Capturados (la versión de Germán)

Tercera parte del relato "Capturados". Germán, el abogado retenido junto a Marta, su ayudante, por una banda de malhechores, reflexiona sobre lo que ocurrió durante el secuestro.

Lo había sabido desde el principio. Era un secuestro de libro. Nos retendrían unas horas hasta que el plazo venciera y el juicio se anulase. La única dificultad era disponer de un sitio lo suficientemente seguro para tenernos aislados durante todo ese tiempo. Además, los secuestradores no querían complicaciones. Maltratarnos hubiera sido innecesario y hubiera complicado la condena en caso de haber sido detenidos.

Nuestro objetivo era estar tranquilos, mantener la cabeza fría y esperar….esperar. Ninguno de los dos tendría por qué salir perjudicado. Pero de la misma forma, también supe que era muy difícil que Marta saliese totalmente indemne de la situación. Desde el principio veía como la miraban, como hablaban entre ellos e intuía que antes ó después intentarían algo…seguramente no abusar de ella porque el jefe lo hubiera impedido pero… sacar provecho de la situación… eso seguro. Pasar tantas horas con una mujer guapa, protegida sólo por la puerta de la habitación, era difícil... muy difícil. Ellos habrían visto fotos de Marta antes, preparando el secuestro, pero verla en persona era distinto. Estaba especialmente guapa ese día y su aire inocente, su piel blanca, sus ojos verdes, su recato al vestir y las curvas que se adivinaban debajo de la ropa incitaban a querer saber más…y es lo que hicieron.

Cuando nos encerraron en la habitación, poco después de llegar a la casa, pude escuchar fragmentos de sus conversaciones. Estaban aburridos y animados por el alcohol…. una combinación mortal.

“Jefe, la chica está buenísima. Sólo queremos un rato con ella por favor”, dijo uno de ellos.

“Sabéis que tenemos órdenes. La chica no se toca”, respondió secamente el jefe.

“De acuerdo….pero podemos mirarla. No le vamos a hacer daño”, contestó otro.

“Que pesados sois”, dijo el jefe cansado.

“Sólo queremos ver como es. Estoy seguro de que tiene unas tetas espectaculares aunque las disimule bien. ¿Os la imagináis desnuda?, ufffff”, volvieron a insistir

“¿Pero qué propones animal?, ¿Qué entremos y que le quitemos la ropa entre todos?”, replicó el jefe.

“Podríamos pedirle que se la quite ella….”, dijo uno de ellos sonriendo.

¿Qué ella misma se desnude delante de nosotros?, respondió el jefe sorprendido por el atrevimiento de sus hombres

“Nos quedan unas cuantas horas aquí, esto es muy aburrido y ella no nos va a ver nunca más. No es para tanto y mañana cuando la liberemos se olvidará de todo”, replicó otro “ Le podemos pedir que se desnude poco a poco. Estoy seguro de que usted también está deseando verla...”.

El caso es que le convencieron. El jefe no era de piedra e imagino que la perspectiva de jugar un poco con ella no le desagradaba…con ciertos límites. Lo siguiente que escuché fue como entraban en su habitación. Aunque a partir de ese momento no podía oírles como cuando estaban en el salón ya tenía más ó menos claro lo que iban a hacer. Pobrecilla…. la imagen de Marta desnuda delante de ellos me asaltó de repente y reconozco que me excité mucho. Hubiera pagado por poder verlo porque yo, como ellos, también sentía mucha curiosidad. A pesar de ello, les increpé desde mi habitación pero me mandaron callar.

Por lo poco que escuché en la media hora siguiente, le estaban pidiendo que se desnudase pero no estaba seguro de hasta donde llegarían. No podía escucharles bien…alguna vez la oía también a ella suplicando que no continuaran pero cuando escuche vagamente cosas como “ahora chúpate los pezones” ó “túmbate en la cama y levanta el culo hacia nosotros”, supe que habían llegado hasta el final….

Cuando de repente entraron a por mí pensé que se habían quedado satisfechos y que me pedirían consolarla.... pero no. Cuando la encontré desnuda en mitad de la habitación, tapándose como podía con ambas manos, el corazón me dio un vuelco. Se adivinaba perfectamente el cuerpo que siempre había imaginado. Nunca hubiera pensado que me iban a ordenar irme a la cama con ella…. me parecieron unos verdaderos degenerados.

Al principio estaba muy incómodo pero llegó un momento en que mi sentido práctico se despertó. Siempre había soñado con esta situación, aunque no en estas circunstancias, y la realidad es que me estaban obligando. No tenía más remedio que hacerles caso ¿por qué no dejarme llevar? Marta lo entendería. Me tumbé en la cama, en calzoncillos, y le pedí que se sentase encima de mí. Le retire los brazos y  entonces, de repente, sus tetas se liberaron delante de mí, oscilando levemente. Eran perfectas… grandes y redondas…. con los pezones rosados… la ilusión de cualquier hombre. Yo intenté ser comedido, incluso delicado para no hacérselo más difícil a mi ayudante. Las besé con ternura, notando su piel suave bajo mis labios. Lo que me dejó completamente desconcertado es la reacción de Marta, en un determinado momento, cuando se inclinó más sobre mí y comenzó a pasármelas por la cara y por el pecho. Notar sus tetas resbalando por mi piel, notando perfectamente sus pezones, fue demasiado para mí. Reconozco que se me fue la cabeza y a partir de ese momento me volví loco. Me las comí como siempre había querido hacerlo….lamiéndolas, mordiéndolas, metiéndome los pezones en la boca para chuparlos con avidez…No dejé centímetro cuadrado sin atender y ella me ayudó en la tarea.

Cuando se cansaron del espectáculo, le ordenaron que me hiciera una mamada..... Reconozco que estaba duro como una piedra, observando como ella bajaba hacía su objetivo mientras sus tetas resbalaban por mi pecho después por mi abdomen y finalmente abrazaban mi miembro en su camino. Pensé que lo haría de una forma mecánica…lo justo para cumplir la orden pero lo que vi a continuación es a mi recatada ayudante lamiendo arriba y abajo como una profesional… incluso bajando a lamer mis testículos cuando nadie se lo había pedido expresamente. La inocente Marta, con los ojos cerrados, cambiando de posición para llegar con la lengua a todas partes…. eso me volvió loco. Cuando finalmente se la metió en la boca y la empezó a chupar, mientras yo le acariciaba los pechos que oscilaban rítmicamente, estuve a punto de correrme a pesar de lo extraño de la situación…..y lo hubiese hecho de no haber sido interrumpidos por los secuestradores.

Cuando me pidieron corresponder a mí… no sé bien por qué lo hice… pero la puse boca abajo sobre la cama… imagino que porque siempre había deseado verla desnuda por detrás. Ya me había olvidado de que había espectadores, a ellos casi no se les veía, y la visión de Marta por detrás era perturbadora. Besé y lamí cada uno de los cachetes de su culo y también entre ellos… y cuál fue mi sorpresa cuando ella levantó el culo ligeramente… abriendo las piernas, como invitándome a lamer más profundamente, cosa que hice. De la misma forma, cuando la tumbé boca arriba para continuar por delante y, tras unos minutos bordeando con la lengua sus zonas más sensibles, me volvió a sorprender agarrándome del pelo para conducir mi lengua al clítoris, corriéndose como una loca poco después.

A partir de ese momento ella tomó el mando, se subió encima de mí, se introdujo el pene y estuvo cabalgando, con sus pechos oscilando arriba y abajo, hasta que se corrió otra vez después de estar gimiendo sin control durante un buen rato. Sin prácticamente descansar se puso a cuatro patas en la cama para que yo la penetrase por detrás y tardó poco en correrse nuevamente.

Hacía un buen rato que los secuestradores no abrían la boca. Debían de estar alucinados. Cuando Marta, bañada en sudor, se recuperó de su último orgasmo me miró a los ojos y me dijo que ahora me tocaba correrme a mí y que lo hiciera donde yo quisiera. Parecía otra persona...sabe Dios que en esos momentos de excitación me hubiera corrido en su boca sin dudarlo. Ya no podía aguantar mucho más y me hubiese encantado hacerlo ahí, en la boca, pero…. me pareció excesivo….todavía me quedaba un resto de decencia…y le propuse correrme en sus tetas poque me pareció más asumible para ella.

Ella me ayudó con la mano y con la lengua, de rodillas entre mis piernas, y ya no pude aguantar más. Después de tanto tiempo, los testículos me dolían, completamente cargados, e instantes antes de explotar la saqué de su boca. Aunque traté de hacerlo en sus tetas perdí el control y literalmente la regué por todo el cuerpo, incluida la cara. Yo mismo estaba sorprendido porque creía que no iba a terminar nunca…una vez…y otra….y otra. Ella, mientras tanto, recibía cada eyaculación con los ojos abiertos, cerrándolos sólo cuando caía directamente en su cara. Después, sudorosos y ella completamente cubierta de semen, caímos en la cama sin fuerzas.

No sé cómo reaccionaré la próxima vez que la vea. Lo que si creo es que comprobar que una mujer que crees inocente y recatada se transforme de esa manera, en unas circunstancias tan extremas, es una fantasía a la que pocos hombres pueden resistirse.

FIN