Captura y Venta de Esclavas (1: La Captura)

Rogelio tenía como medio de vida la captura para su posterior venta como esclavas. Por algún motivo fue publicado primero el Capítulo II y espero que ahora se publique el I.

Captura y Venta de Esclavas. (I) La Captura

El siguiente relato, de ficción como todos los que he escrito, está especialmente dedicado a quienes me han hecho llegar su gusto por la lectura de mis relatos, lo cual agradezco enormemente ya que mi profesión está muy lejos de la literatura.

Algunas de esas personas son: Mfatal, Abigail; Itzel200; Sifaxnumida; Nenatierna y Marieta.

Espero que los detalles que más abajo expongo puedan satisfacer sus fantasías y no resulte demasiado pesado (Seguro que habrá críticas duras)

A todas un beso y una palmada en el culo

Nota. Las fotos que aparecen están tomadas de Internet, no son propias.

Había sido un día largo. Primero atacar ese vehículo con mujeres jóvenes, luego encadenarlas y llevarlas hasta el reducto de Rogelio. Ahora ya estaban en manos de Luciana, la encargada de recibir los lotes de esclavas que capturaban. Mario, el encargado del "reclutamiento" de la mercadería, debía solamente informar las novedades a Rogelio, el titular del establecimiento.

Por su parte Luciana y sus ayudantas procedían recortar los pelos del pubis hasta dejarles una pequeña mata, (o nada según lo decidían), bañar e higienizar a las mujeres recientemente capturadas, suministrarles la comida y luego de encadenarlas y alojarlas en las celdas destinadas al efecto.

Algunas se resistían, otras lloraban desconsoladamente y solamente unas muy pocas se resignaban a aceptar su destino. Con la llegada de las nuevas capturadas se repitió la situación. Gritos, protestas, gemidos, insultos, etc.

Por su parte Mario se dirigió al despacho de Rogelio.

-Jefe, hoy capturé cinco mujeres.-

-¿Es buen material?-

-Sí, tienen entre 21 y 25 años. Seguro que se venden a buen precio. Ya las entregué a Luciana para que las prepare y mañana a la mañana estarán listas para la inspección.-

-¿Son muy rebeldes?-

-Creo que no. Hay tres que se sometieron sin mucha dificultad. Estaban asustadas y no tenían conciencia de lo que les pasarías y a dos de ellas debí darles unas buenas bofetadas para se dejaran esposar.-

-¿La has visto desnudas?-

-No. Solamente una de ellas terminó con la ropa rasgada y quedaron sus tetas expuestas. Parece que es buen material. No olvide que son jóvenes.-

-Bien, mañana las revisaré y prepararemos su venta.-

Mientras tanto Luciana hacía su trabajo acondicionando a las recién llegadas. Hacía tiempo que no capturaban mujeres tan jóvenes. Si todo salía bien y Rogelio obtenía buenas ganancias con la venta, siempre repartía un "bonus" entre sus empleados.

Luego que se alimentaron las obligó a ingerir una pastilla que les aseguraría un sueño tranquilo y reparador. Debían estar en forma para el día siguiente, a la hora de la inspección.

Vestidas con una túnica y con los brazos esposados en la espalda fueron conducidas a las celdas. Demoraron apenas unos minutos en quedarse profundamente dormidas.

Era el momento en que Mario aprovechaba para curiosear en los cuerpos de las esclavas y eventualmente masturbarse ya que estaba terminantemente prohibido cogerlas. Una a una les magreó las tetas y les acarició la concha. Efectivamente se había excitado por lo que se dirigió al baño y se masturbó. Luego se fue a dormir.

Se quedó meditando en las mujeres capturadas. Sin dudas tenían buenos cuerpos. Le hubiera gustado cogerse a alguna de ellas. Pocas veces había capturado mujeres tan rozagantes, jóvenes y hermosas. ¡Quien tuviera suficiente dinero para comprarlas! Había algunos hombres que pondrían muchas monedas de oro para llevárselas y hacer con ellas lo que quisieran, pero esa no era su situación. Él solamente las capturaba, recibía un sueldo por su trabajo y quizás algo más luego de venta. Así se quedó dormido.

Ardedor de la las diez de la mañana del día siguiente las cinco jóvenes fueron despertadas. Habían tenido un sueño reparador y tenían aspecto de descansadas. Luciana las condujo a una sala en la cual procedió a fijar sus muñecas por encina de sus cabezas. Vestían unas túnicas que cubrían totalmente sus cuerpos pero que con sólo aflojar un lazo ubicado en sus espaldas, las túnicas caían y quedaban completamente desnudas. No sabían qué ocurriría a continuación. Grande fue su turbación cuando un hombre (Rogelio) entró en la sala. Temieron que abusaran de ellas.

Luciana hizo las presentaciones.

-He estado examinando sus documentos y la menor tiene 21 años, próxima a cumplir 22 y la mayor 25. Ninguna de las cinco es virgen aunque tienen sus conchas estrechas, lo que indica poco uso.-

Y dirigiéndose a la primera de la fila la presentó, mientras aflojaba el lazo, la túnica caía y quedaba desnuda delante de Rogelio.

-Mariana, 22 años, estudiante de derecho. Vive sola en el campus de la universidad.-

Rogelio procedió a verificar la firmeza de sus glúteos y muslos, luego magreó las tetas y le dio un pequeño pellizco en los pezones y le pasó un dedo entre los labios vaginales. Mariana, aunque inquieta no se quejó. La fusta que colgaba de la cintura del hombre hablaba por sí sola. Pasaron a la segunda.

-Soledad, de 21 años. Aparentemente no estudia ni trabaja y se dedica a holgazanear todo el día.-

Rogelio repitió la misma inspección que había hecho sobre Mariana con la diferencia que le introdujo un dedo profundamente en la vagina. Pasaron a la siguiente.

-Ésta es Julieta, algo rebelde. Le he tenido que dar algún golpe en el vientre para que se portara como se espera de una esclava. Trabaja en una farmacia de una ciudad vecina y practica asiduamente deportes. Tiene 24 años.-

Rogelio quedó impresionado con la figura de Julieta cuando quedó desnuda. Por esa sala habían pasado muchas mujeres que creía que éste era el mejor ejemplar que había visto. La firmeza de las tetas y el culo lo impresionaron. Unas piernas longuilíneas de piel tersa. Una espalda suave y ese culo… tan firme y bien redondo. Era una verdadera lástima rematarla como esclava aunque sabía que su precio sería muy alto. Tuvo ganas de cogerla, pero se contuvo. Había que cuidar la mercadería.

Volvió a tocarle el culo, buscando el ano con su dedo índice. La joven hizo un movimiento para evitar esa inspección mientras gritó ¡no me toque!, lo que le valió una fuerte palmada en el glúteo. Luego investigó los labios vaginales y el clítoris. Pasaron a la siguiente.

-Ésta es María, también de 24 años. Estudiante de Sistemas casi crónica. Ha rendido pocas materias y ha preferido divertirse con varones. La ha recibido por sus tres agujeros pero solamente una vez por atrás. Es algo rebelde.-

Rogelio consideró que era la más adecuada para convertirse en esclava. La revisó con minuciosidad. Imaginaba ese culo azotado reiteradamente por no obedecer a su dueño. Su espalda también podía ser azotada y marcada por el látigo. Su piel blanca resaltaría las marcas que dejaran el cuero o la vara. Las tetas eran firmes y apretó los pezones con más fuerza que a las otras. María dejó escapar un quejido, pero entendió que rebelarse no era lo que más le convenía. Pasó luego a la siguiente y última.

-Ésta es Romina, de 25 años. Está un poco excedida de peso pero creo que con un adecuado entrenamiento puede ser una buena pony. Estaba de paso por las afueras de la ciudad.-

Rogelio la palpó como había hecho con las anteriores. Efectivamente eran buenos ejemplares todos. Tenía gran experiencia en revisar y calificar mujeres para su venta como esclavas. Alrededor de una docena por semana eran analizadas por sus expertas manos Algunas veces recibía diez mujeres y sólo una de la calidad similar a éstas, pero ahora las cinco eran ejemplares para recaudar mucho dinero. Volvió a mirar a Julieta. No la remataría de inmediato. Después de todo él podía darse el lujo que una de sus secuestradas perdiera algo de valor en sus manos. Se la quedaría para sí aunque más no fuera por unos días.

(Las esclavas capturadas luego que fue separada Julieta)

Se acercó a Luciana y le indicó que la preparara para llevarla a la noche a su habitación. Iba a gozarla. Le recomendó que le aplicara una enema porque posiblemente la penetraría también por el ano. Luego se retiró a atender sus asuntos mientras Luciana conducía nuevamente a las mujeres a sus celdas. Pensó que Rogelio tenía buen ojo. Julieta era un buen ejemplar.

Todas quedaron en las celdas, pero por poco tiempo. Antes del mediodía tenían dos horas de ejercicios físicos para mantener la figura, la carne elástica y recibir los rayos del sol.

Julieta en la celda

Como los ejercicios eran realizados con sus cuerpos desnudos, la instructora podía observar que partes de sus cuerpos debían mejorar. De acuerdo con las indicaciones de Luciana, prestó especial atención a Julieta.

Dos cosas le llamaron la atención. La firmeza del culo que mostraba un cuerpo entrenado y la turgencia de las tetas, producto, quizás, del ejercicio físico y por su tamaño no excesivamente voluminoso. Sin duda era un ejemplar poco común.

Terminado el ejercicio, todas tomaron un baño y regresaron a sus respectivas celdas.

Continuará