Caramelito

Para mi caramelito de zanahoria.

CARAMELITO

Me encanta tener mi cabeza entre tus piernas, mi boca clavada contra tu vulva, notar como tus jugos encharcan mi boca, buscar y encontrar tu clítoris con mi lengua.

Me encanta como empiezas a olearte, primero con lentitud, como la marea que va subiendo en la playa, arqueando tu cuerpo cada vez más, coincidiendo con la crecida del río de tu sexo. Alzas tus senos y encoges tu estómago. Suspiras con fuerza, se te escapa raramente un gemido y afirmas, corroboras continuamente como si el placer que sientes fuese una verdad divina esperada por largo tiempo y revelada en esos instantes.

Me encanta como tu cuerpo va girando hasta que tu cabeza queda en una esquina de la cama, tensándose cada vez más y más. Tus músculos se ponen duros como la piedra y yo bebo de ti hasta que llegas a un punto en el que tu oleaje comienza a descender paulatinamente: no te detienes de repente, sino que bajas lentamente de la cumbre, paso a paso, con la satisfacción del que corona una colina, un monte, una montaña.

Me encanta cuando salgo de entre tus piernas y te abrazo, y beso tu mejilla que arde, y pongo una mano sobre uno de tus senos, notando el violento latir de tu corazón. Yaces entonces desmadejada entre mis brazos, y aun así buscas fuerzas para aprisionarme contra ti.

¿Pero sabes lo que más me gusta?

Que aún rota por el cansancio, todavía enresecada por el oleaje que sacudió tu cuerpo, aún con la respiración alejándose de la meta a la que llegó en una carrera desenfrenada… Todavía entonces, pides más.