Cara de niña... Experta mamadora

Mi amiga Paty me confiesa que su marido la engaña... Para mí es una chica sana, muy inocente pero me hace preguntas que no debe hacerme y termina por demostrarme con hechos que ella es una experta mamadora de verga.

Patricia era una chica de 25 años bastante voluminosa de cuerpo pero no por lo curvilínea que pudiera ser sino más bien por lo excedida de peso. Cara bonita, simpática, muy hablantina, Patricia --Paty como le conozco—era el prototipo de mujer con el que no puedes tener, por lógica, el más mínimo pensamiento cachondo.

Con estampa de niña bien, Paty siempre vestía pantalones ni siquiera entallados y lo único que se le podía divisar, si acaso, era un par de enormes tetas que se perdían con ese entorno suyo nada agradable a la vista.

Se casó con un tipo similar, igualmente obeso, tal vez incluso un poco más que ella y cinco años mayor. Parecía que le iba bien en el matrimonio, al menos eso creía, porque su carácter era risueño y nunca perdió el encanto de la sonrisa. La verdad es que siempre la vi como amiga y nunca como mujer.

Trabajamos juntos en una casa adaptada como oficina y los dos teníamos que ver con el diseño gráfico y la administración. La casa era propiedad de un amigo que ahí mismo vivía pero en la parte superior del domicilio, en realidad nunca estaba desde que salía por las mañanas hasta que llegaba por las tardes generalmente cuando ya ninguno de los dos nos encontrábamos.

Recuerdo perfectamente bien que el gordito esposo de Paty al principio iba a dejarla y al término de la jornada pasaba por ella pero al paso del tiempo la mujer se tenía que ir en taxi sino es que yo mismo me ofrecía a darle un "aventón", como decimos acá en México cuando nos ofrecemos a llevar a alguien.

El caso es que la plática siempre giraba en torno a sus anécdotas, tenía muchas, y no paraba de hablar a pesar de que constantemente con la cara le daba a entender que ya no deseaba charlar o mejor dicho escucharla.

Un buen día las cosas iban como todos los días: ella hable y hable, y yo escuche y escuche pero al final se puse medio triste y me confesó que su marido le andaba engañando. Naturalmente quise darle ánimos y por primera vez vi que la sonrisa se le borró del rostro. Le dije que quizás estaba exagerando, que tal vez no eran las cosas como ella lo estaba viendo pero fue contundente cuando me fue dando una larga lista de pruebas de la infidelidad del marido.

Luego la plática se fue calentando cuando me comentó que no entendía la situación ya que a su marido "no se le paraba"… Sólo alcance a esbozar una muy leve sonrisa porque honestamente se veía muy simpática aquella rechoncha amiga mía tan tierna y tan dulce hablando en esos términos y continúo la plática todavía más sorprendente cuando me dijo, de la manera más natural, que para poder "animar" a su marido ella recurría al sexo oral:

--Me duele todo lo que está haciendo porque yo hago todo lo posible por satisfacerlo… He llegado a mamársela hasta tres o cuatro veces al día, y no creas que un poquito, no, un buen rato pero no se le para… No sé que anda buscando afuera si ni siquiera puede conmigo.

Honestamente cuando salieron esas palabras de Paty sentí un pequeño tirón en mi instrumento, como si me hubieran puesto un resorte. La verdad es que me calentaba escuchar esas palabras en su boca y no pude evitar imaginármela mamando una verga. En realidad no supe que decir. No salía del asombro ni de la calentura que me estaba produciendo su plática sobre todo porque entraba en detalles muy reveladores para mí como el hecho de que el gordito "la tuviera" muy chiquita.

Para no incomodar a Paty trataba de darle respuestas más o menos científicas: que el tamaño no es importante, que lo más importante es saberlo mover pero ella insistía en dar detalles y obviamente yo ya estaba excitadísimo con aquella plática. Por momentos sentí como si tuviera a una niña enfrente mío y no quería abusar de esa situación pero fue entonces cuando pude ver mejor ese par de "melones" que tenía tras la blusa y fue entonces cuando imaginaba su boca engullendo mi verga. Fueron escenas mentales deliciosas pero trataba –insisto de no aprovecharme de la situación.

--Eduardo (así se llama el gordito) cuando la tiene parada apenas alcanza los siete centímetros, pero para que se le pare "¡uta!" es estarle mame y mame… ¿Te parece normal tener un pito de siete centímetros de largo?

--Sí Paty sí es normal… además yo creo que la debe tener más grande pero como está gordito pues casi no se le ve (todavía tratando de defender a su marido)

--Pero ¿cuánto mide un pito?

-- Pues puede ser de entre 9 y 15 centímetros algo normal (respondí con donaire de científico y de paso evitar verme muy caliente)

Luego, me aclaró que no quería ofenderme (como si lo estuviera haciendo) pero que quería saber algo muy íntimo de mí y me preguntó por el tamaño de mi "tolete". A lo que respondí con naturalidad que 15 centímetros y de inmediato le aclaré: pero hay tipos que tienen hasta 20 o 22 centímetros.

--¡¡¡15 centímetros!!! Pero sí eso es el doble de lo que tiene Eduardo… Y lo sé porque ya se lo medí

Luego me dijo que no creía que hubiera hombres que la tuvieran de 22 centímetros, y como se mostraba incrédula le recomendé que se metiera a las páginas de internet, y me respondió que ya lo había hecho pero que pensaba que todas esas fotos eran truqueadas, y me hablaba con conocimiento de causa ya que Paty es diseñadora gráfica

--No puedo imaginarme que tú tengas el doble de lo que tiene Eduardo y que ese cabrón ande de "putañero" (mujeriego) presumiendo la mitad de lo que tienes, o por lo menos de lo que dices que tienes

-- jajajajaja sí Paty claro que los tengo. No tendría porque mentirme… Nos estamos hablando derecho ¿Qué no? Pero si no me crees pues imagínatelo porque yo tampoco me puedo imaginar a una mujer que se la mame a su marido tres o cuatro veces al día

-- Ahh, entonces me estás llamando mentirosa??

-- Dejémoslo así… (le respondí con tono evasor)

-- De ninguna manera (me dijo muy molesta) si tú tienes 15 centímetros de pito yo te regalo una mamada

Aquella propuesta me dejó helado. La plática me tenía súper excitado y podía notárseme en el pantalón. Me paré del asiento pero honestamente no sabía que hacer, ya eran muchas emociones para un solo día. Paty tomó la iniciativa y como si lo tuviera todo calculado sacó del cajón una cinta métrica, se acercó a mí y con la mano me acarició el bulto que se veía en el pantalón. Yo sabía que la apuesta la tenía ganada pero toda esa situación me provocaba incertidumbre.

Paty, con desesperación me desabotonaba el pantalón. Luego, se dio cuenta de la cantidad de líquido que manchaba el calzón producto de aquella conversación y seguía acariciándome el paquete como disfrutando plenamente cada etapa. Cuando me bajó el calzón y vio aquel fierro inflamado no pudo contener su asombro, y es que me había guardado un "pequeño" secreto, el atractivo mío no es lo largo sino lo grueso porque la tengo muy gorda. Paty se olvidó de la cinta métrica. Me tumbó en un sillón y empezó a cumplir su palabra.

Era súper excitante ver esa cara de niña gozando una verga. Quien no la conociera me hubiera calificado de pederasta pero la verdad es que ella tampoco mintió y era una consumada mamadora de verga. Basta decir que me vine dos veces en su boca. La primera vez quise retirar mi palo de sus labios pero ella no me dejó salirme a pesar de las advertencias, de modo que la segunda lo disfruté aún más.

No sé cuantos días su marido la haya tenido a "dieta" pero me supongo que habían sido varios porque literalmente se la quería comer y no paraba de mamar y de mamar. Parecía una niña comiendo un caramelo.

A la mañana siguiente yo no sabía como actuar. Pensé que estaría arrepentida, que quizás no iba a volver al trabajo pero no. A las 9 de la mañana estaba ahí, bajándose del taxi, me dio un beso en la mejilla (como amigos) y me dijo que ya no le importaba que su viejo le pusiera el "cuerno" porque al fin y al cabo ella ya había descubierto otro lugar mucho mejor de donde tomar "lechita caliente" ¿y saben una cosa? Tampoco mintió cuando me dijo que hacía el sexo oral todos los días… Cogía increíble, después me la anduve tirando por todos lados. Lamentablemente se cambió de ciudad y perdimos esa bonita amistad.

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