Carito, Perdiendo la timidez

Mi segundo relato

Con suerte había logrado llegar al baño de su oficina las piernas me temblaban muchisimo, y recién ahí me percate de lo que había hecho. Vendí mi virginidad, comencé a sentirme sucia, no podía verme a la cara. No me podía ver en el espejo por vergüenza.

Comencé a lavarme como pude, mis piernas chorreaban y me costó asearme, mi entrepierna me dolía una barbaridad, ya no salia sangre lo que me alivio bastante. cuando ya estaba lista, me di cuenta que toda mi ropa estaba en el piso de la oficina, demonios!, No deseaba caminar desnuda por ahí aún sentía pudor.

Salí, mire a todos lados y mi jefe no estaba trate de correr pero el dolor volvió y tú que caminar lento, no encontraba mis bragas de encaje, al final decidí solo ponerme la falda, mi brasier estaba el el sofá me apresure a recogerlo y me lo puse rápido cuando desde atrás mi jefe me agarra las caderas por la espalda y me atrae firmemente hacia el.

Me sorprendí pero cuando su voz grave me dijo: Que deliciosa mujer eres - rozando la piel de mis hombros,un escalofríos recorrió mi cuerpo y me inundó la entrepierna. Wow!, Que sensación, como no descubrí este placer antes. Sus manos firmes subieron por mi cintura y se quedaron rozando mis senos a medio cubrir con el brasier a medio colocar.

¿Que necesitaba pasando? Yo era una mujer de bien,. Quise ser monja y ahora deseaba a ese hombre de tal manera que vendí mi cuerpo.

Besó mi hombro, y me dijo, termina de vestirte y vamos a comer.

No me lo repitió dos veces, me vestí muy rápido fui a buscar mis cosas al escritorio, pero moría de vergüenza, no lo podía mirar a los ojos, cuando lo hacía mi mente luchaba con la cólera, la vergüenza, el placer, el deseo, ¿Como pude llegar a hacerlo?, Necesitaba mucho el dinero, pero,  y ¿Si ni siquiera me dijo cuanto?

¡Carolina!, ¡¿Vamos!?, Lo miré a los ojos y dije si, y un pensamiento descabellado cruzó mi mente y alcalde a agarrarlo en mi lengua, uff! Por suerte!, Por suerte no dije lo que pensaba, "si con usted al fin del mundo"

El silencio se apoderó del ascensor, yo no decía nada, y miraba al suelo y el tampoco me decía una palabra. El aire en el estacionamiento estaba frío, y una ráfaga de viento nos golpeó. Y ¡UH!, Que sensación, mi entrepierna se sentía empapada y fría, don Sebastián se detuvo y me dijo,¿Pasa algo?

No, no pasa nada, comencé a caminar y nunca había sentido mi entrepierna asi, era difícil caminar sin sentirse extraña

Me subí en su deportivo y me dijo ¿Italiana? Yo no caía en los que me decía y me repitió, ¿Comida italiana?, Ahhh! Comida, si son Sebastián por favor

No me vuelvas a decir Don Sebastián,es muy impersonal, además ahora tenemos un vínculo adicional, concordaba pero no quería hacerlo, implicaría ... Ser más cercana a el...

Comenzó a comer, uno diría que se me quitó el apetito, pero no. Me comí todo lo que aparecía por delante, hasta su mano agarro mi muslo y me dijo al oído, ve al baño y tráeme tu brasier.

Y siguió comiendo, ahí si se me quitó el apetito, ¿Quitarme el brasier? Pero si estoy con blusa blanca, ybmi chaleco en el auto. Mierda, y ¿Si le digo que no? El local estaba lleno, y había poca luz, ¿La gente se dará cuenta?, ¿Porque me hace esto?

Luego de cinco minutos vuelvo del lavabo, roja como tomate, al caminar mi gran pecho se balanceaba muchisimo, que vergüenza, que nadie me vea, que nadie me vea, que nadie me vea. ¿Y dónde está?

¿Que?

¿Y el gradiente, dónde está?

¿Quiere mi brasier? Lo pensé, y evidentemente también lo dije, el solo asintió sonriendo. Miré hacia todos lados, todos comían Me senté y por debajo de la mesa se lo entregue, el lo tomo y lo guardo en su bolsillo, me miró y me dijo, quiero más vino, ¿Puedes pedir más?, Lo miré extrañada, y sin pensarlo llame al garzón, ohhhh ya se lo que quería hacer!, Me arrepentí de hacerlo en el mismo instante en que el chico se clavaba en mi escote, mi cara debió ser un tomate, ¿me puedes traer otra copa de vino carmenere gran reserva?. El chico babeando fijo enseguida y casi se fue corriendo, mientras mi jefe seguía comiendo con una risa en la cara.

Me miró, y dijo debe ser el frío o tu entrepierna húmeda, lo excita a los hombres con una mujer como tu.

Ya en el auto, me dijo, ¿Qué planes tienes para hoy?, Mire la hora eran recién las 11 de la noche, no alcance a decir nada, y me dice iremos a un concierto.¿ Te gusta el jazz? Ehhhhh si supongo, genial.

El local era oscuro pero hacía mucha calor, tuve que sacarme el chaleco y como no acostumbro a beber, el alcohol comenzaba a manifestarse en mis mejillas rojas y calientes

Debo reconocer, que sentí dos sentimientos fuertes, por un lado el orgullo terrible de entrar de la mano de un hombre exquisito y todas se daban vueltas a mirarlo, y por otro lado una vergüenza terrible a ver como todos los hombres se daban vueltas a ver cómo mis senos rebotaban al caminar. No sé qué ganó, creo que ser la envidia de muchas

Ni mero me acomode el puso su brazo sobre mi hombro y su mano quedó rozando mi pecho. Eso hizo que mi entrepierna comenzará a humedecerse otra vez. No me podía concentrar en la música, solo sentía su olor a perfume, y su esencia, y sentía calor

La chica muy guapa, comenzó a coquetear de inmediato con Sebastián, el pidió una cerveza y un jugo para mí, la chica me miro y se sorprendió al verme sin brasier, simplemente me hice la loca, y esperes que se fuera para mirar a mi jefe, sin darme tiempo de nada se volteó y me besó con pasión, sentía como si la vida se le fuera en eso. Yo gemia en su boca, y ufff ese perfume, me tenía loca su mano comenzó a rozar la parte externa de mi seno y podía sentir como con cada roce, olas de placer llegaban a mi mente y se tranformaban en gemidos, ¿Como una sola persona podía ejercer esta sensación en mi?, Aún no terminaba esta frase en mi mente y su otra mano comenzó a subir por mi pierna, a una lentitud desquiciante, la expectacion me tenía empapada, tanto así que mi mano agarro su mejilla para aumentar el ritmo y la profundidad de sus besos.

Perdón, ¿Qué cerveza desea?, Irrumpió mi ritmo y me detuve y volví a tener conciencia de donde estaba, separe mis labios de los de el y voltee a ver a la chica que estaba ahora respirando agitada y con los labios abiertos,… elije tu…, y su mano rozando la entrada de mis labios mayores me hizo emitir un gemido tal que ví cuando la chica se tomó el pelo mientras rozaba sus pechos y mordía sus labios.

Su dedo tratando de meterse dentro de mí me hizo volver con el, y mi besó fue violento al igual que la intromisión de sus dedos, el dolor y el placer ahora jugaban a la vez y yo luchaba entre los gemidos y los quejidos.

Quedé desconcertada cuando de su voz me dijo, ve al baño a refrescarte.

Una orden directa simple, pero fuera de lugar. Enojada y asustada me pare rauda en busca del tocador, a mitad de camino me di cuenta que los botones de la camisa se habían desabrochado, dejando ver el camino de mí escote pronunciado y todos me devoraban con la mirada.

Doble por el pasillo que daba a los baños y siento que me agarran con fuerza elevando mis manos por sobre mi cabeza y presionandome contra la pared – silencio, o nos escucharán – oh! Esa voz, sentía como sus manos luchaban con la angostura de mi falda hasta que estuvo a la altura de mis caderas.

Su mano ahora tocó la parte posterior de mi rodilla derecha y subió lentamente por el muslo hacia la parte interna y me dijo, abre las piernas, mi respuesta fue automática al tiempo que sentía con una gota se deslizaba por mi muslo al piso. Su mano tocó mi clítoris y mi cola automáticamente retrocedió hasta sentir su cuerpo, para darle mejor acceso, y seguía jugando ahí, hasta que siguió jugando, metiendo dos dedos en mi concha, haciéndome ver estrellas y me dijo al oído, estás lista, ahora se una niña buena y gime para mí.

El dolor fue tal, que me quedé sin aliento, sentí su fierro revolviendome las entrañas la saco lentitud la metió de un movimiento firme y continuo y yo sin poder respirar, hasta que la mano que sujetaba las mías, se metió en mi pelo y me lo jalo hacia sí. Vamos chiquita, gime para mí – y comenzo a entrar y a salir con estocadas largas profundas y violentas y el dolor me quitaba gemidos de dolor desde mi garganta.

El movimiento fue acelerándose como mis gemidos, pero estos iban cambiando de un dolor extremo a un placer sin igual, mi boca se abría más para gemir, y todo era placer.

En un momento me dio vuelta y pude ver sus ojos de deseo, no hubiese podido hacer nada para detenerlo, yo era su presa y estaba ahí a su merced. Su boca en mi cuello comenzó a morder mis hombros mientras se apegaba con fuerza a mi sujetaba mis nalgas y de un solo embion mis piernas se abrazaron a su espalda y su verga se clavó en lo más profundo de mi, juro que ví el cielo, me agarré de su pelo me afirme de su espalda y comenzó a cojerme con mucha velocidad contra la pared, yo no alcanzaba a respirar y debía gemir, le mordía el hombro por el placer y eso lo calentaba más, porque más adentro más violento lo metía, me golpeaba todo, el dolor fue terrible, pero el placer inigualable.

Hasta que mis ojos se cruzaron con los de la chica de la cerveza, y pude distinguir su deseo y su envidia, al verme a los ojos reaccionó y cuando se iba a ir, mi jefe agarro mis nalgas con fuerza, me presionó contra la pared y comenzó a dar estocadas más lentas pero más profundas y una ardor profundo, hizo que todo mi cuerpo se tensara, y comenzará a temblar junto con el, mientras adentro más caliente la sensación y más placer sentía y tuve mi quinto orgasmo de la noche y de mi vida.

Estuvimos así, un par de minutos, hasta que me dejó en el piso y su fierro tieso se deslizó sin problemas por mi concha y sentí como si líquido caliente comenzaba a caer por mis muslos.

Bajé mi falda, me dirigía al baño y Sebastián agarro mi mano y me comenzó a sacar del pasillo, nos cruzamos con la chica que debió ver todo le dio su pago mientras pude ver sus mejillas rojas y su labio marcado por sus dientes.

A medida que caminaba el semen bajaba por mis muslos hasta que pasó de mis rodillas, aún está agitada, y ahora sí todos veían mi blusa que se transparento por nuestro sudor y se vean mis aureolas claramente.

El último paso que di en el club dejó más de una huella de nuestro encuentro