¿Caribe?
Dos hermanas casadas. Una historia leída en internet y un poco de imaginación, nos llevo a un nivel de lujuria que jamás habríamos imaginado, eso nos cambio la vida y de que modo.
Esa mañana estaba algo inquieta sin causa aparente, y lo único que lo diferenciaba de otros, era la gran curiosidad que sentía por saber en que andaba metido mi marido, en los últimos días lo notaba “diferente”. Tendría que averiguar, de que se trataba y pronto, la incertidumbre me estaba reconcomiendo las entrañas, ese jueves libraba en el hospital y por la noche partiríamos a la costa, el viernes comenzaba un puente largo y lo pensábamos disfrutar al máximo.
Me levanté temprano como siempre, y ya lo tenía todo listo cuando sonó el timbre. Abrí la puerta y me aparté lo suficiente para que entrara, al cerrarla me apoyó contra la pared notando su cuerpo pegado al mio, sus manos comenzaron a avanzar hacia mis pechos, sus labios besaban mi nuca y como siempre, a mis piernas parecía que les faltaran las fuerzas. Como esperaba eso. Mi ropa estaba suelta para facilitar sus manejos, pronto fuimos avanzando hacia el salón, por el camino me cubría los pechos de pequeños besos, que me desesperaban sacándome de mis casillas.
Mis manos no atinaban a nada, estaba como hipnotizada, y a pesar de ser algo que se prolongaba en el tiempo, desde hacia mas de 15 años, cada vez me comportaba como si fuera la primera vez. Por el contrario las suyas se comportaban sabiamente, dos dedos apartaron los pliegues de los labios mayores, para poder penetrarme con ellos, en instantes estaba del todo entregada y vencida. Una serie de calambres anunciaban los espasmos que no se hicieron esperar, me depositó sobre el sofá donde me retorcí como una culebra, bailando al compas que me marcaba, como siempre era yo la que gozaba el primer orgasmo.
Se trataba de mi hermana, que acudía puntual como siempre. Somos mellizas pero no idénticas, mientras que Bea es alta, 1.78 delgada y morena, con unos pechos pequeños aunque duros y un culo algo respingón, yo soy algo más bajita, solo mido 1.63, cabello castaño, talla ciento cinco de sujetador y unas piernas solidas que terminan en un culo “plano” que contrasta con los pechos, lo único que compartimos es el gran tamaño y el color avellana de nuestros ojos.
Esto nuestro, comenzó como una forma de experimentar, cuando teníamos apenas 14 años y empezábamos a tontear con chicos, con el tiempo y algunas decepciones de una y otra el asunto fue a más, ahora y a pesar de que ambas estamos casadas, sigue siendo algo muy importante para las dos, aunque ninguna hemos mantenido relaciones con otras mujeres, pues esto lo reservamos solo para nosotras, y de momento queremos que siga siendo así.
Ella esta en el paro ahora, y no tiene prisa nunca, y yo como siempre que la esperaba, lo tenia todo hecho y podía dedicarme por completo a Ella.
Cuando me repuse de ese primer asalto y estando totalmente desnuda, me dedique a lo que más me gusta, primero desnudarla lentamente, cubriéndola de besos hasta quedar las dos en igualdad de condiciones, la hice sentar en el sofá y comencé a practicar lo que es mi debilidad, sus pies me fascinan y besarlos me encanta.
Subí lamiendo sus piernas hasta llegar a los muslos, de ahí a alcanzar su clítoris fue una marcha triunfal, Bea me sujetaba la cabeza contra su sexo mientras descargaba una gran eyaculación, que quedo en mi rostro mientras emitía un profundo suspiro, quedando totalmente desmadejada sobre el sofá, mientras yo admiraba mi buena obra del día, que no daba por terminado ni mucho menos, quedaba mucha jornada aún para las dos.
Nunca tenemos prisa y el placer que nos proporcionamos es siempre delicioso, pero después de un buen rato de sexo, en que ambas quedamos francamente satisfechas me preguntó.
Dime Claudia ¿Qué es lo que te preocupa? Te noto algo dispersa y no pienso consentir que estés mal.
Entonces le conté, que desde hacia unos días Juan se había vuelto mucho más activo de lo normal, eso en si no me preocupaba, más bien me alegraba, pero cuando intentaba averiguar que es lo que lo incitaba a tal o cual cosa, siempre salía con evasivas. Pero sucedía después de estar algún rato en el ordenador. Siempre he sido una negada con el dichoso aparatejo.
Lo empleo en el trabajo para distribuir la medicación, o consultar la parte de los historiales a las que tengo acceso y me afectan, pero con un programa muy concreto, donde solo he de anotar las incidencias que surjan en mi turno, por el contrario apenas lo empleo en casa, solo para encontrar alguna receta de cocina, o cuando me enseñó Juan, como guardar las fotos hechas con el móvil, Bea por el contrario se licencio en Ingeniería Informática, aunque no puede ver una gota de sangre.
Tal y como estábamos desnudas, fuimos hasta una salita que empleamos como biblioteca y donde Juan tiene el ordenador, Bea me pidió el cable que empleo para comunicar el móvil al ordenador y conectó el suyo. Con una sonrisa instantes después me dijo
¡Ya esta!
Vi en el escritorio un fichero que desconocía, entonces me aclaró.
Se trata del “deep freeze portable “ es un programa que congela el ordenador, de modo que hagamos lo que hagamos al parar el ordenador, nadie sabrá que hemos husmeado en él, y como ocupa poco espacio, lo llevo siempre junto con alguna otra “maravilla” de la técnica.
Me quede como estaba, pero ella es la experta y en instantes tenia el “historial del navegador” como lo llamó, yo simplemente le llamo “Mozilla”, en él apareció en muchas ocasiones, el acceso a una pagina de relatos eróticos llamada TodoRelatos.com, y en concreto las páginas visitadas recientemente, eran TODA la colección de una aventura llamada “
Las vacaciones me ponen.
”
Bea, después de leer las primeras líneas del primer episodio, fue capturando el contenido de las paginas para pegarlos en un documento de WORD, me dijo que era mejor leerlo con calma, y ver que es lo que “impulsaba” a Juan, a modificar su conducta sexual, tal y como yo le había dicho.
La colección, trataba de unas vacaciones en el caribe, al principio era la buena disposición para el sexo de una pareja muy ardiente, pero después vimos como interactuaban con otra pareja, aparecieron unas danesas muy liberales, había misticismo, pero sobre todo mucho y variado sexo, no escatimaban escenas en que había sexo entre las mujeres, incluso una de ellas tubo sexo con un delfín, aparentemente bajo la influencia de una reliquia que habían encontrado.
Todo eso lo devoramos en menos de tres horas, no podíamos dejar de leer, era Bea quien lo hacia en voz alta, imitando los cambios de voz de los personajes. Después de comer algo nos dedicamos a lo nuestro, muy excitadas por lo leído e imaginado, pero en ese caso era ella la que andaba algo dispersa y cuando por fin le pregunté, ¿en que pensaba? me respondió.
Es que creo que no es necesario ir al caribe para vivir una aventura así.
¿Cuántas veces nuestros maridos nos han tirado chinitas, el uno a la otra? Siempre lo hemos tomado a broma, pero una cosa es segura, si les diéramos un poco de cuerda, seguro que se liaban mucho más de lo que imaginamos.
¿Te apetece que probemos? No es necesario ir al caribe para eso, lo podríamos intentar aquí, y si resulta ya veremos que hacemos, algo es seguro, y es que entre nosotras no existirán nunca problemas de celos, y si ellos los llegan a tener, con mostrarles lo nuestro para que entiendan que es más fuerte, que cualquier cosa que nos puedan ofrecer, seguro que se les quitan las tonterías, además estamos seguras de que no nos “robaremos el marido” la una a la otra.
Comencé a reír de forma descontrolada, hasta que me abrazo y con sus labios trato de sofocar mi risa, pero resultó del todo imposible y terminamos las dos sobre la moqueta y muertas de risa. Cuando nos pudimos controlar, seguimos un rato más jugueteando, preludio siempre del final de “nuestro tiempo”, hasta que decidimos asearnos un poco y vestirnos, mientras tomábamos una copa me dijo que debíamos trazar un plan y continuó muy convencida de lo que decía y de forma convincente.
Lo primero, seria ver cuales de las cosas de las que aparecen en él relato, propone o hace Juan contigo, este fin de semana ya que lo pasaremos en la playa, por la noche tu le dices a Juan que me he quejado a ti, de que Oscar no me da la suficiente caña ahora que estoy descansada, y yo le exigiré mucho a él, tanto que será incapaz de cumplir, sabes que soy capaz de eso y de más, después de una pequeña bronca le diré, que Juan te esta reventando de tanto que te zumba.
Eso, seguro que los hará hablar y sabes bien como son, no permitirán que algo así se prolongue y querrán arreglarlo. Después, según respondan así actuaremos ¿Te parece bien?
Naturalmente le dije, nos besamos y seguimos tomando nuestra copa como dos mosquitas muertas, hasta que llego Juan del trabajo y la acompañamos a la suya, saludamos a Oscar que trabaja en casa, pero que había regresado ya de ver a un cliente, y después de comernos unas pizzas y evitar así los atascos de salida, nos fuimos a la casa de la playa, llegamos tarde y fuimos directamente a la cama, esa noche Juan me obsequió con una primicia.
Apenas entramos en la habitación, me desnudo con rudeza a riesgo de romperme alguna de las prendas, lo ayudé precisamente para evitar eso, me llevó junto a la cama sujetándome delante suyo, pegada a su cuerpo notando su polla contra los pequeños cachetes, mientras me manoseaba las tetas como si fueran ubres.
De alguna forma esa rudeza me puso a mil, me dobló sobre la cama y quede arrodillada cruzada en ella, comenzó a follarme con un empuje desconocido y desproporcionado, tardé poco en correrme, en parte por el tute que había llevado durante el día entre “los brazos” de Bea, y en parte por la novedad de la situación, entonces soltó una frase que se me había quedado grabada, en un lenguaje que no había empleado nunca antes conmigo.
-“Así me gusta, putita, que te corras. Te voy a seguir follando hasta que te vuelvas a ir.”-
Era calcada, a una dicha en el tercer episodio y me había quedado grabada, me apetecía que me trataran así de vez en cuando. Siguió dándome con ímpetu y al rato me corrí otra vez, sin que a él al parecer le afectara lo más mínimo, entonces cuando me repuse lo suficiente, fui yo quien tomo las riendas de la situación, y sentada en la cama, después de hacerle una buena paja cubana, en que en cada ocasión que podía le lamia el capullo, comencé una mamada en toda regla.
Le hice terminar por completo sobre mis pechos, en esa ocasión no trague más que los restos cuando se la limpié, pero esa era una de las formas en que terminaba, una mamada que pude leer en uno de los episodios.
Nos dimos una ducha, y pude comprobar que había tomado algo, pues después de hacerme llegar dos veces, y de la mamada que le hice, unos minutos después bajo la ducha, me doblo hasta apoyarme en el lavabo, para metérmela por el culo, empleando gel como si fuera vaselina, pues soy bastante estrecha y no suele entrar por ahí con demasiada frecuencia, pero no me desagradó a pesar de unas pequeñas molestias, por fin pude notar su esperma borboteando en mi interior, algo que me encanta, así como la sensación que noto cuando cae por mis piernas. Poco antes de dormirnos me dijo que disculpara su proceder anterior, yo con cara de niña buena le pregunté.
¿Eso ya no lo harás nunca más? Porque en realidad no me molestó, en ocasiones hay que echarle algo de pimienta a la relación.
Me contestó de forma vehemente, que era cierto pero que no quería pasarse, dicho esto me besó en la frente, entonces ya en la cama, antes de darnos las buenas noches dije como de pasada.
Lastima que Bea no pueda gozar como lo hago yo, no sé que sucederá pero lo suyo no pinta bien, al parecer a Oscar últimamente le falta inspiración, y le cuesta llenarla por completo. ¡Como me gustaría poder ayudarlos!
Juan calló, pero sé que se quedo maquinando algo, porque tardé a dormirme y el siguió despierto, imagino que dándole vueltas a algo que era de lo que se trataba. Me desperté antes de que amaneciera, fui al jardín a ver salir el sol, es un espectáculo que me encanta y me permite evadirme, me espabilé imaginando por donde irían los tiros, cuando Juan y Oscar hablaran, algo que sucedería seguro ese mismo día.
Cuando al rato olí el café recién hecho, me di cuenta que había comenzado el movimiento en la casa, Bea estaba radiante, enfundada ya en un minúsculo bikini, yo andaba aún en bata, pero fui a cambiarme en un instante, poco después de ese primer café, mientras nosotras recogíamos un poco la mesa y sacábamos de la nevera lo que comeríamos a mediodía, los hombres desaparecieron un buen rato, y a su regreso nos encontraron tomando el sol en bolas.
Nos jalearon un poco los dos, pero fue Juan quien insistió más, metiéndose con los pequeños pechos de Bea, que lejos de amilanarse le dijo.
Tienes la boca muy grande. ¿Serias capaz de meterte una en ella?.............. Ya decía yo, que “mucho cua cua, pero poco ñaca ñaca” Jajajajajajaja.
Me sorprendió el aplomo que mostro, pero era una muy buena forma de lanzar el anzuelo, Oscar nos miro a los tres y sin darse cuenta, comenzó a acariciarse el paquete que le crecía por momentos. Se hizo el silencio y fue Juan quien tiro balones fuera, al decir que eso ya lo haría, más avanzado el día si le seguía apeteciendo.
De ese modo era él, quien al parecer debía decidir “cuando”, para facilitar las cosas Bea sirvió unos “Cuba Libres” aunque apenas era mediodía, entonces y no se de donde los habría sacado, encendió un par de porros que comenzaron a rular, pronto tiró del bañador de Oscar para dejarlo como decía ella “en igualdad de condiciones” este fue quien tiro del de Juan, quedando los cuatro en bolas, y los porros circulando entre “risas tontas” de unos y otros.
Me confundí y tome la copa de Bea, notando que al igual que la mía apenas contenía alcohol, mientras que al tomar un sorbo de la de Juan, vi que estaba muy cargada, y que junto con los porros estaban haciendo un buen trabajo. Me consta que un amante “borracho o drogado” no está en las mejores condiciones de rendimiento, pero de lo que se trataba, era simplemente que se desinhibieran y se lanzaran a algo que deseaban, pero que la costumbre y las normas de conducta les vedaban.
Cuando Bea lo consideró oportuno, puso música lenta de los 70’, tomo a Juan de la mano y este no se resistió, con los cuerpos pegados y los pezones de ella contra su pecho, hizo pronto que su polla reaccionara de forma automática, muy dura se aventuraba entre las piernas de Bea y algo azorado nos miro, Oscar tumbado en una toalla al borde de la piscina le guiñó un ojo, lo vi y sin perdida de tiempo, me tumbe sobre él sin darle opción más que de sujetarme, mientras busqué y encontré sus labios, que me recibieron con gran familiaridad, al parecer los porros le habían hecho más efecto a él que a los demás.
De hecho ni Bea ni yo, hacíamos más que almacenar algo de humo en la boca, y lo sacábamos por la nariz, pero sin darle oportunidad a que nos afectara demasiado, baje mi mano hasta la verga de Oscar, y dura como estaba solo necesitaba encararla para metérmela, la guíe y al mirar de reojo pude ver a Bea arrodillada lamiéndole la polla a Juan, parecía que había sido demasiado fácil, pero eso lo dedujimos después.
No hacia ni una hora que habíamos comenzado a tontear, cuando estábamos los cuatro follando como monos, sin importarnos para nada estar unos junto a los otros, después de mi segundo orgasmo sin que Oscar se hubiera corrido, mientras permanecía aún en la toalla se acercó Juan, y tomándome en brazos me llevo a la cama, estaba con espasmos todavía cuando me enculó de una forma salvaje, y me fue dando hasta que se corrió dentro de mi de forma exagerada.
No entendía nada, a esas alturas imaginaba que estaría escurrido del todo, pero la sorprendida fui yo. Al rato y cuando estaba ya más centrada y satisfecha me dijo con la voz muy serena.
¿Desde cuando queríais que esto sucediera? Solo se trataba de hablarlo, como habrás visto ha resultado bastante bien, todos contentos creo yo.
Un poco descolocada le pregunté a mi vez, que me aclarase de que me hablaba.
Bueno, hace mucho tiempo que Oscar sospechaba de Bea, imaginaba que tenia algún asunto fuera de la pareja, incluso contrato a un detective, pero sin resultados pues las únicas salidas que hacia fuera del trabajo, cuando aún trabajaba era a nuestra casa, y cuando se quedó en el paro y decidió tomárselo como un año sabático, también siguió viniendo solo a nuestra casa, por vacaciones también vamos juntos.
Seguía sin entender donde quería llegar, simplemente calle y esperé que continuara. Pero lo que más me sorprendió fue que me dejara allí y entrara Oscar. No intenté taparme pues hacia muy poco rato estábamos follando, se acostó a mi lado, tomo mi mano y sollozando me dijo.
Siento mucho haber desconfiado de Bea, eso ha estado a punto de cargarse nuestra relación, cuando nos conocimos intentó confesarme algo, pero le dije que partíamos de cero y que su vida era suya, si le hubiera dejado hablar, no habría existido la desconfianza, y ahora por fin sé que los cuatro podemos vivir cosas muy intensas, y por nada del mundo tratare de interferir en algo tan bello como lo sucedido hoy aquí, ni lo que hagáis vosotras cuando os apetezca.
Me di la vuelta y comenzamos a besarnos, quería darle un toque de efecto al momento. Comencé a acariciarle la verga, que se recuperó con facilidad mostrándose en todo su esplendor, la fui lamiendo lentamente pero solo para mojarla al máximo, entonces me fui moviendo hasta poder acuclillarme sobre ella, pero quería sentirme llena del todo y apartando un poco los cachetes para facilitar la entrada, me fui dejando caer.
Notando como se abrían mis carnes sin perder de vista sus ojos, mi coño aún rezumaba restos de la eyaculación de Juan, dos lagrimas asomaron de puro dolor, sus manos en mi cintura me ayudaron a moverme despacio, y cuando por fin llegue a quedar sentada sobre su pelvis, nos quedamos los dos quietos unos instantes, hasta que mi cuerpo se acoplo al suyo.
El lento metisaca del principio, se convirtió en algo infernal, parecía más una maquina de follar de las que muestran algunas películas, no parecía algo orgánico, se asemejaba más a un grueso consolador, cuando alcance un extraordinario orgasmo, continuó manchando, haciéndome flotar como una hoja con sus fuertes brazos, hasta que consiguió soltarme una escandalosa eyaculación, la primera del día para él, y por tanto exagerada.
Durante el fin de semana, hablamos en varias ocasiones de como seria nuestro futuro, y coincidimos todos en tratar de ser felices, más ahora que podíamos vivir nuestra sexualidad como nos apeteciera. Como siempre he sido muy traviesa, hable de los relatos leídos en internet, e hice mención al que nos había hecho a nosotras decidirnos a dar el paso. “
Las vacaciones me ponen.
”
Desde ese grandioso día nuestras vidas dieron un giro importante a mejor. Bea y yo ya no nos escondemos de nuestros maridos, ellos no se cortan para elegir pareja de cama cuando la situación lo permite y además ahora ya no le temo a la verga de Oscar, la he tenido en todos mis orificios, y en todos ha cavido proporcionándome ahora ya si, siempre placer.
Y todo en gran medida a nuestra disposición, pero también porque no decirlo, reforzamos lo dicho de que “La realidad, siempre supera la ficción” en nuestro caso, fue lo leído sobre la aventura en el caribe, contado entre varios escritores, aportando cada cual algunas de sus peculiaridades. “
Las vacaciones me ponen.
” Una buena historia y además inspiradora, al menos en nuestro caso.
©
(
Pobrecain
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