Carlos

De como empecé a gozar

Hola, me presento. Mi nombre es Oriana, soy de Buenos Aires y les comparto mi primer relato.

Hace pocos años, tenía 19 en ese momento, yo trabajaba en la Ciudad Autónoma y debía tomar un tren y luego caminar pocas cuadras para llegar a la oficina. Casi siempre coincidía en ese trayecto con un chico más grande que yo, que subía en la misma estación y trabajaba en un edificio cercano al mío. Se llamaba Carlos y a veces conversábamos sobre generalidades si nos tocaba estar cerca en el tren. Digo estar cerca porque costaba mucho subir y luego al llegar a Liniers la gente baja en manada y te llevan de un lado a otro. Me resultaba muy simpático y era muy inteligente en sus comentarios (casi siempre algo cómicos).

Un día que el servicio andaba mal (que raro) y el tren venía muy lleno de gente, practicamente me tuvo que empujar para que podamos subirnos. Ël quedo atrás mío, ambos aprisionados por todos lados así que para hablar yo tenía que tirar mi cabeza un poco hacia atrás y el practicamente me hablaba al oido.

Era notorio su incomodidad al estar practicamente apoyando todo su cuerpo contra mi, pero era inevitable que nos rozáramos. Casi a la mitad del viaje noté que ya no evitaba el contacto, que su mano casi abrazaba mi cintura y que hablaba a mi oido en susurros.

Que lindo perfume llevaba!! y su barba de pocos días raspaba mi orejita haciéndome sentir algo exitada.

Yo había tenido muy pocas experiencias sexuales, estaba de novia con Raúl que era mi compañero de sucundaria y la verdad es que nuestro sexo era muy normal. Sólo lo hacíamos de vez en cuando en su casa cuando sus padres no estaban.

Pero esa mañana se estaban despertando muchos sentidos en mi, me sorprendí cuando noté que doblaba mi cintura para que mi culito se pegara mucho más a su cuerpo. Que estoy haciendo? Que busco?!!

Su brazo ya estaba rodeando mi cuerpo y su mano apoyada en mi vientre, mi rubor no se podía disimular. No es que no supiera que mi cuerpo moldeado durante años en hockey llamaba la atención y hacía que los hombres se volvieran cuando pasaba. Mis compañeras siempre decían que con mis pechos, mi cinturita y mi cola podía ser una excelente escort. Mi 1.70 mts de altura y mi largo pelo rubio ayudaba a que mi figura se viera muy bonita.

En un momento Carlos me aprieta un poco más contra él y susurrando en mi oido me dice:

  • Me gustaría llegar tarde al trabajo...

Lo miré sobre mi hombro, sólo sonreí y me pegué aún más a él. Había decidido hacía un buen rato cruzar la raya...

Llegamos al final del viaje en Once y con toda naturalidad me toma de la mano y se dirige a una salida lateral que no era la que usábamos habitualmente. Yo estaba flotando, lo seguía sin dudar.

Ya en la una calle poco transitada se paró, me miró y me dío un beso profundo

  • Hace mucho que deseaba esto

  • No se que hago acá Carlos, siento que no está bien. Le respondí casi como una justificación hacia mí misma

Casi sin darme cuenta entramos a un hotel alojamiento muy discreto, casi imperceptible. Ya en la habitación volvió a besarme y ya sus manos recorrieron mi cuerpo palpando mi culo y subiendo hasta mis pechos. Notaba su bulto agrandarse

Me fue quitando la ropa hasta dejarme solo con mis bragas, siempre besándome con su lengua muy dentro de mi boca. Le respondí de igual forma y me animé a posar mi mano sobre su miembo.

En un momento se separa de mí y se quita la camisa. Su cuerpo estaba bien definido por el gimnsio y me llamó la atención su vientre marcado por miles de abdominales.

Pero cuando se quitó el pantalón no pude dejar de sorprenderme por su miembro que colocado de costado inflaba su boxer de manera impresionante. A simple vista era mucho más grande que el de mi novio.

Me tumbó en la cama y comenzó a recorrerme con sus manos y su boca. De repente su mano dentro de mi braga ya mojada llega hasta mi sexo y toca mi clítoris. Lo comienza a frotar con dos dedos haciendo que comience a gemir de placer.

Me quita la braga y sin demorar se monta sobre mi, su miembo estaba en la puerta de mi privacidad, lo tomé con mi mano y apenas llegaba a rodearlo. Era tan grande y grueso que dudé poder alojarlo en mi cuerpo.

Él me separó aún más las piernas y mirándome fijamente con ojos brillantes y un sonrisa lo apuntó y empujó lentamente. Forzó un poco mientras yo trataba de relajarme hasta que con un golpe seco metió la cabeza y un poco más. No pude evitar un grito, estaba siendo empalada por una pija inmensa.

Siguieron unos segundos de empujar y abrirme hasta que me lo metió casi todo. Sentía su dureza y sus latidos y podía sentir como me abría hasta el límite.

Era una sensación tan distinta a las que había vivido que perdí la noción de todo y mientras rodeaba sus hombros con mis brazos lo miré fijamente y le dije:

  • Lo quiero todo adentro. Aunque me duela y me rompas, dámelo todo

Él no se hizo esperar, la sacó un poco y volvió a empujar fuertemente varias veces. Yo sentía que en cualquier momento me rompería, su cabeza aplastaba mi matriz . Hasta que en un momento tomó envión y empujó más fuerte de manera que sus bolas quedaron aplastadas contra mi cuerpo. Había alojado esa tremenda pija hasta el fondo. Entonces comenzó con movimientos rápidos haciendo que me viniera varias veces lubricando su camino.

Ya no disimuló sus movimientos y casi la sacaba toda para dejarse caer sobre mi y enterrarla sin piedad. Así por varios minutos. Yo estaba siendo arrastrada por una locomotora, cayendo desde un avión, ya no disimulaba ni mis gritos ni mis ganas.

Se puso tenso, aceleró aún más sus movimientos y finalmente descargó su semén entre gritos. Sentí como su calor inundaba mi cuerpo.

Después se retiró de arriba mío, me abrazó y me dió otro besó aún más profundo.

Yo estaba destruida, había sido cogida como nunca antes y mi cuerpo sentía el cansancio y el dolor.

Nunca más sería la misma, tenía la seguridad de que a partir de ese día buscaría repetir esa experiencia tantas veces como pudiera, con quién sea.

Oriana