Capturar a un contrabandista - Cap. 6

Algunas enseñanzas

Capturar a un contrabandista


Título original: To Catch a Smuggler

Autor: BlueWords (bluewords@yahoo.com) Copyright (c) 1999 David Wright

Traducido por GGG, febrero de 2002

Capítulo 6


Sylvia le cogió el vestido y se fue a otra habitación. Allí metió el vestido en una caja que ponía "Cynthia's". Rhianna se contuvo un poco, sin estar lo bastante segura de que debía hacer. Sylvia se dio cuenta.

"Vamos, querida, no te morderé," dijo, "en todo caso, no demasiado fuerte." Sonrió, y Rhianna se preocupó un poco más. No obstante se acercó a la otra mujer.

"Eres realmente deliciosa, pequeña," le dijo Sylvia. Rhianna era en realidad una o dos pulgadas (2,5 ó 5 cm) más alta que la otra mujer, incluso aunque Sylvia llevara tacones. "Si no fuera por lo posesivo que es Matthew te tendría ahora mismo entre mis piernas. En fin, el cliente siempre tiene razón." Se dio la vuelta y fue a una parte de la tienda donde se exhibían los zapatos. Rhianna la siguió. Estaba un poco molesta por estar desnuda en la tienda, pero aparentemente esta tienda suministraba a amos y esclavos, así que Rhianna se imaginó que no se iba a sorprender ningún cliente. De hecho, no parecía haber ningún otro en la tienda. Por lo menos no había ventanas a la calle.

Sylvia cogió unos cuantos pares de zapatos para que se los probase Rhianna. No había sillas, así que tuvo que ponérselos estando de pie. El primer par era negro y tenía tacones de 4 pulgadas (10 cm). Rhianna pensaba que no iban con el vestido plateado.

"Estos sustituirán a esos horrorosos que traías, querida."

"Sí, señora," contestó Rhianna, pensando que probablemente hablaría de vez en cuando.

"Puedes llamarme Ama Sylvia, querida," le dijo Sylvia.

"Sí, Ama Sylvia," replicó Rhianna. Con ello consiguió una amplia sonrisa de los labios de Sylvia.

"Simplemente voy a tener que pedirte prestada a Matthew por un rato," dijo suavemente. Rhianna esperaba que Matthew se mantuviera firme en su 'posesividad'. De repente cayó en la cuenta habría que acabar con este encargo antes de que se convirtiera en un problema. No soy su esclava, se recordó a sí misma, y estoy pretendiéndolo.

"Déjame verte caminar con ellos," le ordenó Sylvia. Rhianna dio unas zancadas alrededor de la sala durante un rato, con ciertas dificultades.

"No has usado nunca tacones, ¿verdad querida?"

"No, Ama Sylvia." En los siguientes quince minutos, Sylvia le dio indicaciones para caminar con los zapatos. Rhianna se dio cuenta que pasear con los zapatos parecía añadir un balanceo natural a su culo. ¿Es esto lo que les gusta a los hombres? se preguntó.

Sylvia escogió un par que hacía juego con el vestido, luego los puso en sus respectivas cajas. Después Rhianna la siguió hasta otra habitación más. Parecía un salón normal de belleza, con algunas modificaciones. Sylvia la llevó a una silla frente a un lavabo.

"Siéntate aquí un ratito, veré que puedo hacer con tu pelo." Después de que se sentara, Sylvia enganchó una cadena corta desde el brazo de la silla a su brazalete, luego se apartó. Rhianna examinó la cadena y descubrió que estaba enganchada al anillo de su brazalete. No iba a ir a ningún sitio en un rato.

Menos de un minuto después de que estuviera allí entró una joven. Iba vestida con un delantal que le cubría la parte delantera y el trasero, pero estaba claro que no llevaba nada más debajo. Tenía grilletes de cuero en las muñecas y los tobillos, y un collar enganchado en el cuello.

"Le voy a arreglar el pelo, señorita," le dijo la mujer a Rhianna amablemente.

Con el pelo lavado, el cuero cabelludo masajeado se sentía maravillosamente, y Rhianna no quería que se acabase. Cuando estuvo lista, la mujer soltó la muñeca de Rhianna y la llevó a un sillón de peluquería. No le cortó mucho pelo, todavía lo tenía bastante corto, después de haberlo tenido afeitado en el barco de Atamo. Había notado que su pelo había crecido más que el de Tonya.

Rhianna se encontró con que realmente le gustaba el estilo, cuando la mujer terminó. No había dicho nada más que lo imprescindible durante el corte, y Rhianna no la había forzado. Suponía que la estilista era una trabajadora como las que había en el Kennel, o incluso podía ser una de las esclavas de Sylvia (o de Cynthia fuera quien fuese).

La mujer indicó a Rhianna que separase las piernas, y empezó a arreglarle el vello púbico. Cuando estuvo acabado, tenía el aspecto de un pequeño triángulo apuntando hacia su vagina. Rhianna se preguntaba si le picaría más tarde. Luego la mujer empezó a aplicarle cera en sus partes más tiernas, y Rhianna intentó desesperadamente cerrar las piernas. No estaba segura de poder confiar en aquella mujer. La mujer, por su parte, estaba teniendo mucho cuidado de no hacerle el menor daño. Si Rhianna llegara a ser lastimada de alguna forma, la mujer sería castigada.

Rhianna estaba sorprendida de que la cera no doliera mucho. Unas punzadas ligeras cuando se la retiraban, pero por lo demás era agradable. Después de terminar con eso, la mujer echó loción en las piernas de Rhianna y se las afeitó. Hizo lo mismo con las axilas de Rhianna. Rhianna no estaba acostumbrada a recibir tanta atención a su aspecto, pero encontró que le gustaba.

La joven dejó a Rhianna encadenada a la silla de peluquería, y fue a buscar a Sylvia.

A los diez minutos o así, vino Sylvia y soltó a Rhianna de la silla.

"Tienes un aspecto delicioso, niña," le dijo a Rhianna.

"Gracias, Ama Sylvia," respondió Rhianna amablemente. "Ama Sylvia, ¿puedo preguntarle algo?"

"Por supuesto, chica, ¿qué es?"

"¿Conoce bien a Math..., quiero decir, a mi amo? Solo llevo unos días con él.

"Sí, lo sé. Bueno, es un hombre dulce, en general. Un poco exigente cuando juega, pero nunca cruel. Le gusta exhibir a sus esclavas, al menos en las fiestas, esa es la causa del tratamiento completo que has recibido. Durante el resto del tiempo, es bastante reservado. Realmente no sé mucho más de lo que he observado durante nuestras coincidencias sociales."

"Gracias, Ama Sylvia," dijo Rhianna. Esto simplificaba un poco las cosas. Al menos era poco probable que fuera flagelada mientras estaba con Anderson.

"Bueno, está visto que Matthew no vuelve, y necesitamos encontrar algo que puedas hacer, ¿verdad?" Rhianna estaba segura de que no le gustaría lo que esto significaba. Siguió a Sylvia a la habitación de los espejos, y Sylvia la dirigió hacia la plataforma que había allí. "Ahora, ¿qué podemos hacer? Oh, ya lo sé. ¿Por qué no te masturbas para mí, querida?" Había hecho la petición como si fuera la cosa más normal del mundo pedirlo.

"Ama Sylvia, yo, yo no creo que pueda, yo..."

"Tonterías, querida, estoy segura de que serás capaz. Y ¿qué dijo Matthew antes de irse? 'Haz lo que ella te diga, ¿de acuerdo?' creo que fueron sus palabras." Sylvia tomó asiento y miró a Rhianna expectante.

Rhianna movió lentamente la mano hasta su recién arreglado vello púbico. No estaba lubrificada en absoluto, de modo que se lamió el dedo para que resultara más fácil acariciarse. Con todo había una expresión levemente dolorida en su cara. Le gustaría estar en cualquier otro sitio.

"Querida niña, intenta sonreír por favor. Actúas como si nunca hubieras tenido audiencia delante."

"No la he tenido, Ama" contestó Rhianna.

Una mirada de curiosidad cubrió la cara de Sylvia, y estudió a la mujer desnuda que tenía delante durante un rato. "Entonces piensa en esto como una práctica para esta noche. ¿Te imaginas lo que puede suceder en la fiesta?" Rhianna sacudió negativamente la cabeza.

"Bueno, entonces intenta pensar en Matthew. Sus fuertes brazos rodeándote, su pene duro empujando en tu interior, su boca sobre tu pecho." A su pesar, Rhianna encontró erótico el cuadro que la otra mujer le estaba pintando, y cerró los ojos para representárselo mejor. Era extraño pero la estaba excitando. Matthew no le había hecho el amor todavía, y se preguntaba cómo sería. El pene que había tenido en la boca empujando profundamente dentro de su vagina. Empezó a acariciarse un poco más deprisa, y la otra mano se elevó por decisión propia a su pecho, jugando con sus pezones. Casi olvidó que estaba en una habitación llena de espejos frente a otra mujer. Casi.

A los pocos minutos, Rhianna empezó a gemir ligeramente. "Eso es, querida mía. Fóllate a ti misma." Rhianna abrió los ojos sorprendida y se encontró a Sylvia de pie a solo un pie (unos 30 cm) más o menos de ella. Se sorprendió al oír la palabrota de la otra mujer. Sin embargo no se detuvo y siguió con lo que estaba haciendo.

Una parte de ella pensaba en lo absurdo de la situación, allí en pie, intentando con decisión provocarse un orgasmo, con otra mujer observando tan próxima. Esa pequeña parte se veía superada por las oleadas de placer que se acercaban. Gimió un poco más fuerte.

Justo antes de que la golpeara el orgasmo, sus ojos se cerraron, y empezó a pensar en Anderson, dentro de ella. "Oh dios, Matthew," dijo sin aliento mientras se corría, cayendo de rodillas. Cuando todo pasó se encontró muy sorprendida de lo que había sido capaz de hacer, y de lo fuertes que eran los sentimientos. Movió la cabeza ligeramente.

"Fue maravilloso, querida, absolutamente maravilloso," le dijo Sylvia.

"Sí lo fue," dijo una voz masculina desde la entrada.

Los ojos de Rhianna volaron por la sala, el dedo todavía en su interior. Sintió que un rubor cálido le cubría el cuerpo desde la cabeza a los pies. Anderson se acercó a ella.

"Aquí, mascota, ponte de pie y vístete, ¿vale?"

Asintió sin decir nada. "Sí, señor," cuchicheó. Se apañó para dirigirse al vestuario sin tambalearse.

"Curiosa muchacha, Matthew, pero soberbia," oyó que decía Sylvia. No pudo oír la respuesta de Anderson.


Vestida con la blusa y la falda, con sus zapatos negros nuevos, y llevando la ropa para la fiesta en las cajas, Rhianna salió de la tienda de Cynthia con Anderson, para ir a comer. Eligieron un pequeño restaurante francés unas manzanas más abajo. Anderson pidió para ambos, en francés, de modo que Rhianna no supo lo que iba a comer hasta que llegó. Resultó ser una ensalada ligera y una sopa fría pero sabrosa. Tenía mucha hambre.

"Sylvia se pasó de la raya con ese truco," le dijo Anderson. "No obstante, estoy muy orgulloso de ti, mascota," dijo sonriéndole. Su sonrisa era contagiosa, y ella se la devolvió.

"Gracias, señor," dijo casi creyéndolo. En alguna parte en el fondo de su mente una vocecita le decía "contrabandista de armas", y deseaba que aquella voz se callara y la dejara disfrutar.

"Sylvia te encontró bastante curiosa," le dijo. "Me dijo que no parecías muy familiarizada con este estilo de vida, pero que te lo tomabas muy en serio."

Rhianna pensó cual debería ser su respuesta. Ajustada a su historia en primer lugar, luego tan veraz como fuera posible. "Supongo que no estoy muy familiarizada con esta 'forma de vida', señor. Mi primer amo solo me flagelaba, y el segundo no hacía realmente nada. Necesitaba algo más. Él no sabía mucho, excepto lo que conocía del Kennel. Decidí que podía ser por donde debía empezar."

"Cuéntame, ¿cuál fue tu primera experiencia en el sado?"

"Con mi primer novio, señor. Era un muchacho agradable, y una vez intentó atarme las manos con su camisa. Mi orgasmo fue tan escandaloso que casi nos pillan sus padres." De acuerdo, no era muy cierta, pero Anderson parecía tragárselo. En todo caso no era una historia muy mala. "Rompimos por otras razones, y no pude encontrar un novio que me dominara hasta mi primer amo. Luego, fue demasiado lejos y tuve que escaparme literalmente. Mi segundo amo me prometió no maltratarme. Creo que quería que me enamorara de él, pero realmente pienso que no era mi tipo."

"¿Y qué me dices de mí?"

"¿Señor?"

"¿Soy tu tipo?"

Rhianna se detuvo. Realmente lo era. Si no fuera un criminal, a Rhianna le habría encantado estar con él, quizás incluso jugando a algunos 'juegos' como estaban haciendo, aunque no todo el tiempo como esperaba él. Tal vez eso quería decir que no era su tipo. "No lo sé, señor. Me gusta."

Él asintió, y ella esperó que la verdad fuera la respuesta correcta. "Tú también me gustas, mascota." Dio un sorbo a su bebida. "Veremos cómo va, ¿de acuerdo?"

Rhianna asintió.

"Volveremos al apartamento después de comer y nos lo tomaremos con calma hasta la fiesta. Puede que quieras dormir la siesta, las fiestas tienden a ser muy activas."

"¿Qué va a pasar allí, señor?" preguntó.

"Oh, ya lo verás. Estoy seguro de que te divertirás." En su boca se formó una sonrisa pícara, y no dio más detalles.

Se decidió a cambiar de tema. "Señor, tengo curiosidad por su trabajo. Suena muy interesante."

"Lo era al principio, pero ahora, es un trabajo como otro cualquiera. Pensaba que tenía una línea de trabajo interesante. Siempre me gustó el arte, tengo un master. Y era un camino por el que podía conseguir mucho dinero. Conseguí encargos de gente rica para localizar cierto tipo de objetos de arte, e importarlos si era necesario. Antes de importar arte, trabajaba vendiendo coches, ¿podrías creerlo?" Rhianna podía, había visto su perfil. "Luego averigüé que podía importar coches deportivos caros y cómo hacerlo, y conseguí hacerlo durante un tiempo, hice mucho dinero. Luego descubrí que podía hacer aún más dinero importando arte, y que con el arte no tenía que conseguir modificaciones para cumplir las leyes de Limpieza del Aire de California."

"En una ocasión tuve una secretaria trabajando para mí, pero se aburría, al no tener mucho que hacer. Me di cuenta que la mayor parte de las veces, podía manejar mi parte del negocio por mí mismo. Incluso he conseguido un par de comisiones de museos. La mayor parte de las veces ha sido divertido, excepto por el papeleo. Pero acabas cayendo en la rutina, y resulta bastante sencillo. En su mayor parte consiste en tener contactos en otros países."

"¿Habla otros idiomas, además del francés?" preguntó Rhianna.

"Un poco de todos. No necesito mucho la mayor parte del tiempo. En todo caso, esto es lo que hago."

"Me resulta interesante, señor," dijo. "¿Tiene que volar a otros países?

"Bueno, lo hacía. Ahora, sobre todo tengo contactos en otros sitios, y me consiguen material. Supongo que suena a trabajo con glamour, pero ahora es más o menos rutinario para mí." Rhianna notó una expresión levemente dolorosa cuando habló de sus contactos en otros países. Se preguntó si habría tenido problemas con ellos.

"Lamento que no sea tan divertido como antes, señor."

"Bueno, es por eso por lo que tengo a ti ahora, ¿verdad?" Rhianna se sonrojó ligeramente ante esto, sin estar segura de la razón.

Terminaron de comer y tomaron un taxi hasta su apartamento


Rhianna estaba trabada con cadenas cortas entre sus tobillos y sus muñecas. Anderson le sugirió que se echara una siesta.

Creo que lo haré dentro de un rato, señor. Me estaba preguntando, ¿querría que probara a automatizar sus cuentas un poco más? Es algo que se me da bien, y podría ayudarle." Se había dirigido hasta su despacho y revisaba la carpeta que

le había sacado el día anterior.

"Sabes que no sería mala idea después de todo. Mi asesor fiscal siempre está tras de mí para conseguir mejores datos. No es mi fuerte, me temo. Creo que puedes, cuando tengas un momento libre, seguir con ello."

Rhianna asintió. Intentaba revisar la carpeta sin que pareciera que buscaba pistas. Parecía ser un revoltijo de papeles, recibos, albaranes de embarque, planificaciones. Necesitaba más tiempo para revisarlo, pero no parecía haber mucho allí. Decidió que tendría que intentar revisar más al día siguiente. Ahora se suponía que debía echarse una siesta. Estaba un poco cansada, y Anderson dijo que podían volver tarde. Se arrastró hasta el dormitorio y se tumbó en la cama.

Anderson resistió las ganas de seguirla a la cama y destrozarla. Quería reservarse para esa noche en la fiesta. Era casi perfecto, tener una esclava nueva para la fiesta. A pesar de sus otras preocupaciones estaba resultando perfecta.