Caricias robadas III Desenlace

Nuestro joven protagonista entra en el portal, siguiendo al chico del tattoo, se ha masturbado polla y culo hasta agotarse muchas veces fantaseando como podría ser este momento y por fin, está sucediendo.

-Sígueme, ten cuidado, no hay luz en todo el edificio, son 5 plantas, 3 tramos de escaleras por planta.

El silencio solo se rompe por el sonido de sus pies al subir las escaleras.

Terminó de subir el último tramo y el chico el tatoo en la nuca le cogió con fuerza de la cintura y empezó a besarle con pasión mientras recorría su cuerpo con las manos, al corresponder al abrazo se dió cuenta que su desconocido amante ya tenía el torso desnudo, era un torso muy común, más o menos delgado, con poco vello, fuerte por naturaleza, pero sin estar muy trabajado en máquinas, el típico torso de un tio de entre 20 y 30 años aficionado al deporte.

-¡Ah! Cuidado- se quejó por el mordisco que acababa de recibir en un pezón, después que le quitara la camiseta.

Haciendo caso omiso le mordió aún más fuerte el otro y recorrió su abdomen con la lengua, se recreó en su ombligo mientras le bajaba los pantalones y se los quitaba dejándole desnudo, salvo por las zapatillas.

Sin ninguna delicadeza le hizó girar y le mordió con mucha fuerza la nalga izquierda.

-AAAHH-

-Lo siento, es que tienes un culo maravilloso.

-Gr...gracias- Se estaba asustando un poco por la brusquedad con la que era tratando, pero ni se le pasó por la cabeza irse de allí.

Con manos hábiles, el chico del tatoo lo fue colocando como quiso, manos apoyadas en la pared, espalda inclinada, piernas abiertas y culo en pompa.

Si sus manos eran hábiles su lengua era magistral, primero trazó lentamente círculos alrededor de su depilado ano humedeciéndolo. A continuación empezó a lamerlo de arriba a abajo, cada vez más rápido.

-Mmmmm

-No te contengas, gime para mi.

Fue alternando los lenguetazos con los círculos y de vez en cuando, presionaba entrando cada vez un poco más arráncandole sonoros gemidos hasta que llegó un momento en que recorrió todo el grosor de su esfinter sin apenas presionar...Y aún profundizó un poco más.

-Ahmm!!! Qué lengua tienes!!

Empezó a meterla y sacar despacio y poco a poco fue acelerando, le estaba follando con la lengua.

Nuestro protagonista lo estaba disfrutando de lo lindo, era el mejor beso negro que le habían hecho nunca, gemía sin parar, su cuerpo estaba cubierto de sudor, apoyó la mejilla derecha en la pared y se separó las nalgas con las manos, mientras forzaba su espalda para sacar más el culo ayudando a que esa lengua profundizase unos milimetros más.

Como recompensa a ese esfuerzo, metió la lengua todo lo que pudo y la retorció.

Ni en sus las sórdidas fantasías había llegado a imaginar las sensaciones que tenía, su cuerpo vibró de placer y anunció entre gemidos:

-Me corrooo!!!

Se escuchó como sus chorros de semen chocan contra la pared y el suelo el suelo.

El chico del tatoo siguió deleitándose con su culo un buen rato más allá del momento en que dejó de notar los espasmos del orgasmo.

-Ha sido increíble- dijo cuando dejó de comerle el culo y se dió la vuelta para besarle.

-No hemos terminado, ponte a cuatro patas.

Obedeció sin queja, se daba por satisfecho con la increíble comida de culo que acababa de recibir, no era la primera vez que se corría sin tocarse la polla, alguna que otra vez le había pasado usando un dildo un buen rato, pero si era la primera vez que le pasaba con otro tio desde luego nunca hubiera imaginado que sería durante un beso negro.

Mientras se ponía a cuatro patas cayó en la cuenta de que no había llegado a tocarle la polla en ningún momento, así que no tenía ni idea de que calibre tenía lo que le iban a meter. Se preocupó un poco, aunque se lo había trabajado mucho en los últimos tres meses, no era especialmente ancho de culo, más bien al contrario.

Cuando notó la punta de la polla en su entrada tuvo un momento de pánico y se intentó alejar.

-Pss, ¿dónde vas?- dijo el chico del tatoo en la nuca mientras le cogía de la cadera- Te va a gustar.

Y entró en pánico porque lo que notaba era enorme, a sus 17 años le habían follado cerca de una docena de vez y esta era la polla más gorda hasta la fecha, con mucha diferencia.

-MMMMM UUUFFF- se quejó cuando empezó a meterla.

-No te contengas, gime, grita todo lo que necesites.

-JODER QUE GORDAAA, NO PUEDO, PARA POR FAVOR.- Se estaba arrepintiendo de entrar en aquel portal, mientras notaba como su culo se abría lenta y dolorosamente hasta límites insospechados para dar cabida a ese gran invasor.

-Tranquilo- paró pero no la sacó- ya tienes dentro la mitad- le mintió, apenas le había metido un tercio, quedaba la parte más ancha- respira hondo y grita.- Volvió a empujar muy muy despacio, pero sin pausa, por mucho que se lo pidiera.

Y vaya si gritó, si alguien hubiera estado al pie de la escalera hubiera llamado a la policia por creer que estaban torturando a alguien, pero le hubiera bastado esperar unos minutos; muchos menos de los que le parecieron a nuestro protagonista; para descubrir que la tortura empezaba a resultar muy placentera para el torturado… y para el torturador.

Los fuertes gemidos de ambos llenaron la escalera conforme el vaiven era más veloz.

Si alguien hubiera estado mirando la escena a través de una cámara de infrarojos, hubiera visto dos cuerpos, cubiertos de sudor, las caras desencajadas de placer, uno de ellos rodillas, penetrando con tanta fuerza que el otro habría salido despedido hace tiempo si estuviera sujetándole la cintura con la mano derecha mientras le tiraba del pelo con la izquierda.

Si tuviera paciencia para observar la larga escena que se produjo en aquel rellano y fijase su atención en el que era penetrado, aún en la incomoda posición de estar a cuatro patas, las piernas bien abiertas el culo en pompa, la cabeza leventada todo lo que le permite el cuello y las puntas de lo dedos de las manos apoyadas en el suelo, hubiera visto una cara de placer absoluto de la que salían fortisimos gemidos a cada golpe de cadera del chico del tatoo, si ese vouyer estuviera pendiente de su polla, además de las sacudidas a cada embestida hubiera visto que se mantenía tremendamente dura todo el tiempo pese a explotar en chorros de semen por segunda vez en aquel polvoriento suelo.

Nuestro protagonista estaba prácticamente afónico de gemir cuando el chico del tatoo le inundó los intestinos con su leche.

-Uf, vaya culazo que tienes, cabrón- dijo dándole un fuerte cachete en el culo, le acarició la espalda y fue a cogerle la polla- Mmm aún la tienes dura.

Gimió a modo de queja, pero no fue entendida, su mente y su cuerpo estaban al servicio de chico del tatoo, de sus también hábiles manos que le levantaron el pecho dejándolo de rodillas, mientras le mantenía ensertado, le giró la cabeza para besarlo mientras le pajeaba con fuerza hasta conseguir sacarle un poco más de leche entre nuevo gemidos amortiguados por los besos. Buscó en los bolsillos del pantalón que tenía a los tobillos.- Esta es una copia de la llave del portal- dijo mientras se la ponía en la manos- nos vemos aquí los miércoles a las 7 de la tarde, si intentas seguirme o venir antes para verme entrar se acabó, ¿Entendido?

-Si, aquí los miércoles a las 7, sin tonterías.

-Eso es, deja la ropa en el primer descansillo y sube desnudo- le dió un largo beso de despedida- hasta el miércoles- dijo mientras abandonaba su cuerpo con la polla poco más que morcillona.

Se subió los pantalones y se le oyó bajar las escaleras, dejando a nuestro agotado protagonista de rodillas, en estado de shock, sin terminarse de creer lo que acaba de pasar mientras apretaba su dolorido esfinter conteniendo la leche del chico de tatoo.

Volvieron a verse cada miércoles según lo convenido, durante todo el verano, a finales de septiembre, el chico del tatoo le anunció antes de irse que el miércoles siguiente sería la última vez que se verían por un tiempo, sin más explicaciones.

El miércoles siguiente, al llegar al quinto piso, desnudo como siempre, tropezó con una colchón, en esa ocasión follaron durante horas, con más carño y pasión que nunca y cuando chico del tatoo quedó agotado, mucho después que nuestro protagonistas, se tumbaron y durmieron abrazados.

Despertó solo, desnudo en la oscuridad y lloró.

Volvío puntual cada miércoles, no le especifcó cuanto estaría fuera, y esperaba desnudo en la quinta planta, pese al frío del otoño y más tarde del invierno, deseando oir como se abría el portal y subia su amante, atento a cada crujido de ese edificio en ruinas.

Un miércoles de finales de febrero, al cruzar la esquina y enfilar la calle del edificio donde se encontraba con el chico del tatoo, se le cayó el alma a los pies.

El edificio estaba siendo derrumbado.

Aún hoy, aunque hace mucho que no abre puerta alguna, guarda como un pequeño tesoro aquella llave.


Gracias por vuestros comentarios, espero que os haya gustado esta serie de microrelatos, estoy trabajando en otras historias algo más largas y complejas que espero poder compartir en breve, también me podeís leer en mi tumblr http://kmmtoto.tumblr.com/relatos