Carla mi taconera
El muy cerdo sabía que tenía en su boca una suculenta polla y no estaba dispuesto a desperdiciarla, así que se la tragaba como si la vida se le fuera en ello. El ritmo era ascendente y mi jodida polla estaba lista para darle a ese tragapollones la mejor leche de su vida.
Este relato va dedicado a Carla una taconera muy especial.
¿Qué os puedo contar de ella?. Su morbo rompe límites, al igual que su figura. Atrapada en un cuerpo masculino, viste y actúa como una verdadera diva del sexo y la lujuria.
En una de nuestras alocadas conversaciones me contó una de sus aventuras que a continuación relato, lo haré en primera persona tal como ella me lo cuenta y siente.
Paseaba una noche por Berlín en uno de mis numerosos viajes de negocios, cuando por un casual en una calle no demasiado transitada localicé un antro. Mi cabeza pedía a gritos una dosis de serotonina.
Así que no me lo pensé mucho y entré en aquel garito, guiada por mi habitual olfato de perra cachonda. Y como suele suceder no me equivoqué.
Bajé las escaleras lentamente, haciendo una pequeña primera inspección del local. Varios gays de los que rodeaban la barra volvieron su vista hacia mí, mis caderas pedían contonearse, y yo divina como siempre no quise desilusionar aquellos ojos ardientes que me devoraban. Me sentía golfa, la más golfa de las mortales y eso hacia que desatara erecciones a mi paso.
Mis pantalones eran de cintura baja y marcaban mi respingón y duro culo, mientras por delante apretaban fuerte mi paquete marcándolo. Completaba mi atuendo una camiseta negra entallada y unos zapatos planos que encantada hubiese cambiado por unos zapatos de taconazo que tanto adoro y uso ( a solas) en mi tiempo libre. Pero aunque aquel parecía un lugar ideal para llevarlos mi costumbre a ocultar esa faceta de mi mismo me privaba de ese placer.
Aquella primera sala prometía sexo, y mi afán por descubrir me llevó al rincón izquierdo inverso a la barra, allí una gran pantalla emitía una película porno. Las imágenes de dos corpulentos cuerpos enganchados como dos perros sudorosos y jadeantes, me hizo tomar asiento con una erección considerable. No es que me guste especialmente ver dos hombres enganchados, pero las penetraciones de aquel descomunal falo en el dilatado culo del sodomizado me hacían añorar a alguna de mis amigas trans rompiéndome el culo.
Fue en ese instante cuando uno de los presentes se dirigió a mi.
-¿Te gusta la escena perra?- me preguntó directamente sin mas presentación.
-No esta mal -dije lentamente sin ni siquiera mirarle a la cara.
-Puedo chupártela mientras miras-se ofreció sumisamente
-De acuerdo, ponte de rodillas y empieza a chupar a ver que tal se te da comerte mi sabrosa polla -seguía sin mirarle a la cara, pero, parece ser, que eso a él no le preocupaba.
El individuo sacó diestramente mi miembro erecto de su opresión. Antes de nada la ensalivó bien, empezó poco a poco a introducírsela en la boca, saboreando bien mi capullo, su lengua repasaba una y otra vez esa suave y delicada zona. Yo, que seguía empeñado en no mirarlo, tiré mi cabeza hacia atrás y me dejé hacer.
-Muy bien ohhhhh, sigue demostrándome todo lo que sabes hacer.
Incentivado por mis palabras hundió su cabeza hasta tocar mis pelotas con sus labios. Mi estoque, en toda su largada, quedo clavado en su boca.
-Ohhhhhhh- gemí encantado , por lo que se ve, el tipo era un come-rabos de primera
No contento aún en su demostración, empezó a dibujar círculos con su cabeza y sentía como mi capullo latía en su garganta. Con una de sus manos libres empezó a masajearme bolas.
-¡¡¡Dios bendito!!!!- exclamé en pleno delirio mientras con mi pelvis empujaba hasta lo más profundo de su gaznate.
Tenía unas ganas tremendas de llenarle la tráquea de mi espesa leche. De hecho el esfuerzo del macho bien merecía ese premio. Pero quería seguir disfrutando un poco más, de esa diestra boca.
-Vamos sigue- le animé con mi voz enronquecida.
Su saliva resbalaba por mi entrepierna y la notaba mojar mi culo, que parecía querer tragársela con sus contracciones.
Ahora la había sacado y estaba chupando el tronco con sus labios haciendo ventosa en la piel. Cuando llegaba a las pelotas abría su boca y las engullía absorbiendo.
-Te gustan mis pelotas eeeeeh cerdoooo, deben estar durísimas porque las tengo de lo mas cargadas.- él no contestaba, se limitaba a concentrarse en su labor, mientras pajeaba a la vez el mojado mango.
-Va a ser toda la leche para ti te la estas ganando- notaba la mirada de los presentes pendiente de nuestro encuentro. Y yo tan puta como soy no estaba dispuesta a dejar pasar mi momento.
De nuevo volvía a la carga, hizo ventosa en el capullo a la vez que lamía la zona y sin pensárselo empezó a tragarse los veintidós centímetros de carne ardiente.
El muy cerdo sabía que tenía en su boca una suculenta polla y no estaba dispuesto a desperdiciarla, así que se la tragaba como si la vida se le fuera en ello. El ritmo era ascendente y mi jodida polla estaba lista para darle a ese tragapollones la mejor leche de su vida.
Era tal su afán en la mamada, que incluso yo empecé a sentir el deseo de tan lustroso aparato en mi propia boca. Ohhh señor un buen pollón ardiente entrando en mi boca rozando mi garganta ¡qué lujuria! ¡¡¡Qué delicia!!! ¡¡¡Qué envidia me daba el condenado.!!! Abrí mi boca al máximo como reclamando que me llenaran la boca de polla
Ya estaba sentía la leche acumulada, a punto de salir, agarré fuerte su cabeza con mis dos manos y la empujé fuerte hacia el fondo ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh- una sutil arcada apretó mi sensible capullo y fue entonces cuando la leche empezó a brotar directa al estomago de ese cabrón chupapollas.
-Traga grandísimo putón. Traga ahiiiiiii, siiiiiiiiiiiii- arggggggggggggggggg.-Tómala toda cerdo.-¡¡qué corrida!! Dicen que no hay dos corridas iguales , y tienen razón ésta ha sido brutal, pero aún tengo ganas de notar ese pollon en mi boca. Por tanto sin mas palabra recojo mi aparato lo coloco en su lugar, y me alejo de esa zona en dirección a otra de las zonas ambientadas
Pero lo que ocurrió allí ..ya os lo contaré otro día