Carlos (Los secretos de la tía Zulia III)

Carlos sufre presión

Por fin!, tal como ha ordenado Mariela conseguimos preparar la mesa con los platos, servilletas, cubiertos y vasos listos para ser servidos. Se acerca la hora del almuerzo y Mariela me da un descanso ordenándome a arrodillarme en mi esquina. Mario sigue a Mariela hasta la cocina y me dejan un rato solo con el reflejo de un espejo frente a mi que me recuerda lo ridículo que parezco con este vestido negro. Bueno, que digo vestido… Tan solo tiras en mis hombros y tela negra que cubre mi vientre hasta mi ingle. No tapa mas, y los volantes de encaje blancos del final del vestido apenas toca el plástico transparente de mi dispositivo de castidad.  Mariela cada vez que hay visita y si estoy disponible para servir, me pone este atuendo de criada y el dispositivo de castidad. Así lo prefiere Zulia ya que a la hora de comer le molesta nuestras erecciones. Sin embargo Mario sigue con su pene en libertad ayudando a Mariela a traer los platos.

Mariela esta muy agobiada. Hace un rato que había venido de atender al  esclavo perro del exterior y ahora aquí en casa nos regaña siempre. De hecho mi rato de descanso dura poco, cuando Mariela grita mi nombre. Voy a la cocina y Mario sale con dos bandejas de la mano haciéndome un guiño de complicidad.

  • Carlos, lleva el resto de bandejas y quédate de rodillas en tu esquina que ya Mario se encarga de los hielos y las botellas.

  • Si, señora Mariela.

Dos bandejas llevo con el olor del pescado y las papas al horno. Mario deja sus bandejas de salsas y ensaladas y se va hasta la cocina de nuevo. Mientras, yo coloco mis bandejas al centro y vuelvo a mi esquina.

¿Y la campanita?. Ah, si! ahí está!, pensé que se me había olvidado. Justo en el centro para que cualquiera de las damas lo haga sonar. No falta nada, incluso el cojín de Mario está a la derecha del asiento de Zulia.

Laura y Zulia después del paseo habían decidido bañarse antes de almorzar. Esto dio un tiempo valioso  para prepararle una comida a la altura de las circunstancia.

Estoy muy nervioso por la aparición de la sobrina. Recuerdo que cuando me vio en la cocina salió espantada. Me puedo imaginar lo extraño que le debió ser ver al chofer que la trajo sin mas ropa que el collar de esclavo en mi cuello. De verme con un uniforme a verme limpiando en la cocina desnudo y ahora… Por dios!, espero que no vuelva a salir corriendo. De todos modos he oído a Mariela hablar con Mario de que la joven se va acostumbrando y que no iba ser necesario vestirnos. En el caso que de Mario y yo, yo estoy mas vestido. Mario sigue desnudo con su collar al cuello. Su pene se va balanceando en una semi erección mientras termina de colocar las botellas y el hielo.

Entonces Mariela sale de la cocina y nos dice:

  • Voy a avisar a Zulia y su sobrina. Mario espera de pie en la entrada, y tu Carlos sigue en tu rincón de rodillas. Ya saben, como siempre. Van hacer lo mismo que cuando vienen las amigas de la sociedad. ¿Entendido?

  • Si, señorita Mariela.

Nos salió la respuesta al mismo tiempo.

Una mesa y dos sillas. Mariela no va comer con ellas, pues se dispone a salir una vez avisado a las señoritas de la casa. Ella tiene una cita importante dedicado a los negocios de ambas y por lo tanto seguramente va a comer fuera. Se le nota mucha prisa.

Solos en el salón comedor esperamos hasta que…. ,Mario me iba a decir una cosa y no le da tiempo ya que la puerta se abre.

Zulia y Laura entran casuales y Mario, que está mas cerca se arrodilla y besa las sandalias de Zulia que tanto me gustan. Yo voy rastreando mis rodillas hasta ellas, y una vez que Mario termina con nuestra ama, el besa la puntera de unas bailarinas negras de Laura, mientras que en mi turno consigo besar la tira de cuero que va de su tobillo hasta el hueco entre el dedo gordo y el resto de deditos de Zulia. Termino y mi turno ahora es el calzado también plano de Laura. Sin querer beso la piel del empeine por que el gesto de casi retroceso de molestia de la joven hizo que falle al intentar besar el cuero del calzado. Normalmente cuando llegaba una visita perteneciente a esta sociedad, a nosotros nos daba tiempo de besar ambos pies, pero en este caso terminamos rápido y nos volvimos a nuestros sitios.

Mario sostiene la silla de Laura y esta algo tímida se sienta mirando de reojo como el pene de este crece y palpita en el aire. Laura es muy joven la verdad, pero tiene algo encantador en su rostro que nos seduce. Su mirada clara nos desnuda aún mas. Hace tiempo que no me siento tan humillado como cuando me mira en esta esquina con mi rutinaria espera. Puedo notar aunque baje mi rostro, que me mira también.

  • Tía, que lleva en su pene Carlos?

Zulia que se sienta después de que su marido le sostuviera la silla como antes a Laura me mira y dice:

  • Es su dispositivo de castidad. El va ser quien nos va servir y creo conveniente que lo lleve.

Mario se sienta sobre el cojín del suelo una ves ellas sentadas. Justo al lado de su esposa que nunca lo ha dejado sentarse con ella en las sillas desde que se cazaron. A pesar de ser su marido, el sabe su lugar y se siente muy afortunado cuando su esposa le da una taza de sopa en la manos y cuchara.

  • Si lo dices por higiene, aún le veo el pito.

  • Lo se, pero no es lo mismo verlo empalmado como a mi marido mientras nos sirve.

  • Ya. ¿Y por que Mario no lo lleva?

  • El va comer con nosotras en su cojín. Ni nos vamos a enterar de su presencia ya que solo habla cuando se le da permiso.

  • Entiendo.

Zulia toma la campana y la hace sonar…

Rápido me levanto y me coloco de pie al lado de mi ama.

  • Puedes servirnos.

  • Si mi ama, enseguida.

Como es normal empiezo por Laura…. Con la bandeja de sopa y un cucharón le vierto dos veces en su taza el delicioso caldo. Sus ojos celestes miran el dispositivo. Sobre todo se la ve impresionada por el tamaño de mis testículos rodeados por el aro de plástico del dispositivo…

  • Realmente es un huevón!

Su burla me sorprende.

  • Normal, le pasa cuando tiene erecciones frenadas por la cáscara que cubre su pene.

Laura se ríe de mi y me desafía mirándome con mas detenimiento.

  • Pero tía… No creo que sea estético que nos sirva así por mucho dispositivo que lleve en su pene.

Se que lo dice de broma, se que no le molesta… Disfruta de mi humillación.  La que fue la chica de negro ahora luce camiseta blanca que no parece ser su talla, puesto que le queda muy grande. También lleva unos cortos o jeans piratas negros ajustados hasta las rodillas. Muy cómoda y mas segura de si misma. Nuestra presencia no era mas que un juego que empieza a divertirle. Una impresión total diferente a la que esperaba.

Voy hasta mi ama Zulia a servir su sopa y la veo también casual pero elegante. Tiene un vestido de verano azul que le ciñe por su cintura. Le llega los vueltos de tela por las rodillas. Sus hombros visibles son agradables al brillo de la luz natural del salón. Tan solo tiras finas de su vestido y no la de un sujetador me hace pensar que igual no lleva. De todos modos sus pechos firmes y de tamaño aceptable no tiene la necesidad de ser sostenidos. La he visto en topples y tienes unos pechos preciosos. Y desde arriba veo su canal sugerente…

Toca la bebida. Voy hasta Laura y….

  • Puedo tocarlo?

Esto no solo sorprendió a mi y a Mario. Zulia abrió los ojos de asombro y preguntó…

  • ¿Tocar el que?

  • No nada… perdona tía.

  • No, no, dime… ¿Quieres tocar a mi esclavo?

  • Era solo su dispositivo, quería ver como reacciona.

  • Pero Laura, ya te lo dije antes. Claro que puedes!. Son mis esclavos y por lo tanto están para servirte a ti también. ¿Por que no podrías tocarlos?.

Ya Laura no se conforma en burlarse de nosotros de forma verbal. Esta extiende su mano mientras yo espero impactado de pie con la botella de cerveza en una mano y en la otra su vaso…

Su indice toca el plástico que cubre mi pene. Este empuje hace que casi pierda el equilibrio y siento su electricidad ponerme los pelos de punta. Entonces logro controlarme y vierto la cerveza en su vaso en cuento ella deja de tocar. Intento normalizarlo todo para que no se asuste, al fin al cabo es lo natural cuando sirvo a las amigas de mi ama. Rara vez no me han tocado, pero viniendo de esta joven…

Nada, me voy a servir vino a Zulia que espera a que termine para tomar mis bolas en su mano izquierda.

  • Laura, a mi me encanta darles placer. No todo va ser servir y ya está. Ellos se merecen esta atenciones de vez en cuando.

Entonces pone su mano derecha sobre la cabeza de su marido y mirando su entrepierna bajo la mesa dice:

  • Mario está excitado mirándonos por debajo de la mesa.

Sorprendido Mario ve como Laura se asoma por encima de la mesa y con mirada desafiante pregunta:

  • Me miras las piernas o las de tu mujer?

  • No, señorita!

Entonces Zulia deja de sopesar mis bolas y le dice:

  • Deja la taza en al suelo y levántate.

Mario obedece y yo me vuelvo a mi esquina expectante y a la espera.

De pie le vi con envidia su semejante erección apuntando a Laura. Eso si, molesto  por tener que llevar la castidad por respeto a la mesa, y sin embargo Zulia expone a su marido con semejante miembro haciendo curva hacia arriba. No lo entiendo….

Por debajo de la mesa, ahora que no me tapa la visión Mario, veo las piernas cruzadas de Laura y su pie mas alto medio desnudo ya que su bailarina colgaba de los dedos. Dios mío, eso tuvo que perturbar a Mario. El es como yo. Somos muy devotos a lamer los pies de nuestra ama Zulia y los de la señorita Mariela. Y ahora puedo ver el talón descubierto y el costado interior de su piel blanca. No es que sea muy blanca,  pero su piel es mas clara que el bronceado actual de mi ama.

La erección de Mario no ofende a pesar de los mandos secos de su esposa. Realmente se burlan de el y entonces la ama dice:

  • Tanto a Mario como Carlos y mi perro Saúl son habitualmente seducidos por nuestros pies.

  • Los pies?

  • Si Laura. Besar y lamer nuestros calzados les excita. Puedo imaginar que mi Marido nos ha estado viendo los pies bajo la mesa y por eso no puede ocultar su erección. Ves lo importante que es tenerlos desnudos?

  • Por eso nos besa y nos lamen a cada momento con tanta devoción. Si tía, lo he notado. Lo que no sabía que fuera solo por nuestros pies. Me suponía que era parte de su gusto depravado por humillarse.

  • También, pero su fetiche del pie es parte de su entrega.

El dispositivo aprieta cada vez mas. Mi erección frustrada solo consigue que mis testículos engorden mas. Mirando las delicadas manos de Laura sujetando la cuchara, sobre todo ese dedo índice que tocó la cascara de mi dispositivo, me recuerda ese momento eléctrico. Luego bajo la mesa la bailarina moviéndose y las apenas visibles sandalias planas que adoro de mi ama, me vuelven distraído de las caricias de Zulia en los genitales de su marido delante de una Laura mas burlona.

Como un zoom mis ojos se distraen en todo lo que está debajo de la mesa. Hasta que… un tilín cada vez mas alto y mas alto… Por dios la campana!

Perdí parte de la conversación, no se… Pero su marido vuelve a su sitio y Zulia tiene la campana en su mano y no el pene de su marido.

  • Carlos! Te estás quedando dormido? Llevo rato llamando!!

  • Oh mi ama, lo siento!

Me levanto rápido y voy hasta su izquierda y al ver su taza me doy cuenta que ha terminado la sopa.

  • Empieza por Laura!

  • Si ama Zulia, enseguida.

Retorna la conversación del cual veo que aún habla de la erección de Mario mientras el está en su cojín bebiendo de la taza respondiendo solo cuando le preguntan.

Recojo la taza vacía de Laura y abro una bandeja de guiso de papas y pescado. Ella afirma con un gesto y no tardo en ponerle una buena porción. Luego le acerco las salsas y ella  me da las gracias a diferencia del resto de mujeres de esta sociedad. Lo mismo hago con Zulia y ella solo dice:

  • Vale, vuelve a su sitio.

Zulia toma la taza de su Marido y le pone algo del guiso sin necesidad de limpiar la taza. Mario agradecido lo coge como también recibe una caricia en un pelo revuelto ya de tantos remolinos ocasionados por los dedos de su esposa a cada momento.

Claro que ahora Mario tapa mi vista. Apenado me conformo con ver la espalda semi descubierta de mi ama entre los barrotes de madera de la silla. Aunque solo a veces, cuando Zulia recoge sus pies bajo la silla, puedo ver las suelas de sus sandalias. Pero es solo un momentáneo, porque pasa mas tiempo cruzando las piernas para mejor visión de su marido.

Tilín Tilín!!

Sorprendido veo a Laura con la campana.

De pie a su su lado espero su orden hasta que veo que toca su vaso con ese índice que antes tocó mi castidad.

Casi me distraigo de nuevo, pues rápido abro otra cerveza y se la sirvo.  Laura vuelve a fijarse mas detenidamente de mi dispositivo…

  • No le duele?

Miro a mi ama y ella me da permiso a responder.

  • No, señorita Laura.

  • Supongo que estás empalmado… Parece que va reventar el dispositivo. No?

  • Mirando a mi ama, le respondo…

  • No es mi intención ofenderla por mi erección.

Laura se rie…

  • Erección?  Parece una ciruela enorme a punto de reventar.

  • Lo se, señorita Laura. Intentaré controlarme.

Entonces toca con su índice la piel de mi escroto…

  • Noo, pero si no me importa. Me parece graciosos, eso es todo.

Burlándose de mi hace presiones como si tocara la bocina o el timbre, pero una gota espesa sale de la grieta del dispositivo y la asusta. Es tan espesa que queda colgada en la punta de mi glande presionada al plástico, justo en el hueco para orinar del dispositivo.

  • Pero… Te has corrido con eso puesto?

Zulia interrumpe…

  • No, Laura. Eso solo es un inicio de excitación del esclavo. Es su líquido pre seminal. Pero si lo sigues acariciando puede que no se contenga.

Laura responde señalando mi castidad:

  • Con esto?

Zulia se rie de ingenuidad y responde:

  • Si, por que no?. No sería la primera vez que tiene un orgasmo con el dispositivo.

Los ojos de Laura se abren mas amplios y…

  • Como?

Zulia mirando los paltos de comida responde:

  • Mira, deja que vuelva a su sitio y cuando terminemos de comer te enseño. Te parece?

  • Esta bien.

Laura cada vez disfruta mas de su posición como mujer dentro de nuestra sociedad. Sorprende ver su osadía por tocarme y no me quejo de ello, todo lo contrario. Desde mi posición miro en el espejo a un hombre excitado con los genitales gordos como comprimidos. Mi imagen en pena y ridiculizada con este vestido. ¿Como no iba a osar en humillarme esta chica?. Es normal, ¿que miedo le puedo dar ahora?. Pensé que era cuestión de días que se acostumbrara pero me equivoqué. Si es que nuestra presencia da confianza a cualquiera. Por muy maduros, o masculinos… ¿de que se iba asustar?. El espejo no me engaña.

Mario de vez  en cuando respondía alguna pregunta. Las conversaciones fueron variando con chispas de alcohol y bromas., ya que solo las damas beben vino y cerveza mientras que Mario solo sostiene un vaso de agua tibia. El reloj de la sala marca las tres del medio día y yo sigo de rodillas en el olvido. Entonces terminan con el asado…

La conversación confirma que no quieren postre. Zulia se vira y me dice:

  • Carlos recoge la mesa y trae vino y cerveza para mi sobrina a la terraza. Nosotras nos vamos a las hamacas.

Sorprendido veo como se levantan de la mesa mientras que Mario sujeta sus sillas y Zulia le dice:

  • Mario, puedes venir con nosotras.

Me voy a quedar solo con el lío y pienso en las palabras anteriores de Zulia. ¿No iban a probar un orgasmo con mi dispositivo?, Recuerdo que Laura tenía mucha curiosidad por ver ese espectáculo. Entonces cuando ya están saliendo, Zulia me dice desde la puerta…

  • Cuando termines de limpiar todo te quitas el vestido de criada y vienes a donde estamos.

  • Si, ama Zulia.

Dije con gran alegría!

Velocidad, mas velocidad, una vez solo recojo como un poseso la mesa….

Próxima entrega: Mario, (Cuarta parte de los secretos de la tía Zulia)  ¿Nos metemos en el pellejo de Mario?