Capturar a un contrabandista - Cap. 7
Una fiesta
Capturar a un contrabandista
Título original: To Catch a Smuggler
Autor: BlueWords (bluewords@yahoo.com) Copyright (c) 1999 David Wright
Traducido por GGG, febrero de 2002
Capítulo 7
"Señor, Anderson ha salido en una limusina con la agente Summer. Se han dirigido hacia el norte por Long Island. Los agentes que les vigilan dicen que iban los dos muy bien vestidos." El agente Wilson depositó unas cuantas fotografías de Rhianna y Anderson subiendo a un coche largo.
Vessor estudió las fotos. "Camino de una fiesta, parece," dijo a Wilson.
"¿Cree que Anderson va a intentar algo esta noche, señor?"
"No, es poco probable. Creo que la agente Summer hubiera conseguido enviarnos alguna señal. Parece improbable que vaya a intentar hacer una recogida esta noche. Le están siguiendo, ¿verdad?"
"Sí señor, sin ningún problema, no hace ningún intento de evasión."
"Bien, una razón más para pensar que no habrá cargamento esta noche."
"Está trabajando hasta muy tarde, señor. Creí que tenía algún asunto que atender."
"Lo tenía, pero tuve que cancelarlo por razones personales. Me ocuparé del siguiente." Vessor asintió a Wilson con un gesto de despedida, y siguió con el trabajo que estaba revisando cuando Wilson entró.
Wilson sonrió torpemente, se dio la vuelta y salió de la habitación.
Condujeron hasta una gran finca en algún sitio de la parte alta de Long Island. Rhianna llevó los ojos vendados todo el viaje, así que no vio exactamente donde iban. Esperaba que el FBI se las hubiera apañado para seguirles, pero en cualquier caso no estaba segura de lo que podrían hacer, así que supuso que no importaba. No creía que Anderson pudiera contrabandear nada esa noche.
"Quiero que me llames 'Amo' en la fiesta, mascota. Solo esta noche. Es lo que se espera, y además, odio parecer vanidoso, pero intento lucirme esta noche."
"Sí s... amo," replicó Rhianna. Estaba de rodillas en el suelo a sus pies, con la venda cubriéndole los ojos. Se dio cuenta que era la misma posición en la que estaba cuando Vessor la había soltado en el Kennel. Anderson la había tocado y le había acariciado el pecho a través del vestido unas cuantas veces, pero la mayor parte del tiempo la dejó sola.
"Creo que disfrutarás en la fiesta, mascota. Sé lo que quiero."
"Sí, amo," fue todo lo que pudo pensar como respuesta.
La ayudó a salir del coche cuando llegaron, y Rhianna encontró ligeramente divertido que fuera la segunda vez en una semana que necesitaba ayuda para salir de una limusina mientras estaba atada y con los ojos vendados. La llevó dentro con una correa enganchada a su collar. Tenía esposados los tobillos y las muñecas, las muñecas unidas detrás de ella, su bonito vestido y los zapatos nuevos y nada más. Anduvo con cuidado, intentando no tropezar. Él le mantuvo la venda hasta que pasaron la puerta de donde quiera que estuviesen. Una vez dentro, Rhianna parpadeó deslumbrada, luego miró a su alrededor.
La mansión, porque estaba segura que lo era, estaba profusamente decorada. Estaba en un gran recibidor y a cada lado había largos y altos vestíbulos. Frente a ella había una gran sala, que parecía algo así como un salón de baile. Había una bola de espejos colgando del techo, y sonaba una especie de música ambiental. Sin embargo la gente no estaba vestida como para un baile. Rhianna notó que ella y Anderson parecían normales entre la multitud de cuero, caucho y plástico.
Muchos hombres y mujeres estaban vestidos con ropa de fiesta de lujo normal. Rhianna suponía que eran los amos y amas. Había una cantidad similar de gente vestida con grilletes de cuero, cadenas, trajes de caucho, atuendos confinantes de todo tipo. Una mujer caminaba a su lado con una correa similar a la suya. La mujer llevaba botas de tacón alto trabadas con una cadena corta, y un traje de caucho que cubría casi todo su cuerpo, excepto la cara, los pechos, el culo y la entrepierna. Llevaba las manos atadas tras la espalda, y una pequeña cadena conectaba los anillos de sus pezones. Estaba amordazada con lo que parecía una bola negra muy grande.
Había otras esclavas vestidas de forma similar, o sin vestir. Algunas estaban casi desnudas a excepción de sus cadenas. Otras estaban cubiertas de la cabeza a los pies con algunos atuendos estrafalarios. Unas pocas estaban vestidas como Rhianna, con vestido de fiesta o esmoquin. Casi todas tenían un collar o algún otro dispositivo notoriamente restrictivo.
Rhianna y Anderson se movieron entre la multitud. Anderson cogió un fino vaso de champán para él y lo bebió abstraídamente mientras caminaban. De vez en cuando decía hola a personas que pasaban. Mucha gente parecía conocerle. La llevó a un lateral de la gran sala y le mostró una exhibición que tenía lugar en un pequeño recoveco.
Rhianna quedó muda de la impresión. Una mujer estaba atada a una gran cruz en forma de 'X' con lo que parecían docenas de metros de cuerda. Un gran consolador estaba en su interior sujeto sin firmeza con más cuerda. Había cables finos en sus pechos y en el área de su entrepierna, los cables venían de un caja que un hombre sentado en una silla estaba manipulando. La mujer parecía tener espasmos, y Rhianna observó que el consolador entraba y salía de ella, solo como consecuencia de la acción muscular de la mujer. Se agitaba en sus ligaduras de una forma que era obvio para todo el mundo que estaba teniendo un orgasmo. El hombre de la caja no la dejó, y pronto la mujer tuvo otro orgasmo, retenida en sus cuerdas.
Anderson entró y Rhianna le siguió. Había muchas de tales 'escenas' en marcha. Un hombre, suspendido horizontalmente boca abajo, por los brazos y piernas y un ancho cinturón enganchados por cadenas al techo. Salvo eso estaba desnudo, una enorme mordaza le llenaba la boca. Una mujer tras él llevaba un consolador adosado que estaba lubrificando. Se acercó al hombre por detrás y de forma un poco rápida le metió el consolador en el culo y empezó a follárselo con rudeza. El hombre gimió y se retorció, sus ojos miraban a todas partes y se cruzaron con los de Rhianna durante unos instantes. Luego se agitó, y su corrida surgió a borbotones desde su pene tieso hasta el suelo. La mujer que estaba tras él se rió y siguió follándoselo.
Otras escenas, una mujer atada a una silla, un hombre doblado sobre una barra estaba siendo azotado, otra mujer, sin ninguna atadura, simplemente tumbada en un banco estaba siendo follada por su amante. Rhianna se preguntó que tendría Anderson guardado para ella.
Llegaron a una escena en la que una mujer vestida de látex y aparentemente adornada con diamantes estaba utilizando un látigo alegremente sobre una chica atada. La chica que colgaba allí ya había recibido varios golpes de látigo y se agitaba bajo otro cuando Rhianna y Anderson llegaron. Anderson miró al ama y volvió la cara con disgusto, tirando de la correa de Rhianna.
"Vamos, dejemos este," dijo, aparentemente nervioso. Sin embargo Rhianna no se movió. Tras su primer vistazo a la escena, con la chica siendo flagelada, se había quedado petrificada y con los ojos cerrados.
"No, por favor," susurró a nadie.
De repente Anderson notó que no se movía detrás de él cuando tuvo que tirar de la correa.
"¿Mascota? Vamos - mascota." Rhianna parecía no oírle. "¿Rhianna?" le preguntó, utilizando su nombre contra su costumbre. "Rhianna, ¿estás bien?"
Rhianna sintió que el suelo se movía bajo sus pies. En su mente, estaba de nuevo atada, viendo el feo rostro del secuaz de Atamo. Estaba levantando el látigo, a punto de golpearla cuando alguien la llamó por su nombre. Nunca habían usado su nombre en el barco de Atamo. Le habían asignado algún otro nombre. ¿Qué estaba pasando?"
Rhianna luchó por recordar. No estaba en el espantoso barco, había sido rescatada, junto con Tonya y María. En vez de allí estaba en una fiesta, simulando ser la esclava de alguien. Anderson, Matthew Anderson, y la estaba llamando por su nombre. Abrió los ojos.
"Señor," dijo de forma casi inaudible. Miró a su alrededor, asegurándose de que no estaba en un barco.
"Mascota, ¿estás bien? ¿Qué es lo que va mal?" Anderson estaba sinceramente preocupado.
"Lo siento, amo. Lo siento. La..., la mujer del látigo, ella..." Rhianna se estremeció ligeramente. Anderson le pasó el brazo y la alejó de la escena.
"De acuerdo, mascota. Es una puta malvada, y yo intento evitarla si es posible. Mis pocos tratos con ella han sido desagradables." Anderson rodeaba a Rhianna con el brazo y, si no llevara los brazos atados atrás, podía haberse sentido casi normal. "¿Era eso, te hacía eso tu primer amo?"
"Sí señor," le dijo suavemente al oído. "Fui flagelada mucho. Lo siento, amo, por..." Anderson le puso un dedo en los labios.
"Está bien, Rhianna. Nunca te lo haré. Estás a salvo conmigo, ¿vale?" Le sonrió y ella se sintió a salvo. "¿Estás bien ahora? Podemos irnos si te sientes mal."
Rhianna se sorprendió ante esto, especialmente porque él había estado esperando con ilusión esta fiesta. Empezó a preocuparse sobre la posibilidades de completar su misión, y si ella no pudiera soportar la fiesta, podría decidir deshacerse de ella. Sintió que tenía que seguir. Además ahora se sentía mejor. Él no la trataría de esa forma, de momento parecía cuidarla.
"No, amo, por favor. Estoy perfectamente ahora. Le prometo que no me volverá a ocurrir." Anderson la miró y pareció decidir que estaba diciendo la verdad. Ahora estaban suficientemente lejos de la flagelación, así que le retiró el brazo y la llevó de nuevo de la correa. Siguió paseándola como antes. Pero de vez en cuando le echaba un vistazo para asegurarse de que estaba bien.
Una mujer bien vestida, de edad similar a la de Rhianna se acercó a Anderson. "Matthew, ¿cómo estás?" le preguntó con excitación. Le agarró la cabeza y le besó directamente en la boca, de forma espectacular.
Anderson pareció ligeramente molesto con la mujer. Dio un paso atrás alejándose. "Estoy muy bien, Gwen." Se volvió a Rhianna. "Gwen, mi nueva mascota. Mascota, ésta es Gwen." Rhianna intentó hacer una pequeña reverencia.
"Es adorable, Matty, verdaderamente adorable." Gwen agarró el vestido de Rhianna, como si fuera a subírselo para conseguir una vista mejor de lo que había debajo. Anderson le golpeó levemente en la mano.
"Vale, ya vale Gwen, tú lo sabes bien," le dijo.
Gwen hizo un mohín. "Tú y tu política de no tocar," dijo, malhumorada. Luego cambió de expresión y sonrió, aparentemente olvidado el incidente. "Bien, ¿desde cuándo la tienes, Matty?"
"Solo desde hace unos días. Es su primera fiesta."
"Bien, tendremos que hacer que se sienta bienvenida." Gwen se inclinó y besó ligeramente a Rhianna en ambas mejillas, acariciando sus pechos mientras lo hacía. Rhianna se quedó un poco sorprendida.
"Gracias, ama," dijo Rhianna vacilante.
Anderson de repente clavó la vista en un hombre negro muy alto entre la multitud. "Buen dios, es Mumbuso Mulata. Llevaba meses esperando hablar con él." Se volvió a Rhianna. "Es un hombre muy importante en los círculos africanos de arte. Si pudiera hablar con él..."
"Bien, por qué no sigues adelante," le metió prisa Gwen.
"Tengo entendido que es gay, y no le gusta hablar si hay mujeres alrededor." Inclinó la cabeza hacia Rhianna, indicando que a Mulata podría no gustarle su presencia.
"Puedo vigilar a tu mascota, Matty, si quieres ir a hablar con el señor Mulata."
Anderson se volvió a mirar a Gwen, estudiándola durante unos segundos.
"¿Prometes no tocarla?" le preguntó, con una mirada furiosa.
Gwen hizo otro mohín. "Sí, te lo prometo, Matty. Vete a tu charla. Las mujeres estaremos perfectamente si ti."
Anderson se volvió a Rhianna. "Solo estaré ausente unos minutos." Pasó la correa de Rhianna a Gwen y se fue para hablar con el negro alto.
"Ahora," dijo Gwen a Rhianna, tirando de ella, "veamos en que problemas podemos meternos."
Gwen llevó a Rhianna a dar una vuelta por la sala, mirando los cuadros que se representaban. Era distinta a cualquier fiesta que Rhianna hubiera visto o imaginado en su vida. Viendo la multitud del centro de la sala podría haber parecido casi normal, si considerabas normal lo que la gente llevaba, o no llevaba. Pero a lo largo del borde de la sala la historia era otra. Había muchos dispositivos restrictivos en las paredes de la sala, cada uno en su propio hueco. La mayoría estaban siendo utilizados.
Llegaron hasta un hombre que estaba atado de forma bastante simple. Un poste subía del suelo hasta unos cuatro pies (1,20 m). Los brazos del hombre estaban atados tras él, sujetos a la parte superior del poste. Las piernas separadas por una barra separadora enganchada a los grilletes de sus tobillos. Tenía los ojos vendados con una delgada venda que le rodeaba la cabeza. Lo único que llevaba, además de eso, era un arnés de cuero para la polla y los huevos, que mantenía sus ocho pulgadas (unos 20 cm) de polla tiesa y rígida frente a él. No había ningún amo o ama en los alrededores y Rhianna vio un rótulo que decía "Por favor, úselo", colgando de una cadena enganchada a pinzas en sus pezones. Aparentemente había sido dejado allí por alguien.
"Oh, dios, mira que tamaño, querida," dijo Gwen. Su polla era gruesa y dura, la cabeza púrpura, una pequeña cantidad de jugo seminal goteaba de ella. "¿No sería maravilloso tenerla en tu boca, querida?" Gwen se dirigió al hombre tirando de Rhianna tras ella. "¿Por qué no le haces un favor?" le preguntó.
"No, ama, yo... mi amo no querría que lo hiciera." Rhianna esperaba que no la forzaría a hacerle una mamada, y esperaba que hiciera honor a su promesa.
Gwen volvió a hacer un mohín. "Oh, está bien. Dios mío, eres tan mala como él, ¿verdad?" Se acercó y agarró el pene del hombre y empezó a acariciarlo. "¿Estás segura de que no quieres probarlo? No lo contaré, lo sabes."
Rhianna negó con la cabeza. Si hubiera querido 'hacerle un favor' no habría confiado en que Gwen no lo contase. Gwen suspiró y dejó la polla del hombre en paz. "Oh, bueno," dijo.
Siguieron andando, y Rhianna se sorprendía continuamente ante lo que veía. En una escena sus ojos se abrieron sorprendidos y Gwen lo notó.
"Oh, ¿le gustaría a la mascota de Matty probar eso?" Rhianna volvió a negar con la cabeza, pero no podía dejar de mirar. Sobre una plataforma ligeramente elevada una mujer estaba atada a algo que parecía un caballete almohadillado. Sus brazos y piernas estaban enganchados a las patas del caballete y la cabeza y el culo colgaban un poco en cada extremo. Había dos hombres grandes y musculosos uno en cada extremo de ella. Uno estaba follándose vigorosamente su coño, y el otro estaba metiendo su polla bien a fondo en su garganta. Como remate había dos mujeres, amas, supuso Rhianna, azotando a los hombres con largas paletas. Rhianna pensó que era una de las cosas más extrañas que había visto nunca. Sintió un tirón en su collar, y Gwen siguió caminando. Rhianna estaba avergonzada de su curiosidad por la escena.
Llegaron a un sitio donde no había nadie atado. Había cadenas colgando del techo y algunas más enganchadas al suelo.
"Aquí, vamos a divertirnos un poco," le dijo Gwen. Había metido a Rhianna en medio de las cadenas. "Aquí, déjame que te suelte las manos." Rhianna no sabía cómo reaccionar. Estaba segura de que no era una buena idea, pero no estaba segura de que pudiera resistir a Gwen. Había prometido no tocarla, pero quien sabía en que estaría pensando. En todo caso, ¿dónde demonios estaba Matthew?
Gwen intentó desenganchar las manos de Rhianna para poder engancharlas a una de las cadenas que colgaban. Rhianna decidió que Matthew no toleraría esto, y estaba totalmente segura de que ella no quería que Gwen la atara. Retiró las manos lejos de Gwen.
"Ama, por favor. Mi amo fue claro cuando dijo que no me tocara. No creo que quiera esto."
La cara de Gwen mostró su enfado. Estaba a punto de decir algo cuando Anderson llegó.
"Y tienes razón. ¿Dónde ibas, Gwen?" La cara de Gwen mudó del enfado a la sonrisa en un instante. Rhianna había pensado que Gwen estaba a punto de golpearla, pero ahora era todo dulzura.
"Oh, Matty, precisamente iba a enseñar aquí a tu 'mascota' cómo funcionan estas cosas. Me preguntó por ellas y..."
"Oh, apostaría a que lo hubieras hecho, Gwen. Si no hubiera estado tan desesperado por hablar con Mulata nunca hubiera dejado a mi mascota sola contigo. Debería confiar más en mis instintos."
"Matty, no le hubiera hecho daño. Me conoces, solo iba a..."
Anderson la interrumpió de nuevo. "Probablemente ibas a azotarla, sé lo que te gusta, Gwen. Rhianna está muy asustadiza con los látigos y todo eso. Su primer amo la maltrataba de mala manera."
Entonces el rostro de Gwen se suavizó, mientras miraba a Rhianna. "Oh, pobrecita. Lo siento, realmente lo siento. Matty sabe que solo estaba jugando." No podía saber si la otra mujer hablaba en serio o no pero parecía darlo a entender, así que Rhianna se fió de sus palabras.
"Lo siento si la ofendí, ama," le dijo Rhianna.
"Oh, Matty, siempre es tan dulce. No ha habido ninguna ofensa, cariño," dijo Gwen. Se inclinó hacia Rhianna como si fuera a besarla en la mejilla y le susurró al oído, "Lo que realmente quería hacer era llevarte a algún sitio y follarte tonta. Puede que, si tienes suerte, Matty te lo haga. He oído que es muy bueno, si te gusta ese tipo de cosas." Gwen la besó en la mejilla y se echó hacia atrás.
"Bueno, Matty, supongo que encontraré otra víctima." Se rió en alto como si fuera un chiste muy bueno, besó a Anderson en los labios de nuevo y se largó.
Matthew meneó la cabeza. "A veces no la soporto. ¡Qué demonios! No la soporto nunca". Miró Rhianna. "¿Estás bien?" le preguntó.
"Oh, amo, estoy muy bien, ahora que está aquí," replicó. Al momento se quedó sorprendida con su propia respuesta. ¿De dónde había salido eso? pensó.
Anderson la besó de lleno en los labios, muy apasionadamente. Rhianna se encontró a sí misma deseando que sus manos no estuvieran atadas todavía, para poder retenerle durante el beso.
"Parece que tengo un problema siempre que te dejo con otras personas, mascota," dijo, rompiendo el beso. "Tendré que intentar estar más disponible. Si sirve de consuelo, mi conversación con Mulata fue muy productiva."
"Eso está muy bien, amo," dijo ella.
Anderson la llevó a unos cuantos pasos de las cadenas, luego se volvió hacia ella. "Sé que no llevamos mucho tiempo juntos, pero me gustaría preguntarte, ¿tienes confianza en mí, mascota?"
Rhianna se asustó un poco de la pregunta, pero se encontró a sí misma contestando, sin pensar cual podía ser la respuesta apropiada. "Sí, amo, desde luego que la tengo." Otra respuesta sorprendente, pensó, más incluso porque era la verdad.
"Bueno, bien, porque encontré lo que estaba buscando, al otro lado de la sala. Pero antes..." dijo. Desenganchó sus manos y luego las desató tirando hacia arriba de su vestido y quitándoselo, dejándola desnuda. "Vale, vamos," dijo, llevando el vestido en una mano, la correa en la otra.