Cara a cara frente a mi Ama.
Llega el momento tras meses de entrenamiento que la sumisa conoce en persona a su Ama
Cara a cara frente a mi Ama.
Salí de la ducha y me puse las medias, zapatos con tacón de aguja y cogí el abrigo. El abrigo me llegaba hasta las rodillas. La sensación del pelo interior del mismo acariciando mi cuerpo desnudo me hacia por momentos no preocuparme de lo que estaba viviendo en esos momentos.
Me miré al espejo, revisando que mi larga melena luciera todo su esplendor y abroche el abrigo. Me dirigi caminando hasta la puerta de casa y antes de abrirla y salir así a la calle ya notaba como la humedad se hacía presente en mi.
Lo pensé dos veces y a punto estuve de dar marcha atrás, no podía creer que aquello que había comenzado tres meses atrás con unos simples correos entre dos mujeres había derivado poco a poco en cada vez un mayor control por su parte y un grado de sumisión mia que me llenaba de excitación. Ahora mi Ama (no me permitía dirigirme de otra manera hacia ella) había dedicido conocerme en persona y sesionar conmigo yo sin capacidad de reacción y con una mente sumisa no supe decir que no y me disponía a ir a la dirección que me había dicho tal como ella me describió en su correo, solo tienes permitido llevar bolso, zapatos, medias y un abrigo.
Respire profundo y abri la puerta de la calle, di dos pasos y una vez en el rellano miré hacia todos los lados comprobando que las puertas de mis vecinos estaban todas cerradas e intentaba tranquilizarme pensando en que nadie notaría que debajo del abrigo no llevaba nada. La verdad es que ya llevaba dos meses largos sin usar ropa interior tal como me había solicitado mi Ama pero siempre llevé un vestido o un conjunto de blusa y minifalda que me daban cierta tranquilidad, esta vez era la primera que salía sin ropa debajo del abrigo lo que unido a los nervios por estar tan cercano el momento en que conocería a mi Ama hacia que mis pulsaciones estuvieran desbordadas.
Llamé al ascensor y al llegar al portal me crucé con la señora Vicenta, la adorable anciana que vivía justo debajo de mi casa, la salude a ella y a su cuidadora y me tranquilizó mucho el ver que no tuvieron la más mínima sospecha.
Salí a la calle y camine 10 minutos hasta la entrada del Metro, bajé las escaleras y me sitúe junto al andén a la espera de la llegada del convoy. Cuando llegó y me subi a pesar de haber sitio no me atreví a sentarme por miedo a que no fuera capaz de taparme bien con el abrigo y que la gente me viera, esto hacia que a pesar de los nervios continuará en una situación de excitación muy grande, esto, unido al calor que hacia en aquel vagón me hizo pasar un mal monento. Veía como todo el mundo se quitaba el abrigo y se quedaba con la blusa, camisa o Jersey pero yo no tenía más remedio que continuar con el abrigo abrochado. Y tras más de media hora de trayecto por fin llegaba a la estación que mi Ama me dijo, me bajé del vagón y salí a la calle en busca de la dirección que me indicó. En ese momento los nervios fueron a las y cuando llegue al portal, me estire el abrigo y llame al portero automático.
Una voz dulce que sin duda era la de mi Ama contesto
¿Quien es?
Soy su sumisa, dije con voz entrecortada y casi susurrando por miedo a que me escuchara alguien.
Sube zorra, llegas tarde.
El oirla llamarme zorra hizo que nos nervios y mi excitación se multiplicarán sin límite.
Cogí el ascensor y mientras subía no paraba de pensar en que según llamara a su puerta debería permanecer con la cabeza agachada para no dirigir mi vista hacia su cara en señal de respeto.
El ascensor paró, salí y me dirige a la puerta B y toque el timbre, en ese momento agaché la cabeza y enseguida hoy como al otro lado de la puerta alguien giraba las llaves, la puerta se abrió:
Eres tal y como me imaginé zorra, acompañame.
Si mi Ama, le dije sin atreverme a levantar la mirada y ver cómo era mi Ama.
Caminé tras ella hasta una habitación que se encontraba prácticamente vacía.
Quitate la ropa y ponte en posición de inspección, tal como hemos entrenado durante estos meses, zorra.
Si mi Ama, le contesté mientras me bajaba la cremallera del abrigo.
Echa toda tu ropa en esa bolsa, me dijo señalando una bolsa de basura que había en el suelo.
Metí el abrigo, después me quite los zapatos y las medias y junto con el bolso lo introduje todo en la bolsa. Me puse en posición de inspección continuando con la cabeza agachada, hasta que mi Ama se acercó a mi y levantándome de la barbilla con su mano dijo.
- Mirame zorra, aquí tienes a tu Ama, vamos a ser muy felices las dos aquí juntas.
Yo observé a mi Ama antes de que me hiciera agachar de nuevo la cabeza, mi Ama a pesar de tener 35 años, aparentaba ser una joven de menos de treinta y eso a mis 45 años me ponía aún más excitada, sentirme dominada por una jovencilla era algo que siempre me había provocado satisfacción. Pude comprobar cómo vestía únicamente con sujetador, tanga y un liguero que sujetaba sus medias, los zapatos eran de taco alto y por encima llevaba una bata de lencería sin abrochar.
Comenzó a acariciar mis pechos y poco a poco fue bajando hasta llegar a mi pubis, note como empezó a acariciarme a la vez que me introducía sus dedos.
Veo que me hiciste caso y vienés bien depilada, además estas mojada cosa que me encanta y me acerco los dedos que acababa de sacar de mi vagina a mi boca y yo los chupe sin rechistar.
Date la vuelta zorra y ponte en posición de uso.
Si mi Ama, le dije mientras caía al piso sobre mis extremidades y bajaba la cabeza hasta apoyarla en el suelo. Abrí bien los muslos como me había enseñado mi Ama a hacer en esta posición y creía que recibiría mi primer azote, pero no fue así, paso sus manos sobre mi ano y mientras lo hacía sonrió.
Veo que también dejaste tu ano completamente rasurado, eres una zorra muy obediente, puedes levantarte.
Escuchame zorra,
A partir de ahora y tal como hacías en tu casa mientras vivas aquí permanecerás desnuda, tienes prohibido correrte sin mi permiso y solo usarlas vestidos cuando te saqué a la calle. Hoy mismo comenzaremos los castigos y así comprobare que los avances que me decías por correo eran reales.
Si, mi Ama
Ahora acompañame y te enseñare la casa.
Me levante y comencé a caminar detras de ella, me enseño la cocina, salón, varias habitaciones y dos cuartos de baño cuando finalmente dijo, y he dejado para el final el cuarto que más te va a gustar zorrita mia.
Al abrirlo pude ver cómo en el tenía varios aparatos que ella calificó de tortura, así como todo tipo de cuerdas, vibradores, pinzas, paletas y un montón de herramientas más que no me dio tiempo a ver.
Se que estas deseando probar todo esto zorra pero ahora saldremos a pasear un rato antes del castigo. Ponte en posición de espera mientras voy a por tus cosas.
Me quedé esperando y enseguida apareció mi Ama.
Llevarás las bolas chinas tal como hiciste para ir a tu trabajo durante las últimas semanas, toma
Yo estire el brazo y sin decirle nada me abri bien de piernas y me las introduje.
- Veo que el entrenamiento ha dado sus frutos, aseveró. Ahora el plug anal, continuó
Y me dio un plug para que me lo colocara.
Todos tus agujeros me pertenecen zorra, ¿lo has entendido?
Si mi Ama, lo he entendido.
A continuación me puso un collar en el cuello, era un collar de perro y se que lo escogió para que se notará que era así, me dio una cazadora y me dijo vistete que nos vamos a pasear. La cazadora me cubría a duras penas el trasero y tenía que estar estirandola continuamente, me puse los zapatos que mi Ama me acerco con más tacón que los que yo había traído y sin medias ni nada a pesar del frío y dijo:
Ven que te ate la correa al collar que no está permitido llevar a las perritas sueltas, otro dia te pondré bozal y así no tendrás que ir con Correa.
Mi Ama me había llamado perrita y no zorra como en anteriores ocasiones y eso me gusto.
Salimos a un parque situado tras la casa de mi Ama, allí me llevo al césped y me hizo ponerme a cuatro patas, mi humillación era cada vez mayor, en esta postura la cazadora dejaba al aire todo mi coño y mi culo.
- Si quieres orinar quitate las bolas y hazlo aquí como una perrita, dijo mi Ama, sino tendrás que aguantar hasta mañana.
Sin levantarme, me saque las bolas chinas y mirando a mi Ama, levante la pierna como una perrita y orine, no podía sentir mayor humillación.
Mi Ama me acarició el pelo mientras me decía, que perrita más bien educada, que orgullosa estoy de ti.
Me volví a poner las bolas y mi Ama tiró de la Correa para volver a casa, permitiéndome ponerme en pie.
Estas haciéndolo muy bien perra, me iba diciendo mientras caminabamos.
Gracias mi Ama.
Al llegar a casa me quite la cazadora y sin que ella me dijera nada me arrodillé con la cabeza agachada en señal de respeto.
Muy bien perrita, veo que estos meses de entrenamiento los has aprovechado muy bien.
Y a continuación me cogió del brazo, yo me levante y me llevo al cuarto de tortura.
Por ser el primer día hoy el castigo será pequeño perrita mia, me dijo mientras vi como cogía una paleta de ping pong.
Se sentó y me hizo ponerme boca abajo sobre sus rodillas. Recibí 50 paletazos en cada uno de mis cachetes que me dejaron en carne viva.
A pesar del dolor mi excitación era tremenda, sabia que estaba viviendo lo que siempre desee y no había hecho más que comenzar.