Capturar a un contrabandista - Cap. 11 P1

Se produce la captura

Capturar a un contrabandista


Título original: To Catch a Smuggler

Autor: BlueWords (bluewords@yahoo.com) Copyright (c) 1999 David Wright

Traducido por GGG, febrero de 2002

Capítulo 11 parte 1


Estaba casi desnuda, pero salvo eso sin nada que la molestara. Se sentó cerca de Anderson en el coche que él conducía. Nada de limusina hoy, supuso. Anderson había hecho alguna maniobra sorprendente, y Rhianna pensó que habrían perdido a cualquiera que les estuviera siguiendo para entonces. Incluso había comprobado el coche en busca de anomalías y lo había encontrado limpio. Rhianna sabía que existían dispositivos de rastreo que solo envían señales intermitentes y era muy improbable que fueran captados por ningún detector que pudiera tener Anderson. Esperaba que sus compañeros agentes hubieran conseguido colocar uno de ellos en el coche, puesto que no había podido decirles la localización exacta del embarque.

Rhianna se preguntaba que habría vuelto a Anderson tan paranoico. Incluso si no sospecharía de ella.

Llevaba puesta una camiseta larga, pero nada más. Era así para que la policía no les detuviera en caso de que les vieran, le dijo. Ella no sabía adonde se dirigían.

Dejaron la ciudad y empezaron a bajar siguiendo la costa. El viaje era agradable, el tiempo cálido aunque el sol estaba bajo en el cielo, y Rhianna empezaba a preocuparse cada vez más a causa del paisaje abierto. Cuanto menos hubiera a su alrededor, menos habría para que ella pudiera esconderse. A pesar del entorno relajante, Rhianna se estaba poniendo cada vez más nerviosa.

Finalmente abandonaron la autopista y se dirigieron hacia la línea de costa atlántica. Continuaron hasta que llegaron hasta un grupo de edificios justo en las proximidades del agua. Rhianna los reconoció como cobertizos para embarcaciones, todos en mal estado. Se preguntó cómo, con el precio al que estaba el suelo aquí, se habían dejado arruinar estos edificios. No sabía que Matthew Anderson era el propietario de este tramo de costa y de los edificios que había en él. El aspecto de abandono era un disfraz necesario para su negocio.

Se encaminaron a uno de los edificios más grandes y de apariencia más sólida, y Anderson detuvo el coche.

"Hemos llegado," dijo innecesariamente y salió. Abrió su puerta y ella se bajó con cuidado por sus pies desnudos. Matthew le sonrió. "Puedes darme la camiseta ahora."

Rhianna miró a su alrededor, poco dispuesta a andar desnuda en un espacio abierto como aquel. "Está bien, mascota. No hay nadie que te pueda ver. Esta es parte del precio que debes pagar por querer venir conmigo,"  dijo Matthew soltando su mano.

"Sí, Señor," dijo Rhianna y se quitó su única ropa y quedó desnuda en la reunión crepuscular.

Cogió la camiseta y sacó del bolsillo un juego de esposas para las manos. "Vuélvete," le ordenó. Rhianna hizo lo que se le decía, y al momento tuvo las manos esposadas a su espalda.

Sin decir palabra él se encaminó hacia la puerta y Rhianna le siguió. Olvidó enseguida su desnudez y se inquietó por lo que hubiera dentro del edificio. Echó otro vistazo a la desierta orilla. Matthew se dio cuenta de su inspección y pensó que estaría nerviosa por su desnudez. No podía saber que Rhianna se estaba preguntando donde estarían sus compañeros del FBI.

Matthew abrió la puerta con una llave y entraron dentro. El interior del hangar permaneció oscuro hasta que Matthew apretó un interruptor de la pared. El extremo opuesto empezó a abrirse como una gran puerta de garaje, revelando el océano tras él. Siendo exguardacostas Rhianna estaba muy familiarizada con los cobertizos para embarcaciones, y le sorprendió ver que a pesar de su mal estado exterior, el interior de éste estaba apreciablemente bien conservado. El muelle de cemento en forma de herradura estaba limpio y en buen estado, y Rhianna pudo ver que en el techo estaba instalado un montacargas sobre raíles para arrastrar cargas pesadas desde los barcos.

"¿Puedo hablar Señor?" preguntó Rhianna mientras caminaba hacia lo que parecía un área de oficina acristalada.

"Por supuesto, ¿qué quieres?"

"Este sitio parece un poco extraño para hacer negocios."

Matthew se volvió a mirarla. "El cliente que voy a ver es un poco excéntrico," dijo al cabo de un instante. La miró durante un minuto, haciéndola sentirse un poco incómoda con los brazos unidos tras la espalda, luego él se volvió y abrió la puerta de la oficina y la condujo allí.

"Vas a tener que quedarte aquí durante un ratito," dijo, buscando entre los cajones de la mesa que había en el centro de la habitación. "No quiero que nadie te vea ni sepas que estás aquí." Levantó la vista y Rhianna vio que había encontrado una mordaza de bola. "No querrías que ellos te encontraran en este estado ¿verdad?"

"No, Señor."

"¡No Señor es lo correcto!" dijo sonriendo. Matthew se acercó y tomó Rhianna en sus brazos. Le dio uno de sus besos que-derriten-el-cuerpo, antes de meterle la mordaza en la boca y cerrar la correa con un pequeño candado. "No te preocupes. Estarás bien. Sólo tienes que estarte quieta y volveremos a casa enseguida. Mañana podemos ver lo de hacerte unos agujeros, ¿vale?"

Rhianna asintió, preguntándose si habría consentido que la agujerearan, preguntándose cómo sería. Luego recordó que si las cosas iban según el plan, no habría un mañana con él.

"Buena chica." Matthew la besó en la frente y la dejó sola, cerrando con llave la puerta tras él.

Rhianna echó un vistazo alrededor de su prisión. No había mucho que ver. Una mesa, pero sin silla, un par de archivadores, y otra puerta que Rhianna supuso que llevaba a la salida. Había también una escalera circular de caracol de hierro forjado que subía a lo que podía ser otra oficina.

Rhianna decidió revisar los alrededores en primer lugar. Se preguntaba que estaría haciendo Matthew, pero puesto que todas las ventanas estaban pintadas no podía verle. Bueno, eso significaba que él tampoco podía verla a ella. Se sentó en la mesa y se las apañó para pasar las manos esposadas por debajo de su trasero de modo que ahora las tenía delante de ella. Empezó a buscar por la oficina.

El escritorio estaba prácticamente vacío excepto algunos cuadernos de notas en blanco y unas pocos juguetes de sado. Rhianna sintió que no era la primera de sus mujeres que había sido traída aquí.

Examinó los archivadores y se encontró que estaban cerrados. Empujando uno de ellos con el hombro descubrió que era bastante pesado. Quizás era éste donde el guardaba los registros de sus actividades criminales.

Sobre uno de los armarios, empujada hacia el fondo había una bolsa de plástico. Atraída por la curiosidad Rhianna se las ingenió para alcanzarla y la abrió para ver que había dentro. Palideció ante su contenido.

Dentro había un látigo para ganado. Sólo de mirarlo las cicatrices de su cuerpo empezaron a picarle. Con las manos esposadas consiguió sacar el látigo de la bolsa y examinarlo. A pesar de todo su contacto con los látigos de ganado en el pasado era la primera vez que cogía uno. Era más pesado de lo que había pensado, la empuñadura suave al tacto con dos iniciales grabadas en ella, "I.J.". El olor a cuero trajo a la superficie recuerdos conflictivos.

La sensación del metal desnudo en su espalda, sus brazos separados mientras rostros orientales se clavaban en ella. El suave toque de los dedos de Matthew dibujando una línea de pezón a pezón. El dolor del peso de su propio cuerpo tirando de sus brazos de sus enganches mientras la tralla caía. Rhianna tragó saliva y se obligó a recordar estas cosas, las buenas y las malas.

Mientras sujetaba el látigo se preguntó que iba a hacer Matthew con él. Le había dicho que no estaba en ese lado del sado, pero aquí estaba esto. Se preguntó por qué le había creído.

Empezó a sonar un sonido sordo más allá de la puerta y se dio cuenta de que estaba llegando un barco al muelle. Mirando alrededor deseó poder ver lo que pasaba, pero las ventanas estaban bien tapadas. Sin embargo estaba la escalera. Podía ser que arriba hubiera alguna forma de mirar.

Con el látigo en la mano brincó por la polvorienta escalera hasta el segundo piso, otra oficina con solo un escritorio desvencijado. A diferencia del piso de abajo nada se había tocado aquí en años. Rhianna pisó con cuidado entre la suciedad hacia las ventanas. Estaba de suerte. Las ventanas habían sido pintadas o recubiertas pero una de ellas estaba rota y había perdido una esquina. Podía ver el embarcadero de fuera. Llegaba justo a tiempo además, el motor del yate que había entrado en él acababa de pararse. Vio a Matthew atando la cuerda de popa a un juego de abrazaderas del cemento.

"¡Matthew! ¡Mi hombre!" dijo el piloto del barco.

"Rico," le reconoció Anderson.

"¡Todo salió divinamente! Mario atrajo a la Guardia Costera con un S.O.S. telefónico y pudimos sacar el armazón del barco sin que nadie nos viera. ¡No querrían que pasáramos este material por la aduana ¿verdad?!" Rico empezó a reírse hasta que Matthew le acalló. Matthew seguía mirando por encima de su hombro hacia la oficina en la que había encerrado a Rhianna.

"Tranquilo, hombre." Dijo Anderson suavemente, tan suavemente que Rhianna apenas pudo oírle.

"Uh... ¿tienes una nena aquí otra vez?" oyó a Rico susurrar radicalmente. Demasiado para nadie que no supiera que ella estaba allí, pensó Rhianna.

Los dos hombres siguieron hablando bajo mientras trabajaban en el barco. Retiraron una lona de la cubierta para desvelar un armazón con cuatro grandes cajas enganchadas a él.

Anderson saltó de nuevo al muelle y manipuló los controles de la grúa. Acababan de levantar el armazón por encima del barco cuando Rhianna oyó un par de vehículos fuera.

Pensando que podía ser su equipo preparando la redada, Rhianna fue a una de las ventanas exteriores y se la apañó para empinarse a través de una que estaba parcialmente abierta. Lo que vio no era su salvación, sino un sedán seguido de una furgoneta. Los dos vehículos se detuvieron casi fuera de su vista y Rhianna tuvo que estirarse para ver quien salía. Varios hombres con ropa informal, y uno vestido con ropa un poco más cara.

Estos, supuso Rhianna, eran los terroristas. El grupo para el que Matthew Anderson estaba trabajando. Recordando las fotos que Vessor le había mostrado hacía tanto tiempo, Rhianna deseó tener una pistola.

Echó otro vistazo alrededor, preguntándose donde diablos estarían sus compañeros, y luego volvió de puntillas a la ventana rota. Ahora Rhianna sentía la tensión de la mordaza y tenía que tragar saliva voluntariamente. Deseó que Matthew no la hubiera amordazado con una mordaza de bola tan grande. Luego cayó en la cuenta de que CUALQUIER mordaza era mala en el caso de que tuviera que identificarse ante cualquier policía que asaltara el edificio. Al menos sería poco probable que dispararan a una mujer desnuda y esposada.

Te estás acostumbrando a esto, pensó para sí misma, demasiado cómodo. Vio a Matthew de pie en el muelle, hablando con el hombre bien vestido. Hasta donde ella podía decir, Matthew parecía a la vez sorprendido y aliviado de que el hombre estuviera allí. La mayoría de los otros estaban también junto al muelle, rompiendo las ligaduras que sujetaban las cajas al armazón.

Rhianna estaba empezando a pensar que si no ocurría nada realmente pronto se vería forzada a hacer algo. Pero que podía hacer ella, desnuda, esposada y amordazada. Ni siquiera podía gritar "¡Alto, FBI!"

Fue entonces cuando oyó rumor de motores por encima, cuando un gran helicóptero pasó sobre el edificio. Alarmados los hombres del muelle dejaron lo que estaban haciendo y sacaron pistolas de sus camisas y pantalones.

Rhianna corrió a la ventana exterior para ver dos helicópteros Dauphin de la Guardia Costera revoloteando encima del aparcamiento. Un tercer helicóptero, más grande, con las siglas del FBI impresas en los costados tomó tierra y varios hombres con material antidisturbios saltaron fuera con las armas listas. Un cuarto helicóptero se precipitó y dejó salir más hombres con los trajes y las cazadoras reglamentarias del FBI.

Inmediatamente oyó disparos desde un lateral del edificio donde no podía ver. Los hombres de fuera devolvieron el fuego y empezaron a correr en aquella dirección.

Frustrada, Rhianna corrió a ver lo que estaba ocurriendo en los hangares. Rico estaba al timón, y los grandes motores diesel de su barco rugían de nuevo. Se estaba yendo por donde había venido. Los otros hombres estaban todos en la puerta en el extremo opuesto, o trabajando en el armazón. Rhianna se estiró buscando a Matthew, pero no pudo encontrarle.

"¿Rhianna?" oyó desde abajo. Estaba en la oficina. Rhianna se retiró de la ventana de mala gana y fue hacia las escaleras. Se encontró con Matthew que subía.

"¡Vamos! ¡Tenemos que irnos!" le ordenó en voz alta, sin dedicarle una segunda mirada.

Le siguió abajo en silencio y mientras él empezaba a abrir la cerradura de la puerta exterior de la oficina tomó una decisión que había estado aplazando para el momento adecuado.

De espaldas a ella no pudo verla llegar mientras usaba el único arma que tenía, su propio cuerpo.

Le golpeó en plena carrera, lanzándole contra la puerta, que reventó por el impacto. Ambos cayeron al suelo, pero Rhianna se recuperó antes. Saltó encima de Anderson que estaba momentáneamente aturdido y le hizo ponerse de espaldas.

"¿Rhianna?" protestó Matthew mientras luchaba por liberarse.

Rhianna Summer sabía que tenía que actuar rápidamente, con las manos esposadas estaba en franca desventaja. Desenrolló el látigo que había estado llevando todo el tiempo y enganchó con él una de sus muñecas. Usando toda su fuerza le dobló el brazo tras la espalda, haciéndole gritar.

Anderson empezó a luchar fieramente, pero Rhianna usaba su peso para retenerle boca abajo. No se atrevía a liberar la presión sobre su brazo porque sabía lo que le haría a su cuerpo relativamente indefenso si conseguía liberarse.

"¿Qué demonios piensas que estás haciendo?" siguió gritándole Anderson. Deseaba haber podido replicarle, pero era culpa suya que no pudiera. Mientras la lucha continuaba empezó a sentir otro efecto de llevar una mordaza tan grande. Al respirar solo a través de la nariz se estaba quedando sin oxígeno rápidamente. No podía conseguir el suficiente aire para cubrir la energía que estaba desarrollando.

"¡Agente Summer!" oyó que alguien gritaba tras ella. Rhianna no pudo reunir energía suficiente para darse la vuelta.

"¿Agente Summer?" preguntó la voz, más cerca y detrás de ella. Rhianna miró alrededor y vio a un agente con el chaleco de la compañía, en pie con el arma apuntando al suelo. Estaba evidentemente impresionado de ver a una mujer desnuda, esposada y amordazada maniatando a otro hombre.

Rhianna señaló con la cabeza a Matthew, y, roto ahora el hechizo, el agente se movió donde Anderson pudiera verle. Sabiendo que estaba cogido Anderson dejó de luchar.

"¡Agente Summer!" dijo otra voz, esta familiar. Cansada y dolorida, Rhianna soltó a Matthew y rodó sobre su cuerpo. El agente se puso encima, con un juego de esposas en la mano.

Rhianna se puso sobre la espalda para ver al Agente Wilson mirándola, también con el arma en la mano.

"¿Rhianna?" preguntó.

De repente, muy consciente de su desnudez, Rhianna se levantó e intentó cubrirse. Con las manos esposadas solo podía conseguir tapar su entrepierna, lo que la dejaba sin nada por arriba y muy embarazada.

Para Wilson también resultaba embarazoso y en un instante se quitó su cazadora del FBI. La pasó sobre los hombros de Rhianna, pero ella realmente no podía ponérsela hasta que se quitara las esposas. Wilson buscó su llave. Rhianna miró hacia donde Anderson estaba siendo esposado, al mismo tiempo que le quitaban las suyas. Otro agente se le había unido y los dos agentes intentaban no mirarla mientras ayudaban a Anderson a ponerse en pie.

Rhianna era muy consciente de que la chaqueta que llevaba apenas cubría su entrepierna y sus nalgas.

El propio Anderson la miraba, con una mirada de total incredulidad en su rostro. "¿AGENTE Summer?" le preguntó.

Rhianna bajó los ojos y señaló el látigo caído entre la suciedad. Le dio una patada mientras Wilson acababa de soltarle las esposas. Matthew comprendió, aunque nadie más a su alrededor lo hizo.

"Ah, no era eso... no iba a usarlo," dijo, "es, es solo algo que conseguí en una subasta. Es un recuerdo de una película, uno de los látigos utilizados en las películas de 'Indiana Jones'." Rhianna todavía no se fiaba pero eso explicaba las iniciales del látigo.

Los agentes terminaron de cachear a Anderson y lanzaron a Wilson lo único que él llevaba, un juego de llaves. Wilson se alegró, porque la mordaza de Rhianna tenía un candado.

"Eso es, Señor," dijo el agente, sin mirar a Rhianna.

Rhianna deseaba que Wilson se diera prisa, quería ponerse adecuadamente la chaqueta, pero no podía con él jugueteando con su mordaza. No quería pensar en Matthew en ese momento, evitó sus ojos.

"Nunca te hubiera tomado por una poli, Rhianna," le dijo Matthew. "¿Hiciste todo esto por un alijo de drogas?"

"Le estamos deteniendo por terrorismo, Señor Anderson." Replicó Wilson sin encontrar la llave que buscaba en el llavero que le habían dado. "Terrorismo internacional, además, como introducción de contrabando en el país de armas de destrucción masiva."

"¿Armas de qué? ¿Quiere decir algo como una bomba? No hay bombas. ¡Solo cocaína! ¡Mierda, quiero decir, ellos, ellos me dijeron que era cocaína! Rhianna, tú me crees ¿verdad?"

Rhianna se había alejado, de mala gana, incapaz de mirarle a la cara.

Tenía lágrimas en los ojos mientras encogía los hombros bajo la cazadora, ciñéndosela mientras intentaba recuperar su dignidad. Se sentía mal por lo que había hecho, por cómo se había sentido hacia este hombre que trataba con la muerte con tanta naturalidad, y ahora mentía sobre ello. Intentó dejar de llorar mientras miraba hacia el mar donde un patrullero de la Guardia Costera había interceptado a Rico en su barco.

"¿Dónde está la llave de la mordaza, Anderson?" oyó que preguntaba Wilson, nervioso.

"Yo, oh mierda, está en casa, no me traje esas llaves conmigo."

"Maldición. ¡Llevaos a este capullo!" ordenó Wilson. "¡Y que alguien traiga algo mejor para que se ponga la Agente Summer!"

Un gran camión entró en el aparcamiento con muchos otros vehículos, y hombres vestidos con trajes plateados anticontaminación se bajaron y se dirigieron al edificio.

El tiroteo había terminado evidentemente con los malos derrotados como es lo habitual. "Despejemos el edificio." Dijo Wilson a Rhianna, y la condujo fuera a uno de los coches.

Ella se sentó en tranquilamente en el vehículo hasta que alguien vino con un mono que se puso agradecida. Luego alguien apareció con una cizalla y en cuestión de segundos la mordaza estuvo fuera de su boca.

Mientras se quitaba el relleno de la mandíbula, no pudo evitar notar las miradas que le lanzaban los otros agentes. El rumor de su condición se había extendido. Sin duda habría llegado a la oficina para cuando hubieran vuelto.

Bueno, que les jodan, pensó.

Esperó, como los demás, a que el equipo de HAZMAT (materiales peligrosos) hiciera su trabajo. Sería antes de lo que pensaban, una figura plateada salió del edificio y se quitó el casco.

Vino hasta Wilson, que estaba en pie cerca de donde estaba sentada Rhianna.

"Todo en orden, no hay bomba. Pero hay material suficiente para hacer varias. Parece que estaban más preocupados por trasladarlo con seguridad, porque está muy bien empaquetado. Podemos trasladarlo tal cual sin ningún problema."

"Bien. Háganlo." replicó Wilson.

El hombre de plata asintió y volvió a su tarea.

Cuando se extendió el rumor, hubo un apreciable suspiro de alivio entre todos los presentes.

"Puedo llevarla de vuelta a la oficina." dijo Wilson a Rhianna cuando se quedaron solos de nuevo.

"No, gracias. Creo que será mejor que vaya yo sola, si es posible. ¿Hay un coche que pueda usar?" preguntó.

"Seguro, tome el mío, volveré con los otros. Pero tenga cuidado."

"Lo haré. Gracias."

Rhianna arrancó, dejando tras ella el bullicio de la actividad. Intentó ordenar sus sentimientos respecto a Anderson y todo lo que había ocurrido pero era un momento difícil para pensar en todo ello de una forma razonable, sin emociones.

En lugar de ello se limitó a conducir.