Captura y Venta de Esclavas (3: Venta de Soledad)

Llegan nuevas mujeres para ser vendidas como esclavas en subastas, pero por Soledad recibe una oferta especial

Captura y Venta de Esclavas (III) La Venta de Soledad

Rogelio continuaba con su actividad de esclavizador y vendedor de mujeres. Dos días más tarde llegaron, traídas por Mario, cuatro mujeres más, algo mayores que las anteriores, entre 30 y 36 años.

Luego de las prácticas de rigor y revisar sus partes íntimas, fueron alojadas en sendas celdas, a la espera se próxima venta.

Tenía entonces ocho mujeres para la venta. A Julieta todavía la tendría unas semanas más para gozarla. Le había impresionado especialmente cómo lo hacía con la boca. Todo indicaba que no tenía mucha experiencia previa, pero sus mamadas eran muy buenas y las había disfrutado mucho.

Quiso entonces conocer el comportamiento de las cuatro esclavas recién llegadas, por lo cual llamó a Mario y Luciana para que lo pusiera al tanto.

Mario relató que no le había sido demasiado dificultoso tomarlas y que si bien se habían rebelado a ser capturadas, finalmente fueron doblegadas, esposadas y cargadas en el vehículo sin dificultad. Por su parte Luciana relató que solamente una se negó a desnudarse para ser depilada pero luego de unas bofetadas, aceptó su condición y ese tratamiento influyó para que las demás aceptaran su condición de esclavas. Rogelio entonces intervino.

-Vamos a venderlas en diez días. Luciana, tú te encargarás que se comporten como esperamos. Ya sabes que si no obedecen algunos de los muchachos de la guardia se encargará de castigarlas. En cuanto a ti, Mario continúa con tus recorridas para traernos más mujeres. Serán para otro remate. ¿Tienes idea dónde seguir buscando?-

-Me han dicho que en un pequeño pueblo, distante unos cincuenta quilómetros de aquí, puede conseguirse buen material, incluso algunas jóvenes como las traídas la vez anterior-

-Esa es una buena noticia. En esa oportunidad has traído buenas jóvenes para prostituir y esclavizar.-

Así finalizaba la plática cuando Rogelio recibió un llamado telefónico.

-¿Señor Rogelio?

-Sí.-

-Habla Manuel Domínguez. Me he enterado que ha recibido unas jovencitas y quisiera comprar una de ellas.-

-Las vamos a rematar en unos diez días. Si me deja sus datos nos comunicaremos para cuerearle una invitación.-

-Quiero comprar una fuera de remate. Podemos arreglar el precio luego que elija una de las cinco que tiene.-

-Para la venta hay cuatro. La otra la reservaremos por ahora.-

-Me interesaba una que tiene 21 años y se llama Soledad.-

-¡Ahh, sí! Soledad. Un buen cuerpo. ¿Para qué la quiere? ¿Puta o esclava?-

-Como esclava de uso personal. Quiero disponer de ella a mi gusto.-

Soledad expuesta a Manuel

-Es muy buen ejemplar. En remate creo que no sacaría menos de doscientos mil.-

-¿Doscientos mil? Eso es mucho dinero.-

-Por menos de eso no la vendo. Si no espero a rematarla. Seguro que en la subasta logro eso y quizás más por esta jovencita.-

-Bueno, mañana pasaré a verla desnuda y examinar bien su cuerpo. Supongo que no presentas marcas de castigos rigurosos.-

-Casi no ha sido necesario castigarla. Fue un poco rebelde al capturarla, pero luego entendió que debía obedecernos.-

-Bien, mañana estaré por allí.-

Al día siguiente, don Manuel se apersonó en la casa de Rogelio. Luego de la presentación se dirigieron a la sala de exhibición. Allí estaba Soledad, desnuda, con su concha depilada y las manos atadas a una cuerda pendiente del techo. Presentía que nada bueno iba a ocurrir y lloraba en silencio.

-Ésta es Soledad, de 21 años por pocos días. Pronto tendrá 22 pero ya ha sido registrada como esclava, teniendo todos los papeles en orden. Observe esas tetas, qué firmes están, lo mismo que su culito.-

Manuel se acercó a la joven y palpó ambas partes. Pellizcó los pezones de la joven que pronto se pusieron duros. Luego bajó su mano izquierda a la entrepierna. Instintivamente Soledad cerró sus piernas con fuerza, pero Manolo, con su mano derecha, apretó fuertemente un pezón.-

-Abre las piernas o te arrancaré ese pezón.-

Soledad, ante la imposibilidad de defenderse, lentamente comenzó a separar las piernas para dejar libre acceso a la mano que se acercaba a su sexo.

-Así está mejor, debes ser obediente.-

Le metió el pulgar entre los labios vaginales, avanzando luego dentro del conducto mismo hasta que lo introdujo totalmente. La concha estaba sólo ligeramente húmeda. Entonces su mano derecha descendió por la espalda hasta alcanzar el ano y su dedo índice comenzó a penetrarlo.

Soledad estaba angustiada. Nunca había sido manoseada de esa manera, ni siquiera cuando Rogelio las revisó por primera vez. Su culito no había sido penetrado nunca, ni siquiera por la cánula de una enema y ahora el dedo de un desconocido se había introducido totalmente en su agujero.

-Por esta jovencita le pago ciento cincuenta mil y me la llevo ya.-

Soledad abrió los ojos desmesuradamente. Tomó conciencia que la estaban vendiendo y ofreciendo ciento cincuenta mil. No podía creerlo. No pudo contenerse y exclamó: ¡No soy un a esclava!

Una fuerte bofetada resonó en la sala. La mejilla izquierda de Soledad se coloreó casi de inmediato de rojo.

-Nadie te ha preguntado nada. Ahora tú me perteneces y haré contigo lo que quiera. Te callas y nos dejas seguir negociando tu venta. En cuanto a usted, señor Manuel, ciento cincuenta es muy poco. Si no mejora sustancialmente la oferta, no se la puedo vender.-

-¿Y cual sería el último precio por esta esclava? Entiendo que es un buen ejemplar pero parece un poquito rebelde, no se somete como debe hacerlo una esclava y eso baja el precio.-

-Precisamente, ser un poco rebelde justifica unos buenos castigos. ¿Imagina las marcas del látigo sobre una piel tan blanca? Será una hermosura.-

-¿Cree que resistirá castigos con el látigo o se pondrá a llorar como una chiquilina? Que chille o implore cuando es castigada no me importa, pero que se comporte como una gilipollas, no me gusta.-

-No se arrepentirá de comprarla. Es un buen ejemplar. Tanto su concha como el agujero del culo son casi vírgenes, han sido penetrados muy poco y creo que el culo es virgen. Usted sabe que pocas veces dicen la verdad, pero creo que su culo es virgen.-

-Me estiro hasta ciento ochenta mil. Ni un euro más. Si acepta me llevo ahora mismo.-

Rogelio estaba indeciso. Ciento ochenta mil no era poca cosa pero esta jovencita y una oferta aceptable, pero no quería mostrarse dispuesto a venderla sin continuar discutiendo.

-Ciento noventa mil y se la vendo ya mismo.-

Luego de meditarlo, Manuel aceptó pagar esa suma por Soledad. Luego de vestirla con una túnica, encadenarla y colocarla en un canasto de mimbre, fue cargada en la camioneta y partió rumbo a la casa de su nuevo dueño.