Capricho en la Víbora

Me utilizas a tu antojo casi con descaro, sin dejar de calentarme con tu mirada te vas acomodando, capturas la mano que aún tengo libre y la llevas hasta el interior de tus muslos estremeciéndote confiada en alargar el instante hasta reducirte a cenizas

De pie en este pasillo de mínimo, donde ya no alcanzan más almas, voy de regreso de la pincha (alfinpalacasa!) ansioso de encontrarte en ese cuartito minúsculo con balcón, escasamente iluminada y cruzada en diagonal sobre el cálido colchón, cubierta tan solo por esa colchita de sudor que humedece tu piel, llevando sólo ese blummer brasilero que se esconde entre tus nalgas redondas como una invitación deliciosa

La parada de la Víbora, este barrio reptil donde vivimos me anuncia que caminando un par de cuadras más podré tenerte al alcance de mis labios. Ya te siento cerca, estoy salivando como el perro aquel del experimento, excitado por un sutil vestigio de tu sabor profundo que ahora me llena la boca siento como desde abajo presagiando tormenta algo amenaza con furor

Sin ruido cubro la distancia que nos separa, estás como te imaginé, mas la ausencia de la brasilera es evidente e improvisando una húmeda caricia que recorre tu espalda hasta lo alto de tu nuca, mordisqueo un poco tu hombro y te descubro entre los pálidos salones de tu sueño

Adormilada sonríes haciéndome un espacio entre las sábanas, todavía inconsciente de la fiebre que consume mis ideas me acoges entre tus senos desnudos amoldándote a mi anatomía tan particularmente que provocas un desvarío fugaz que me obliga a torturarte con caricias cosquilleantes… Esa piel transparente que tienes despierta al instante del letargo vital a la que la has sometido, se alborota a la mínima impresión apasionada y te delata...

Tomas mis mano y la conduces al sur de tu cintura más allá de la prudencia, invitándome a explorarte, provocándome con una caricia circular sobre el pequeño guardián del fuego, que se esconde a voluntad y reaparece por capricho… me utilizas a tu antojo casi con descaro, sin dejar de calentarme con tu mirada te vas acomodando, capturas la mano que aún tengo libre y la llevas hasta el interior de tus muslos estremeciéndote confiada en alargar el instante hasta reducirte a

cenizas

Dispuesto a cumplirte el capricho cubro tu piel entera con mi cuerpo, liberándome en un beso de tu yugo, tomo prisionero uno de tus achocolatados pezones, lo acaricio con la punta de mi lengua hasta que despierta ávido de atención, ante su insistencia cierro ligeramente mis dientes sobre la cúspide de tus senos notando como un respiro acalorado escapa de tu boca continúo torturándolo, mas la caricia angustiosa de tu cadera me obliga a abandonarlo

Tengo ganas de enredar tu cordura, aún la visita que anhelas puede retardarse un poco más, voy saboreando cada surco de tus costillas aligerándote la tensión del vacío, me freno en tu cadera y afilo mis dientes cerca del equinoccio de tu cuerpo, continúo por sus alrededores provocándote correntasos ligeros, mas recuerdo que tu punto débil se encuentra mucho más al sur

Descontrolada apelas misericordia, mas aún tengo fresco en mi memoria el amanecer despiadao que agonicé a las orillas del orgasmo; obstinada convocaste el desborde de mi celo, tu boca instauró un huracán perverso que arrasó hasta los más obscuros rincones de mi piel, hoy me tomo la revancha de pasiones y serás tu quien termine fatigada zurciendo sus heridas

Sin ceder un milímetro escondo mi cara entre tus labios obscuros dispuesto a tomarme a voluntad la última frontera, tras de mi quedaron tus muslos temblorosos y los pliegues cálidos de tus rodillas quienes sin mayor oposición conspiraron a mi favor con el desenfreno que ahora experimentas

Acalorada, casi sin respirar, te sometes… la escasa resistencia que aún mantenías firme cede entre rítmicos espasmos y aprovechando la onda cálida que liberas, te invado con toda mi fortaleza expulsando el vacío de tu interior continúo sin tregua la marcha hacia el abismo nebuloso en donde ahora te encuentras

Agotado, casi sin fuerzas, invierto la ecuación para concederte un espacio en mis alturas, mientras contemplo como tu cabello salvaje opaca la luz, agarro tu cadera para mantener el ritmo que por momentos detienes recargando energía para continuar luego tu agitada tarea

Al borde, casi al borde de la locura te me rebelas, me abandonas, te bajas de la montura, me desnudas del condón, me confinas entre tus labios e indefenso solo observo esta nueva travesura tuya, me dejo seducir por tu boca, me estremezco bajo las húmedas caricias que improvisas y me abandono a la inconsciencia afiebrada que ahora me provocas

Agonizando me separo de tu piel, necesito una tregua, tomas mi mano y la dejas descansar sobre tu seno, cerca de tu agitado corazón, hora de dormir te escucho susurrar, mientras te acomodas en este minúsculo colchón que compartimos; me abrazo a tu espalda cerrando mis ojos satisfecho

¡Coño! ¡Cómo me gustas carajita!