Cara oculta de una madre cachonda. Cap. 2
Un soberbio espectáculo tras las excitantes revelaciones de mi madre y su amiga.
Cara oculta de una madre cachonda. Cap. 2
Tras descubrir por casualidad a mi madre y a su amiga Martina preparando una excitante sesión en la que se disponían a poner unos buenos cuernos a sus maridos, me había adelantado a ellas para llegar a casa y ser testigo de su aventura. Allí, y antes de que llegaran sus amantes, pude escuchar una excitantísima conversación entre las dos mujeres que me desveló todas sus andanzas extramatrimoniales y en la que incluso salió a relucir mi nombre.
Lo último que había ocurrido es que había sonado el timbre del portal. Enseguida vi, oculto en mi habitación, a mi madre salir de la sala y avanzar por el pasillo para ir abrir la puerta del portal con el telefonillo automático. Desde donde yo estaba pude ver como avanzaba hacia la puerta de la calle contoneando sus caderas por efecto de los tacones y moviendo su extraordinario culazo de una forma tremendamente sugerente. Esa visión casi hizo que me corriera. ¡Qué atractivo me resultaba el tremendo culazo de mi madre con aquella braguita tanga que desnudaba sus imponentes nalgazas! Éstas son enormes, redondas y abultadas, muy blancas y tremendamente atractivas. Las medias negras hasta más arriba de medio muslo contribuían a enmarcar su soberbio pandero y la braguita tanga hacía el resto para que pareciera una golfa madurita de lo más apetecible. Y eso era lo que me estaba pareciendo a mí a pesar de tratarse de mi madre.
Sin duda se trataba de sus amigos pues mi madre, tras contestar al telefonillo, les abrió la puerta de la calle y al regresar a la sala para darles tiempo a que subieran, pude ver con todo detalle el conjunto sexy de mi madre: era negro y completamente transparente de modo que al estar de frente se apreciaba sin ningún problema toda la mata de pelo de su coño así como las areolas y los oscuros pezones que coronaban sus redondas y atractivas tetas. Incluso su suave tripita me pareció de lo más atractiva y excitante.
Todo aquello estaba haciendo que yo estuviera a punto de correrme, aunque fueran mi madre y su amiga las responsables de mi calentura, y ya llegué casi al paroxismo cuando, al sonar el timbre de la puerta de arriba, mi madre volvió a dirigirse hacia la entrada contoneando de nuevo su soberbio culazo y volviendo a permitirme verle desde mi escondite, tras la puerta de mi habitación, aquellas rotundas nalgazas por entre las que se escondía la breve tira de su tanga. Abrió la puerta y dio paso a los dos hombres que ya había visto antes en la cafetería. Cerró la puerta también muy rápidamente y una vez dentro, los dos hombres enseguida piropearon con atrevimiento a mi madre la cual sonreía complacida ante sus piropos:
-Aquí nos abre la puerta la hembra con el culazo más macizo de toda la ciudad. -Dijo uno amasándole con ganas una nalga a modo de saludo.
-¡Uy, no será para tanto! -dijo ella con coquetería mientras el hombre se inclinaba sobre ella y la besaba en la boca, beso al que mi madre respondió incluso sacando la lengua y jugueteando a la vista con la lengua de su amigo. Mientras tanto el otro hombre le agarraba la otra nalga y también la besaba en la boca cuando acabó de morrear con el primero. Me llamó la atención la avidez y vicio con los que mi madre se daba la lengua con aquellos hombres. Se dieron varios besos llenos de vicio jugueteando con las lenguas a la vista y me excitó especialmente ver cómo a mi madre le colgaban hilos de saliva de la lengua cuando dejaba de besarse con uno de sus amigos para pasar a morrearse con el otro. El hecho de que morreara de aquella manera con ambos demostraba también que aquella reunión no se iba a ser de dos parejas de amantes diferenciadas sino que las dos mujeres iban a disfrutar con los dos hombres y viceversa. Aquello iba a ser una orgía a cuatro en toda regla y con mi madre como protagonista estelar.
Tras esa inicial e intensa sesión de morreos, y con los dos hombres tocándole el culo uno por cada lado, entraron en la sala.
-Bueno, pues si yo soy la del culazo más macizo, aquí tenéis a la hembra con las tetazas más gordas de la ciudad, como decís vosotros. –Introdujo mi madre refiriéndose a Martina y haciendo que todos rieran.
Sí, pero éstas tampoco están mal ¿eh? -dijo uno de los hombres apretando una de las tetas de mi madre sobre el sujetador mientras volvía a morrrearla. Una vez más me llamó la atención con qué vicio respondía mi madre a los besos de aquellos hombres; no se limitaba a devolverles los besos que le daban en la boca sino que sacaba activamente la lengua y se chupaban y daban las lenguas con verdadero vicio. Mi recatada madre era en realidad una viciosa de mucho cuidado.
-Veo que estáis muy bien vestidas. -Dijo el otro aludiendo a la indumentaria tan sexy de las dos maduras.
-Estáis de verdad preciosas. No obstante nosotros os hemos traído un nuevo regalito para que os lo pongáis.
Entonces uno de los hombres les entregó una caja envuelta en papel de regalo a cada una. También aprovechó para darles de nuevo un beso a cada una según les entregaba el regalo. Como los anteriores que le habían dado a mi madre, no fue un beso sin más sino un morreo en toda regla al que ambas mujeres respondieron plenamente con sus lenguas. A continuación ambas, incitadas por los dos hombres, abrieron las cajas y descubrieron el regalo. Este resultó ser una especie de picardías transparente y muy cortito, que seguramente apenas les llegaría al ombligo. El de mi madre era granate y el de Martina negro.
-¿Y esto queréis que nos pongamos? -Dijo mi madre divertida mientras miraba la excitante prenda.
-Eso y sólo eso- respondió uno de ellos riendo también.
-Bueno, podéis quedaros con las medias, que os quedan muy bien y así tenéis todavía más pinta de zorras.-Añadió el otro riendo.
Seguidamente ambas mujeres, sin pensarlo demasiado, se quitaron las bonitas prendas que llevaban, a excepción de las medias, para ponerse aquellos minúsculos picardías transparentes. Entonces pude ver completamente al natural las bonitas aunque ya algo caídas tetas de mi madre y su peludo chochazo cuando se quitó la braga tanga. También pude ver al natural las tremendas tetazas de Martina, que me parecieron realmente espectaculares pues sin sujetador le caían casi hasta el
ombligo y resultaban tremendamente voluminosas. Tienen éstas, por cierto, unas areolas más bien grandes y unos pezones salidos y marrones que invitaban a ser mordidos. Su chocho no se lo pude ver muy bien porque como Martina es más
bien gorda, sus michelines le tapaban algo el coño impidiendo, desde mi posición, vérselo con comodidad aunque también parecía lucir una buena mata de pelo. Con todo y con ello yo estaba realmente a punto de eyacular, claro.
Cuando ambas mujeres se pusieron la prenda que les acababan de regalar, la impresión que me causó fue de nuevo de lo más excitante. A mi madre el picardías le llegaba un poco más abajo del ombligo pero dejaba ver perfectamente su atractivo
y peludo coño. Sus tetas, por supuesto, se apreciaban perfectamente a través de la tela transparente. A pesar de lo caídas de las mismas, a mi me parecieron unas tetas tremendamente atractivas. Se dio una vuelta con coquetería para que los hombres apreciaran al completo cómo le quedaba la prenda y así pude verle de nuevo el estupendo culazo que tiene mi madre, ahora ya sin tanga ni nada.
Luego fue Martina la que se puso su picardías. Al ser aún más gorda que mi madre, la prenda le quedaba más pequeña y ajustada y de hecho apenas le llegaba al ombligo. Además, como Martina tiene unas tetazas enormes ya que debe usar una talla 130 por lo menos, sus grandes mamas le llenaban por completo el picardías. Su tripa y coño quedaban a la vista y su pinta era tremendamente excitante aunque desde luego no ofrecía la imagen típica que podría salir en una revista de chicas desnudas. Era excitante para quien guste de las mujeres maduras y rellenas, de aspecto real.
Después de unos cuantos piropos por parte de los dos hombres ya empezó la fiesta. Ellos enseguida empezaron a recorrer con sus manos los abundantes encantos de ambas hembras y a morrear con ellas. Como ya antes había deducido al ver cómo mi madre recibía a sus dos amigos morreando con ambos, no se trataba de dos parejas sino de dos hombres y dos mujeres dispuestos a disfrutar del sexo todos juntos pues ellas morreaban y se dejaban sobar por uno y por otro alternativamente. Me llamó la atención ver cómo mi madre se restregaba contra el hombre que estaba besándola y tocándole el culo en cada momento para sentir contra su tripa el cipote del macho y volví a percatarme del tremendo vicio con el que mi madre se daba la lengua con aquellos dos hombres. Morreaba de tal manera que continuos hilos de saliva escapaban de su boca yendo a caer sobre sus pechos mientras su viciosa lengua jugaba con la de su compañero ocasional.
Como las dos maduritas tampoco se estaban quietas, enseguida los pantalones de ambos hombres estuvieron por el suelo y ellas no perdieron tiempo en bajarles también los calzoncillos dejándolos desnudos de cintura para abajo. Lo que hicieron a continuación me llevó de nuevo a unas cotas de excitación que hacían muy difícil que pudiera contener mi eyaculación, y eso que no me estaba ni siquiera tocando. Y es que las dos jamonas maduras se arrodillaron ante los dos hombres para empezar a tocarles primero y luego mamarles sus pollas y huevos con verdadera maestría y ganas. Mientras ellas chupaban sus pollas ellos acabaron de quitarse las camisas y demás prendas para acabar completamente desnudos. Luego ambos se sentaron en el sofá mientras las dos golfas maduras se afanaban en comerles las pollas situadas entre sus rodillas.
Después de este primer tratamiento oral, a indicaciones de uno de los hombres, ambas hembras se levantaron y empezaron a exhibirse ante los dos machos con el propósito de excitarlos al máximo. Yo había salido de mi habitación y seguía el espectáculo desde la puerta entornada del salón. La perspectiva era inmejorable y era tremendo para mí ver a mi madre ponerse de espaldas a sus dos amigos e inclinarse hacia adelante para dejar su espléndido trasero en pompa a pocos palmos de las caras de los dos hombres. Me llamó la atención que mi madre no se limitaba sólo a mostrarles el culo sino que con sus manos se abría las nalgas para enseñarles con detalle su agujero anal mientras los dos hombres le dedicaban piropos cada vez más obscenos entre los que no faltaban los calificativos de “puta”, “viciosa”, “golfa” o “calentorra”. Ella a su vez sonreía visiblemente complacida con las palabras que aquellos hombres le dedicaban. Mi madre, de la que yo antes de aquella tarde incluso hubiera afirmado que era un tanto mojigata y cortada en cuestiones de sexo, estaba demostrando ser todo un putón. Mientras mi madre exhibía con singular gracia su gordo trasero, ellos continuaban con su retahíla de piropos diciéndole:
-Vaya culazo más cojonudo tienes, Julia. Aunque nos digas que no, un día de estos te lo vamos a penetrar, cacho guarra. Sabes que nos pones locos con ese culazo.
Por su parte Martina hacía gala de su tremenda delantera. Tras levantarse el breve picardías hasta el cuello, se empezó a mover balanceando sus tetazas ante las caras de los dos hombres y también a inclinarse ante ellos para que sus
melonazos colgaran como los de una vaca en las mismas narices de los dos hombres. Ellos entonces también se refirieron con términos soeces a sus mamas y todo ello contribuía a elevar la calentura de todos. Cuando ambos hombres estaban ya realmente calientes, y sus empinadas vergas así lo reflejaban, volvieron a solicitar de las dos mujeres que les volvieran a mamar las pollas. Ellas sonriendo no perdieron tiempo y enseguida se arrodillaron entre las piernas de los dos hombres para volver a engullir sus pollas mientras ellos las llamaban zorras, mamonas y cosas así.
Mientras les comían las pollas ellos les sobaban sobre todo las tetas a ambas mujeres y acabaron por quitarles las prendas transparentes que poco antes les habían regalado de modo que tanto mi madre como Martina se quedaron tan sólo con las medias y los zapatos por toda vestimenta.
Yo estaba como loco de excitación viendo a mi madre portándose como una guarra viciosa con aquel par de tipos y creo que con sólo rozarme la polla me hubiera corrido sin remisión. Y mi excitación aún fue a más cuando en un alarde de supremo golferío y vicio, mi madre alzó las piernas del hombre al que le estaba mamando la polla mientras éste continuaba sentado en el sofá de modo que quedo bien expuesto el agujero anal de él. Entonces mi madre deslizó su lengua por toda la polla del tipo aquel, continúo hacia abajo por sus huevos y acabó llegando con la lengua al ano del hombre cuyo contorno empezó a chupar con la puntita de la lengua. El tipo bufaba de gusto y casi empezó a gritar cuando mi madre empezó a meterle la punta de la lengua en el ano como si se lo estuviera follando a lengüetazos. Además de darle ese tratamiento en el culo a su compañero, mi madre también seguía manoseándole la polla, que estaba absolutamente resbaladiza y babosa debido a la mamada que antes le había estado haciendo mi madre. La mano de esta se deslizaba por el brillante y húmedo prepucio del hombre mientras le comía el culo llevando al tipo aquel al paroxismo del placer. Tras un rato chupándole el culo a su amante, mi madre volvió a centrarse en la polla del hombre volviendo a sorberle con singular maestría el cipote mientras él la piropeaba o insultaba, según se viera, diciéndole:
-Zorra, puta, guarra… Julia, eres la golfa más puta y más viciosa que me he encontrado en mi vida. ¡Joder, qué gustazo me das, putona!
Martina a su vez tampoco estaba perdiendo el tiempo con su amante y aunque por su posición podía ver lo que hacían con menos detalle que a mi madre, también me percaté de que la jamona amiga de mi madre estaba dedicándose a mamarle la polla al hombre con el que estaba y a morrear con él alternativamente; le daba una par de glotonas chupadas en el cipote y luego ambos se buscaban para darse la lengua mientras él le estrujaba las tetas; luego ella volvía a amorrarse al cipote del hombre e instantes después volvían a morrear con un tremendo vicio.
-Seguro que a tu marido no le das estos besos, ¿eh, golfa?-Le decía a Martina su amante con sorna mientras ella reía con picardía y volvía a engullir la verga del hombre.
Después de un buen rato de sexo oral sobre las pollas de los dos hombres éstos estaban con sus cipotes a tope de dureza y ambos quisieron que la fiestecita pasara a mayores:
-Venga, Julia, cachondona. Ponte ahí a cuatro patas que te la voy a meter en ese chochazo de puta que tienes hasta los cojones.
Mi madre sonrío con picardía y se situó sobre la alfombra de la sala como le pedía su amigo. Este no perdió tiempo y enseguida se la enchufó desde atrás haciendo que mi madre lanzara un profundo gemido de placer al sentir la dura polla dentro de su empapado conejo.
La otra pareja también se puso a follar sobre el sofá. El hombre se situó sobre Martina y le metió la polla para luego colocar las rollizas piernas de la mujer sobre sus hombros y empezar a joderla con fuertes pollazos que hacían gemir y casi hasta gritar a la rellena madurita mientras sus tetas, desparramadas a los lados de su cuerpo, se movían como grandes masas de gelatina.
Por la posición que ocupaban veía mejor a mi madre que a Martina y también pude fijarme en que los envites que le propinaba su amigo, hacían que las gordas nalgazas de mi madre se movieran como inmensos flanes. Ver el enorme culazo de mi madre, que siempre me ha atraído, moverse de aquella manera mientras su amigo la jodía, me puso tan cachondo que mi polla empezó a soltar gran cantidad de líquido preseminal de tal manera que hasta pensé que me estaba corriendo. Qué magnífico culazo tenía mi madre y qué delicia era verlo balancearse de aquella manera mientras follaba como una verdadera putona.
Las estuvieron jodiendo un buen rato y mi madre fue la primera en llegar al orgasmo. Lo hizo entre gritos que me pusieron aún más caliente. Ver a mi madre correrse y
expresándose así me llevó al extremo de la calentura.
-¡Así, así... Ummmh. Dame fuerte con esa pollaza, cabronazo. Reviéntame de gusto, cacho cerdo. Ay, qué placer, qué gustoooo... Ahhhhhhhh! ¡Aaaaaah! ¡Qué gustoooooo...! Síííííí…
Instantes después era Martina la que alcanzaba su orgasmo entre fuertes suspiros de placer y casi a la vez los dos hombres soltaron su leche encima de las nalgas de mi madre el que la había estado follando y encima de la tripa y tetas
de Martina el que se había jodido a ésta.
Tras descansar un poco y aprovechar las mujeres para limpiarse con unos pañuelos los restos de semen que quedaban sobre sus cuerpos mi madre dijo:
-Hay que ver lo que hacemos con estos calentorros ¿eh?
-Sí, en menudas puercas nos hemos convertido pero cómo hemos disfrutado-. Le replicó Martina riendo satisfecha.
-Eso es que ya erais unas buenas putarronas pero no os habíais decidido a disfrutar en condiciones con esos cuerpazos macizos que tenéis-. Les dijo una de los tipos para que mi madre añadiera riendo:
-Seguro que tienes razón.
-Claro que sí; -replicó el hombre-. Y ahora, al conocernos a nosotros habéis empezado a gozar de lo lindo con esos coñazos de putonas que tenéis, como ahora, ¿a qué sí?
-No ha estado nada mal; -siguió mi madre mientras hacía resbalar el dedo índice de su mano derecha por toda su raja-. He gozado como una perra pero no me importaría echar ahora mismo otro polvito... –Añadió insinuándose con coquetería.
-Pues tendrá que ser con otro, cachonda, que a nosotros hasta dentro de un buen rato ya no se nos levanta y me temo que no disponemos de tanto tiempo, cariño-. Le contestó uno de los hombres riendo.
Siguieron bromeando un poquito y luego ya ellos se vistieron y tras darles unos morreos de impresión a ambas, se despidieron de ellas y se dispusieron a marcharse quedando en verse la semana siguiente en la misma cafetería en la que se habían reunido hoy para planificar un nuevo encuentro. Yo me escondí de nuevo en mi habitación mientras tanto mi madre como Martina les acompañaron hasta la puerta de la calle, aunque se cuidaron muy mucho de no dejarse ver desde fuera por si pasaba algún vecino ya que continuaban completamente desnudas.
Continuará, claro.