Cara o Cruz 02

Las vivencias de una pareja de amigos aficionados al BDSM, segundo encuentro

¡Hola a tod@s!

Una semana después de nuestro primer Cara o Cruz, Bea y yo volvimos a quedar para jugar una vez más. Habíamos pasado la semana hablando del tema y los dos estábamos de acuerdo en que nos habíamos divertido, así que decidimos repetir. Como la semana pasada quedamos en mi casa para el encuentro, tras haber ido a comer algo por ahí. Tras dejar reposar la comida, los dos charlamos un rato sobre tonterías antes de entrar en materia. “¿Lista?”. Le pregunto a Bea sacando la misma moneda de la semana pasada. “Lista”. Me contesta con una sonrisa que le devuelvo y lanzo la moneda al aire. Tras girar por el aire la moneda rebota en el suelo y danza dando vueltas durante unos segundos hasta que finalmente se detiene. “¡Cara!”. Grita Bea exultante con los brazos en alto al ver su victoria. No puedo evitar reírme. “Jaja. Felicidades”. Le digo. “¿Qué va a ser?”. Bea me mira traviesa. “¿Tu que crees?”. Vuelvo a reír. “Ya, ya. Me lo imagino”. Me levanto del sofá sin que Bea diga nada y me dirijo a mi habitación. “¿Dónde vas?”. Me pregunta extrañada. “Un segundo”. Le digo mientras abro uno de los cajones. Al poco regreso al salón con la fusta del otro día en las manos. “Ves”. Respondo a la pregunta que me hizo la semana pasada de si le habría dicho que tenia el juguete guardado de haber perdido la primera vez y se la tiendo. Bea la coge y me sonríe. “No lo dudé ni un segundo”. Dice con sinceridad mientras juguetea un poco con la fusta. Le sonrío y me quedo de pie frente a ella, imitando su gesto de la semana pasada. “Tu dirás”.

“Desnúdate”. Me ordena Bea mientras se acomoda en el sofá. Le sonrió por la pequeña broma de estar repitiendo lo mismo que la semana pasada, invirtiendo los papeles. Hoy voy con un polo negro y un vaquero azul, con mis deportivas de siempre. Me las quito sin molestarme en desabrocharlas y las dejo a un lado junto a mis calcetines. Le saco la lengua divertido y me quito el polo. Bea silva de forma divertida y no puedo evitar reírme. Tiro el polo junto a las deportivas y me llevo la mano al cierre del vaquero. Lo desabrocho y me lo bajo quedándome solo con un bóxer negro. La miro mientras meto los pulgares entre el elástico. “Ves”. Le digo mientras me los bajo dejando mi miembro a la vista. “Yo al menos se la diferencia entre desnudarse y quedarse en ropa interior”. Acto seguido los tiro junto al resto de la ropa y Bea se ríe ante mi comentario. “Jajaja, lo recordaré para la próxima vez”. Me contesta mientras hace un gesto con el dedo para que de una vuelta ante ella, cosa que hago. “Precioso”. Dice divertida. “Aunque el otro día eso estaba más…más”. Comenta con malicia señalando a mi miembro. “Ja, ja. Que graciosa”. Le digo y Bea se ríe a carcajadas. Sin dejar de sonreír se levanta del sofá dejando la fusta sobre uno de los cojines y se acerca a mí.

Sonriendo da una vuelta a mi alrededor mientras me mira con ojo crítico. Cuando llega a mi espalda apoya una mano sobre mi hombro derecho y la hace descender por mi espalda hasta mi nalga derecha la cual palmea suavemente. Sin separar la mano de mi cuerpo termina de dar la vuelta pasando la mano por mi cadera hasta mi abdomen. Ya frente a mi sube la mano hasta mi pectoral y juguetea un poco con mi pezón izquierdo antes de volver a bajar la mano hasta el ombligo. Un escalofrió me recorre todo al cuerpo al notar como sus yemas me recorrer con delicadeza. Bea me sonríe de nuevo y lleva su mano hasta mi miembro, el cual recorre solo el dedo índice de su mano derecha hasta alcanzar la punta, en dónde empieza a dar vueltas divertida. “Así que desde aquí se maneja todo, ¿no?”. Dice divertida a lo que no puedo evitar reírme. “Sí, más o menos”. Le contesto. Bea sonríe y recorre de nuevo mi miembro con un solo dedo, desde la punta hasta la base. Una vez la alcanza desliza su mano por debajo y sostiene mis testículos con la mano. No puedo evitar dar un respingo al notar la sensación de su mano masajeándolos ligeramente y dar otro más al notar como Bea aumenta la fuerza con la que los sujeta. Durante unos segundos juguetea con ellos moviendo sus dedos. Empiezo a notar como mi miembro se endurece poco a poco. “¿Te has corrido desde el otro día?” Me pregunta Bea sin dejar de jugar con mis testículos. “No”. Le digo con la boca un poco seca. Aunque mi miembro no deja de reaccionar a los jugueteos de Bea la sensación de mis testículos aprisionados entre sus dedos no es especialmente cómoda. Bea me aprieta un poco más fuerte. “¿Nada de nada?”. Pregunta con cierta incredulidad. “¿Ni una paja?”. Niego con la cabeza. “No, ni eso”. Bea me mira fijamente tratando de adivinar si la estoy mintiendo o digo la verdad. “¿Y eso?”. Pregunta curiosa. Sin soltar mis testículos estira un par de dedos y acaricia mi perineo mientras espera mi respuesta. “Bueno…”. Empiezo, pero me quedo callado. Bea me mira intrigada y al ver que no respondo aprieta con fuerza mis testículos, ante lo que doy un respingo. “¿Sí?”. Me insiste divertida. Trago saliva antes de responder. “Bueno…”. Ante lo que parece el inicio de una nueva pausa Bea aprieta una vez más. “Quería estar bastante cargado”. Termino soltando. Bea se pone a reír y afloja un poco la presión. “¿Para hoy?”. Asiento sintiéndome más desahogado ahora y Bea ríe. “Mala suerte”. Me dice. “Es lo que tiene el azar”. Le respondo mientras le sonrío. Bea asiente dándome la razón. “Sí, ya tendrás más ocasiones de…descargarte conmigo”. Me dice picara soltando mis testículos finalmente y sosteniendo mi miembro ya duro con la mano. “Bien, este parece ya listo”. Dice divertida y le sonrió una vez más. Se separa un poco de mi y me señala el sofá con una mano. “Caballero, manos al sofá y piernas separadas”. Ordena con un tono de autorizada divertida y falsa. Le hago un gesto con la mano a modo de saludo y me encamino al sofá. “Sí Señora, a sus órdenes”. Bea se ríe y me da una palmada en el trasero al pasar a su lado.

Llego al sofá y apoyo mis manos sobre los cojines al tiempo que separo mis piernas con mi miembro duro colgando entre ellas. Oigo como Bea se acerca poco a poco a mi y apoya una mano sobre mis nalgas con suavidad. Con delicadeza desliza un dedo entre mis nalgas hasta alcanzar mi ano, el cual empieza a acariciar en círculos. “Separa un poco más las piernas Javi”. Me dice Bea sin dejar de acariciar mi ano. Las separo un poco más notando un nuevo escalofrió causado por las caricias de Bea. “¿Javi?”. Pregunta Bea con tono curioso. “¿Sí?”. No deja de jugar con el dedo, haciendo círculos. “¿Alguna vez has hecho algo con esto?”. Recalca la última palabra deteniendo sus caricias y dando un par de golpecitos con la yema del dedo sobre mi ano. No puedo evitar sonreír ante el comentario. “Técnicamente…todos los días”. Le respondo divertido. Bea no puede evitar reírse. “Tonto”. Me dice. “Ya sabes a que me refiero”. Con falso tono de inocencia le respondo. “No, la verdad es que no”. Sin dejar de sonreír Bea me da un azote en las nalgas antes de devolver el dedo a mi ano y seguir con los círculos. “Responde”. Me dice divertida. Me río yo también. “Alguna vez”. Bea detiene sus caricias y deja apoyado su dedo sobre la entrada de mi ano. “¿Sí?”. Pregunta con interés al tiempo que empieza a apretar contra mi entrada. “Sí”. Respondo al notar como su dedo empieza a deslizarse poco a poco en mi interior. “Lástima”. Comenta Bea mientras desliza el dedo más profundamente. Noto como mis piernas tiemblan ligeramente. “¿Lástima?”. Repito. Bea suelta un falso suspiro. “Me habría gustado ser yo quien estrenara esto”. Comenta deslizando aún más el dedo en mi interior, el cual ya debe estar por completo dentro. No puedo evitar reírme. “Jajaja. Vaya, lo siento”. Le digo. “A estas alturas no creo que tengamos ninguno de los dos mucho que estrenar”. Y con tono de malicia añado. “¿O yo sí voy a poder estrenarte algo?”. En lugar de contestar Bea usa su mano libre para agarrar una vez más mis testículos y apretarlos, sin sacar de mi interior el dedo. “No, no”. Dice divertida mientras aprieta mis testículos ante lo que doy un respingo. Es una sensación aún mas rara teniendo su dedo dentro. “La que hace las preguntas incomodas hoy soy yo”. Replica con malicia. “Como, por ejemplo, ¿Qué es lo más que ha entrado aquí?”. Recalca la última palabra empujando un poco más el dedo en mi interior. “Un par de dedos”. Le respondo. Empiezo a notar como el sudor recorre mi cuerpo. “¿Solo?”. Pregunta curiosa Bea. “Solo”. Le confirmo. Bea saca el dedo de mi interior, pero sigue sin soltar mis testículos. “Vale”. Dice alegre. “Entonces casi es como un coche de kilometro 0”. No puedo evitar reírme ante la comparativa. “Jajaja. Supongo que sí”. Le digo. Bea da un último apretón a mis testículos y los suelta finalmente mientras la oigo reír. Aun con todo mi cuerpo sigue en tensión cuando la oigo acercarse a mí. La veo extender un brazo y coge la fusta del sofá. Antes de separarse lleva un dedo a mis labios. “Limpia”. Algo sorprendido por la orden me quedo parado sin reaccionar, ante lo que Bea me da un golpe suave con la fusta en la nalga. “Javi”. Sin comentar nada más abro la boca y Bea introduce el dedo con el que me ha estado estimulando. El sabor me resulta extraño, pero no es desagradable, y noto con mi excitación va en aumento. Delicadamente chupo el dedo y lo recorro con mi lengua durante unos segundos hasta que Bea lo saca de mi boca acompañado de un sonido de succión. Me da un par de palmaditas en el hombro con la misma mano que acaba de separar de mi boca y noto como se retira y se pone tras de mi de nuevo.

Con el cuerpo tenso por la espera oigo el batir del aire y la fusta impacta en mis nalgas con energía. “Auch”. Doy un respingo al notar el doloroso impacto. “¿Javi?”. Pregunta Bea acercándose a mí. “Todo bien Bea”. Le digo girando la cara para mirarla y le sonrió. Me devuelve la sonrisa y me aprieta de nuevo el hombro antes de volver a su sitio. Tras unos segundos cae el siguiente fustazo sobre mi nalga derecha, acompaña de un nuevo respingo mío. Unos segundos después, el siguiente cae sobre la izquierda. Poco a poco Bea va alternando entre una y otra, del mismo modo en que lo hice con ella. Cuando llega a la décima, la fusta cae sobre ambas nalgas con más fuerza. “Auch”. Me quejo una vez más. Bea se acerca una vez más a mí y empieza a acariciarme la espalda suavemente. “¿Vas bien Javi?”. Pregunta y asiento sonriendo. “Sí Bea, voy bien”. Me devuelve la sonrisa una vez más y empieza a descender su mano hasta mis nalgas, la cuales acaricia con delicadeza durante unos segundos. Acto seguido desliza su mano entre ellas y acaricia mi ano con un dedo igual que antes. Me relajo y al notarlo Bea empieza deslizar su dedo de nuevo dentro de mi sin detenerse hasta tenerlo por completo dentro. Lo deja un poco dentro y lo vuelve a sacar pasados unos segundos, y repite. Desliza el dedo dentro, lo mantiene y lo saca. Repite una vez más, un poco más rápido. Mi ano poco a poco se dilata y le permite hacerlo con más facilidad. Pasados un par de minutos su dedo entra y sale sin parar acompañado de mis jadeos. Noto como mi miembro se tensa ante la sensación. Tras unos minutos más de agónico placer, Bea saca finalmente el dedo y no lo vuelve a meter. En su lugar de nuevo acerca el dedo hasta mis labios. Esta vez no necesita decir nada y abro la boca al notar la yema de su dedo en mis labios. Poco a poco lo succiono y limpio. Cuando Bea está satisfecha saca el dedo, me acaricia el hombro y regresa a su sitio.

Tras unos segundos de relajación, la fusta canta en el aire una vez más y golpea mis nalgas con fuerza. “Auch”. Bea me deja reposar un poco antes de dejarla caer una vez más. “Auch”. Golpea ambas nalgas de nuevo. “Auch”. La tercera golpea y hace tambalearse mis piernas. Uno tras otros los fustazos van cayendo sobre mis nalgas hasta alcanzar la decena. Noto mis nalgas doloridas por la fusta y la tensión se acumula en mi cuerpo. Tras la nueva tanda Bea se acerca y empieza a relajarme con sus caricias. Sin necesidad de decir nada mi cuerpo va relajándose poco a poco. Ya más relajado Bea vuelve a llevar su mano a mis nalgas. Las acaricia un rato y no demora mucho en devolver su atención a mi ano. Su dedo se desliza por completo casi sin resistencia. Lo retira y vuelve a meterlo. Repite sin parar, acelerando más cada vez. Tras unos minutos saca de nuevo el dedo y lo deja apoyado sobre la entrada sin hacer más durante unos segundos. Sin esperar mucho, noto como vuelve a acariciar en círculos mi ano, con dos dedos esta vez. Detiene sus caricias, apoya ambos dedos contra mi entrada y poco a poco empieza a deslizar ambos dedos en mi interior. Un jadeo escapa de mis labios al notar como empiezan a abrirse camino. Bea va venciendo mi resistencia con paciencia hasta logar meter ambos dedos por completo dentro. Los deja y los mueve suavemente en mi interior enviándome oleadas de placer que recorren todo mi cuerpo y me arrancan más jadeos. “Mm”. Bea se detiene y saca ambos dedos rápidamente. La sensación de vacío desliza nuevas oleadas obre mí. Apoya los dedos una vez más y los vuelve a deslizar. Los mete, los mueve y los saca. “Mm”. Repite la operación varias veces, arrancándome jadeos más profundos cada vez. Tras un rato saca los dedos por última vez y no vuelve a meterlo. En su lugar acerca de nuevo los dedos hasta mis labios. Abro mi boca y empiezo a limpiarlos una vez más. Una vez satisfecha, Bea los saca y me sonríe. “Incorpórate Javi”. Algo extrañado la obedezco y me incorporo. “Da un par de pasos atrás”. Aún más extrañado retrocedo los dos pasos. “¿Así?”. Pregunto y Bea asiente sonriendo. “Ponte recto y junta las manos en la espalda”. Me enderezo y pongo las manos a mi espalda. “Muy bien”. Me dice Bea sonriendo.

Se separa un poco de mi y da un paso al lado, quedándose a mí derecha. Extiende el brazo con el que sujeta la fusta y la apoya en mi hombro derecho. La va bajando por mi brazo hasta alcanzar mi cintura y pasa a mis nalgas. Con una risita me da un fustazo suave en la nalga. Separa la fusta de mi cuerpo un segundo y la apoya suavemente sobre mi pecho. Poco a poco empieza descender de nuevo hasta mi cadera y de ahí baja más hasta apoyarla en la base de mi miembro erecto. Con picardía Bea lo recorre con la punta de la fusta y me sonríe. No puedo evitar tragar saliva al adivinar lo que viene. Con un rápido gesto Bea aleja la fusta y me golpea en el miembro con ella. “Auch”. Un quejido se escapa de mis labios junto a un respingo. No ha sido tan fuerte como los de las nalgas, pero aun así ha dolido. Bea deja la fusta apoyada sobre mi miembro. “¿Javi?”. Pregunta con preocupación. Tomo aire antes de responder. “Uf…ha dolido, pero estoy bien”. Bea quita la fusta y se acerca a mi sosteniéndome por el codo. “¿Estas seguro?”. Asiento una vez más. “Sí, tranquila”. Bea no deja de mirarme con preocupación. “¿De verdad?”. No puedo evitar reírme. “Seguramente me arrepienta en algún momento, pero de verdad Bea, puedes seguir fustigándome el pene si es lo que quieres”. Dicho en voz alta suena totalmente ridículo y ambos nos reímos, ayudando a despejar la tensión. Bea me sonríe y vuelve a su sitio. Me pongo firme una vez más y espero. “Auch” me quejo una vez más al sentir la fusta golpearme en mi miembro. Bea me mira una vez más preocupada y le asiento para indicarle que estoy bien. “Auch”. Cae por tercera vez la fusta. “Auch. Auch”. A cada golpe una sensación me recorre el cuerpo y siento como mi miembro necesita descargarse. “Auch. Auch. Auch”. Mi cuerpo suda y se tensa mientras espero el decimo golpe, pero este no llega a caer. Bea me mira y se muerde el labio inferior con un aire de malicia y lujuria. Mueve la fusta y en vez de caer de arriba abajo, la fusta me golpea lateralmente e impacta sobre mis testículos. “¡Auch!”. Un fuerte quejido escapa de mis labios y mi cuerpo reacciona reclinándose hacia delante ligeramente al tiempo que las manos de mi espalda se separan. Bea se acerca y apoya su mano en mi hombro. “Esa me la tenías guardada, ¿verdad?”. Le digo forzando una sonrisa tratando de recuperar el aliento. Bea hace un gesto de disculpa. “Un poco. Perdona”. Niego con la cabeza. “Esta bien, estoy bien. Solo tengo que recuperar el aliento”. Bea asiente y no se separa de mi mientras me acaricia la espalda. Tras un rato el dolor empieza a desaparecer y es sustituido por una sensación de ardor. Mis nalgas, miembro y testículos me arden. “¿Mejor?”. Pregunta Bea y asiento. “Sí, podemos seguir si quieres”. Bea me sonríe y me da un beso rápido en la mejilla que se lleva mucha de la tensión acumulada. Se separa de mi una vez más y da un par de pasos para ponerse frente a mí.

Fusta en mano, la apoya contra mi pecho y desciende hasta alcanzar de nuevo mi miembro. “De rodillas”. Dice con tono de falsa autoridad sonriendo. Devolviendo la sonrisa me arrodillo frente a ella sin dejar de mirarla. Bea vuelve a mirarme pícara y mordiéndose el labio de nuevo arroja la fusta a un lado sobre el sofá para, acto seguido, llevar las manos al cierre de su pantalón. Lo abre y con suavidad lo desliza por sus piernas enseñándome la braguita blanca que tiene debajo. Recoge el pantalón, lo dobla bien y lo deja junto a la fusta tapándola. Tan cerca como estoy puedo apreciar que su braguita esta ligeramente mojada oscureciendo la blanca tela. Sin dejar de sonreír, Bea desliza las bragas hasta el suelo y las deja junto a su pantalón. Me mira con intensidad y se sienta en el sofá, separando sus piernas y dándome un primer plano de su sexo depilado. Le sonrió con picardía sabiendo lo que quiere y emulo su momento de picardía. “Muy bonito y cuidado. Me gusta”. Le digo como quien habla del tiempo. Bea se ríe ante mi comentario. “Javi”. Dice con cierto retintín en el tono. “¿Sí Bea?”. Se incorpora un poco antes de responder. “Cómeme. El. Coño”. Pronuncia cada palabra con énfasis. “Ahora”. Me río y le vuelvo a hacer un gesto de saludo con la mano. “Sí Señora, a sus órdenes”. Sin demorarlo más me inclino y beso su sexo suavemente.

Poco a poco lo voy besando, de arriba abajo, sintiendo su calor y la humedad que empieza a escapar de su interior. Tras besarlo por entero saco la lengua y empiezo a lamerla. “Mm”. Bea suelta un gemido suave y aprovecho para mirarla. Esta relajada apoyada en el sofá con los ojos cerrados disfrutando de mi lengua. La recorro de arriba abajo y de lado a lado. Alcanzo su clítoris y le dedico unos segundos para lamerlo con delicadeza. “Mm”. Me ayudo de las manos para separar sus labios e introduzco mi lengua dentro, llenándome de los sabores de su interior. “¡Mm!”. Jadea Bea con más fuerza al notar mi lengua dentro. Noto como su mano se apoya en mi cabeza y empiezo a moverla y lamer al sutil ritmo que me dicta con los dedos. Atrapo su clítoris entre mis labios y succiono con fuerza arrancándole más gemidos. Durante un largo rato lamo y succiono sin parar el sexo de Bea hasta que noto como sostiene mi cabeza con más fuerza y su cuerpo se arquea. “¡Mm!”. Con un profundo gemido siento como el sexo de Bea se inunda de humedad y calor. Trato de beber todo su interior, pero se desborda y desliza por mi barbilla. Noto como la mano sobre mi cabeza se desliza laxa, pero continúo lamiendo recogiendo todos los fluidos de Bea. Pasados unos minutos más dejo de lamer y me incorporo aún de rodillas frente a ella. Bea me mira con la cara encendida. “¿Satisfecha?”. Le pregunto y asiente. “Mucho”. Me responde mientras se incorpora un poco y extiende el brazo hasta mi cara. Con un dedo recoge los fluidos de mi barbilla y los lleva hasta mis labios, dónde por última vez lamo su dedo hasta dejarlo limpio. Tras terminar me pongo en pie y miro a Bea divertido. Carraspeo falsamente y digo. “¿Va a querer algo más la Señora o este sumi temporal puede ir a ducharse?”. Bea se ríe al ver como la imito. “Jajaja. Ve y pajeate a gusto anda”. Le hago una mueca, me acerco para sostenerle la mano y le planto un beso en el dorso. “Gracias Señora”. Recogiendo mi ropa me dirijo hasta el baño mientras observo como Bea recupera su ropa del sofá.

Y así fue nuestro segundo Cara o Cruz. Ya estábamos empate. ¡Esperamos no tardar mucho en tener el siguiente y que os haya gustado!