Carla, la secretaria de Contabilidad

Carla, la secretaria de Contabilidad viene a hacerme una visita a mi casa y lo que ocurrirá no te va a sorprender

  • Sí, ¿dígame?

  • Carla, necesito los documentos de la fusión para la firma.

  • Perdone, Sr, ya me había ido a mi casa.

  • Entonces pasa por la oficina y tráemelos.

  • ¿A su despacho?

  • No, estoy en mi casa, tendrás que pasar por aquí.

  • Pero, Sr...

  • No hay peros que valgan, quiero esos documentos en una hora.

  • Sí, Sr.

Naturalmente no necesito esos documentos pero no tengo planes y follarme a la secretaria de contabilidad hace tiempo que me rondaba por la cabeza.

Es una venezolana, de piel y cabellos oscuros con un culo y unas tetas preciosos que siempre lleva embutidos en vestidos cortos y bastante ceñidos.

No es que sea muy alta pero siempre usa unos buenos tacones.

Decido darme una ducha y servirme una copa.

Con satisfacción compruebo que ya ha pasado una hora desde la llamada telefónica, va a llegar tarde y eso añade un punto a mi posición de superioridad, mi fama de no dudar en firmar una carta de despido ha traído a muchas mujeres de esta empresa a mi cama.

Pasados diez minutos suena el timbre, abro la puerta y me siento en mi sillón, en el sofá.

Entra ella, evidentemente ha dedicado unos últimos minutos para intentar recomponerse pero el resultado no ha sido óptimo aunque ha repasado el suave maquillaje que lleva, viene claramente azorada con las mejillas rojas y un tenue brillo de sudor que ilumina su piel.

Lleva unos vaqueros muy ajustados, zapatos de tacón mediano y una blusa clara que se adapta perfectamente a sus curvas, definitivamente ha decidido jugar la carta de una discreta provocación.

  • Has llegado tarde, te dije una hora.

  • Perdón, Sr.

  • Sabes lo que me molesta que no se me obedezca. ¡Deja los documentos sobre la mesa!

Deja los documentos sobre la mesa y y vuelve a quedarse de pie en el centro de la sala. Dejo pasar unos segundos que ella no aprovecha para buscar una salida, sigue de pie, frente a mí si dirigirme la mirada, con los brazos a los lados del cuerpo y los hombros echados hacía atrás.

Me levanto y me dirijo hacía ella, que no modifica su posición ni un ápice noto cómo su respiración se hace un poco más agitada pero sigue con la mirada fija en el infinito.

Lleva el pelo recogido en una cola de caballo lo que deja su nuca a la vista, Nunca he sido capaz de resistirme a una nuca, acerco mis dedos y recorro suavemente su cuello, noto cómo sus músculos se tensan pero no hay más reacción que un ligero aumento de la profundidad de la respiración.

Vuelvo al sillón y me siento observándola fíjamente.

  • ¡Desnúdate!

  • Pero, Sr.

  • He dicho que te desnudes.

  • Sí, Sr

  • Y hazlo muy despacio.

  • Sí, Sr

Empieza a desabrochar la blusa empezando desde abajo y esperando hasta el último momento para abrirla del todo

Lleva un sujetador blanco push-up, muy posiblemente de Victoria's Secret que lleva sus pechos al límite de la evasión.

Desabrocha el pantalón y, no sin cierto trabajo, se lo quita dejando a la vista un tanga que, por supuesto, hace juego con el sujetador.

Después de quitarse el pantalón vuelve a ponerse los zapatos y se queda en la posición inicial y cuando estoy a punto de ordenarle que sigua desnudándose me sorprende girando despacio sobre sí misma hasta ofrecerme la vista de su parte trasera.

Su culo es tan impresionante como aparentaba, con unas nalgas redondas y carnosas que piden ser mordidas y azotadas.

Todavía de espaldas desabrocha el sujetador y baja el tanga, dejándolos caer al suelo.

Cuando termina de ejecutar el giro sobre sí misma se pfrece ante mí, totalmente desnuda y totalmente deseable con los brazos a los lados del cuerpo, la piernas ligeramente abiertas y, de nuevo, mirando al frente.

Me levanto, me acerco a ella observo un pequeño tatuaje de una media luna en su hombro, recorro su línea con los dedos, muy despacio mientras veo cómo los pezones se le empiezan a poner duros, bajo la mano por su espalda recorriendo su columna hasta llegar a su culo, acaricio sus nalgas, una después de la otra hasta que, dejándome llevar, le doy una fuerte palmada en la nalga derecha, ella da un respingo mientras amaga con una contestación.

  • ¿Vas a hacer lo que te ordene?

  • Sí, Sr

  • Muy bien, ¡siéntate sobre tus talones!

Abro mis pantalones y saco mi polla dura y recorro su cara con ella, la paso por su frente, su nariz, mejillas, barbilla hasta rozar sus labios. Ella separa los labios al sentir la presión de mi polla en ellos momento que aprovecho para metérsela toda de golpe. Ella intenta retirarse pero le agarro fuerte la cebeza para evitarlo, su incomodidad es evidente y eso me excita por lo que mantengo mi polla dentro de su boca un tiempo que a ella seguro que se le hace eterno. Cuando saco la polla de su boca una bocanada de aire entra violentamente en sus pulmones haciendo un sonido silbante que resulta de lo más excitante. Tiene la boca llena de babas y la cara manchada con los churretones del maquillaje de ojos provocados por las lágrimas.

  • ¡Ponte a cuatro patas y sígueme!

Comienzo a caminar despacio en dirección a mi sala de juegos, cuando vamos por el largo pasillo me detengo, quiero observarla por detrás.

  • ¡Continúa, yo te iré guiando!

Ahora camina gateando delante de mí con unos movimientos suaves y provocadores que hacen que su maravilloso culo se contonee, su coño se asome hinchado y brillante y sus tetas se bamboleen ligeramente.

Cuando entra a la sala de juegos se detiene repentinamente, la visión de mi colección de pervertidos objetos de placer sin duda le ha hecho replantearse la situación. Le doy una fuerte palmada en el culo

  • ¡Entra, perra!

  • (Tras unos instantes de duda) Sí, Sr.

La agarro de la coleta y la dirijo al potro.

  • ¡Sube alli!

Ella se coloca y espera mientras sujeto sus muñecas y tobillos en los agarres del potro. El potro no tiene apoyo para el cuerpo, la zona de las manos está más baja que la de las piernas y están separadas entre sí, todo esto hace que su cuerpo esté totalmente a mi disposición para lo que yo desee.

Acaricio su culo, la piel es suave y cálida, no sé que tienen las latinas que su piel está siempre más caliente que la de las europeas.

  • Voy a azotarte el culo y cómo es la primera vez y parece que no tienes mucha experiencia serán veinte azotes. Debes ir diciendo el número seguido de la fórmula "Gracias, Sr". Si no lo haces así el azote no será válido y si dices cualquier otra cosa o te quejas la cuenta volverá a cero

Me coloco a su lado, acaricio, de nuevo, su culo apartando la mano de vez en cuando para que no sea capaz de adivinar cuando empezaré a azotarla. El primer azote se lo doy en la nalga derecha.

  • (Tras un sonoro suspiro) Uno, ¡gracias, Sr!

La palmada ha sido fuerte y mi mano queda brevemente marcada en su oscura piel.

La sorprendo dando el siguiente azote, de nuevo, en la nalga derecha.

  • Dos, ¡gracias, Sr!

Continúo con los azotes, sin mantener un ritmo previsible e intercalando de forma aleatoria la nalga azotada, de manera que es incapaz de adivinar el momento y el punto del siguiente azote.

...

  • Diez, ¡gracias, Sr!

Los suspiros del principio se han ido transformando en suaves gemidos y puedo notar cómo ha ido desapareciendo la tensión de sus glúteos, definitivamente tiene potencial.

...

¡ Quince, ¡gracias, Sr!

Ahora realmente siento que me está agradeciendo, de corazón, los azotes.

...

¡Diecinueve, ¡gracias, Sr!

La piel de las nalgas está de un intenso color rojo componiendo uno de los más bellos espectáculos posibles

...

... ¡Veinte, ¡gracias, Sr!

El último azote se lo doy con todas mis fuerzas, sorprendiéndola y haciendo que apriete los dientes y tenga que buscar aliento para la última frase. Sé que no debería haberlo hecho así pero no es fácil resistirse

Acerco mi mano a su sexo, suavemente recorro sus labios con mis dedos, están muy hinchados y mojados y deslizo un dedo dentro de su vagina, está caliente y húmeda y aprieta mi dedo en señal de bienvenida. Mientras, con la otra mano, empiezo a acariciar una de sus tetas, recorro la piel con suavidad acércandome al pezón que está muy duro, lo acaricio con la punta de los dedos, lo atrapo entre dos dedos y lo pellizco con intensidad produciendo un respingo en ella que aprovecho para meter otro dedo dentro de su vagina. Así estoy un rato, masturbándola despacio mientras pellizco y retuerzo su pezón.

Cuando noto que la presión de su vagina sobre mis dedos aumenta en señal de un próximo orgasmo me detengo, quiero que sufra deseando tener el orgasmo, anhelando sentir la descarga de placer.

Después de varios orgasmos pospuestos siento que no debo postergar más el momento, me desnudo y me coloco entre sus piernas y empiezo a jugar con su coño acariciándolo y dando golpecitos con la polla hasta que agarro sus caderas y meto la polla entera, de golpe, hasta el fondo. El placer es indescriptible, sus músculos rodean mi polla, la abrazan cómo si siempre la hubieran estado esperando.

La empiezo a follar modificando a cada poco ritmo y fuerza y parando cada vez que noto que se va a correr. En uno de esos momentos, saco la polla y la dirijo a su ano y rozo su entrada.

  • ¡No, por favor, el culo, no... aaaaarghhhh!

Naturalmente no hago caso a su petición y meto la polla entera en su culo y la mantengo dentro hasta que noto que se ha relajado, momento que aprovecho para comenzar a moverme despacio para que se vaya acostumbrando mientras que con una mano acaricio su clítoris. Los quejidos de dolor pronto se van transformando en suspiros de placer y su cuerpo se relaja para recibir mis embestidas.

  • ¡Fólleme, Sr, fólleme duro!

Las embestidas son cada vez más fuertes y ella grita de placer. Su ano aprieta fuerte mi polla y siento que mi excitación llega al máximo cuando noto que ella estalla en un brutal orgasmo, su cuerpo se relaja y yo me salgo de su culo, la rodeo y coloco mi polla en su boca, la follo unos segundos y siento cómo mi orgasmo se acerca, aguanto unos segundos y me vacío dentro de su boca. Cuando saco mi polla de su boca unas gotas de semen corren por su cara y ella las recoge con los dedos y las vuelve a introducir en su boca para, inmediamente, tragar toda mi leche.

  • Detrás de esa puerta hay un baño, ¡dúchate y vístete!

Sin duda no será la última vez que Carla me tenga que traer papeles de la oficina.