Carla y yo
Un día fuera de lo cotidiano
Había sido un día muy duro en el trabajo, aunque las cosas habían salido genial. Mi amiga Carla y yo habíamos cerrado un buen acuerdo comercial. No había sido fácil y conseguirlo nos hacía sentir muy satisfechas. Era momento de celebrarlo. Carla me dijo que porque no íbamos a tomar una copa en un ‘after work’ de moda. La idea sonaba bastante bien, así podíamos desconectar y hablar de cosas de mujeres.
Llevaba ya uno año divorciada y prácticamente, salvo aventuras esporádicas, volcaba todo mi tiempo en el trabajo y en la educación de mis hijos. Soy una mujer atractiva y pretendientes no me han faltado nunca. Mis amigos comentaban que el divorcio me había sentado muy bien, mi melena ondulada y pelirroja le dan a mis curvas ese toque sensual y femenino que hace girar la cabeza a muchos hombres, la verdad es que me siento feliz, radiante y muy sexi, se nota en mi seguridad, en la forma de andar de hablar y de actuar, estoy en una de las mejores etapas de mi vida, en la que realmente puedo ser yo.
Llegamos al pub y la verdad es que estaba lleno de bastante ejecutivos..Qué erótico… Aunque ninguno me llamó la atención, típicos maduros bastantes arrugados con sus historias misóginas, que no me apetecía un carajo soportar. Eso sí nuestra entrada fue como las modelos de ‘Victoria Secret’, no había pañuelos para secar tan babas…
Carla y yo llevamos dos trajes de chaqueta y falda bastante ajustados con unos buenos taconazos, que resaltaban nuestra figura y como siempre rematados con ropa interior de encaje, medias de liga negra que al cruzar las piernas deja entrever un sensual ajuste de liguero negro, nos encanta ponernos ropa interior atrevida y sugestiva, como nosotras.
No recuerdo la cantidad de tíos que acabaron con tortícolis, al girarse para ver nuestros lindos traseros redondeados y respingones.Nos sentamos en un parte del local y empezamos a charlar de nuestras cosas. Hasta que el mismo diablo apareció por la puerta. Ese “diablo” debía medir un 1,85 con clase, la típica persona que cuando entra en un lugar lo llena solo con su presencia atractivo a rabiar con unos ojos de infarto grandes y rasgados que hacían juego con unos labios carnosos que incitaban al pecado, su camisa marcaba unos pectorales y unos bíceps que te hacían desear lamer y morder cada centímetro de músculo expuesto, Carla y yo nos miramos, bufff… menudo macizo, está para comérselo despacio, deprisa, una o varias veces…
No lo perdíamos de vista, su forma de expresarse y moverse nos hipnotizaba era esa seguridad tan varonil y sensual que desprendía por cada poro de su piel, estábamos pérdidas en sus gestos como dos gatas hambrientas relamiéndose ante su festín, empezó también a mirarnos, a dedicarnos cada vez más miradas intensas y sus labios empezaron a dedicarnos mordiscos con sus dientes, muestras miradas lascivas y gestos insinuantes le habían llamado la atención. Me estaba poniendo cardiaca y Carla se estaba poniendo muy cachonda, no hacía más que tocarse el pelo. Las miradas, las risas se hacían cada vez más directas penetrantes y descaradas.
Realmente no sabíamos en cuál de las dos estaba interesada, mientras Carla y yo discutíamos sobre este asunto y lo mojadas que estábamos él se acercó y nos dijo “Hola me llamo Emilio y no sigáis discutiendo…Las dos me gustáis, ahora, no sé con cuál de las dos voy a desayunar mañana”. No salíamos de nuestro asombro, hubo un momento de silencio, que se rompió con unas carcajadas.
Nos presentamos y en seguida se generó complicidad entre los tres. Más copas, risas e historias divertidas, son esos momentos que te lo pasas de escándalo y el tiempo parece que no existe. Madre mía había bebido tanto, que estaba fuera de mí. Miraba a Emilio como una guarra cachonda y desesperada, Carla hacía lo mismo y las dos competíamos por ganar los favores de nuestro adonis. Eso sí Carla y yo éramos como dos brujas en pleno éxtasis, desinhibidas, lujuriosas y muy escitadas...
Eran las dos de la mañana y el pub estaba a punto de cerrar. Emilio con esa seguridad típica de los que siempre ganan, nos dijo como un perfecto cabrón, “mirar buenorras, os voy a ser sincero, las dos me la ponéis bastante y me estoy divirtiendo, así que os invito a continuar esta interesante tertulia en mi casa”. Las dos decidimos que era buena idea. Emilio iba en el centro, las dos agarradas a él, mmm sentía como tenía su mano puesta en mi trasero, eso me estaba poniendo a 100 y de vez en cuando apretaba mi culo con tanta pasión que producía que mi clítoris palpitara a los apretones de esas grandes y cuidadas manos, también me fije que lleva la otra mano en el culo de Carla, joder pensé que cabronazo, pero me da lo mismo. Solo quería estar cerca de ese juguete hecho hombre. No me importaba la presencia de Carla.
Llegamos a la casa de Emilio, un ático en plan minimalista. Para mi sorpresa Emilio se empezó a decantar por Carla, y yo empecé a sentirme un poco tonta.
Emilio me pidió que me pusiera cómoda en el salón, que le iba a enseñar una cosa a mi amiga, pero que enseguida estaban conmigo. “Joder este mamonazo se va a follar a Carla y yo aquí de florero”. Se metieron en una habitación donde salían risas y luego un silencio que me estaba desconcertando. Pasados 15 minutos, Emilo vino a mi encuentro y me dijo que podía pasar a la habitación.
La habitación tenía estética gótica al más puro estilo sado maso y joder lo más fuerte: Carla estaba esposada a la cama de píes y manos totalmente desnuda. Me quitó la ropa en dos minutos, ¡joder qué manos más hábiles!! Exclamé, mientras su boca se encargaba de besarme los hombros el cuello de una forma voraz deseosa y desesperada pasando el recorrido por mis tetas , succionando mis pezones mientras que sus manos abrían mi culo y su boca bajó a mi sexo para apoderarse de él con su lengua voraz a la vez que introducía en dedo en mi ano y otros dos en mi vagina.
Levantó la cabeza y me dijo que cogiera una fusta con tiras de cuero y que le diera suaves latigazos en los pechos y el en sexo de Carla, así lo hice y Carla empezó a retorcerse de placer mientras Emilio seguía masturbándome con su lengua y con sus dedos cada vez con más intensidad y llegó mi orgasmo intenso y arrollador ante la mirada de los dos.
Le dije a Emilio que Carla estaba desatendida y que me parecía que no estaba disfrutando, me cogió la mano y me la acercó a su sexo, estaba empapada, los suaves latigazos tocando sus pezones y su sexo junto a la escena de cunnilingus la habían puesto muy cachonda, estaba encendida y muy mojada, seguía atada a la cama con las piernas abiertas y Emilio se dirigió hacia ella le apretó los pezones y me llamó para decirme que hiciera lo mismo, presionando y estirando mientras el bajaba a su sexo para devorarlo, el orgasmo de Carla estaba apunto de empezar y paró cuando Emilio me indicó que me subiera a la altura de la boca de Carla y que le ofreciera mi sexo, Carla estaba jadeando, me atrapó el clítoris mientras Emilio me lamia el ano e introducía su lengua dentro a la vez que metía su gran pene erecto en la vagina de Carla con embestidas a ambas fuertes e intensas. Carla y yo nos sumimos en un orgasmo que nos transportó al cielo y mientras acababa de tener mis últimos espasmos Emilio introdujo su verga en mi ano, la respiración de Carla comenzó a agitarse y Emilio me bajó la cabeza hacia el sexo de ella, mientras se lo lamía y succionaba él continuaba con sus embestidas en mi ano y sus dedos en mi vagina llegando a un orgasmo explosivo donde los tres derramamos nuestros fluidos en un intenso y desgarrador éxtasis que nos dejó exhaustos.
A la mañana siguiente Emilio nos despertó con un delicioso desayuno para 3 y con una sonrisa exclamó...
Donde desayunan dos…desayunan tres...