Carga completa

Pisando fuerte, así me siento cuando quedamos.

Hoy me despierto antes de que suene el despertador, con la sensación de tener diez veces más energía que cada mañana, me pasa cada vez que quedamos, es como si mi cuerpo y mi mente estuvieran alerta para no quedarme dormida, hasta parece que el desayuno tenga más sabor, miro el móvil buscando un mensaje que sé no va a estar, es demasiado pronto. Me ducho, me perfumo, me visto con la ropa que selectivamente he preparado la noche anterior, aún así me asaltan las dudas de última hora, mi estado me envalentona y hace que piense en combinaciones que ayer descarté por considerarlas demasiado extremadas. En un acto irracional vacío la mochila del gimnasio y pongo esa falda extremada junto con la blusa que queda justo en el límite inferior de mi talla. Esta ropa interior me encanta, no sé por qué no tengo más, igual porque he pasado épocas muy relajada en la que consideraba inútil y nada práctico tenerla, pero ¡joder, que bien me queda!, me dan ganas de tocarme cuando me la veo puesta reflejada en el espejo. Me maquillo lo justo aunque, igual me he pasado con el eyeliner, qué importa. Noto que hoy hay más ojos que me miran en el vestíbulo de la estación, en el andén, en el tren, mientras ando por la calle, o eso quiero creer. Una sensación de poder me ha invadido hoy y sé que no me dejará, feromonas, serotonina, qué se yo, y pensar que mi cuerpo es capaz de generar todas esas drogas mágicas y legales, ¿por qué no nos pusieron un botón para generarlas a nuestro antojo cuando queramos? Aunque también es capaz de generar otras peores, en fin, qué más da hoy todo esto, hoy nos veremos de nuevo, sé que mojaré mis bragas durante la jornada pensando en ello, siempre lo hago cuando imagino o recuerdo nuestros encuentros, igualmente siempre llevo otras en el bolso.

Tomo café con colegas del trabajo antes de empezar, estoy más risueña, la gente tiene cara de martes y me miran como si fuera una fiesta, hoy tengo loco a más de uno, hoy me divierte que les cueste disimular con sus miradas, la mayoría lo pasan mal cuando les pillas, no hablo de los babosos. Aquí estoy, ¡hecha una diosa! Y ayer me sentía pequeña, pensando en un fin de semana aburrido, vacío, invadida por la sensación fatigosa de los lunes que parece que se contagie.

Miro el móvil de nuevo, ya tengo sus “buenos días” y me pregunta si me acuerdo que hemos quedado, ¿si me acuerdo? Si supiera que no pienso en otra cosa… No se lo diré, no quiero que se acomode, ni se endiose ni nada por el estilo, me gusta como están las cosas ahora, lo que me da y… joder, como me mira y cómo me folla el cabrón. Ahora somos química pura, y voy a disfrutar de ello.

Al fin termino, no ha sido pesada pero se me ha hecho larga la jornada, hemos quedado para comer, unos últimos retoques en el baño y allá voy, esa expectación me mata y me da la vida. Esos instantes antes de vernos, me imagino que soy como un móvil que acaba de indicar carga completa.