CARLA 13 y 14

Empieza el fin de semana en la finca del amo Tomás, Carla va conociendo a las perras

De nuevo agradezco los correos y comentarios recibidos, todos son estimulantes y bienvenidos. Quiero dedicar estos capítulos a Esme y Peque, espero que sean de vuestro agrado

13

Después del castigo a Uno, Tomás se llevó a Jaime a la biblioteca ya que tenían cosas que hablar. Ordenó a Carla que ayudase a Tres a trasladar a Uno a su habitación y aplicarle las curas oportunas. Y también dijo a Tres que le enseñase la finca y le explicase cómo funcionaba todo.

Tras atender a Uno dieron un paseo, Tres iba enseñando a Carla cada una de las dependencias, para qué y cómo se usaban, aquella finca estaba diseñada para la sumisión, y contaba con todos los medios que pudieran imaginarse para humillar, degradar y castigar a un ser humano. Era un asombroso espacio cuya finalidad última era transformar a personas en animales, privándoles de su condición hasta en su propia conciencia.

Junto a la perrera había un edificio de una sola planta, parecía un cobertizo para guardar herramientas o algo así, Tres abrió la puerta e hizo entrar a Carla, era una pequeña sala completamente vacía, con una puerta al fondo.

  • Aquí están las mazmorras, el amo nos mete como castigo y también las usa cuando llega alguna nueva. Cuando te meten ahí abajo pierdes la noción del tiempo, y llega un momento en que piensas que se han olvidado de ti, es horrible. Vamos, te lo mostraré.

Detrás de la puerta al fondo de la estancia nacían unas escaleras que descendían hasta un pasillo, a ambos lados del pasillo había tres puertas y una más al fondo.

  • Las puertas de los lados son de las mazmorras, son todas iguales, la del fondo es una pequeña sala de castigos, así el amo puede torturarnos sin necesidad de sacarnos de aquí, si te castiga en esta sala luego vuelves a la mazmorra.

Tres abrió la primera puerta a su derecha y encendió la luz, el interruptor estaba en el exterior junto a la puerta. Era una habitación pequeña, de unos dos metros de larga y otro tanto de ancha, sin muebles ni adornos, tan solo se veía en un rincón un cubo vacío, y atada a su asa una pequeña jarra de metal. El aire era sofocante, hacía calor y olía a sudor, a orines y a mierda, era asqueroso.

  • Cuando estamos aquí encerradas debemos mear y cagar en ese cubo, y a veces el amo decide que no se nos de agua, por lo que tenemos que beber del cubo, nuestros propios meados mezclados con mierda. Normalmente nos hace beber mucha agua antes de encerrarnos para que tengamos ganas de mear enseguida, y mientras estamos aquí solo comemos fruta y verdura, para que caguemos suelto y la mierda se mezcle con la orina.

  • Es horrible, ¿cuánto tiempo estás aquí encerrada?

  • Yo no sabría decirte cuánto tiempo he pasado aquí, como te dije antes, pierdes la noción del tiempo, la luz siempre está encendida y no se oye nada, no puedes saber si es de día o de noche. Pero sí he visto a alguna de las otras perras estar aquí hasta una semana, aunque si estás tanto tiempo el amo pasa de vez en cuando y te tortura un poco para que el dolor te haga compañía, es muy bueno con nosotras.

Carla no salía de su asombro, aquello le parecía inhumano, no entendía que Tomás castigase así a nadie, pero lo más alucinante es que Tres dijera que era muy bueno porque cuando las tenía allí encerradas se pasaba a torturarlas, era increíble.

  • ¿Por qué os encierra aquí? ¿Qué hacéis para merecer este castigo?

  • No hay un motivo concreto, el amo no tiene más reglas que su voluntad, y así debe ser. Nos usa y nos castiga como él decide y cuando él decide. Es nuestro amo, nosotras sólo somos perras a su servicio, es justo que haga con nosotras lo que desee. La última vez que yo estuve aquí fue a petición propia.

  • ¿Cómo? ¿Tú le pediste a tu amo que te encerrara aquí?

  • Si, fue el mes pasado, le veía un poco tristón, había muerto un amigo suyo. Todos estábamos mal, ese amigo, el amo Julián, solía venir por aquí a usarnos, y era un sádico experimentado, nos hacía sufrir durante horas, así que cuando murió fue un golpe. Necesitaba un trasplante de riñón pero ninguna éramos compatibles.

  • ¿Os ofrecisteis a donar un riñón a quien disfrutaba con vuestro dolor?

  • No nos ofrecimos, no somos dueñas de nuestro cuerpo, fue el amo quien nos ofreció, como es natural. Pero todas estábamos encantadas, no servir fue una decepción muy grande. Por eso se me ocurrió pedirle al amo que me encerrase, sé que a él le gusta tenernos aquí, aunque no lo has visto hay cámaras en todas las celdas, y disfruta viéndonos. Pensé que podría animarle un poco, o al menos estaría entretenido algunos ratos, y así fue, me tuvo aquí cuatro días, cada mañana venía a azotarme o a darme descargas con la picana. Cuando salí estaba mucho más animado, me hizo las quemaduras de las tetas para agradecerme el gesto.

Carla se fijó en las tetas de Tres, unas cicatrices que partían de sus pezones hacían que estos parecieran un sol, burdamente dibujado.

  • ¿Cómo te hizo eso?

  • Es sencillo, con un alambre al rojo vivo.

  • ¿Y no te dolió?

  • Claro, me dolió mucho, el amo ordenó a Uno que me comiera el coño mientras me quemaba, y me dio permiso para correrme, no sé las veces que me correría, Uno acabó empapada, fue maravilloso, ya te he dicho que el amo es muy bueno con nosotras.

  • Tres, tú eres masoquista, está claro que disfrutas con el dolor, pero supongo que a veces habrá cosas que no te gusten, incluso el dolor será excesivo en ocasiones. No entiendo que nunca te sientas mal, que nunca sientas el impulso de rebelarte, lo que me cuentas es horrible, va más allá del placer.

  • Por supuesto que va más allá del placer, me parece que no acabas de entender lo que significa la sumisión absoluta. Quizá no estés preparada todavía o quizá no lo estés nunca. Esta vida te satisface o no, la esclavitud es un camino sin retorno, y sin atajos. Nosotras ya no nos sentimos personas, somos una parte de nuestro amo, y queremos ser así. Cuando te entregas sin límites ni condiciones dejas de considerar tus intereses o tus conveniencias, lo único que importa es servir a tu amo, existimos para que nuestro amo obtenga placer de nosotras, no importa cómo lo haga. A veces se trata de ser usada sexualmente, otras veces obtiene placer de nuestro dolor, o degradando nuestra naturaleza. Somos bestias, animales, y cuando llegas a sentir esto alcanzas la felicidad, la paz, encuentras tu sitio. Mira, tú has visto cómo nos castiga el amo, has visto algo, no todo, a veces esos castigos son para su placer, disfruta con nuestro dolor, otras veces son por alguna falta cometida. Lo que no sabes es que en ambos casos, la mayoría de las veces somos nosotras mismas las que pedimos al amo que nos castigue, si cometemos una falta corremos a confesar ante el amo, y él suele dejar que elijamos el castigo, siempre somos más crueles de lo que él sería. Y cuando se trata de dar placer al amo todas estamos deseosas, es una alegría que nos elija para ser torturadas, por eso solemos sugerir que nos use cuando le vemos serio, triste o aburrido.

  • Entonces dependéis del amo para todo, él es vuestra razón para vivir.

  • Por supuesto. Por eso nos preocupamos si el amo está enfermo o triste, es nuestro dios, nuestro aire, nuestra vida.

  • ¿Y si él muriera? Tu amo es bastante más viejo que todas vosotras, es lógico pensar que algún día no estará.

  • Yo preferiría morir antes que él, o junto a él. Pero si no es así confío en que me venda o me regale a otro amo, y acabar mis días como esclava, no deseo otra cosa.

  • ¿No te importaría que te vendiese o te regalase?

  • Claro que no, yo no tengo opinión sobre nada, pertenezco a mi amo, y si él decide venderme o regalarme así será. Aunque nunca ha vendido a ninguna, ha regalado a alguna chica que no daba la talla, o que no le satisfacía, creo que a tu amo le ha ofrecido más de una perra, aunque me parece que no aceptó a ninguna. Todos creíamos que tu amo no quería estar atado a una esclava, que prefería disfrutar de nosotras o de otras pero sin tener a ninguna en propiedad, el amo lo ha comentado alguna vez, decía que el amo Jaime es joven, que con el tiempo le apetecería tener alguna perra fija, pero que de momento no sería así. Por eso nos sorprendió cuando le habló al amo de ti, creo que tú eres para él más que una esclava, juraría que se ha enamorado de ti.

  • Yo también lo creo, yo también estoy enamorada de él. Sin embargo no es fácil explicarle esto a alguien que no tenga estas inclinaciones. Para cualquiera sería una contradicción que mi amo esté enamorado de mí y a la vez disfrute torturándome, degradándome o prestándome a otros para que me usen como quieran. Para mí no hay nada raro en ello, aunque la verdad es que tampoco sé explicarme bien por qué me parece tan normal.

  • Te entiendo, las sumisas tenemos una visión de la vida distinta a los demás. Yo no fui capaz de hacer que mi familia comprendiera lo que sentía, me repudiaron, me obligaron a salir de mi ciudad. Pero no me importó, sabía bien lo que quería. La verdad es que nunca he sentido eso que tú dices, no sé si estoy enamorada de mi amo, esos sentimientos no le corresponden a una perra. En realidad no sé si tú eres como nosotras, creo que no.

Siguieron hablando, Tres le contó a Carla su camino hasta llegar a la finca de Tomás, había tenido que esforzarse mucho. Cuando salió de su ciudad se dedicó a la prostitución, ganó mucho dinero ya que aceptaba cualquier cosa que los clientes quisieran hacer con ella, se hizo un nombre y le llovían los clientes, algunos hombres muy poderosos y muy ricos. Muchos le propusieron que fuera su amante en exclusiva, pero no aceptó, quería sentirse degradada, usada. Un día uno de sus clientes fijos le hizo una oferta increíble, le propuso pagarle una cantidad enorme a cambio de que fuese su esclava durante un año, pasado ese año ella podría elegir entre tres opciones, continuar como su esclava para siempre, volver a su vida, o ser vendida a otro amo. Aquella oferta hizo que algo despertase en el interior de Tres, ser una esclava de verdad, ser usada cómo y cuándo su amo decidiera, ser tratada como un animal o como un objeto, le atraía mucho, pero antes de aceptar pidió a aquel hombre que le explicase en qué consistiría su vida, si aceptaba quería ser una esclava, sin límites. Sabía que él era un sádico cruel y aunque hasta ese momento no le hubiese hecho nada demasiado fuerte, pensó que sería porque solo era una puta de alquiler, y esperaba que considerándola su esclava las cosas serían distintas.

  • Verás zorra, si aceptas ser mi esclava serás tratada como tal, es decir, haré contigo lo que quiera, te usaré, te humillaré y te torturaré cuanto me apetezca. También te prestaré a otros para que te usen igual que yo, te haré comer mierda, follar con animales y chuparles las pollas, y en fin, todo lo que me salga de los cojones. Si aceptas serás una cosa, sin voluntad ni opinión. Quiero que lo tengas claro, después no podrás quejarte ni echarte atrás. Solo te garantizo que no te mutilaré ni te haré marcas permanentes, al menos durante este año, si después quieres continuar será para siempre y entonces ya no habrá ninguna limitación. Piénsalo y dame una respuesta.

  • No tengo nada que pensar, acepto. Durante un año seré tu esclava.

Aquel hombre, su primer amo, era un hombre serio, al día siguiente abrió una cuenta a nombre de Tres e ingresó la cantidad prometida, aunque no podría tocar ese dinero hasta después del año. Al cabo de una semana su amo mandó un coche a recoger a Tres, no debía llevar nada, ni ropa ni calzado ni adornos de ningún tipo, ni siquiera documentos, todo lo dejó en su piso, cuyo alquiler de todo el año pagó su nuevo amo. Salió de su piso totalmente desnuda, no le importaba que alguien la viese, los vecinos ya sabían que era una puta, para que no molestasen se había acostado con casi todos ellos. Bajó al parking del edificio y allí la esperaba un coche, el chofer le abrió la puerta y le dio la primera orden de su amo.

  • Puta, tienes que sentarte en el centro del asiento, con las piernas abiertas, ahí tienes una venda con la que te cubrirás los ojos y unas esposas que te pondrás por la espalda. No hables, no tardaremos mucho en llegar.

Cuando Tres subió al coche el chofer cerró la puerta, se acomodó en su sitio y emprendieron la marcha, como había dicho no tardaron demasiado, al cabo de unos veinte minutos el coche paró, se abrió la puerta del coche y unas manos la agarraron y la obligaron a bajar, después fue conducida unos metros y tuvo que subir una escalerilla, la volvieron a sentar, le pusieron un cinturón de seguridad y partieron de nuevo. Ahora estaba en un helicóptero, el ruido era inconfundible, el viaje duró algo más, una hora y media más o menos, cuando aterrizaron la volvieron a sacar sin decir palabra y la condujeron andando unos doscientos metros, entraron en un espacio cubierto y allí le quitaron la venda de los ojos.

Estaba en una sala grande, algo así como un recibidor, se veían varias puertas y un largo pasillo, todo estaba muy limpio aunque era sencillo y funcional. Pensó que era la zona de servicio de una mansión. Junto a ella estaba un hombre al que no había visto nunca, era quien la conducía. Le quitó las esposas y se las volvió a poner con las manos delante, luego las enganchó a una cadena que colgaba del techo dejándola totalmente estirada, y cogiendo un látigo que había colgado en la pared empezó a flagelarla. Los latigazos eran fuertes y metódicos, recorrieron todo su cuerpo dejándolo marcado por finas líneas rojas que pronto se pusieron moradas, el dolor era intenso, sobre todo cuando los golpes caían sobre zonas sensibles como los pezones, la parte interna de los muslos o el coño, pero ella soportó el castigo sin emitir más que algún gemido, y se excitó tanto que al final tuvo un orgasmo feroz y largo. Después fue descolgada y conducida hasta la zona noble, en un amplio salón, exquisitamente decorado, estaba su amo junto a una mujer, sentados en un cómodo sillón charlaban animadamente, al verla llegar dejaron de hablar y estuvieron un rato observando su cuerpo tan cruelmente marcado. Fue el hombre que acompañaba a Tres quien rompió el silencio.

  • Señor, aquí tiene a la puta, la he castigado tal como ordenó. No ha gritado, tan solo gemía y al final se ha corrido como una cerda, aun puede ver en sus piernas los restos de los jugos que han chorreado de su coño.

  • Gracias, puedes retirarte, buen trabajo.

El hombre se fue dejando a Tres con su amo y con aquella mujer de la que nada sabía, y que se levantó y pasaba sus dedos por las marcas del látigo con los ojos muy abiertos.

  • ¿Por qué no me has dicho que la iban a azotar? Me habría gustado verlo.

  • Era una sorpresa mi amor, ya tendrás ocasión de verlo en otro momento, quería ver tu reacción y me parece que te gusta.

  • Me encanta, espero que también grite, quiero escuchar sus gritos y chupar sus lágrimas.

  • No te preocupes, la haremos gritar y pedir clemencia, esto solo ha sido un aperitivo. Puedes usarla cuanto quieras, la única limitación es que no podemos mutilarla ni hacerle marcas permanentes. La tendremos un año, después ya veremos.

  • Gracias mi vida, cada día te quiero más, lo pasaré muy bien torturando a esta sucia perra.

  • Eso espero, todo es poco para mi ángel.

Así empezó el primer año de esclavitud de Tres, su ama era la esposa del amo, y era una sádica sin piedad, torturó a Tres de todas las formas imaginables, causándole un sufrimiento extremo, sin embargo no le gustaba la degradación, ni la humillación, lo suyo era el dolor y nada más. El amo la usó mucho menos, sobre todo porque viajaba constantemente, poseía infinidad de empresas y los negocios le mantenían muy ocupado. A él si le gustaba degradar a Tres, hacía que follase con los cinco perros de la casa, animales enormes y rudos, y que les chupase las pollas. Se meaba en su boca y usaba su lengua como papel higiénico siempre que cagaba. También dejaba que fuese usada por todo el personal de servicio, los criados, jardineros, guardas y también una de las cocineras y dos doncellas, que eran lesbianas. Tragó litros de jugos vaginales y de semen, tanto humano como animal, y andaba siempre con el cuerpo marcado, llena de verdugones y moratones. Pero Tres se sentía más una puta que una esclava, la mayor parte del tiempo el amo no estaba y al faltar él todo se reducía a largas sesiones de tortura, la cual tampoco podía sobrepasar ciertos límites, ya que el acuerdo de esclavitud estipulaba que no se le harían marcas permanentes ni mutilaciones de ningún tipo, y el amo era un hombre inflexible con los acuerdos firmados, nadie osaba hacer nada que fuese en contra de sus órdenes, ni siquiera su esposa. Por eso, transcurrido el año, Tres decidió volver a su vida anterior, no porque desease recuperar la libertad, sino porque aquella esclavitud no colmaba sus expectativas.

Con el dinero obtenido Tres ya no necesitaba trabajar, decidió descansar un tiempo y viajar. Recorrió medio mundo acumulando amantes, orgias y amos, pero ninguno colmaba sus deseos, quería sentirse una esclava absoluta. Dando tumbos de un lugar a otro llegó a Madrid, allí conoció a un hombre que la dominó un tiempo, pero no quería hacerla suya para siempre ni tenía las inclinaciones extremas que Tres buscaba, era Jaime. Él supo comprender lo que Tres ansiaba y le presentó a Tomás, la llevó a la finca y ella vio que había encontrado su lugar. Sin embargo los requisitos para ser aceptada eran arduos, las sesiones de castigo no supusieron ningún problema, pero la evaluación psicológica, el idioma y la entrevista con Tomás, no fueron fáciles de superar, tuvo que aprender español sin el más mínimo acento y empaparse de la cultura y las costumbres de España hasta aprender a sentir y reaccionar como una nativa, le costó tres años conseguirlo. Pero lo más duro fueron los seis meses de absoluta abstinencia de cualquier práctica sexual previos a su ingreso en la finca, era la última condición.

  • ¿Entonces fue mi amo quien te trajo aquí, le conociste antes que a tu amo?

  • Así es, no viviré bastante para agradecerle que me trajese. Tu amo es un hombre especial, entiende a las sumisas y aunque puede ser muy cruel en el fondo una siempre se siente segura cuando te usa. Cuando viene, o más bien cuando venía, ya hacía tiempo que no le veíamos, suele estar un rato conmigo, se interesa por mí.

14

Con esta conversación llegaron a la casa, Tres tenía que vigilar la preparación del almuerzo. Entre las perras también existía un orden jerárquico, estando inutilizadas Uno y Dos, ella era la responsable de todo, incluidas Cuatro y Cinco. Según se acercaban a la cocina Carla iba siendo consciente de la riqueza de aquella casa, todas las habitaciones por las que pasaron estaban decoradas con un gusto exquisito y tanto el mobiliario como las instalaciones eran de una calidad extraordinaria. No es que fuese un derroche de lujo, al contrario, la casa era más bien austera, pero cómoda y funcional, y en su sencillez denotaba tanto los medios como el estilo refinado de su propietario.

Cuando llegaron a la cocina, también enorme y perfectamente equipada, Cuatro y Cinco ya estaban preparando varios platos, al amo le gustaba tener para elegir, después ellas comían lo que sobraba.

  • Perras, esta es Puerca, es la puta del amo Jaime, ya la habéis visto antes con él. Durante este fin de semana estará al servicio del amo, pero no va a quedarse, así que no tiene lugar en nuestra jerarquía.

Las dos perras asintieron y siguieron con sus quehaceres, Tres ordenó a Carla que pelase zanahorias, y mientras lo hacía pudo observar a las otras perras, solo las había visto durante el castigo a Dos y de lejos. Después su amo le contó sus historias, que eran apasionantes.

Cuatro era una chica joven, no tendría más de veinticinco años, muy bella, con la piel color canela y rasgos orientales aunque mezclados con europeos, era hija de un indio y una española. Tenía unas tetas generosas con pezones muy oscuros y también grandes, y se podían apreciar señales en ellas de un castigo reciente, unas marcas curvas hechas con algún instrumento que Carla no identificaba. Por lo demás era esbelta aunque algo ancha de caderas, llevaba un dildo que parecía enorme metido en el culo, por lo que caminaba de una forma extraña, también colgaba de su coño una cadenita que Carla pensó estaría unida a unas bolas chinas, ella no podía saberlo pero aquellas bolas eran especiales, hechas con un material poroso se podían empapar con sustancias irritantes antes de introducirlas e iban soltando esa sustancia poco a poco, en la finca solo se utilizaban ese tipo de bolas chinas combinadas con un destilado de pimienta, sal y otros ingredientes urticantes, creado por Tomás.

Cuatro llegó a la finca dos años atrás, después de pasar por las manos de varios amos que no supieron colmar sus aspiraciones masoquistas. Cuando Cuatro alcanzó la pubertad se despertaron sus deseos sexuales, pero desde un principio fue consciente de que algo en ella la hacía diferente a las demás. Las chicas de su edad tonteaban con chicos y apenas se atrevían a tener intimidad con ninguno, y esa intimidad se reducía a algún sobeteo, algún beso y poco más. A ella no le interesaron los chicos de su edad nunca, sentía un fuego en su vientre que solo se calmaba cuando se masturbaba con violencia, cada vez con más violencia, pronto empezó a infringirse castigos de todo tipo, se azotaba el culo con una correa hasta hacerse sangrar, y también se golpeaba el coño y las tetas con furia, el dolor la excitaba de un modo bestial. Un día probó su orina, sin saber bien por qué lo hacía, simplemente se le ocurrió, y se sintió sucia y muy cachonda, así que siguió haciéndolo, meaba en una botella y se bebía sus meados mientras se castigaba, la degradación también era de su gusto. Se le ocurrió que beber meados de otros sería más excitante y comenzó a colarse en los servicios de hombres, tanto en el instituto como en cualquier lugar público donde tuviera ocasión, lamía los urinarios y los bordes de las tazas, los hombres al mear suelen salpicar y siempre encontraba restos que la ponían muy caliente. Pero lo que tenía que ocurrir ocurrió, una tarde al volver del instituto entró a unos servicios públicos que había camino de su casa, cerca estaban construyendo un edificio enorme y Cuatro había observado que los obreros frecuentaban aquellos servicios, como era la hora de comer pensó que nadie la vería, la obra estaba en silencio, los obreros estarían en algún restaurante de las inmediaciones, y no se veía a nadie por los alrededores. Se coló en el servicio de hombres y en el primer cubículo donde miró alguien había meado y no había tirado de la cadena, todos los meados estaban allí, incluso había algún pequeño rastro de mierda pegado en el fondo de la taza. Cuatro se arrodilló y metió la cabeza hasta alcanzar la meada, bebió con placer y después se le ocurrió lamer aquellos pequeños pegotes de mierda, nunca lo había hecho pero la calentura la empujó a probar. Cuando pasó la lengua por encima de aquella mierda seca, y sintió su sabor acre y nauseabundo, experimentó una excitación alucinante, su coño se encharcó inmediatamente, se bajó los pantalones y las bragas hasta los tobillos, y allí mismo, arrodillada ante una maloliente taza de wáter llena de mierda y de meados, mientras metía su cabeza dentro y lamía con rabia, se hizo una paja furiosa, se pellizcaba el clítoris, se daba cachetes en el coño, en la cara, se retorcía los pezones y se metía los dedos por el culo para chuparlos después. Pronto tuvo un orgasmo devastador, más intenso que nada que hubiera sentido en su vida, se corrió, se meó y quedó medio desmayada, apoyada en la pared, con las piernas abiertas y los ojos cerrados, sufriendo pequeñas convulsiones que eran como réplicas del placer brutal que había experimentado. Tardó un rato en recuperarse, cuando abrió los ojos vio a un hombre mirándola con una sonrisa en la boca. Era un tío negro, enorme, que se frotaba el paquete mientras fumaba un pitillo.

  • Hola cerda, ha sido un espectáculo maravilloso. Nunca había visto una guarra como tú, te gusta la orina y la mierda ¿verdad? A partir de hoy vas a tener de todo en abundancia.

Dicho esto el hombre sacó de su bragueta una polla bastante grande que estaba morcillona, y comenzó a mear sobre Cuatro, ella se arrodilló y abrió la boca para tragar la meada, después chupó la polla del hombre hasta que se corrió y tragó también la corrida. Jamás lo había hecho, solo lo había visto en videos de internet, pero le salió solo, sin pensar, y le gustó. A partir de aquel día Cuatro tuvo un amo, era un obrero, un inmigrante que vivía en un piso con seis compañeros, y compartió a Cuatro con todos ellos. Todos la follaron, la mearon y la azotaron, les limpió el culo con la lengua a todos y todos la dieron por culo el mismo día, al poco de ser su esclava, ese día el dolor fue tan atroz que se desmayó, pero sus amos no dejaron por eso de seguir usándola, ese día se dio cuenta de que nunca sería feliz si no era la esclava de alguien. Cuatro dejó de estudiar y de cumplir con sus obligaciones, incluso dejó de ir al instituto, pasaba horas en aquel piso siendo usada, los amos de Cuatro tenían diferentes trabajos con diferentes horarios, así que siempre había varios y no le daban muchos respiros. Tenía el culo y el coño siempre irritados, y el cuerpo lleno de moratones, heridas y marcas, pero era feliz.

Sin embargo aquello no duró mucho, pronto sus padres fueron alertados de sus ausencias y su abandono de los estudios, y acabaron enterándose de sus actividades, además al cabo de un mes Cuatro dejó de tener la regla, estaba embarazada. Su padre era un hombre inteligente, comprendió que nada conseguiría con amenazas y castigos, aquella era la naturaleza de su hija, y no podía oponerse a ella, cuando Cuatro fuese mayor de edad se iría de casa y se entregaría a cualquiera. Si el padre de Cuatro se resignó tan pronto y aceptó la realidad era porque sabía que lo llevaba en la sangre, la madre era una sumisa del mismo calibre que la hija y su padre era su amo, así que decidió educar a Cuatro como una esclava total y después venderla. Se deshizo fácilmente de los inmigrantes, ella era menor y bastó con amenazarles con una denuncia por violación para que huyeran de la noche a la mañana. Después hizo que Cuatro abortase, y le hizo ligar las trompas para que no volviera a quedarse embarazada, y por fin empezó a usarla, la hizo su esclava. A ella le pareció bien, descubrió que no había perversión que no le gustase, su padre era un amo sin mucha imaginación, la castigaba pero no demasiado, como si fuese de porcelana y temiera romperla. Su madre llevaba toda la vida como sumisa suya y en su cuerpo no se apreciaban señales de ningún tipo. Tampoco la degradaba, eso no parecía gustarle. Al cabo de poco tiempo Cuatro estaba decepcionada, aguantó hasta los dieciocho pero en cuanto pudo se marchó. Después pasó por varios amos, algunos muy sádicos, pero no lo suficiente, ella quería más. Y cuando supo de la finca del amo Tomás se presentó allí pidiendo ser admitida, y lo consiguió.

Cinco era en todo diferente, la mayor de todas las perras, con las tetas algo caídas y el cuerpo muy machacado. Su rostro había sido bello, aunque el tiempo y los castigos lo habían ajado. En su cuerpo lucía numerosas cicatrices, profundas y de aspecto terrible, algunas de ellas las habían causado heridas que debieron ser peligrosas. Era la única que no iba totalmente desnuda, llevaba una especie de arnés que mantenían en su sitio dos consoladores metálicos, uno dentro del coño y otro dentro del culo, de los consoladores salían unos cables que se conectaban con una aparato colgado del arnés, este suministraba descargas eléctricas a la perra de forma aleatoria, a veces cada pocos segundos, a veces cada varios minutos, de esta forma Cinco no sabía nunca cuándo llegaría la siguiente descarga, ni su intensidad, pues unas eran leves caricias y otras la hacían doblarse e incluso la derribaban por el dolor.

Cinco tenía más de cuarenta años, y había sido esclava desde los quince, a esa edad se entregó a un amigo de su padre, su tutor, y él fue su amo hasta que murió. Cinco pertenecía a una familia acomodada, su padre trabajaba para una multinacional y durante su infancia recorrió medio mundo junto a sus hermanos y hermanas. Ella era la pequeña de ocho hermanos, cinco chicos y tres chicas, y cuando nació fue más un incordio que otra cosa, no fue una niña deseada, fue un accidente. Su padre era un hombre autoritario, machista y violento, que educó a sus hijos con esos principios. Las hijas fueron educadas para ser esposas sumisas, y hasta que se casasen sirvientas de su padre y sus hermanos. La madre de Cinco tenía la misma ideología que su marido, aceptaba su papel de ser inferior subordinado al macho y se comportaba como tal. Cinco era mucho menor que sus hermanos, y llegó en un momento incómodo, supuso una molestia para su padre y por ello su madre nunca la quiso, la veía como un fallo, un error que su marido no dejaba de recriminarle. Por todo esto cuando cumplió los doce años fue internada en un colegio para señoritas, que propugnaba una educación acorde a los deseos del padre, y prácticamente se olvidaron de ella. Al cabo de tres años toda su familia murió en un accidente aéreo, y Cinco quedó a cargo de un tutor designado por su padre en su testamento, también adquirió una fortuna considerable al ser la única heredera. El tutor de Cinco la sacó del colegio y la llevó a vivir con él, era un sádico, muy parecido al padre de la chica, pero se tomó en serio su labor y trató de cuidar a la muchacha. Sin embargo Cinco pronto mostró sus inclinaciones masoquistas, veía como su tutor trataba a las mujeres que pasaban por su casa, la mayoría esclavas que alquilaba o le eran prestadas, y descubrió que se excitaba imaginándose en su lugar. Un día en que estaban solos su tutor y ella, le confesó sus fantasías y le pidió que la tratase como a una esclava, quería ser suya, pertenecerle. El hombre al principio se resistió, pero a partir de aquel día empezó a mirar a Cinco de forma diferente. Ella procuraba exhibirse ante él, nunca cerraba la puerta de su habitación mientras se cambiaba ni la del baño cuando hacía sus necesidades o se duchaba, incluso solía ir desnuda al baño cuando iba a hacerlo. De esta forma el hombre la pudo contemplar muchas veces, y ella tenía un cuerpo perfectamente desarrollado y era hermosa. Así que no tardó mucho en sucumbir y una noche cuando Cinco iba a vestirse para ir al cine con unas amigas, su tutor entró al cuarto y le dijo que esa noche no saldría, ella estaba desnuda y se mostraba sin pudor, él le ordenó arrodillarse se aproximó y sacó su polla poniéndola ante la cara de Cinco, no tuvo que decir nada más, la muchacha chupó aquella polla con placer y tragó su primera corrida, tragaría muchas más después.

El tutor de Cinco fue su amo hasta su muerte, e hizo de ella una esclava perfecta. La castigaba casi a diario, disfrutaba viendo su cuerpo lleno de marcas y heridas, también la prestó a muchos otros hombres y a algunas mujeres, siempre sin fijar ningún límite, podían hacer con ella todo lo que quisieran. Así Cinco fue usada, torturada y vejada de todas las formas imaginables. Tuvo sexo con animales, fue usada como wáter humano en orgias salvajes, fue crucificada y empalada, quemada, pinchada, apuñalada. Comió mierda de perros y caballos y bebió sus meados, fue entregada a vagabundos y a locos. Con todo eso su cuerpo se fue deformando, deteriorando, pero a su amo le gustaba, cuando más degradada y humillada la veía más disfrutaba, la quiso a su manera, y cuando murió la dejó en herencia a su buen amigo Tomás, le cedió todos sus bienes y los de ella y le rogó que la aceptase en su finca y la cuidase. Así llegó Cinco a la finca y allí encontró su lugar.