Carla. Mi madura compañera de trabajo (1)
Una mujer madura, simpatice pero de rostro poco agraciado y yo un hombre deseoso de placer.... solo aprovechamos la situación. En esta primera entrega: su primera mamada.
Carla era una compañera de trabajo. Era una señora de unos 51 años, delgada (casi sin culo y sin tetas) pero siempre bien vestida (con conjuntitos al cuerpo, zapatos de tacos y pantalones ajustados, aunque ni hubiese mucho que ajustar!)
Desde los primeros días en la oficina habíamos pegado una química especial que nos permitía charlar abiertamente de muchas cosas, inclusive en doble sentido sin que esto provocase ninguna incomodidad.
Carla había estado casada con un único hombre y nunca había podido concebir hijos. Hoy viuda desde hacía 3 años, era una mujer muy culta y predispuesta para todo lo que se le proponía (al menos desde lo laboral) mostrándose siempre alegre. Físicamente era delgada, casi sin tetas y con un culito bastante plano. Su rostro no era muy agraciado, aunque lo compensaba con su permanente sonrisa y simpatía.
Una de las tantas veces que la llevaba con mi vehículo a su domicilio, bajé del coche para conocer el interior de su casa y tomar un café (siempre a insistencia de ella).
En eso estábamos en el sillón de su casa, sentados compartiendo un café y cerrando algunas cuestiones laborales, cuando la charla derivo en bromas en doble sentido sobre su “buena predisposición” o sobre “estar siempre lista” o la “angustia oral que ella siempre tenía” (cuando pasaba un rato sin tomar mate). Poco a poco, entre risas y breves roces de nuestras extremidades frente a cada ocurrencia fue que quedamos casi pegados, con nuestros rostros a escasos centímetros y una de mis manos sobre sus muslos acariciando su cara interna.
Casi sin pensarlos (o mas bien con la certeza de que sería una muy mala idea) acerqué mi boca a la suya, y tomándola de la cintura baja me fundí en un profundo beso de lengua. Ella respondió primero con sorpresa, pero luego se dejo llevar con total y activa participación: abría sus labios, enredaba su lengua a la mía, contorneaba su cuerpo al ritmo de mis caricias en su cintura y espalda baja.
En poco tiempo, y dada su predisposición, comencé a acariciar, por debajo de su blusa, su espalda hasta llegar a su nuca. Con mi otra mano acariciaba su pierna desde su rodilla hasta su entrepierna. Entre besos y caricias le desabroché el corpiño (por debajo de la blusa) y separándola un poco le desabroché los cuatro botones restantes de su blusa hasta sacársela junto con su corpiño. A la vista quedaron unos pequeños pechos pálidos (en contraste con el resto del color de piel) rodeados de pecas y coronados por unos pezones en punta que invitaban a la succión. Sin pérdida de tiempo dirigí mi boca a ellos y comencé a succionarlos suavemente, rodeándolos con mi lengua y estirándolos con mis labios. Mientras tanto Carla se las había ingeniado para alcanzar mi entrepierna, y no sin cierta dificultad por la posición desabrochar mi pantalón para empezar a acariciar mi miembro (que a esta altura se encontraba en pleno proceso de erección).
En eso estábamos cuando para mi sorpresa y luego de acomodarme para que me la mame, Carla me miró con sorpresa y e dijo que ella no hacía “esas cosas”.
- ¿qué cosa….. chupar la pija?
- Eso… no sé … nunca lo hice – me respondió con cierta vergüenza
- Me vas a decir que en tus años de casada, soltera y viuda…. Nunca chupaste?.... me estás jodiendo…. Verdad? – a esta altura yo me encontraba bastante contrariado, no sabía si subirme el pantalón e irme o hacer que…
- Y… no. ¿Qué te pensas? Yo soy (y siempre fui) una mujer seria… una mujer bien educada y dedicada a mi marido.
En esta situación medio que toda la excitación se me estaba yendo. Un poco contrariado, y no sabiendo si reírme o pedirle perdón, me levante dejando (involuntariamente…. creo) mi miembro a la altura de su rostro.
Supongo que a ella también a agarré indefensa, porque sin saber muy bien cómo reaccionar (y sin saber que pasaba por mi cabeza) me volvió a agarrar el miembro y mostrando un poco de asco me lo besó. Al principio solo eran unos piquitos secos con sus labios bien cerrados, pero al ver que mi miembro reaccionaba con ellos, supongo, ella comenzó abrir un poco mas su boca, humedeciendo sus.
Con la imagen de ella, vista desde arriba, con su torso descubierto, sentada en el sillón y sus manos acariciando y besando delicadamente mi miembro, que poco a poco recuperaba su dureza, fue que tome sus cabellos ondulados desde su nuca y sosteniendo yo la base de mi verga ejercí presión sobre sus labios indicándole mi intención de introducir mi falo en sus boca. Su primera reacción fue cerrar los labios y clavarme sus ojos en forma inquisidora, pero al ver que yo no cedería en mi propósito, abrió (a regañadientes) sus labios para permitir la entrada de mi falo erecto.
Se podía notar su falta de experiencia en estos menesteres ya que al principio no intentaba esconder sus dientes y me raspaba el glande con ellos, hasta que entendió la idea e instintivamente comenzó a chupar y succionar. En esencia ella se dejaba hacer, sin participar con sus manos. Solo abría la boca y succionaba al ritmo que yo le imponía. En un momento se la saque de golpe, dejando en suspensión desde su boca hasta mi glande un espeso hilo de saliva; a continuación, y haciendo algo de presión con mis manos en los pelos de su nuca, introduje nuevamente mi miembro hasta el fondo de su garganta provocando en ella una involuntaria arcada. Mirándome con desaprobación y cierto desafío, repetí nuevamente el mimo movimiento, sosteniendo esta vez la penetración profunda, hasta que su mirada se suavizó por las lágrimas que se acumularon en sus ojos. Volví a retirar mi pija de su boca, pero esta vez no fue solo un hilo de saliva lo que salió, sino que fue una cantidad considerable que se escurrió por su mentón hasta llegar a sus pechos.
Jugado por jugado y consciente de que en cualquier momento Carla podría reaccionar de forma de dar por finalizada su primer mamada, continué cogiendo su boca como si fuera cualquier otro orificio de penetración, pero esta vez con la colaboración activa de ella. Alternando entre penetraciones profundas, sacadas completas y aprovechando para refregar mi miembro colmado de sus fluidos salivales en su rostro continué con la cogida oral que le estaba propinando…. Su primera y brutal mamada.
Habiendo pasado unos cuantos minutos y ya casi al borde del desquicio le dije:
- Voy a acabar…. Voy a acabar… prepárate.
Ella solo movia la cabeza en forma negativa, sin dejar de chupar!
- Dale…. Déjate de joder y seguí chupando que te voy a llenar la boquita de leche. - Le decía en tono dominante mientras la agarraba con fuerza para sostener mi pija al fondo de su garganta - Vamos que vas a tragar todo!!!
Ella solo me miraba con resignación y se limitaba a agarrarse fuerte de mis muslos para amortiguar la penetración.
En un momento, consiente de la sumisión de ella, retire mis manos de su cabeza y la deje tragar libremente mi falo, comprobando que era ahora ella la que se lo introducía hasta el fondo, buscando con su mirada mi aprobación.
Sin mas y poseído por un total estado de excitación… Acabé en su boca, descargando con fuerza unos potentes chorros de esperma que debieron ir a parar al fondo de su garganta para ser tragados sin degustar. Ella atragantada, mezcla de desconcierto y sopresa, dejo escapar mi miembro y con ello alcancé a descargar un chorro en la parte anterior de su boca, dándole la oportunidad de probar por primera vez el sabor del semen.
Volvinedo en mi… y de a poco recuperando la compostura, contemple nuestro estado. Yo con los pantalones bajos y mi pija brillosa por la saliva de Carla, mientras que ella se encontraba con el pelo revuelto, el rostro húmedo (mezcla de fluidos salivales y lágrimas) con la pintura corrida y sus pechitos al aire me miraba con ojos serios, pero sumisos. Ella solo se seco un poco los labios y con una semi sonrisa me dijo que se encontraba toda mojada…