Capturar a un contrabandista - Cap. 10

Plan de acción

Capturar a un contrabandista


Título original: To Catch a Smuggler

Autor: BlueWords (bluewords@yahoo.com) Copyright (c) 1999 David Wright

Traducido por GGG, febrero de 2002

Capítulo 10


Rhianna empezó a coger las cosas que necesitaba para limpiar el baño, pero se detuvo cuando se percató de que aún necesitaba calcular cuando llegaría la bomba. Movió la cabeza. Toda su misión, y casi la había olvidado, y simplemente porque Matthew le había dicho que limpiase el baño.

Volvió al escritorio y a la carpeta. Era un trabajo lento, pasando páginas con las manos atadas, intentando no arrastrar demasiado los pechos. Finalmente se hizo una idea precisa del camino que iba a seguir el negocio de Anderson. La mayoría de sus artículos venían bien de Europa o bien de África, y la mayoría se distribuían por vía aérea. Cuanto más consultaba el contenido de la carpeta más se convencía de que el embarque de esa noche era el único extraño, y el único que encajaba en el plazo que Vessor le había dado.

Llegaba de Méjico en barco. No había cantidades en dólares en el recibo, y no hacía referencia a ningún otro papel. Sólo un plan de embarque, y además incompleto. Supuestamente se trataba de 4 cajones, y tres contenían algunos artefactos incas. No se mencionaba a las personas responsables de la entrega, y la parte que recibiría el embarque figuraba solamente como "A.B." El siguiente embarque era más de una semana después.

Rhianna decidió que éste era el buscado, y necesitaba llamar a su contacto. Cogió una pluma y la pegó con cinta al escritorio. Tendrá que ser esto, no puedo emitir sonidos con esta mordaza. Con dificultad descolgó el teléfono y marcó el número.

"Pizzas Joe," dijo una voz al otro lado.

Rhianna empezó a golpetear el mensaje en código Morse, apoyándose en el escritorio. Cuando terminó, oyó la voz del otro lado repetir el mensaje. "Embarque esta noche a las 8 p.m." Continuó, indicando que era por barco, y que tipo de paquetes debían buscar, confirmando finalmente que no tenía la localización exacta, y que esta era su mejor suposición. Golpeteó "afirmativo". La voz le preguntó si necesitaba ayuda. Rhianna hizo una pausa. Necesitaba seguir en clandestinidad, manteniendo el rumbo hasta que la bomba fuera localizada. Transmitió "negativo". La voz repitió su mensaje inicial una vez más. Rhianna lo confirmó de nuevo, y después, no teniendo nada más de que informar, colgó.


"Sí, señor, acabamos de tener noticias suyas." Wilson estaba al teléfono con Vessor. "Aparentemente está bien, y nos ha dado información indicando que la entrega es esta noche." Wilson retransmitió la hora y el método.

"Bien, ciertamente encaja con todo lo que sabíamos, y además ahora tenemos una idea más precisa de la hora. Tenga al equipo preparado para intervenir. Tendremos que asegurarnos que podremos seguir a Anderson, camufle todos sus vehículos si no lo están ya. Asegúrese de que el camuflaje permite pasar desapercibido para un escáner.

"Sí señor. Además prepararé al equipo HAZMAT"

"Asegúrese que no sean visibles hasta que se les necesite." Vessor colgó. Todo estaba encajando, tal como había planeado.


Rhianna había empezado apenas a limpiar el baño cuando Anderson regresó. Le había llevado más tiempo del que pensó examinar la carpeta y hacer la llamada. La observó de rodillas en el suelo y se rió entre dientes. Sus pezones estaban hinchados y los labios de su vagina inflamados y rojos del roce de la cadena. Aunque solamente llevaba quizás diez minutos trabajando, Rhianna sudaba del esfuerzo de tener que tener cuidado para no moverse rápidamente. Se encontraba casi al borde del orgasmo.

"Es suficiente por ahora, mascota. Levántate y ven aquí." Observó cómo luchaba con sus pies. Le siguió a la sala de estar, donde él se sentó en el sofá. Señaló el suelo frente a él y ella intentó enviarle, lo mejor que pudo, una mirada de exasperación cuando se arrodilló. Anderson le quitó de la boca la mordaza en forma de pene. Se desabrochó los pantalones y se los bajó un poco, apareciendo a la vista su pene tieso.

Rhianna suspiró y se deslizó más cerca para poder tomarlo en su boca. Anderson no la ayudó en absoluto, y las sacudidas de cabeza que necesitaba hacer para chupárselo provocaban que la cadena se arrastrara por sus pechos y rozara su clítoris. "En cuanto me corra," le dijo, ligeramente sin aliento, "puedes correrte tú también." Se inclinó hacia atrás y cerró los ojos dejándola hacer todo el trabajo.

Rhianna sintió como se ponía tenso, lo que era bueno, porque ella estaba a punto de tener su propio orgasmo tanto si lo quería como si no. Se corrió en su boca y ella se lo chupó todo, luego gimió alrededor de su pene cuando le sobrevino su propio orgasmo. Anderson le agarró la cabeza y bombeó en su boca, disparando aún más semen garganta abajo. Rhianna se lo tragó todo con su boca en funcionamiento automático mientras ella se corría. Cuando no pudo aguantar más su boca y su lengua sobre su sensible pene, Anderson la empujó hacia fuera.

Rhianna se sentó entre las piernas de él y le miró mientras su respiración se hacía más lenta. Tenía los ojos cerrados y recostaba su espalda contra el sofá. Pensó que era muy guapo, observando su cara mientras descansaba. Se preguntó si podría tumbarla y follarla ahora. Había demostrado que habitualmente se recuperaba rápidamente. Extrañamente se encontró a sí misma esperando que hiciera eso precisamente.

En vez de ello, se levantó y se subió los pantalones. "Comamos algo, mascota," le dijo mientras salía del dormitorio.


Rhianna estaba decepcionada, pero intentó que no se le notara. Tenía que hacer de esclava y no era de esclavos poder elegir lo que querían. Eso realmente absorbe, pensó. Jodidos hombres. El inesperado juego de palabras le hizo reír, al menos lo que le permitía el estar amordazada como estaba.

"Algún día vas a tener que decirme que es eso tan divertido. Siempre estás riéndote," dijo desde la sala, de pie junto al escritorio. Miró abajo hacia la carpeta y luego arriba a ella. Luego la cogió y la puso en el cajón. Rhianna vio como cerraba con llave el cajón. Si notó o se preocupó por si alguien había mirado la carpeta, no dijo nada. Anduvo hacia la cocina. "Ahora, ¿qué es eso tan divertido?"

"Yo... ah oh uh oro," dijo ella. Quiero follarte, aunque sabía que no podría entender lo que decía.

"Oh, ¿es eso?" Le soltó las cuerdas y le quitó la mordaza, y la cadena sujeta a las pinzas de sus pezones. Ella ejercitó la mandíbula un poco para relajarla. "Ahora ¿qué decías?"

"La comida está casi lista, señor," mintió.

"Vale, comamos en el dormitorio, en la mesa junto a la ventana."

Apiadándose de ella le desenganchó las manos del collar, lo que le permitía llevar las cosas mucho más fácilmente. Llevó la bandeja de la comida al dormitorio y la puso sobre la mesa. Anderson había abierto las cortinas y la ventana ofreció una vista espectacular de la ciudad. Se arrodilló a su lado mientras él comía, y distraídamente la alimentaba, un bocado cada cierto tiempo. Su mente parecía preocupada por algo. ¿El cargamento de la noche? Comieron en silencio, disfrutando de la vista.

Finalmente Anderson rompió el silencio. "¿Qué te gustaría hacer, mascota? ¿Hay algo que te gustaría hacer ahora mismo?" Era una pregunta extraña y Rhianna se desconcertó momentáneamente.

"Me gustaría..., yo..." empezó. "Me gustaría lo que quiera, señor." Contestó la esclava.

"Debo ser un amo raro, mascota. Quiero que seas servicial conmigo, que hagas lo que te pida sin dudar, pero también quiero que tengas ideas propias. Y sé que las tienes. Trabajas duro, muy duro, para ser una pequeña y buena esclava, y te está saliendo de maravilla. Pero sé que tienes un buen coco aquí dentro," dijo, dando golpecitos en su cabeza, "y quiero saber lo que estás pensando. Eres una sumisa, ya lo establecimos antes. Quiero conocerte, mascota."

Rhianna le miró sin mostrar emoción en su cara. "A mí, a mí me gustaría que me hiciera el amor, señor," dijo.

"Te dije, que yo..." empezó él.

"Rhianna le interrumpió. "Señor, me está interpretando mal. Quiero decir, hacer el amor de verdad, sin cadenas, sin cuerdas, en la cama, con normalidad. Sólo una vez, señor."

Anderson la miró durante unos segundos. Apartó un mechón de su cara y asintió. Resumiendo, se preguntaba si estaba yendo demasiado deprisa con ella. No era como las otras esclavas que había tenido. Sylvia tenía razón, había algo peculiar en Rhianna. Encontró que le gustaba esa peculiaridad.

"Querría preguntarte otra cosa, mascota. ¿Qué pensarías si te pusiera un anillo en uno de tus labios vaginales? Plata sencilla, con un diamante incrustado. Llevaría mi nombre grabado en su parte interna."

"¿Do..., dolería, señor?" preguntó, ligeramente presa del pánico de pensarlo, sin prestar atención a la trascendencia de su pregunta.

"No, no, mascota, en absoluto. Desde luego hay que dejar un poco de tiempo para que cicatrice, y es parecido a una perforación en la oreja, sólo que es un sitio más... interesante. Necesitarás limpiarlo con antiséptico, y cuidarlo hasta que cicatrice. No supone mucho dolor en absoluto."

"Yo..., yo soy suya, señor. Si quisiera que lo hiciera, desde luego que lo haría. Yo..., yo supongo que no lo pensaría, si se diera la situación." Rhianna se preguntaba cuál sería la respuesta 'correcta'. No pensaba que ella quisiera tal anillo. Pero una sumisa sí.

Anderson asintió de nuevo y miró por la ventana. Se levantó y le pidió que se levantara. Le liberó los grilletes de las muñecas, luego le quitó los de los tobillos. "Mantente y no te dejes ir" le dijo, liberando sus pezones de las pinzas, una cada vez. Cuando la sangre volvió a sus pezones, Rhianna tuvo que apoyarse en él para soportarlo. Finalmente, le quitó el collar, la tomó de la mano y la condujo a la cama.


Habían hecho el amor durante horas. Rhianna no había tenido nunca un amante con tanto aguante. Se tomó su tiempo, y le besó y masajeó todas y cada una de las partes de su cuerpo. Estaban sudorosos y había muchas manchas en las sábanas. Cuando por fin se cansaron se tumbaron sencillamente uno en brazos del otro. Rhianna tenía la cabeza sobre su pecho escuchando los latidos de su corazón.

"Además está bien que estés liberada esta tarde, mascota. Voy a tener que salir esta noche y voy a dejarte en condiciones de estrecho cautiverio."

"¿Dejarme, señor? ¿No puedo ir con usted? Puede atarme." Rhianna no estaba entusiasmada con la idea de quedarse en cautividad, y quería estar allí cuando ocurrieran los arrestos.

"¡No!" dijo, con más énfasis del que pretendía. Luego, más calmado, "Uh, no lo creo así, mascota. Es muy importante, lo de esta noche, y no quiero que estés por medio."

"Por favor, señor. Aparte de la fiesta, no salgo mucho. Me podía dejar en el coche. En el maletero, si quisiera." Tenía que convencerle y no estaba segura de cómo hacerlo.

Anderson parecía indeciso. Rhianna podía decir que él no la quería presente pero no porque estorbara. Finalmente cedió. "Bien, supongo que puedo dejarte en la oficina, no provocarás muchos problemas allí."

Rhianna se incorporó y sonrió. "Gracias señor, gracias." Se montó sobre sus caderas y acarició su pene, sintiendo que se ponía duro de nuevo. "Le estaré siempre muy agradecida, señor," dijo, escurriéndose piernas abajo y tomándoselo en su boca.

"Dios, eres insaciable," dijo, mientras su boca empezaba a hacer el efecto deseado.


Vessor cogió el teléfono, sabiendo que era Wilson el que llamaba. "Todo está en orden, señor. El equipo HAZMAT podrá estar allí en menos de un minuto después de que se produzca el ataque. Nuestro equipo sabe manejar esto con cuidado, y hemos puesto a punto medios de contención no letales para intentar usarlos y reducir el número de víctimas y el riesgo de romper algo. También están listos los francotiradores por si fueran necesarios."

"Muy bien. Buena suerte a su equipo, agente Wilson." Vessor colgó. Estaba nervioso por la acción de esa noche. Parecía que las cosas iban bien, pero sabía que la primera víctima de una batalla era el propio plan de la batalla. Si las cosas iban según lo planeado sería un gran golpe para él, y todo lo que había estado trabajando encajaría en su sitio. Si algo iba mal, lo peor que podía concebir era que acabase en la cárcel.

"Bien, tengo que esperar que nada vaya mal," se dijo a sí mismo en voz alta.


Rhianna no estaba muy contenta ni muy cómoda. Afortunadamente los vibradores en que tenía en el culo y la vagina habían dejado de zumbar hacía un instante, las pilas se habían terminado. Llevaba un cinturón alrededor de la cintura, y otro entre las piernas, sujetando los vibradores. Había correas alrededor de sus muslos, pantorrillas y tobillos, manteniendo las piernas juntas. Sus rodillas estaban dobladas y sus pies atados al cinturón de su cintura. Tenía más correas alrededor de su pecho, por encima y por debajo de los senos, y un grueso collar alrededor del cuello. Sus brazos estaban fuertemente atados por detrás de la espalda. Tenía los ojos vendados, y una mordaza hinchada para rellenarle la boca. Las cuerdas que rodeaban sus brazos estaban atadas a algo y le impedían moverse o rodar. El ultraje final había sido una especie de pinzas en los pezones que él le había colocado y luego le había hecho tumbarse encima.

Había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido. Cuando recupero la conciencia quiso enfadarse con él, pero se encontró con que ya no estaba. Estaba cansada y dolorida, y no quería nada más que estirarse un poco. Tenía que recordar agradecerle el cautiverio cuando la dejara irse, le había dicho para que lo hiciera. Tenía que pagar por permitirle que fuera con él esa noche, además de por su liberación previa, y dijo que la mejor forma de hacerlo era el cautiverio estrecho, algo que todavía no le había hecho a ella.

Rhianna sintió una palmada en su nalga. No podía responder, atada como estaba. La desató lentamente. Dejó la mordaza para el final.

"Gracias, señor, por el cautiverio," chirrió, apenas capaz de articular palabra. Tenía a mano un vaso de agua y le dio un trago. "Gracias," dijo de nuevo, esta vez con más claridad.

"Debemos irnos pronto, pero creo que deberías mostrarme lo agradecida que estás antes de que nos vayamos." Se abrió el traje, Rhianna se arrodilló frente a él y cogió en la boca su pene endurecido.