sexo empapado de mi amiga que gritaba y suplicaba por más como una loca. Lo veía entrar y salir, una y otra vez, forzando sus cálidas paredes vaginales. Al mismo tiempo mis dedos recorrían una y otra vez mi sexo hasta que, ¡oh sorpresa!, localizaron mi clítoris y se quedaron concentrados en él.

¡¡¡OOOOHHHHH Dios!!! – exclamé perdiéndome en mi propio placer y lujuria.

Por segunda ocasión en esa tarde mi piel empezó a enrojecer y a cubrirse de sudor, de nuevo mi respiración se aceleró y el ritmo de mi corazón se disparó. Comencé a boquear como buscando aire y a gemir sin control, sintiendo el orgasmo justo a las puertas… y entonces Alex despertó.

¿Mmmm… qué fue? – balbuceó medio dormido mientras me volteaba a ver.

Mis movimientos y gemidos lo despertaron, obviamente me moriría de vergüenza si él me llegara a ver con las manos metidas entre mi sexo así que necesitaba de algo que lo distrajera… y no se me ocurrió nada mejor que hacerle una mamada. Así que me le lancé encima y engullí su pene con mis labios. Y de nuevo las imágenes de Carlos Ko y de Arla invadieron mi mente y acabé por recordar la forma en la que ella le mamó la verga y comencé a imitarla.

Empecé a lamerle y a succionarle el glande como si fuese un caramelo, para luego tragármelo con gula y ansias hasta que sentí arcadas y tuve que sacármelo un poco. Al mismo tiempo le aplicaba un vigoroso masaje por todo lo largo del tronco, sintiendo un abundante flujo de babas mías resbalando por allí. Y en medio de todo eso no paré de frotarme el clítoris como una loca. Era la tercera vez en nuestros más de 2 años de relación que le hacía eso y nunca con tal intensidad ni con esa necesidad de él que sentía. Me sentí una mujer vulgar y eso me calentó más aun.

Él tampoco pudo soportar tanto placer y calentura, la sorpresa lo había puesto como una moto y acabó a chorros y entre gruñidos dentro de la boca de su amada novia al mismo tiempo que yo alcancé un nuevo orgasmo, cuyos gritos fueron ahogados por ese pene que tenía entre la boca.

¡¡¡MMMMMM… MMMMMMMGGGGHHHHH… MMMMMMGGGGHHHHH!!!

¡¡¡¡SASHA, SASHA… OOOOHHHH, SSSSSAAAAASSSSHHHHAAAAAAGGGGHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAGGGGHHHHHH!!!!

¡¡¡¡MMMMMMMGGGGGGFFFFFFFF!!!! – yo, al sentir su leche sobre mi lengua y presa de un placer que jamás había sentido, quedé totalmente fuera de control y me lancé sobre él a chupársela con más fuerza, tragándome todo lo que pude y atragantándome con el resto, que tosí y escupí sobre las sábanas.

Luego de ese instante de tan vivo y vehemente placer vino la calma y la relajación, con lo que volví a mis cabales y caí presa de una vergüenza insoportable por lo que acababa de hacer. ¡Por Dios, esa no era yo, ¿cómo pude rebajarme a hacerle eso a mi novio pensado en otro?! ¡¿Qué pensaría Alex de mi, de su novia que tan recatada fue siempre?! ¡Actuar a esas alturas como una puta… Dios mío! Reaccioné de la única forma que se me ocurrió para poder disminuir un poco esa fea sensación: me enojé con Alex y arremetí en su contra como una idiota

¡Sos un asqueroso Alex!

¡Pero mi amor… yo…!

¡Cómo pudiste atreverte a echarme esa cosa horrible en la boca! ¡Voy a vomitar!

¡Mi amor yo… perdoname… no quise… perdí el control!

No quiero saber nada más de ti por el resto del día… – me puse de pié y entré al baño de su habitación para asearme y vestirme, dejándolo con cara de tonto y muy apenado.

En el fondo me sentí muy mal por haberlo tratado así, él no tuvo la culpa de nada, la enferma, la sucia pervertida era yo. Pero lo peor de todo era que me sentía más satisfecha de lo que podía recordar y el sabor de su semen dentro de mi boca me puso peor todavía. No es que me haya gustado, fue el morbo que me dio sentirme una cosa en sus manos.

Al final la vergüenza pudo más y no me volví a tocar, salí de la casa de mis suegros con toda la dignidad que me era posible mientras Alex se iba disculpando una y otra vez, haciéndome sentir peor a cada paso que daba… ¿qué me estaba pasando?

. . . . .

"Ring, ring"

Vos Sasha, te llama Arla… ¡y apurate que no soy mandadero! – ese grosero era Benny, uno de mis 2 hermanos menores (soy la mayor de 3). Tomé el auricular sin muchas ganas y contesté.

Aló Arla, ¿cómo estás?

Bien, bien, ¿y vos, qué tal te fue con Alex?

Mmmm… bien… con él siempre me va bien… – mi respuesta no llevaba la dosis de entusiasmo adecuada como para que se oyera convincente. Igual ella me lo dejó pasar o no se quiso dar cuenta.

Qué suerte tenés de tener un novio como ese, se le nota que está loquito por vos.

Si, ¿verdad? – su comentario me hirió como si me hubiese lanzado un cuchillo lleno de veneno… y eso que lo hizo sin querer y no tenía idea de lo que había pasado horas antes de casa de mi novio.

Mirá, te llamaba para hacerte una invitación… – mi silencio le indicó que continuara, no estaba para pláticas larga – Carlos nos está invitando a ir a la playa, a la casa de su mejor amigo… ¡dice que es un palacio con piscina y todo y bien cerca de la playa!… ¿qué decís?

¡Que no, ya sabés que no me gusta juntarme con niñitos ricos hijos de papi y de mami!

Ricardo no es así, vieras como es de sencillo… él y Ricardo son grandes amigos… ¡Ala, porfa Sasha, no me dejés solita! ¡Si no vas, voy a ser la única mujer!

¡Pero no Arla, no quiero ir… no me sentiría bien! – mi negativa era firme e inexorable, nada en el mundo me iba hacer, a mi, ir a una excursión a la playa con un montón de nenes ricos… nada

Continuará

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.