Carlos, mi Semental 01

Buenos días, mi nombre es Sasha y quiero contarles cómo fue que me convertí en una mujerzuela ninfómana, adicta a la verga de un semental (Voyerismo).

Carlos, mi Semental

Presentación:

Buenos días, quiero empezar dándoles las gracias a todos por su atención a todos mis relatos. El día de hoy les presento una nueva serie que es una especie de secuela y precuela de las historias de Ricardo, o Ricky. Solo que en esta ocasión la protagonista es Sasha ( "Sasha se Desata" ). Así que espero que lo disfruten.

Besos y abrazos

Garganta de Cuero.

I

Pero entonces, ¿son novios o no?

Bueno… pues si, si lo somos.

Pero Arla, él nunca te cayó, ¿cómo van a ser novios entonces? – "cayó" es un guatemaltequismo que en un contexto de adolescentes significa "declararse", o sea declararle tu amor a alguien y, de paso, entablar una relación de una forma más o menos oficial.

¡Pero yo si lo siento y lo pienso como mi novio Sasha!

Solo digo que tengás cuidado y no te hagás ilusiones tan fácil que solo te quiere para pasar el rato

¡Mirá cómo sos, ya me estas echando la sal!

¡Pero es que ni siquiera han salido 2 veces y ya te lo estás agarrando! – "agarrando" es el equivalente vulgar de "besando", es otro guatemaltequismo.

¡Qué anticuada y saturrona sos! ¡Mejor dejá de estarme criticando y de echarme la sal y ponete de mi lado porque yo si estoy colgada de Carlos! – "colgada" es lo mismo que "enamorada".

Cerré la boca inmediatamente, la conocía muy bien y cuando se ponía roja como estaba era que ya se había puesto como la chingada… bueno, luego le pediría disculpas. Ese siempre ha sido uno de mis defectos, ser muy objetiva con las cosas y muy cruda para decirlas, me ha dado varios problema. Pero en algo si estaba en lo cierto, ese muchacho no me daba confianza en lo más mínimo. Ella lo conoció en una fiesta y apenas se habían visto 2 veces, de manera informal, y él ya se la estaba agarrando como si quisiera tragársela. No era por santurronería que lo veía mal, lo que pasaba es que mi amiga se hacía castillos en el aire muy rápido y luego era muy fácil romperle el corazón.

Conocí al tal Carlos un sábado por la mañana, iban a salir con Arla y, como vivíamos a pocas calles de distancia, ella me llamó para presentármelo… mi primera impresión no mejoró mucho mi opinión.

Sasha, te presento a Carlos, mi… mi amigo… – no pude ignorar la forma en que lo presentó.

Q´honda, mucho gusto… – me dijo, acercándose a mi mucho más de lo que yo hubiese querido para darme un beso, demasiado confianzudo para mi gusto, en la mejilla.

Ella es mi mejor amiga de toda la vida, Sasha

Sasha Marroquín para servirle. – le contesté a mi vez, quizás con una carga innecesaria de frialdad.

¿Y qué? ¿Ustedes son compañeras del colegio? – preguntó y Arla le contó detalladamente nuestra bonita historia como amigas y confidentes… al mismo tiempo que yo lo observaba fría y fijamente, analizándolo sin piedad.

Su nombre era Carlos Ko, de padre coreano y madre guatemalteca, era un joven de nuestra edad (18), de familia acomodada y acostumbrado al lujo y a conseguir lo que quería. Era de piel morena clara, alto y corpulento, con un cuerpo marcado y potente. No era muy guapo, la verdad, para mi gusto tiraba a feo: ojos rasgados y pequeños, nariz ancha y mandíbula maciza, la verdad me recordaba más a los dibujos de Julius, el famoso artista y caricaturista gay, que al galán que Arla describía.

Pero lo que en verdad me molestaba de él era su actitud de chulo, de "chico cool" y de galán. "Soy la última Coca-Cola del desierto" parecía decir con sus aires de macho, dejando una peste de feromonas esparcidas por todos lados. Seguramente creía que yo era una chava tonta y descerebrada más con las que, seguramente, estaba acostumbrado a salir, pues en los menos de 10 minutos en que Arla le contó de nuestra amistad se las arregló para decir que su papá tenía mucho dinero y que él era un campeón en casi todos los deportes de practicaba… desagradable el hombrecito.

Bueno lindo, esperame aquí, solo voy por unas cosas y nos vamos… te lo encargo Sasha. – Arla salió corriendo hacia su casa, no sin dirigirme una apremiante mirada que decía "sé amable pisada" mientras yo me quedaba con cara de idiota con ese idiota.

Y… eemm… – Carlos balbuceaba buscando algún tema con el cual poder iniciar una conversación, seguro ya se había dado cuenta de la gran barrera que yo había levantado – Y… ¿por qué no te venís con nosotros? Vamos a ir a refaccionar algo por allí

No gracias… es que… no le quiero hacer mal tercio a aquella…– contesté, tratando de ser amable y de utilizar un tono cordial.

Mmmm… no creo que a Arla le importe. Yo más bien creo que le va a gustar la idea… como a vos. – ese "como a vos" lo dijo con un tono misterioso que me desagradó.

Pero mejor no… yo si sentiría que estoy haciendo mal tercio

¿Y qué tienen de malo los tríos? – ese ya no fue un comentario nada misterioso.

Carlos, una cita es entre 2 personas, no entre 3… – le respondí como si no le hubiese entendido, no le iba a dar el gusto de entrar a su juego.

Donde caben 2, caben tres… además, entre 3 es más sabrosa la cosa, hay más variedad. – ¡pero qué hijo de puta, patán presumido!

¡Carlos, está saliendo con mi amiga, respétela!

Pero yo la respeto, es usted la que no tiene sentido del humor

¡Eso es porque yo no me río de idioteces ni me gustan las insinuaciones en doble sentido! – fin de la discusión… más no de mi enojo, ese imbécil esbozó una sonrisa socarrona y divertida, un poco paternalista. Me puse roja de molesta, pero no dije nada más porque en ese momento apareció una sonriente y entusiasmada Arla – Buenos días y que les vaya bien. – les dije con sequedad.

Me di la vuelta y me alejé rápidamente por la calle, ni siquiera volteé cuando ambos a mi lado dentro de la flamante Montero del año del tipo ese. ¡¿Pero qué le pasó a mi amiga, qué le vio a ese patán?! Entré a mi casa y me puse a ayudar a mi tía con el oficio, es la hermana menor de mi papá y nos quiere y cuida como a sus propios hijos. Me conoce muy bien además y sabía que algo me estaba molestando.

Mija, ¿qué tenés?

Nada… bueno, si… ¡es que acabo de conocer al "amigovio" de Arla y es un patán infeliz que está jugando con ella! ¡No entiendo qué le vio para que perdiera la cabeza por él de esta manera! Tiene pisto, si, obvio… ¡pero Arla siempre tuvo la cabeza mejor amueblada que esto, no la entiendo!

No creo que valga la pena tratar de entenderla, solo deberías tolerar a ese muchacho aunque no compartás la decisión de Arlita.

¿Y cómo voy a hacer eso?… ¡ese imbécil empezó a bromear conmigo en doble sentido… TÍA, ME ESTABA TIRANDO LOS PERROS!

Mmmm… bueno, eso explicaría porqué Arla anda con él… – ante mi irritada mirada de duda e incredulidad, tía Esther tuvo que continuar con su explicación – mirá, muchas veces a nosotras las mujeres nos gustan los hombres malos… y es normal, hay muchas razones para que eso ocurra

¿Por ejemplo?

Bueno, está la fantasía de creer que los podemos hacer cambiar, que por amor a nosotras dejen de ser como son y se vuelvan "buenos". A otras les gustan simplemente porque son malos y andar con un tipo así es emocionante. Generalmente tienen más experiencia y llevan una vida mucho menos predecible que un joven sano … son excitantes, de verdad… – no quise seguir con la explicación, deduje que estaba hablando de su propia experiencia… ella era experta en "hombres malos". Solo la oí decir mientras me alejaba "no juzgués a Arla, es tu mejor amiga y te quiere".

Me quedé pensando en sus últimas palabras y me sentí mal, me di cuenta que estaba siendo muy injusta con mi amiga y que mi deber era tolerar sus decisiones y apoyarla aunque no estuviese de acuerdo. Decidí ir a hablar con ella en cuanto volviera, sabía que estaría molesta por mi actitud de la mañana así que también le pediría disculpas. Por la tarde, como a las 3, salí de mi casa y vi de lejos el carro de Carlos parqueado frente a la entrada de su casa, así que fui hacia allá.

Como vivíamos en una colonia cerrada con garita muchas familias no cerraban las puertas con llave, tal y como hacían en casa de Arla, y dada nuestra familiaridad simplemente entré. Me asomé al ventanal y no la vi en la sala, imaginé dónde podrían estar pero rápidamente saqué esa imagen de mi mente, "no juzgar" me repetía mentalmente. Caminé por un corredor que daba al patio trasero y me asomé por otro ventanal, que daba a la pequeña sala familiar de la casa. Me topé con algo que ya me esperaba pero que no quería ver: mi amiga estaba desnuda y arrodillada entre las piernas de su novio, él estaba sentado en el sofá, desnudo también. Ella tenía su verga en la boca, besándola y lamiéndola.

Salí del shock segundos después, aunque me pareció una eternidad. Retrocedí poco a poco y me oculté detrás de un árbol que me brindaba refugio seguro. No sabía qué hacer, no podía ni pensar con algo de lucidez. ¿Interrumpirlos, salir de mi escondite gritando como un loca y echarlo a patadas? La idea no me desagradaba nada pero no era viable. Primero: no era asunto mío, no tenía derecho, era obvio que Arla se encontraba allí porque quería. Segundo: solo la pondría en vergüenza, no podría volver a verme a los ojos nunca más. Tercero: bueno… pues no pude, no pude moverme por más que quise.

¡¡¡AAAAAHHHHHH, SIIIIIIHHHHHHH!!! – un largo y grave gemido masculino me sacó de esos pensamientos, Carlos estaba gozando con la mamada de mi amiga – ¡Dale duro Arla, tragátela hasta el fondo como una profesional! ¡¡AAAHHH, qué rico, qué labios los tuyos, que lengua!

Desde mi refugio, a menos de tres metros de ellos, podía verlo todo. Arla, en efecto, le daba duro a la felación y en verdad parecía una profesional (o sea una puta) mamando esa verga gruesa y larga, aún desde donde estaba podía ver que el tipo estaba muy bien dotado. Le lamía y succionaba el glande para luego, con un inesperado despliegue de habilidad, tragársela golosamente casi hasta la mitad, alternando la mamada con un enérgico sube y baja de su mano sobre el cuerpo de aquel monstruo erecto. Imaginé que ya tendrían un buen rato en ello, pues justo en ese instante ese macho alcanzó el orgasmo.

¡¡¡ARLA, ARLA… OOOOHHHH, AAAAARRRRRLLLLAAAAAAGGGGHHHH!!! – Carlos se derramó en abundantes descargas de semen sobre la hermosa carita de mi amiga, que logró atrapar y tragar una buena cantidad de esa leche. El resto le resbalaba por la cara.

Arla quiso ir a limpiarse pero él no la dejó, la jaló delicadamente y la sentó sobre su regazo. Suavemente y hasta con ternura le empezó a limpiar la cara con sus dedos… pero luego se los daba en la boca para que se los lamiera el muy hijo de puta. Se susurraban cosas que no alcanzaba a oír y seguí viendo los mimos y la delicadeza con la que la trataba, "tal vez no sea tan malo" pensé. Me sentí una intrusa durante ese momento íntimo y sentí miedo por ella, la tenía comiendo de la palma de su mano.

La pareja, tras acariciarse un rato en el sofá, retomaron sus juegos amatorios, él comenzó a manosearla descaradamente mientras ella lo veía absorta dejándose hacer. Vi que le rozaba y repasaba sus pezones oscuros sobre los 2 grandes montículos que mi amiga tenía por senos, estaba muy bien dotada. Ella era una muchacha que compensaba sus pocas luces con una belleza arrebatadora, era como una modelo de pasarela. Era de tez morena clara y sedosa, ojos avellanados y rasgos finos de labios gruesos que invitaban a ser besados. Medía 1.70 y era delgada, con senos grandes y de pezones oscuros y aureolas anchas, que se bamboleaban con gracia a cada paso que ella daba. Cintura estrecha y caderas medianamente anchas, con un buen par de nalgas y larguísimas y torneadas piernas.

Carlos alternaba besos profundos y largos con exploraciones de sus dedos entre la vulva de la muchacha. Metía uno, dos y hasta tres dedos con saña en ese sexo que palpitaba ante cada nueva caricia que le daba. Desde donde estaba podía ver, y hasta casi sentir, el sudor, los jugos y, por supuesto, los gemidos de mi amiga que predecían a su orgasmo, que no tardó en llegar y enloquecer a la jovencita.

¡¡¡AAAAHHHHH, CARLOOOOSSSSSSGGGGGHHHHH… AAAAHHHHHHH!!! ¡¡¡¡ME MATÁS, ME ESTA MATAAAANNNNNNDOOOOOHHHHH… AAAAAAAHHHHHH!!!! – Arla se revolvía sobre las piernas de su "novio" luchando por mantener sus piernas abiertas y no caerse al mismo tiempo, los ojo se le cerraban y se aferraba con fuerza a él.

Por mi parte ya no podía seguir negado las sensaciones morbosas y lujuriosas que abrigaba dentro de mi ante lo que estaba viendo y me sorprendía por mi reacción, lo lógico y correcto era haberme ido desde el principio. Pero simplemente no pude hacerlo y me quedé viendo a mi amiga coger con como una perra con un tipo muy experimentado. Ya sabía yo que Arla no era virgen, me lo contó en cuando se estrenó con un novio que tuvo, pero no imaginaba que tuviera tanta experiencia.

Dámela ya Carlos… metémela ya y dame duro… – la voz suave y el tono suplicante de ella me devolvieron a la realidad, mi amiga ya estaba lista para ser cogida.

Desde mi escondite vi como su vagina parecía ser una fuente de jugos que manaban en forma de un espeso y dulce almíbar. El hombre se sacó un condón de alguna parte y se lo colocó él mismo, deslizándolo suavemente a lo largo de su enorme miembro. Arla se colocó a horcajadas sobre él dándole la espaldas y quedando de frente hacia mi y, poco a poco, fue bajando y deslizándoselo adentro. Pude verle la cara contraída por el dolor y el placer, por un momento creí que el grosor de ese palo impediría poder consumar la penetración.

¡¡AAAAHHH, Carlos… me estás partiendo en 2 mi amor!! ¡¡¡AAAHHHHHH, NO PUEDO, NO LOGRO METÉRMELA… AAAGGGGHHHH, SOS DEMASIADO GRANDE CARLOS!!! – ella se quejaba y gemía, diciendo que no podía ensartarse esa verga… pero igual no se detenía.

Ya, ya, tranquila Arla… lo que pasa es que la tenés muy cerradita… nadie te ha cogido bien, pero yo voy a cambiar eso. – le respondió él.

Parecía que la naturaleza se negaba, pero al final consiguió tener a mi amiga bien empalada. El hombre empezó a cogérsela a un ritmo firme y suave, con un acompasado mete y saca de subidas y bajadas que alternaba con una deliciosa y sensual lentitud y un crudo y salvaje frenesí. Me sorprendió comprobar que era mi amiga la que imponía y marcaba el ritmo de su propio placer y que Carlos solo se acoplaba a este. La oía gritar y gemir, celebrando el gozo que ese gran garrote le daba desde adentro.

¡¡¡AAAAHHHH, DIOS MÍO CARLOS!!! ¡¡¡Más, dame más, MAAAASSSSGGGGHHHH!!!

¡¡TOMALA TODA PERRA, TE VOY A PARTIR POR LA MITAD!!

¡¡¡¡SIIIIHHHH, AAAAAHHHHHHH!!!! ¡¡¡¡CARLOS, CAAAAARRRRLOOOSSSSSGGGHHH!!!! – Arla tuvo un segundo orgasmo que la hizo berrear como una loca y que casi la tira al suelo.

Carlos no se detuvo, se puso de pié con y la depositó en el sofá, se colocó sus piernas sobre los hombros y volvió a penetrarla, convirtiendo a mi amiga en un ovillo mojado y chillón. Ahora era él quien tenía el control de la cogida y le dio con todo lo que tenía, con penetraciones potentes y muy profundas que le arrancaban gritos de dolor y de placer a Arla. ¡Les juro que pensé que le estaba ensartando el pene hasta el fondo del útero, Dios mío, era tan intenso que hasta miedo me dio!

Arla parecía estar a punto de desfallecer, los ojos se le cerraban y cuando los abría los veía en blanco. El macho ese cada vez estaba más rojo y mojado, resoplando como un toro ante cada nueva embestida sobre el cuerpo de mi indefensa y extasiada amiga. Y yo, por más que lo negaba era imposible hacerlo más, estaba caliente, muy caliente, como jamás lo estuve, como ni mi novio había podido calentarme. Los pezones casi me dolían del escozor que sentía y de lo duros que estaban y el húmedo calor que nacía de mi entrepierna se propagaba en forma de ondas por todo mi cuerpo, estaba segura que mi vulva estaba encharcada pero no me atreví a tocármela… no sé como me aguanté.

El encuentro llegó finalmente a su término, Carlos Ko comenzó a penetrarla más duro y más profundo y terminó con un largo alarido de placer.

¡¡¡¡AAAHHH, AAAHHH, POR DIOS!!!!… ¡¡¡¡AAAAARRRRLAAAAAAGGGGGGHHHHHH, AAAAUUUUUUGGGGGHHHHHHH!!!! – vi como su cuerpo se contrajo y tensó como si sufriera una especie de espasmo o ataque de epilepsia y le clavaba la verga hasta el fondo.

Ese potente bramido me asustó, esos 2 ya habían perdido todo el decoro y todo tipo de precaución, pensé que toda la cuadra los debió haber oído. Eso me devolvió a mis cabales y por fin pude salir de allí. Lenta y silenciosamente volví sobre mis pasos y antes de darme cuenta ya estaba en la calle. Llevaba los brazos cruzados sobre mi pecho como tratando de ocultar mis pezones enardecidos. Entré a mi casa y encontré a mi tía preparando el almuerzo del día siguiente.

Amor, estás toda roja… ¿qué pasó?

Nada… nada… solo que corrí un poco

Te llamó Alex.

Ah… bueno… – no dije más y me encerré en mi cuarto, luchando por calmar mis ansias.

Continuará

Garganta de Cuero.

Pueden mandarme sus comentarios y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos.