CARLA 7 y 8

Carla debe aceptar su condición de perra y su amo quiere que las cosas queden claras

Gracias por los comentarios y mensajes, son un aliciente para continuar con la historia

7

Cuando Carla despertó podía sentir cada centímetro de su piel como si estuviese erizado de agujas, el más leve movimiento le causaba un dolor tremendo, pues se resentían cada una de las heridas que D. Anselmo le había dejado. Al recordar a aquel viejo Carla sintió una extraña ternura, a pesar de su sadismo y crueldad le había prestado un gran servicio. Ella sabía que su amo estuvo bien atento durante toda la sesión, incluso diría que en algún momento le vio indeciso, como dispuesto a interrumpir el castigo. Le pareció ver en sus ojos una sombra de preocupación, y solo aquella mirada valía más que todo el dolor sufrido, fue consciente entonces de hasta donde sería capaz de llegar por satisfacer a su amo, no le habría importado comenzar en aquel mismo momento una nueva sesión, sufrir las mismas torturas u otras aún más crueles por contemplar el rostro tenso pero orgulloso de quien ya era todo su mundo.

Al poco rato Jaime entró en la habitación, sin decir palabra fue hasta la cama, se tendió junto a Carla y la besó en los labios. Con aquel beso transmitió a su esclava una corriente de afecto que nunca antes había expresado. Después, como si aquel gesto le asustase, se apartó y mientras acariciaba el maltrecho cuerpo de Carla empezó a hablarle.

  • Estoy muy orgulloso de ti, has sido una perra obediente y sumisa, no creí que aguantases tanto castigo, y menos no viniendo de mí.

  • Gracias mi amo, yo tampoco sabía qué sentiría, pero fue como si tú manejases el látigo, porque al fin y al cabo cumplía tus órdenes, y solo deseaba complacerte.

  • Bien, creo que debemos hablar, he pensado que la situación entre nosotros ha de cambiar, en los últimos días hemos ido avanzando y me parece que esto se está yendo un poco de las manos.

Aquel comentario asustó a Carla de forma inmediata, y aunque sabía que solo debía hablar a su amo cuando él la autorizase, no pudo reprimir sus nervios.

  • Pero mi señor, ¿te he defraudado de alguna manera? Dime qué he de hacer para complacerte, ya sabes que te pertenezco completamente. Por piedad mi amo, no me alejes de ti.

  • Tranquila zorra, no estropees las cosas, parece que de pronto has olvidado cuál es tu sitio. Te he dicho que hablaremos, no que vaya a dejar de ser tu dueño. Ahora dúchate y ven al salón.

Cuando Carla, después de ducharse llegó al salón, su amo la esperaba sentado en el sofá, tenía la mirada perdida, estaba reflexionando profundamente, sopesando las posibilidades que se abrían ante ellos y cómo continuar. Se sintió angustiada, temía que su amo se hubiera asustado, que pensara en las implicaciones físicas que pudieran tener para ella tantos castigos, y estuviera pensando en tomar distancia, pero pronto se iba a llevar una sorpresa.

  • Carla, no quiero que digas nada hasta que yo termine de hablar, entonces te preguntaré y podrás decirme lo que piensas, si necesitas tiempo lo entenderé. De hecho casi prefiero que no me contestes ahora, es necesario que madures tu decisión, que te des un tiempo. Hemos llegado a un punto en el que las cosas deben cambiar y hay que pensar bien hacia dónde queremos ir.

  • Bien, hasta ahora nuestra relación ha sido casi un juego, aunque hemos ido avanzando y profundizando en ella, he tenido mucho cuidado para que nada pudiera tener consecuencias a largo plazo. Además aunque no me hayas dicho nada sé que tu situación va a cambiar muy pronto, acaba el curso y tendrás que dejar tu piso y volver a tu pueblo, tus padres así lo esperan y hacer otra cosa supondría probablemente romper tu relación con ellos para siempre, yo no quiero ser la causa de que eso ocurra.

Carla estaba haciendo grandes esfuerzos para permanecer callada, veía que la conversación se encaminaba hacia la ruptura, que Jaime estaba dibujando un escenario que no tendría más solución, y se sentía aterrada ante esa posibilidad. Era cierto que llevaba un tiempo pensando en cómo hacer cuando acabase el curso, y no encontraba la manera de arreglar todo sin que supusiera lo que él había dicho. De pronto toda la tensión que sentía se desbordó, no dijo nada pero de sus ojos empezaron a caer lágrimas que se deslizaban por su cara sin que ella emitiera ningún sonido. Aquella imagen fue para Jaime tan patética y conmovedora que no pudo permanecer insensible.

  • Pero no llores perrita, te estás equivocando, déjame acabar y después veremos si quieres seguir llorando.

Con este comentario Carla se tranquilizó, entendió que su amo había pensado algo para solucionar sus problemas, y con la absoluta confianza que tenía en él sintió aún más, si era posible, que le amaba y que no deseaba nada distinto a pertenecerle completamente, sin ninguna limitación.

  • Bueno, quizá he planteado todo esto de forma errónea, te he dado a entender que estaba despidiéndote y no es eso. Pero tenemos que ordenar las cosas, esto ya no es lo que era al principio y quiero que lo tengamos todo claro. A ver, antes de nada necesito que me contestes a una pregunta, y quiero que lo hagas con toda sinceridad, no me enfadaré digas lo que digas, no tienes que ser correcta ni decir lo que piensas que yo espero escuchar, dime la verdad sea la que sea. ¿Qué sientes hacia mí? Sé que me consideras tu dueño, pero hasta ahora, por muy en serio que lo dijéramos, esto ha sido un juego, como he dicho antes. Ahora las cosas deben cambiar y antes de proponerte nada necesito saber qué sentimientos tienes. Si todo esto es simplemente sexual para ti me parece bien, si es otra cosa también me parece bien, pero el camino a seguir no será el mismo dependiendo del futuro que queramos imaginar.

  • Jaime, para decirte esto no te llamaré amo, aunque te siento como tal. No sé decirte con seguridad cuales son mis sentimientos, porque nunca había sentido algo similar a lo que siento ahora y temo confundirme, pero creo sinceramente que me he enamorado de ti. No tengo más deseo que ser tuya, completamente tuya, sin ningún resquicio ni límite. Quiero que me poseas por completo, es mi anhelo, mi ilusión. Deseo que me sometas sin más piedad ni cortapisa que tu criterio, quiero que me uses como a un objeto de tu propiedad porque como tal me quiero sentir, nunca había sido más feliz que cuando has dispuesto de mí, cuando me degradas y humillas me siento más y más cercana, más parte de ti, y no aspiro a nada más. No puedo ni imaginar el vacío inmenso que sentiría si decidieras que ya no podemos seguir juntos. No me importa nada, haré cuanto desees, puedes torturarme solo por el placer de hacerlo, puedes usarme como quieras, puedes alquilarme o prestarme a quien desees, puedes prostituirme o venderme, si así fuera sentiría que te sigo sirviendo con mi nuevo amo, no quiero abandonar esta vida bajo ningún concepto. Sabes que quiero a mis padres y me dolería causarles dolor, por eso me preocupa que me expongas de forma que puedan saber quién es su hija, pero si decides que así ha de ser procuraré explicárselo y haré lo que decidas.

  • Muy bien, esperaba o más bien deseaba escuchar algo así. No te mentiré, yo también he empezado a sentir por ti algo más que una simple atracción, eres la mujer más fascinante que he conocido nunca, tu entrega y tu sumisión me han causado un impacto terrible, también te amo. Pero después de mucho pensar me he dado cuenta de varias cosas, en primer lugar yo no podría ser feliz con alguien que no compartiese mis gustos, necesito desarrollar mi faceta de amo para sentirme bien. Sin embargo también me he dado cuenta de que si pretendemos avanzar en esta relación necesitaré a mi lado una mujer segura de sí misma, independiente y capaz. Sé que esto parece una contradicción pero no lo es, te lo explicaré. Si a partir de ahora nos consideramos una pareja y pretendemos tener una relación significativa, hay espacios en la convivencia que debemos ocupar. Por más que no seamos una pareja típica y nuestros roles estén bien definidos, habrá momentos y circunstancias en los deberemos actuar, y desearemos actuar, como una pareja normal y corriente. Ante los demás podremos fingir pero entre nosotros no. Sé que deseas ser sometida, sentirte un objeto de mi propiedad, y a mí me encanta eso, pero también quiero sentir que eres una mujer por completo, con tus complejidades y expectativas, con tus gustos y preferencias, no quiero una esclava absoluta las 24 horas del día, ni quiero una muñeca que exhibir ante todo el mundo sin voluntad ni pensamientos propios. Puedes hablar cuando quieras, esta conversación decidirá lo que haya entre nosotros de aquí en adelante y tienes que participar en ella, dime lo que piensas y si entiendes lo que te voy diciendo.

  • Bueno, a partir de ahora y hasta que terminemos de hablar me dejaré de considerar propiedad tuya y seré la mujer que antes era, y créeme que no va a ser fácil. No sé si acabo de entender lo que pretendes, no sé si puede haber grados en la entrega, al menos como yo la siento. Mi deseo me empuja a la sumisión total, cada vez más absoluta y radical. Por eso quiero que dispongas de mí, que me hagas cosas que no me resulten placenteras, para sentir que te pertenezco por completo, para anular incluso mi voluntad y mi pensamiento. Desearía que tú tomases todas las decisiones, sobre mi actividad, mi cuerpo, mi aspecto. Desearía someter a tu dictado hasta mis funciones corporales, como un animal, comer cuando y lo que tú decidas, dormir cuando y como tú decidas, hacer mis necesidades cuando y donde tú decidas, disfrutar o sufrir cuando tú decidas. Si aspiro a esto, no sé cómo podré a la vez ser independiente y resolutiva, no sé cómo podré ocupar un lugar a tu lado de igual a igual.

  • No he dicho que sea sencillo, pero la perfección nunca lo es, y yo aspiro a que nuestra relación sea perfecta. Tendremos que buscar la manera de conjugar nuestras necesidades. Dices que deseas depender de mi hasta para lo más básico, y no me disgusta esa idea, pero también habrá momentos o circunstancias en las que o bien no estemos juntos o bien debamos comportarnos de forma convencional. Además aun cuando te haga daño, te humille o te degrade, quiero seguir amándote, incluso creo que en esos momentos te amaré más intensamente. Y eso no es posible con un animal ni con un objeto. En la vida hay tiempo para todo, y estoy seguro de que tú también apreciarás los momentos en que seas mi compañera y no mi esclava.

  • Sabes que aceptaré cualquier decisión que adoptes, que no hay acuerdo que no esté dispuesta a cumplir por ti, pero no acabo de ver cómo podríamos establecer esa situación que describes, me parece que al final se mezclarían las cosas y viviríamos en una permanente confusión. Quizá debamos pensar detenidamente en esto y hablar en un tiempo. Pero pase lo que pase no quiero que renuncies a mí, te pertenezco y bajo ningún concepto quiero dejar de pertenecerte.

  • Me parece bien, los conceptos aún no están bien definidos ni siquiera en mi mente, y entiendo que no acabes de comprender todo lo que quiero trasmitirte, tal vez sea mejor ir avanzando poco a poco y dejar que las cosas se coloquen solas en su sitio. Y no te preocupes, de ninguna manera voy a renunciar a ti, ya te he dicho que te amo y eres lo más importante para mí.

Ante aquel comentario Carla no pudo resistirse, se lanzó a los brazos de su dueño y besó su boca con una pasión feroz, a lo que él respondió de igual forma.

  • Fóllame mi señor, por favor, necesito sentirte dentro de mí.

Jaime no necesitó que su esclava repitiese aquel ruego, la tendió en el sofá y una vez desnudo la folló con rudeza, tal como sabía que ella disfrutaba más. Mientras entraba en ella apretó sus tetas con todas sus fuerzas, a lo que ella respondió con un gemido ronco, en el que se mezcló el dolor y el placer. Acto seguido Jaime abofeteó a Carla cada vez más fuerte, sabía que esto más que dolor causaba a su perra una profunda humillación, con lo que consiguió que tuviera un profundo e intenso orgasmo que el acompañó corriéndose dentro de aquel coño palpitante. No tuvo que decir nada, en cuanto se separó de ella Carla se lanzó a limpiar la polla de su amo con la boca, relamiéndose por el néctar que suponía la mezcla de sus propios jugos y los restos de semen.

  • Bueno zorra, hay cosas que si podemos hablar, el curso acaba y tendrías que volver a tu casa, con tus padres. No quiero que ellos sepan nada de lo nuestro de momento, así que he pensado que les digas que has encontrado un trabajo para el verano y vas a quedarte, diles que son como unas prácticas remuneradas, que no ganarás mucho pero suficiente para que no tengan que darte nada. En cuanto al piso te vendrás aquí conmigo, a tus padres diles que vas a casa de una amiga que se ha ido de vacaciones y te deja el piso hasta que encuentres algo, ya veremos después. Eso sí, para vivir conmigo tendrás que aceptar ser mi esclava por completo, es decir, empezaré a tratarte como una propiedad sin cortapisas, quiero que entiendas bien esto antes de aceptar.

Carla sintió una mezcla de miedo y excitación ante aquellas palabras, por una parte vivir con su amo era cuanto podía desear, por otra no imaginaba a qué se refería al decir que sería su esclava, ya se consideraba como tal, y no imaginaba qué cosas iba a hacerle distintas a las que ya le había hecho.

  • Mi amo, has dicho que podía hablar y siento curiosidad por esas cosas que dices que cambiarán, aceptaré lo que sea seguro, pero me gustaría saber a qué te refieres.

  • Así me gusta, te he dicho que preguntes y lo haces, quiero que te quede todo muy claro. Cuando digo que las cosas cambiarán es porque ya no miraré que no haya consecuencias a largo plazo por lo que hacemos, si me apetece azotarte con un látigo que te deje cicatrices lo haré, aunque esas cicatrices ya no desaparezcan nunca, también voy a marcarte, no sé aún cómo lo haré, puede que un tatuaje, puede que con un hierro al rojo, no sé, pero será algo permanente, llevarás mi marca para siempre, ¿lo entiendes?

  • Si amo, lo entiendo, y me parece bien, ya te he dicho que solo deseo pertenecerte, y es lógico que me uses como prefieras, y también es lógico que marques tus pertenencias. Llevaré con orgullo las huellas que queden en mi cuerpo, serán la señal de que soy tuya.

  • También voy a empezar con tu degradación, es algo que hasta ahora había evitado pero es hora de hacerlo, debes aprender cómo es la vida de una esclava de verdad. A partir de ahora cuando tenga ganas de mear tendrás que beber mis meados, debes adorar todo lo que salga de mi polla, y eso incluye la orina, aprenderás a beberla con placer. De momento será suficiente, más adelante aprenderás otras cosas, y te aviso que te resultarán más degradantes, pero si quieres ser mía ha de ser así. ¿Estás de acuerdo?

  • Si amo, no sé cómo será, supongo que me costará un poco, nunca he bebido orina, ni siquiera la mía, pero lo haré.

  • Bien, de todas formas ve a tu casa y descansa, piensa en todo lo que hemos hablado, y mañana me contestas. Si decides continuar habrá que preparar tu traslado y tendrás que hablar con tus padres. Ya lo organizaremos todo.

  • Haré como me dices amo, pero ya sé mi respuesta, mañana será igual que hoy.

  • No importa, prefiero que pase una noche. Y para que te hagas una idea arrodíllate, abre la boca y acércate, tengo ganas de mear.

Carla obedeció al instante, y cuando estaba con la boca bien abierta junto a la polla de su amo este empezó a mear dentro, lo hacía despacio, parando para dar a tiempo a que Carla fuera tragando. La orina tenía un sabor fuerte, salado con un punto amargo, pero no le pareció repugnante, pensó que haciendo aquello daba gusto a su dueño y eso bastó para que sintiera placer con ello. Cuando acabó la meada limpió la polla con su lengua y sonrió satisfecha.

  • ¿Qué te ha parecido?

  • Me gusta amo, es tuya y nada tuyo me desagrada, me encantará beber tus meados siempre.

  • Bien, márchate, mañana hablamos.

8

A la mañana siguiente Carla acudió a casa de Jaime muy temprano, pensaba sorprender a su amo despertándole con una mamada, pero se llevó una sorpresa. Jaime estaba despierto, tomando café en la cocina, con el gesto serio pero decidido.

  • Buenos días mi amo.

  • Buenos días zorra, has madrugado.

  • Si mi dueño, pensaba despertarte con una mamada y beber tu meada matutina para que no tuvieras que levantarte a mear.

  • Muy bien putita, así me gusta. ¿Ves como no siempre tu iniciativa tiene porqué ser mala?

  • Ya veo, no lo había pensado así.

  • Bueno, en cualquier caso no podías sorprenderme, no he dormido en toda la noche, tenía mucho en qué pensar, creo que he encontrado algunas soluciones, aunque aún hay cosas que no veo claras, pero en fin, poco a poco.

  • Mi señor, ¿puedo hablar?

  • Si, habla, supongo que querrás saber qué he pensado.

  • Yo tampoco he dormido mucho, estoy muy nerviosa porque no logro imaginar cómo haremos para solucionar las dificultades. Lo que si tengo claro es que quiero ser tuya, ya te dije que no cambiaría de opinión. Entiendo que mi proceso de entrega será a partir de ahora absoluto, y así deseo que sea. Sé que tendré que superar pruebas y sufrir transformaciones, tengo algo de miedo no lo negaré, pero estoy totalmente decidida, Estoy segura de que no podría ser feliz de otra forma, quiero ser tu esclava y pertenecerte.

  • Bien, ya contaba con eso. Pero he decidido que si bien serás mi esclava y ya no tendré ninguna precaución de cara al futuro pues entiendo que me pertenecerás para siempre, también tendrás una clave para hacer que todo cambie, en realidad serán dos claves. La primera hará que se establezca un paréntesis en nuestra situación y seamos una pareja convencional hasta retomar la relación de amo y sumisa. Solo podrás utilizar esta clave cuando estemos solos, si te está usando otra persona tendrás que esperar, y por supuesto si te he alquilado, esté yo presente o no, tampoco podrás usar ninguna clave. La segunda clave hará que se detenga cualquier cosa que estemos haciendo, incluso si estás en manos de otras personas siempre que no hayan pagado por ti y que yo esté presente. Si utilizas esta segunda clave nos separaremos, al menos por un tiempo, tú dirás si quieres volver o no pero yo decidiré cuánto durará la separación si es que no quieres que sea definitiva.

  • No necesito ninguna clave mi señor, he comprendido que este es un camino sin retorno y así debe ser, pero antes de empezar a recorrerlo tengo que decirte algo, en realidad tengo que exigirte algo, me da mucho miedo decírtelo, pero necesito hacerlo, de otra forma no podré continuar.

  • Vaya, eso sí que no lo esperaba, que una esclava tenga exigencias es poco convencional, pero en el fondo me alegra, eso quiere decir que has pensado profundamente en todo esto y era lo que yo esperaba de ti, ya te dije que no quiero una muñeca tonta. Quiero que te entregues a mí, pero siendo consciente de lo que eso significa y porque lo deseas de verdad. En cuanto a las claves no son negociables, es igual que las quieras o no, las tendrás. Yo tengo mis reglas morales y no aceptaré otra cosa. Además así sabré que por mucho que supliques, llores o protestes sigues deseando que yo decida lo que has de hacer, porque en caso contrario tendrás una forma de dejármelo claro. Ahora dime cual es esa exigencia sin la cual no seguirías adelante, ya no parece que seas tan sumisa, ¿verdad?

Aunque Jaime había hecho el último comentario con una sonrisa en los labios, Carla sintió un nudo en el estómago, le había costado mucho convencerse de que debía plantear aquello. Sentía un miedo atroz a la posibilidad de que su dueño no quisiera complacer aquella exigencia, y sabía que si así fuese ella querría seguir adelante de cualquier forma pero temía que él no pensase igual, pues tal vez interpretase que tenía dudas sobre su entrega y prefiriese abandonar. Esta posibilidad la aterraba, no podía imaginar otra vida distinta de la que vislumbraba como esclava de su amado dueño.

  • Mi amo, no deseo otra vida que la de ser tu esclava para siempre. Quiero entregarme a ti sin ningún límite, quiero experimentar el dolor, la degradación, la humillación hasta las últimas consecuencias. Quiero que dispongas de mi cuerpo y de mi mente como lo que anhelo ser, una posesión tuya. Sentirme de tu propiedad, sentir que no tengo derechos porque te he entregado mi humanidad, porque confío en tu criterio para que conduzcas mi vida, es la máxima aspiración que espero alcanzar. Durante este tiempo he ido sintiendo que la felicidad me embargaba cada vez más intensamente, según iba haciéndome más dependiente de ti, según iba aceptando que dominases no solo mi cuerpo sino también mis pensamientos, comprendía que nací para ser la sierva de un amo exigente como tú. Admiro tu decisión, tu liderazgo, tu pasión. Me encanta la disciplina que has logrado imbuirme hasta el punto de que me siento mal si hago algo que pienso contrario a tus disposiciones y deseo el castigo para sentirme bien. Valoro tu dulzura como mi bien más preciado, pero también tu crueldad que me hace experimentar tu fuerza y me da idea de la inmensa fortuna que he tenido al encontrarte. Sin embargo hay una cosa que no me deja disfrutar por completo de todo esto, es un miedo quizá irracional, pero que se ha instalado en mi mente y no quiere abandonarla. A través de todas estas conversaciones te has esforzado en explicarme el significado de mi entrega, me has dicho que a partir de ahora tendré que aceptar cualquier cosa que decidas, aunque las consecuencias sean para mi permanentes e irremediables. Todo esto lo entiendo y me parece bien, sé que cuanto más profundicemos en mi proceso de esclavización, cuanto más me moldees a tu gusto, más realizada y completa me sentiré. Me asusta el dolor extremo y la humillación sin cortapisas pero sobre todo porque temo fallar, pero confío en tu paciencia y en que sabrás comprender que necesito ser adiestrada, como cualquier animal. Mi confianza en ti es total, pero hay algo que no hemos hablado, tus obligaciones como mi dueño. No pretendo imponerte nada, pues si lo hiciera iría en contra de mi naturaleza sumisa, y mucho menos plantear exigencias o límites a tu poder sobre mí, que deseo absoluto, pero si quiero que me asegures que esto no es un capricho, que no me transformarás en un ser despreciable y luego me abandonarás. Entiendo que puedas tener otras esclavas u otras mujeres que no lo sean, entiendo que puedes llegar a cansarte de mí, pero no podría aceptar que un día me dejes tirada. Por todo esto quiero platearte un ruego, he dicho que es una exigencia pero no creo que pudiera abandonar tu cercanía aunque te negases a asegurarme lo que pretendo. Lo único que quiero es saber que no me abandonarás, prefiero que dispongas de mí hasta el final y si un día no sirvo me regales o vendas a otro amo, para sentir que sigo siéndote útil de alguna manera, y en último extremo prefiero que acabes con mi vida o me ordenes que lo haga yo, pero en ningún caso me dejes sola, porque ese tormento, el de tu abandono, no podría soportarlo.

Tan abruptamente como había empezado Carla dejó de hablar, su cuerpo temblaba por el tremendo esfuerzo que le supuso hablar así, y de sus ojos se deslizó un silencioso torrente de lágrimas fruto de la tensión del momento y del miedo a perder cuanto amaba por lo que acababa de decir.

Tras aquellas palabras se instaló un silencio espeso entre los dos, Carla bajó los ojos y pensando que Jaime se habría molestado empezó a temblar sin poder impedirlo, se sentía tan mal que el llanto se fue haciendo más desconsolado y convulso. Pero todo cambió de pronto, cuando sintió los brazos de su dueño abrazándola con ternura y sus labios besando su cara, su cuello, sus ojos y por fin su boca. Jaime tardó en hablar, las palabras de Carla lo habían dejado estupefacto y a la vez profundamente conmovido, supo que amaba a aquella mujer como nunca había amado a nadie y a pesar de eso deseaba hacer de ella una esclava modélica, deseaba usarla sin contemplaciones, deseaba llevarla al límite de lo soportable. Sentir ambas sensaciones a una vez hizo que comprendiera cuánto tenía que agradecer a la vida su buena fortuna.

  • Mi perrita, tranquila. Me parece muy justo no que me ruegues sino que me exijas lo que has planteado, estás dispuesta a entregarte a mí sin ningún límite, a convertirte en un ser sin derechos, sin voluntad propia, aunque de esto ya hablaremos más adelante. Y a cambio sólo pides que yo me comprometa a cumplir lo que cualquiera haría por un perro. No te preocupes, te garantizo que jamás te abandonaré, serás mía para siempre. Además me has hecho pensar y me he dado cuenta de que debo buscar la manera de asegurar tu futuro si a mí me ocurriese algo, tengo que pensar en esto. Pero ahora quiero que dejes de llorar y empecemos a disfrutar, vamos a preparar todo lo necesario para nuestra nueva vida, y vamos a hacerlo con ilusión y con ganas, quiero verte feliz.

Todas las preocupaciones, los miedos y las angustias desaparecieron de la mente de Carla, y en su lugar sintió que la invadía una alegría inmensa. De pronto quiso ponerse a hacer cosas, a preparar todo rápidamente para empezar su nueva vida cuanto antes.

  • Mi amo, gracias por ser tan comprensivo con esta sucia perra de tu propiedad, dime que hay que hacer y me pondré en marcha, quiero estar contigo y que puedas disponer de mí todo el tiempo cuanto antes.

  • Tranquila, hay mucho que hacer y aún hay mucho que hablar, poco a poco iremos avanzando. En primer lugar dime qué tenías previsto para el final de curso y cuando tenías que irte a casa.

La conversación duró aún mucho, Carla dijo que el curso acababa la semana siguiente y en principio al día siguiente tendría que volver a casa. Sus resultados habían sido buenos, era una estudiante comprometida y trabajadora, así que acabado el curso no tenía nada que hacer.

Jaime le explicó que debería seguir con sus compañeras hasta el último día y luego, en vez de ir a casa se vendría con él. A sus padres, como ya habían hablado, les diría que iba a hacer unas prácticas, y sería verdad porque en su empresa había puestos de becarios y le había conseguido uno. Pero también había decidido que sus padres tenían que saber de su existencia, el primer fin de semana que fuese al pueblo la acompañaría, le presentaría como un amigo, dando a entender que era algo más pero sin dejarlo claro. Jaime quería que los padres de Carla llegasen a saber su situación de verdad, explicarles que ella era y quería ser su esclava, pero eso sería cuando llegase el momento adecuado, y él hablaría con ellos para asegurarles que amaba a Carla y si bien su relación sería de amo y esclava, eso no significaba que no fuese a cuidarla y preocuparse por su bienestar.

En cuanto a su rutina diaria Jaime había decidido empezar con el adiestramiento de su perra. Además de usarla para mear cuando le apeteciese ella debería estar dispuesta para ser usada como él quisiera las veinticuatro horas del día. También empezaría a exhibirla en público y a castigarla diariamente, para que fuese acostumbrándose al dolor, y a ir superando sus límites. Por lo que respecta a las marcas Jaime dijo que seguramente sería con un hierro candente, ya había encargado el útil con sus iniciales, pero aún debía decidir dónde aplicaría la marca. Todo esto sería gradual e iría llegando poco a poco, como también la iría prestando o prostituyendo a su antojo.