Carambola I

A veces el camino más largo es también el más rápido y para llegar hay que irse. Contiene anal y sexo duro.

Valeria era una chica normalita, de esas que si las ves por la calle no la miras dos veces, pero si la conoces ves que a veces la personalidad es el mejor de los atractivos. Cuando la conocí, ella estaba en una relación que llevaba ya un par de años y a pesar de que mi atracción hacia ella fue casi instantanea; no me atreví a hacer nada porque en ese entonces era demasiado tímido y no estaba muy contento con mi físico como para tener la confianza que hace falta para entrarle a una chica. Por esa razón terminamos de amigos y mientras ella estaba feliz con su chico yo me comía los mocos como se suele decir.

Al año o así de conocernos, rompió con el novio porque era muy controlador y me dijo que pensaba estar un tiempo sin pareja después de aquello, pues había quedado muy quemada de la relación. Yo como un tonto me ilusioné pensando que tendría una oportunidad con ella, me apunte al gimnasio para mejorar mi físico y empecé a interesarme más por la moda y mi forma de vestir para que cuando ella estuviera lista para tener de nuevo pareja yo fuera su mejor opción. Yo no me daba cuenta, pero obviamente estaba enamorado hasta las trancas de una chica que no me veía más que como un amigo.

La ilusión me duró poco, la verdad, porque no le tardó en llegar el calentón a los dos meses y en tiempos de tinder para una chica es muy facil solucionarlo. Mientras yo me mataba haciendo dieta y en el gym, Valeria quedaba con tios a diestro y siniestro y para la segunda cita ya se los follaba. Ahí descubrí que Valeria a parte de ser muy maja, era también muy facilona y si le gustabas no tardaba mucho en bajarse las bragas (lo que para mi fue otro golpe más en mi orgullo). A pesar de esas constantes decepciones, ya le había cogido el ritmo al gym y los cambios empezaban a verse. Me sentía mejor conmigo mismo e incluso Valeria se había dado cuenta de la mejora, pero mientras a mi solo me alagaba a otros se la chupaba. Yo por esa parte, estaba quemado, pero aun así también la había acabado viendo como una buena amiga así que intentaba ignorar esa parte de mis emociones y me concentraba en otras facetas de nuestra relación.

El problema con Valeria siempre llegaba en verano, a pesar de ser bajita (1.55), tiene un buen par de tetas, un culazo y unas piernas potentes, es lo que ahora llamariamos "thicc" y al tener un estilo algo hippie, los shorts con camisetas de tirantes eran un placer y una tortura que tenía que ver cada vez que quedábamos. Doy gracias a los piratas vaqueros porque disimulaban y contenían las erecciones que tenía cada vez que la chica se agachaba o se me acercaba lo suficiente para echar un vistazo a su escote. Yo intentaba disimular, pero soy debil y no podía evitar quedarme embobado mirando cualquier cosa que me dejara ver. Era básicamente su perrito y ahora me doy cuenta de eso y que ella seguramente lo sabía y disfrutaba de aquello. Ella seguía enrollándose con cualquiera hombre o mujer (sí, además de facil, bisexual) y me contaba sus experiencias mientras yo me mataba a pajas viendo como me contaba lo que le gustaba que le hicieran. Que le tiraran del pelo, le escupieran en la boca y la ahogaran mientras le daban caña a cuatro patas...era una sumisa de manual.

Para el verano, yo ya había cambiado mucho físicamente y vestía a la moda, pero aún me faltaba darme cuenta de que de hecho las mujeres sentían interes por mi. Aquel verano, cuando Valeria se fue de vacaciones a la playa y yo me quede solo en Madrid me dio el arrebato y me hice tinder por probar, sin muchas esperanzas de tener algo más que unas conversaciones insulsas o que me ignoraran directamente. Después de todo, como en todo, las chicas eligen y si tienes 2000 tios detrás te vuelves exigente y yo me consideraba poco más que por encima de la media. Sin embargo, fue todo lo contrario. Quiza fue el calor del verano o simplemente que les resultaba atractivo a las mujeres, pero no tarde en empezar a coleccionar "match" de mujeres que yo creía que estaban fuera de mi liga y con las que nunca me habría atrevido a hablar en persona. Aqui fue cuando haber sido amigo de Valeria durante tanto tiempo empezó a pagar beneficios. Sabía de que hablar y como hablar con las tias, era amable, curioso y realmente me interesaba lo que me contaban y eso se nota. Poco tiempo pasó antes de que empezaran a pedirme citas y, al igual que Valeria, las chicas resultaban increiblemente faciles de llevar a la cama. Las tres primeras chicas fueron las más complicadas, yo aún no me creía mi exito con las mujeres y "dos son casualidad pero tres es un patrón". En esas primeras citas las llevaba al cine y a comer algo del burger. Muy normalito todo, pero al terminar la cita y sin saber como estaba en sus casas con los pantalones bajados y mi polla en el fondo de sus gargantas. Con las siguientes fue marchando más o menos de la misma manera, sino no era en la primera era en la segunda o en la tercera cita, pero todas acababan abiertas de piernas y pocas cosas hay mejores para ganar confianza que meterla de forma constante. Al terminar ese verano la confianza la tenía por las nubes y cuatro o cinco chicas con las que follaba de forma regular. Con ellas aprendí bastante de sexo y fui ganando recursos como amante.

Cuando Valeria volvió estaba convencido de que iba a caer ahora sí que sí, objetivamente físicamente estaba por encima de ella y había ganado toda la confianza que antes no tenía, pero de nuevo mis planes se iban a estropear. Durante el verano Valería había empezado a hablar con un chico de Tinder y al no poder follárselo por estar fuera de Madrid habían estado hablando y había acabado pillándose de él y ahora que volvía pensaba empezar una relación. Al ver al chaval me cabreé, no voy a mentir. El tio era pasable como mucho, lo único que tenía a favor eran ojos azules y una barba porque al meterme a su instagram y verlo sin barba el tio parecía una rata topo calva. Pero en fin, las tias son así de raras. Aquel fin de semana me quité el cabreo con una de las chicas que me follaba, Laura.

La llamé para quedar en su casa y ni siquiera la deje decirme hola. A penas abrió me lancé a comerle la boca mientras le agarraba el culo. La muchacha no se lo esperaba, pero tampoco dijo que no. Aprovechando una pausa para respirar entre besos le di la vuelta, la puse contra la pared del recibidor y le bajé los shorts del pijama mientras le comia el cuello y ella se dejaba hacer. Le metí los dedos en la boca para humedecerle el coño antes de metérsela, pero no hacía falta, Laura ya estaba chorreando por mi agresividad y el primer pollazo le sacó un gemido que sonó a gloria. Yo seguía cabreado con Valeria y la furia dominaba mis embestidas mientras que Laura no paraba de gemir pidiéndome más. En aquel momento yo no quería oir nada así que le tapé la boca y la agarré por el cuello mientras la follaba con rabia. La pobre muchacha no se esperaba aquello y yo estaba tan enfadado que me deje llevar de más y acabó por perder el sentido durante unos segundos. Laura quedo como una muñeca de trapo y en cuanto sentí que todo su cuerpo quedaba inerte entre mis brazos me di cuenta de lo que había hecho y me asusté. Tardó un poco en volver en sí, mientras yo asustado le pedía perdón. Lo que no me esperaba era que a Laura le había encantado y según sus propias palabras, se había corrido como nunca. Tras beber un poco de agua y recuperar la respiración me llevó a su cuarto y como aún me sentía algo culpable me dediqué a comerle el coño hasta que se corrió de nuevo retorciéndose en la cama. Como yo no me había corrido todavía y ella estaba más que contenta y se acababa de duchar me dejó follarle el culo. Mi polla entró en su culo como un cuchillo caliente en la mantequilla, yo tenía los huevos cargados de leche y de testosterona y no tarde en volver a empezar a darle caña a Laura que tras dos orgasmos se dejaba hacer mientras disfrutaba. Con las piernas abiertas veía como se le iban los ojos y lo que me decía iba perdiendo el sentido a la vez que se le dibujaba una sonrisa estupida en la cara que me recordó a Valeria. No pude evitarlo y le solté una cachetada en la cara. Laura me miró un segundo como si hubiera vuelto en sí de repente y entre los ruidos sin sentido que salían de su boca escuché "más, por favor" así que no me contuve más. Me dediqué a pellizcarle los pezones y darle cachetadas tanto en la cara como en las tetas mientras ella seguía en un estado de semiconciencia del que solo salía para pedir más. Yo la bombeaba tan fuerte como podía, pero por alguna razón mi enfado no me dejaba correrme, el sudor nos cubría a ambos y la más mínima caricia sobre su clitoris hacía que chorros de flujo salieran disparados de su coño. Como no podía más y seguía sin sentir que estuviera cerca del orgasmo, me decidí por un último recurso que siempre había conseguido que me corriera en segundos. Se la saqué del culo y me dirigí hacía uno de los cajones de Laura donde sabía que guardaba sus vibradores. Cogí uno que ya conocía, con forma de misil y color verde, lo encendi al mínimo y se lo metí por el coño mientras cogida del pelo la hacía limpiarme con la boca mi polla que se enterraba hasta el fondo de su garganta una y otra vez. Cogída de los pelos y con el vibrador en el coño la levante. Estaba sudada, despeinada, con la mirada perdida, lagrimas en los ojos de la follada de boca y una sonrisa bobalicona en la cara. Después de una nueva cachetada para que me mirara a la cara en la que le pregunté donde quería que me corriera a lo que ella solo me respondió subiendo los hombros como si no entendiera lo que le decía. La tiré sobre la cama y tumbada boca abajo me monte sobre ella haciendo la postura que llaman el jockey, se la metí por el culo sin miramientos y empecé a darle caña de nuevo. Cuando había cogido ritmo y Laura volvía a gemir de placer alargué la mano y puse el vibrador en su coño a máxima potencia. Laura instantaneamente gritó emitiendo un ruido grave y ahogado que parecía más animal que humano mientras yo sentía las vibraciones en su coño a traves del culo y por fin pude correrme dentro. Completamente agotado me desplomé sobre ella mientras el vibrador seguía funcionando y ella no paraba de correrse. Cuando me recuperé, Laura estaba KO, el vibrador se había salido de su coño y seguía funcionando, sus piernas se movian en pequeños espasmos y yo me encontrraba agotado. Aun así, seguía queriendo vengarme de Valeria humillando a Laura por lo que saqué mi polla de su culo y me fui a la cocina. Cuando volví, la corrida había empezado a salir de su culo y la recogí con una cuchara y se la metí en la boca. Laura que empezaba ya a recuperar la conciencia se relamió y en un susurro dijo "gracias" antes de volver a dormirse. Yo al ver aquello perdí, toda la rabia que sentía y me acosté a su lado y me quede también dormido. Despertamos abrazados, yo sentía algo de culpa así que le preparé un desayuno sencillo. En la cocina me encontré con su compañera de piso que no paraba de mirarme con una sonrisita traviesa. No había duda de que nos había oido. La verdad es que no estaba mal y aprovechando que ante ella ahora mismo era el rey de los polvos le saqué conversación y finalmente su número de telefono. Cuando laura despertó tenía una sonrisa de oreja a oreja y todo su cuerpo estaba relajado a pesar de las marcas que había dejado por todo su cuerpo. Me confesó que había sido con diferencia el mejor polvo de su vida. Que antes de eso le gustaba follar conmigo pero no se atrevía a pedirme que le diera más caña y que lo de ahogarla hasta perder el conocimiento había sido una de las experiencias más excitantes de su vida y por como tenía el coño después yo no tenía dudas de que había sido así. A pesar de eso yo seguía sintiendo que aquello no podía del todo ser sano y le dije que miraría bien como hacerlo bien para evitar riesgos si alguna vez quería repetir aunqie no fuera de forma regular. Ella aceptó encantada. Después de aquel polvo de rabia mi relación con Laura curiosamente se volvió más intima, pasamos de ser folla amigos a salir más como amigos, compartir intereses y sin darme cuenta eramos pareja.

Por otro lado, Valeria seguía con la rata topo y en el proceso de ir acercándome a Laura me fui alejando de ella, aunque no podía evitar sentir una erección cada vez que quedaba con ella u olía su perfume en algún sitio. En aquel punto Valeria para mi era una cuenta pendiente, una obsesión, tenía que hacerle lo mismo que le había hecho a Laura aquel día o puede que algo peor (o mejor, según a quién le pregunten) para quitarme la espinita que tenía clavada. Por fortuna para mi, la oportunidad no tardaría mucho en llegar.