Cara de circunstancias

Relato número 5 de mi próxima obra literaria, cuyo título provisionalmente es: “Relatos calientes para dormir mejor”. Esta pequeña historia den mundo liberal, contiene una de esas anécdotas dignas de contarse, además de obviamente detalles de hipersexualidad realista en este ambiente.

COMO EN EL RESTO DE LOS OTROS 21 RELATOS TOTALMENTE INDEPENDIENTES, LAS ESCENAS DE SEXO SON DESCRIPTIVAS, SIN LLEGAR A LA PORNOGRAFIA. ESPERO QUE LES GUSTE.

Sin más preámbulos, aquí la dejo...

...

Somos una pareja liberal con bastante experiencia en intercambio con otras parejas, pero también con hombres y mujeres solos, haciendo tríos.

Hemos estado en bastantes clubs liberales, especialmente cuando hemos estado de vacaciones, aunque también solemos acudir a clubs de nuestro entorno, en Córdoba, Toledo y Mérida.

Obviamente, muchos en Madrid, aunque nos agobia un poco la gran ciudad y preferimos escaparnos lejos de ella.

A veces hemos acudido a fiestas liberales multitudinarias. Recordamos cómo hace unos años acudimos a un chalet a las afueras de Madrid, donde nos juntamos medio centenar de parejas.

Tenemos contacto con varios grupos de parejas de Madrid y Jaén, y a veces nos reunimos en una casa rural, a media distancia de ambas ciudades en la N-IV, en plena región manchega, y muy cerca de una de las capitales vitivinícolas más importantes de la zona.

Con el buen tiempo acudimos bastante al chalet de una pareja amiga pacense, donde habitualmente nos reunimos media docena de parejas a disfrutar durante todo un fin de semana de sexo y encantadoras vistas  frente a un agradable pantano, donde incluso podemos pasear en barca.

En invierno promovemos fiestas liberales más pequeñas en nuestra casa de provincias casi todos los fines de semana, tan solo dos, tres y como mucho, hasta cuatro parejas, donde compartimos, además de sexo lúdico y saludable, salidas por nuestra pequeña ciudad natal, para degustar tapas y vinos.

Gracias a estar en una de las mejores páginas de contactos liberales del país, hemos tenido la suerte de conocer a muchas parejas de, prácticamente, media España.

Al estar en un punto equidistante en la mitad del país, muchas parejas que viajaban del norte hacia el sur, o del este al oeste o viceversa, han parado en nuestra casa a descansar en fines de semana, puentes o vacaciones..., descansando del viaje y de paso conocernos.

Si ha habido química sexual, además de compartir buenos ratos de ocio, hemos disfrutado de sexo gratificante con, mayoritariamente, excelentes personas. Personas “diez”.

De entre nuestras centenares de anécdotas con parejas liberales, hoy les hemos seleccionado la primera experiencia liberal de una excepcional pareja, que eran y seguirán siendo con toda seguridad, unas buenísimas personas, aunque algo inocentes...

Esperamos que la disfruten…

Se llamaban…, Fernando y Laura.

Nos conocieron a través de uno de los anuncios que solemos poner en páginas de contactos para parejas liberales.

Después de comunicarnos por correo electrónico nos intercambiamos nuestros números de teléfono.

Siempre recomendamos que las nuevas parejas consigan un número de teléfono específico para este tipo de contactos, y así poder evitar que gentuza, haciéndose pasar por pareja liberal, accedan a nuestra posible privacidad.

La discreción más absoluta debe primar en las relaciones sociales liberales, y solo cuando ya existe una confianza básica entre dos parejas, es razonable facilitar más datos personales o números privados.

Volvamos a la razón de este relato…, Fernando y Laura.

Habíamos hablado por teléfono y por WhatsApp varias veces, eran de un pueblecito de la Andalucía interior.

Parecían buena gente, esa es la sensación que tuvimos Verónica y yo desde que iniciamos las conversaciones con aquel matrimonio.

Nuestra costumbre, como ya sabéis, y si no es así, lo estáis sabiendo en este momento, es sugerir a la otra pareja, primeramente, que hablemos los cuatro por teléfono antes de intercambiarnos fotos de cara.

El  motivo es, lógicamente, evitar que alguien se haga pasar por pareja, no siéndolo. Vamos, los clásicos obsesos pajistas calenturientos, coleccionistas de fotos, de los que hay infiltrados bastantes en este excitante mundo liberal.

Si es posible y no hay inconveniente en ello, nos gusta hablar cada persona con su hipotética pareja sexual, del posible futuro intercambio. En caso contrario, hablamos los cuatro al unísono poniendo el altavoz del teléfono.

Es decir, el hombre de la otra pareja habla con Verónica, y su esposa o pareja habla conmigo.

El motivo es verificar por teléfono, a lo largo de esa primera conversación, si ambos lo tienen absolutamente claro, y así evitar encuentros que se pueden tornar en desagradables y abruptas despedidas en un encuentro precipitado sin garantías.

A veces, alguno de ellos no lo tiene suficientemente claro, generalmente ellas, y es preferible ser prácticos antes de perder mucho el tiempo hablando interminablemente de gustos sexuales y zarandajas que no llevan a ningún sitio.

A veces, aunque pocas, son ellos los celosos. Desean estar con otra mujer, pero detestan en silencio que sus esposas disfruten con otros.

Sigamos…

Nos pusimos previamente de acuerdo y aquella noche hablaríamos, cada cual con su "otra" pareja…

Así fue y así pasó…

Verónica había hablado con Fernando, y le había parecido amable, simpático, divertido y con muchas ganas de practicar sexo liberal.

Fernando, le había confesado que llevaban años deseando hacer un intercambio sexual, que hablar de ello en sus sesiones íntimas, prácticamente a diario, les producía una excitación sin igual.

Del mismo modo, Laura había hablado conmigo. Yo soy José Miguel. Perdón, no me había presentado aún.

Durante un buen rato habíamos conversado sobre sexo en general, y sexo liberal en particular, la frecuencia de sus relaciones, e incluso le había preguntado expresamente si el deseo de hacer intercambio era cierto, y en qué medida Laura lo deseaba.

Frecuentemente, las mujeres acceden a estas peticiones de sus maridos o parejas, basadas no en su deseo real, sino en un amor ciego a sus cónyuges, un error habitual que en ocasiones no es sino la primera fase de una posterior crisis matrimonial, que a veces puede terminar en una ruptura.

Hay que tener mucho cuidado con eso. Es muy delicada la línea que puede dividir una posible aventura con ocultos restos de egoísmo, o una falsa predisposición a cualquier cosa que nos sugiere nuestro ser íntimo más querido. El sexo liberal tiene sus riesgos.

Laura lo tenía claro absolutamente, con un cierto miedo a ese primer encuentro, solo por el hecho de no conocer el ambiente, pero también lo deseaba con intensidad, al igual que su marido, Fernando.

Pensaban, ciertamente, que el intercambio les iba a resultar beneficioso en su vida íntima, que cada vez caía más en la clásica e inevitable monotonía, como en la gran mayoría de parejas.

Después de pasar esta primera parte de nuestro protocolo habitual, en ese mismo instante, de manera inmediata nos intercambiamos unas fotos de cara.

Ellos contestaron enseguida diciendo que a ambos les parecíamos bien los dos.

Las edades eran similares, todos cuarentones altos, a excepción de Verónica, que era algo más joven.

Realmente, tenían cara de buena gente, que es lo primero que buscamos en estos encuentros, pues es preferible unas buenas personas, personas “diez”, como decimos nosotros, a unos atléticos y cuidados cuerpos, o cuerpos “diez”, siempre hablando en términos generales.

No es lo mismo tener unos pocos kilitos de más, cuatro o cinco, que decenas de kilos o incluso rayar en la obesidad, del mismo modo que no es lo mismo, que  una persona sea bajita o más alta de lo normal, a que ambos tengan escasos 1,50 centímetros o que estén rozando los 1,90. En fin, algo dentro de un rango de normalidad.

Nos hemos encontrado de “todo” en este mundo, al margen de los convencionalismos sexuales habituales.

Sigamos…

Sus fotos también estaban bastante bien.

Nos gustaron inicialmente, y pusimos fecha al encuentro.

Al no tener hijos, el intercambio se produciría en nuestro apartamento de fin de semana provincial, pues nuestro loft en Madrid, no reunía las condiciones adecuadas para encuentros liberales, y nuestro horario laboral tampoco nos lo permitía.

Ellos tenían dos hijos, una hija, ya emancipada que estaba ya viviendo en pareja y el otro, un hijo mayor de edad, que se quedaría en su casa bajo la supervisión de los cuñados.

No tenían inconveniente en desplazarse, e incluso alojarse en nuestra casa si todo salía según lo planeado, pasando la noche del viernes y la mañana del sábado juntos los cuatro.

El sábado por la tarde, después de comer, tenían que volver a un evento familiar en su localidad de origen, a escasas dos horas de nuestro domicilio de fin de semana.

Tanto Verónica como yo, habíamos decidido darles una oportunidad.

No solemos hacer muchos intercambios con parejas sin experiencia, pero en ocasiones, nos sentimos bien intentando ayudar a iniciarse a parejas noveles en este excepcional, increíble y maravilloso mundo liberal.

Nunca hemos tenido un éxito absoluto con todas las parejas noveles, pero es reconfortante ver las caras de satisfacción de las parejas cuando están a gusto practicando sexo con otras parejas afines, sobre todo cuando surge la química personal, además de la sexual, entre cuatro personas adultas.

Llevábamos hechos en aquel momento, aproximadamente, un par de centenares de intercambios de pareja, y de vez en cuando nos gusta alternarlos con una pareja novel.

Debemos de transmitir conocimientos a futuras generaciones. ¡No es broma! Es una necesidad natural de las personas, la transmisión de conocimientos, además, nuestra disposición pedagógica natural, generalmente nos producía buenos resultados y mayoritariamente, muchos agradecimientos sinceros posteriores.

Muchas parejas a las que hemos tenido el honor de iniciar, son en la actualidad muy buenos amigos nuestros.

Fernando y Laura, sabían que no había obligación de hacer nada…, absolutamente nada, sin estar seguros los cuatro, especialmente ellos que eran los noveles.

Sabían que nos conoceríamos personalmente, que hablaríamos de sexo con absoluta libertad y que los cuatro, por unanimidad…, por absoluta unanimidad, decidiríamos dar el paso siguiente.

Verónica y yo siempre decimos lo mismo a todas las parejas que quieren tener un encuentro con nosotros, no haremos nada si alguno de los cuatro pone alguna objeción.

Es necesaria sinceridad, transparencia y auténtica comunicación en estos encuentros, a fin de evitar que una de las cuatro personas practique sexo sin que le apetezca realmente, lo que es realmente una frustración.

A Fernando y a Laura les advertimos que, si no había en persona la química natural  y sexual necesaria, no haríamos nada.

Obviamente, aceptaron nuestra condición.

A veces, unos kilos de más, ya les he hablado antes de eso, una aparente o evidente falta de  higiene, un excesivo olor corporal, mal aliento, carencia de piezas dentarias, tener caspa o cualquier otro detalle accesorio, enfría el deseo sexual cuando ves a las parejas en persona.

Otras veces, el simple hecho de no ser una pareja comunicativa y social, o alguno de los dos es excesivamente tímido, no alienta a dar ese maravilloso paso que es el disfrute compartido de un intercambio de parejas a cualquier nivel.

Generalmente, no se tiene un conocimiento exacto de qué es y cómo se vive desde dentro el mundo liberal y un intercambio sexual, entre dos parejas.

Muchas personas creen, erróneamente, que el intercambio es llegar a un hotel, desnudarse y ponerse a follar como locos.

No, queridos amigos, ni mucho menos…

Cuando hay afinidad personal y sexual, un intercambio de parejas puede realizarse de infinitas formas, desde las más simples, suaves o light, como sería..., el hablar libremente de sexo con la persona opuesta, hasta la máxima expresión de esta sana y excepcional forma de ver el sexo, que sería..., realizar sexo completo con penetración.

Entre ambos extremos hay toda una infinidad de posibles contactos…, solo tocarse, besos, caricias, masajes, practicar solo sexo oral, o incluso una que encanta a exhibicionistas y voyeristas, que es hacer sexo juntos los cuatro en una misma cama o en una misma habitación, pero cada pareja con su “pareja sentimental”, sin absolutamente tocarse para nada.

En cuanto a la práctica de sexo completo, es decir, que termine en penetración, hay también infinitas variaciones, desde hacerlo los cuatro juntos en una misma habitación, intercambiándose, obviamente, las parejas, a hacerlo por separado en diferentes habitaciones o incluso quedar en diferentes hoteles, cada cual con su pareja sexual de aquel momento puntual y quizás único, que no habrá de repetirse nunca más.

Es cierto que hay bastantes parejas que no repiten jamás con la pareja con la que acaban de estar. En nuestro caso, preferimos tener una relación de amistad, además de sexual, y vernos muchas más veces. Tener una cierta confianza con la otra pareja tiene sus pros y sus contras.

Hay de todo en la viña del Señor…

Hay parejas que quieren hacer intercambio, pero no ver a sus parejas haciéndolo. Eso para nosotros es un mal síntoma, pero respetamos todo… No puede ser de otra forma, pues cada pareja puede “ver” este mundo de diferente manera.

Nadie tenemos la exclusiva de la certeza absoluta.

Luego existen diferentes roles o juegos dentro de las parejas liberales, de los que todos habrán oído hablar, como son los roles de cornudos y cornudas, el cuckolding, una variante cada vez más en auge, en donde el marido disfruta, sabiendo o incluso viendo que su mujer hace sexo con un tercero. También en el lado opuesto, aunque menos, existen mujeres que disfrutan de ver a sus maridos con otras mujeres.

En fin, un mundo realmente infinito…

Sigamos con esta pareja tan buena gente, como eran, Fernando y Laura…

Habíamos quedado, como les refería a todos ustedes, un viernes por la tarde para pasar la velada, tomar algo, y si terminábamos de tener la química suficiente, tanto personal como sexual, pasar a la acción.

Los cuatro estábamos de acuerdo y lo habíamos hablado suficientemente por teléfono.

Habíamos quedado en una cafetería cerca de nuestro apartamento, al objeto de ese primer contacto, tomar algo y decidir el siguiente movimiento, paso, o fase a dar…

Tomamos unas cervezas, hablamos del viaje, rompimos el hielo y accedimos los cuatro, de común acuerdo, a subir a nuestro apartamento, con la firme convicción de hacer un intercambio sexual.

Fernando y Laura, entraron en nuestro apartamento, les invitamos a sentarse en el sofá, se pusieron cómodos, les enseñamos el apartamento en señal de buena educación, y de la habitual cortesía.

Nos pusimos a tomar un refresco mientras ultimábamos los detalles prácticos del inminente encuentro.

Nos gusta ser prácticos, aunque tampoco dar la sensación de impaciencia.

Consideramos que es bueno no empezar a marear la perdiz, y empezar a tomar copas innecesarias.

Les preguntamos, por última vez, si estaban decididos. Se miraron a los ojos, y asintieron.

Hablamos de los detalles.

Les hablamos de lo que sucedería a continuación…, de que pasaríamos al dormitorio los cuatro, que cada pareja sentimental desnudaría a su cónyuge, que nos tumbaríamos en la cama, y que comenzaríamos a hacer una habitual sesión de sexo…, salvo el detalle morboso de tener otra pareja al lado…

Un rato después, cuando los nervios se hubiesen templado un poco, se procedería a ir tocando suavemente a la “otra” pareja, la que sería la pareja sexual puntual en aquel primer encuentro… Siempre, antes de acceder a realizar una sesión con otra pareja, nos aseguramos de que los gustos sexuales sean similares, a fin de evitar que la sesión sea un fracaso.

Nuestro tema de conversación fundamental previo..., son el sexo oral y los juegos preliminares.

Nos encantan las sesiones largas de dos a tres horas como mínimo, y disfrutar mucho de los juegos previos, mucho sexo oral, música, caricias, masajes, velas, incienso, juguetes…, dejando  para el final la penetración, y no necesariamente.

Si el cuerpo lo pide, bien.

Respecto a la penetración, aunque sin ser obsesivos por ella, tiene para nosotros la importancia que le damos… Muy poca.

Generalmente, las parejas maduras no utilizan preservativo en sus relaciones y al utilizarlos sin mucha frecuencia, los varones maduros suelen decaer en su actitud sexual, es decir, que tienen problemas de erección, lo que puede arruinar una velada sexual para los cuatro innecesariamente.

Por eso nosotros, al menos recomendamos, que al final de la sesión, salvo que se disponga otra cosa, cada hombre penetre para correrse a su pareja sentimental, y así evitar la tensión de un posible “gatillazo”.

Fernando y Laura, eran novatos e iba a ser su primera vez, como todos ustedes saben.

Venían dispuestos a todo..., con sus miedos y sus reservas, era natural.

Verónica preguntó a Fernando si le gustaba que le hiciesen sexo oral, a ella le encanta hacer sexo oral, también recibirlo, pero sobre todo hacerlo.

Siempre había dicho que de desear morir haciendo sexo, desearía morir comiendo una buena polla, una enorme, caliente y dura polla.

Él contestó que sí.

Esto va genial,  debió de pensar Verónica, tal como se apreciaba en la expresión de su cara.

Éste que relata, José Miguel, preguntó a su vez a Laura, que si le gustaba el sexo oral y que cuantos orgasmos podría tener con un buen sexo oral, y en su caso, con posterior sexo vaginal.

La pregunta tiene su aquél, ya que si la mujer sólo tiene un único orgasmo, aunque sea muy espléndido y súper-especial, hay que saber administrar sabiamente, las rutinas de caricias y lamidas erógenas, y así evitar un orgasmo demasiado madrugador que pueda enfriar la sesión de los cuatro.

Ya me había pasado, al principio de nuestras experiencias liberales, empezar a comer el coño de una mujer, correrse enseguida y dejar de tener más ganas de sexo. Lo que “enfría”, indudablemente, una sesión sexual a cuatro.

Es mejor prevenir que lamentar…

Laura dijo que sí, que le encantaba el sexo oral, pero que raramente tenía orgasmos de esa forma, que a lo largo de sus más de veinticinco años de relaciones sexuales con su marido, su única pareja sexual, apenas en solo dos ocasiones contadas, había tenido orgasmos de esa manera, que lo habitual en ella era tener orgasmos vaginales, sobre todo, estando ella encima.

Dijo que podía tener varios orgasmos vaginales en una sesión sexual.

También dijo que disfrutaba mucho cuando su marido le hacía sexo oral, aunque, generalmente, no se corría así.

Accedimos a tener la sesión con Fernando y Laura.

Al menos Verónica, disfrutaría de Fernando, y yo podría disfrutar de lo que más me gusta…, hacer sexo oral a una mujer complaciente que no le disgusta que se lo hagan, aunque no se fuese a correr, o no tuviese muchas probabilidades de ello.

Que no fuese a tener probablemente un orgasmo era secundario, algo frustrante para mí…, pero secundario en todo caso.

Pasamos los cuatro al dormitorio de invitados en donde habría de desarrollarse el primer intercambio sexual de Fernando y Laura.

Tal como habíamos quedado previamente, nosotros nos empezamos a desnudar, ellos nos imitaron.

Cuando desnudé suavemente a Verónica, Fernando, sin dejar de mirarla, desnudó a Laura.

El cuerpo de Laura era espléndido para su edad, unos pechos voluptuosos, aún tersos, un buen culo y una espléndida figura a pesar de haber tenido dos hijos.

Era preciosa y tenía un buen cuerpo.

Ambos tenían 47 años, y se conservaban bastante bien.

Todo iba perfecto.

Verónica estaba expectante por ver el tamaño de esa ansiada polla que, probablemente, habría de empezar a comerse en breves segundos.

Era de tamaño normal, pero parecía muy dura y apetecible.

Cuando Verónica dejó al descubierto mi polla al quitarme la última prenda, la cara de Laura hizo un gesto de sorpresa..., agradable, pero de sorpresa. Fernando, solo exclamó:

-      Joder, José Miguel, que herramienta.

Laura confesó que, como jamás había visto otra polla tan de cerca, aparte de la de su marido y alguna película porno, le sorprendió verla tan grande.

Ocupamos, aproximadamente, media parte de la cama y ellos hicieron lo mismo en la otra media.

Después de unos minutos desnudos los cuatro, besando y acariciando cada uno a su pareja natural..., las manos fueron desviándose a los cuerpos de nuestros invitados y viceversa...

Las manos de José Miguel iniciaron un recorrido pausado desde los pies de Laura, y fueron subiendo poco a poco, sus pantorrillas, sus muslos, sus caderas, poco a poco….

Fernando, imitaba todo y empezó a acariciar a Verónica.

Estábamos en pleno inicio del intercambio.

Se estaba consumando la primera experiencia de Fernando y de Laura.

Empecé a besar delicadamente todo el cuerpo de Laura, mi pareja sexual de ese momento…, sus pechos, sus hombros, su cuello, y su boca perfecta.

Acaricié toda su cabeza, me encantaba ese pelo rubio y corto.

Fernando, hacía lo mismo con Verónica.

Durante unos minutos besé nuevamente sus pechos, los acaricié con ternura y me detuve en su ombligo para, a continuación, acariciar sus caderas, y besar ambas ingles diligentemente.

Laura, parecía estar muy a gusto.

Verónica, tomó la iniciativa con Fernando, y empezó a comerle su polla normalita, pero dura.

Después de un buen rato de preparación delicada alrededor de su rapado sexo, yo empecé a rozar la preciada zona erógena de Laura con mis labios, y tímidamente con mi lengua.

Noté a simple vista su clítoris muy hinchado, y poco a poco, después de varios lascivos movimientos lentos de mis labios y boca, comencé a lamerlo con gusto y con muchas ganas…

Parecía un perfecto coño para mí. Lástima que no fuese una mujer clitoriana. Pensé.

Me apetecía comerlo intensamente, tan grande, tan sobresaliente.

Fernando, allí al lado, mientras Verónica le seguía comiendo su polla dura, no dejaba de mirar a su esposa Laura.

Yo disfrutaba plenamente de comer aquel coño tan maravilloso y caliente de Laura.

Pensaba que, como probablemente, no iba a correrse, no corría el riesgo de que aquello terminase pronto.

Me encanta estar comiendo un coño durante mucho tiempo…, he llegado a estar comiéndome el sexo de una mujer durante horas.

Ese botón lujurioso de Laura, pedía a gritos ser bendecido con mi boca caliente y húmeda.

Le estaba haciendo la técnica del reloj.

¿La conocen?

Es pensar que aquel coño tiene doce horas y pasar por todas ellas, como, “cantando o tocar la campana”, cada una de las doce horas…

Las doce, la una, las dos…, parando en cada una de ellas, y rozando su clítoris con la lengua de manera intensa, durante unos breves segundos.

Entre “hora y hora”, mi lengua pasaba totalmente estirada hacia arriba y hacia abajo, lamiendo todo su sexo desde el final del pubis hasta las cercanías de su culo.

Alternativamente, también llegaba a lamerle su perineo con habilidad, esa delgada unión del final de su aparato vaginal con su ano..., que es una zona, generalmente, muy erógena.

Después de dar dos o tres “vueltas de reloj” a aquel caliente y húmedo sexo de Laura, finalmente, atrapé con mis labios, como si se tratase de un prisionero a su clítoris, y mi juguetona lengua dio cuenta de él, haciéndole lamidas rítmicas y muy rápidas, tanto de manera horizontal como vertical.

Eso, en condiciones normales les gusta mucho a las mujeres clitorianas, y generalmente, les suele llevar al orgasmo, aunque en eso yo no pensaba en ese preciso momento, pues simplemente, estaba disfrutando de lo que más me gusta…, comer un coño apasionadamente.

Mientras tanto, Verónica, seguía lamiendo viciosamente la polla de Fernando, que no dejaba de mirar la cara de Laura, una cara que no era precisamente de sufrimiento…

A los siete u ocho segundos de aquel instante mágico en que le hacía diabluras “rápidas” a su clítoris con mi lengua insistente, Laura empezó a gemir con intensidad, con mucha intensidad, con impredecible intensidad.

Sus caderas empezaban a temblar…, sus piernas también….

Laura, sin lugar a dudas, estaba empezando a tener un orgasmo, increíblemente.

Las piernas temblaban encima de mis hombros…

Sus caderas se alzaban bruscamente… Tenía que sujetarlas con fuerza para que su clítoris no se saliese de mi boca.

Laura, estaba teniendo el tercer orgasmo oral clitoriano de su vida...

La cara de Fernando era un poema.

Laura, con los ojos entreabiertos y con cara de circunstancias solo pudo decir:

-      Ummm, que bien lo comes José Miguel…

-      Ummm, que placer….

-      Ummm…

-      Me acabo de correr como nunca… (Le salió de forma natural el comentario).

Yo me había quedado de una pieza, al oír aquello…

Sabía que estaba disfrutando mucho, pero nunca pensé que Laura se fuese a correr, ya que, previamente, me había dicho que tan solo se había corrido dos veces con su marido de esa forma en todos sus veinticinco años de relaciones…

Estaba agradecido por aquel honroso detalle, de haberme ofrecido su tercer orgasmo clitoriano precisamente a mí.

En compensación, le dije para halagarla, que era uno de los coños más sabrosos que había comido en toda mi vida.

Casi siempre se lo digo a todas las mujeres después de haberles sacado el primer orgasmo, creo que las relaja para el siguiente, aunque este no era el caso.

¿O sí?

No era verdad que ese hubiese sido el mejor coño más sabroso..., era nuevo, excitante y lujurioso, pero nada más.

No estaba de más, tener una cierta cortesía con alguien que te ha dado un súper orgasmo en tu boca, de esa manera tan superlativa de caderas y piernas temblando de placer.

Yo estaba cachondo, aquel orgasmo me había puesto  mucho más cachondo, y quería seguir comiendo el coño de Laura.

Por ello, le pregunté que si le importaba que se lo siguiese comiendo un poco más…, aunque fuera o fuese más despacio…

Dijo que siguiese.

Insistí en preguntarle si tenía su clítoris demasiado sensibilizado después del orgasmo que había tenido hacia unos segundos, y no quería reconocerlo por timidez o por cualquier causa.

No quería molestarla, si lo tenía muy sensibilizado.

Ella simplemente dijo:

-      Sigue, no pares… Me sigue gustando…, y sigo disfrutando mucho….

Seguí comiéndolo con ganas…

Pasaron unos minutos.

Ella seguía gimiendo y se retorcía nueva, y aparentemente de placer.

-      Ummm…

-      Ummm…

-      Ummm…

Fernando, cada vez tenía la cara más rara, al escuchar gemir a Laura de aquella manera…

Laura, empezó nuevamente a temblar…

¿Sería posible?

-      Ummm… Ummm…

-      Ummm... Ummm…

En segundos, llegaba el cuarto orgasmo, la cara de Fernando estaba desencajada...

Yo también estaba asombrado, aunque no tanto. Sé que como muy bien el coño, me lo han dicho centenares de mujeres.

Fernando, pidió comerle el coño a Verónica, quizás para contagiar la habitación con gemidos de mi mujer, y así intentar sacar gemidos a dos voces…

¿Quizás?

Miré a Verónica mientras dejaba descansar a Laura unos segundos.

Verónica, recibía ese primer sexo oral de Fernando, y con su mirada me mandaba un mensaje mental decepcionante.

(Yo creo que ya sé porque Laura solo había tenido dos orgasmos en su vida…).

Dejé descansar, como les digo, unos segundos a Laura, para de inmediato empezar a volverle a comer su delicioso coño, que realmente estaba disfrutando de comer.

Eso sí…, se lo comería muy despacio…, no quería correr el riesgo de que se sensibilizase de más y aborreciese mis lamidas…, estaba disfrutando mucho de aquel coño.

Verónica, estaba teniendo algunos orgasmos, aunque no con tanta intensidad como es en ella lo normal. Ella es muy sensible y, prácticamente, se corre con cualquiera que le coma el coño, aunque sea muy mal.

Eso alegró un poco la cara de Fernando.

Yo seguía lamiendo aquel delicioso coño de Laura, aunque ya sin tanta intensidad, deseando que no volviese a correrse, pues veía la cara de Fernando de reojo.

No tuve suerte.

Laura, seguía gimiendo como loca…

-      Ummm…

-      Ummm…

-      Ummm…

Y finalmente, se corrió por quinta vez en su vida de manera oral.

Las últimas tres veces, en apenas quince  minutos.

Para intentar arreglar un poco la situación, que se desmoronaba por momentos, creo que soy bastante experto en habilidades personales, sobre todo en empatía…, le pregunté a Fernando, si quería penetrar a Laura, ya que parecía muy cachonda,  aprovechando que Verónica había ido al servicio.

Laura aún no se había repuesto de su tercer orgasmo, prácticamente consecutivo.

-      ¿Laura, mi amor qué quieres que te haga? Dijo él.

-      ¿Quieres que te folle?

-      No (Contestó Laura).

-      ¿Qué quieres entonces?

Laura, tumbada con los ojos semicerrados y la boca entreabierta… balbuceaba…

-      ¡Quiero su polla!

-      ¿Qué mi amor…, qué quieres? Preguntó Fernando, algo extrañado.

-      ¡Quiero que José Miguel, me meta ese pollón en mi coño!

...

No sabía dónde meterme.

Me disculpé con ellos y con la excusa de ver como estaba Verónica, fui al baño.

Fernando, tenía una excepcional y escéptica cara de circunstancias…, una incrédula e inusual cara de circunstancias, como jamás en su vida había visto este relatante a nadie…

FIN.

Espero que les haya gustado y les haya sacado una sonrisa.

Me encantaría que todos ustedes se comuniquen conmigo para lo que quieran. Prometo contestarles a todos.

Como en los anteriores relatos, les comento que estoy ya trabajando en un nuevo libro de título provisional y casi definitivo: “Historias reales de cornudos consentidores”. Les relataré una decena de historias reales de cornudos que han contactado conmigo para novelar sus historias. Todavía tengo hueco para un par de historias más.

Aquellos de ustedes que deseen que sus morbosas historias de consentimiento cornamental salgan a la luz para que queden reflejadas en un libro para el resto de sus vidas, eso sí, con nombres ficticios... Les espero.

PEPOTECR.