Capitulo X YOLANDA PERVIERTE A SU HERMANA
Un viaje nocturno a los pubs de la sierra desboca a las hermanas, a Sonia y a un amigo común.
Tenía entre mis manos la sexta copa de ron con kivi de la noche, y notaba como el agua condensada de los hielos caía por mis dedos llenos de anillos plateados hasta el suelo. A mi alrededor todo el mundo bailaba frenéticamente al ritmo del bombo de la música techno que salía de unos altavoces tan grandes como Fer, que me sacaba una cabeza y media. El calor que hacía en el local era agobiante, y de vez en cuando me abanicaba con la otra mano por la cara. Mi pelo largo, negro y rizado se me pegaba a ambos lados de la cara como si me lo hubiera planchado y algún que otro mechón se me introducía en la boca al respirar o se me enredaba en el collar dorado que tenía apretado a mi cuello. De vez en cuando aprovechaba la abertura lateral de la falda blanca y ajustadísima que Sonia me había dejado para permitir que la corriente de aire frío que entraba cada vez que alguien abría la puerta del local pasara refrescando mi cuerpo, en especial debajo de mis pechos postizos apretados por la camisa amarrada en los últimos botones. Mi lengua saboreaba la saliva mezcla de ron, kivi, tabaco y todavía, el semen salado de la mamada que le había hecho a Fer en el baño una hora antes. Después de casi un año había aprendido a colocar mi polla dentro de las braguitas para que no se moviera en toda la noche.
Sonia daba pequeños saltos bailando agarrada del brazo de mi hermana, y con cada salto un poco de su copa de whisky con coca cola se salía del vaso de tubo. Abrió la boca y me gritó.
- ¡Te quiero tía!
Consideraba a Sonia mucho más que una amiga, pero a veces ella me parecía tan simple y vacía como la mayoría de las chicas que iban a aquellas discotecas… y por extensión, tan simple y vacía como mi hermana y ella estaban consiguiendo convertirme. Últimamente solo pensaba en poder comprarme ropa nueva y ligar con los chicos con los que me cruzaba sin poder concentrarme en nada más, exactamente como las tías a las que siempre había odiado. Aquella reflexión salió rápido de mi cabeza y me dediqué a contemplar a mi hermanita. Belén tenía su pelo fuertemente agarrado en una cola estirada y la camisa azulona de manga corta que me había cogido del armario apretaba sus pechos hacia arriba. En general mi hermana desprendía ese algo borde y desagradable de tía creída que sabe lo guapa que es y que me volvía loco copiar a mí. Fer me miraba fijamente cada cinco minutos, supongo que pensando todavía en el espectáculo que Sonia y yo le habíamos dado en el reservado del lavabo y sus ojos me devoraban cuando yo disimulaba mirando para otro lado. Tras dos canciones machaconas mi hermana se deshizo del brazo de Sonia y se acercó a mí. Me pasó la mano por los labios y me hizo un gesto con la cabeza para salir fuera.
- ¡Esperarnos aquí un segundo!
Gritó a Sonia y a Fer que siguieron bailando concentrados.
Seguí el culo apretado que la minifalda negra le hacía a mi hermana y nos abrimos paso entre la gente a la salida aguantando las miradas de varios chicos altos a los que mi hermana había pisado con sus botas blancas de tacón alto. Al abrir la puerta respiré hondo el aire limpio de la sierra y el frío de fuera me hizo toser varias veces acostumbrado al ambiente cargado de dentro. Tenía el pelo empapado y mis sandalias rojas de tacón estaban llenas de polvo. Mi hermana me cogió de la mano y ambas llegamos hasta el aparcamiento, alejado varios metros de la zona de bares. Ella se sentó en el capó del BMW azul metalizado de Fer y se sacó el paquete de tabaco Light del bolsillo lateral pequeño de la camisa. Me dio un cigarrillo y ella se encendió otro. Respiramos el humo al unísono y lo expulsamos de la misma manera, sacando nuestra mandíbula y echando una fina columna hacia el cielo estrellado de la sierra. Después de estar un minuto en silencio saboreando el espacio abierto Belén me miró.
- Oye, tía… ¿qué vas a hacer cuando volvamos a casa?
¿Casa? No entendía por qué mi hermana me lo preguntaba.
¿por?
¿Cómo que por?… joder, mírate… ya eres completamente una tía, hermanito
, por si no te has dado cuenta. Y llevamos ya un año mintiendo en casa…
Yo me desabroché el botón superior de mi blusa blanca y me miré las uñas largas y pintadas de blanco solo en las puntas. Di una calada reflexiva al cigarrillo. Un año… hacía un año desde que mi hermana me había chantajeado con las fotos para que me pusiera su ropa y un año desde que ellas me habían convertido en toda una mujer.
- Pues…
Comencé a decir sin saber cómo salir de aquello. Belén alzó su mano en señal de que parara con gesto serio.
- Pues nada. Cuando volvamos mañana vas a hacer algo al respecto… estoy harta de mentir a papa y mama, tía. Además, coño, que cada día se te nota más… Mírate las uñas, ¿qué vas a decir cuando alguien te las vea vestido de tío dentro de una semana?, porque no te las iras a cortar después de lo que te ha costado no comértelas…
Yo me las mire de nuevo. Estaba súper orgullosa de que por fin esas uñas fueran mías y no postizas. Después miré las de mis pies pintadas de rojo y suspiré.
- No… no me atrevo…
Mi hermana negó con la cabeza expulsando el humo. La música de los pubs cambiaba de volumen con cada ráfaga de aire que la transportaba hasta el aparcamiento.
- Mira, que no les digas que fumas cuando últimamente te fumas un paquete diario me parece una idiotez, tu misma, yo también lo hacía a escondidas antes… pero que sigas vistiéndote de tío me da pena. Joder, que tienes el armario repleto de ropa súper chula.
Mi hermana tenía toda la razón, como siempre, pero también era culpa suya. Si no me hubiera chantajeado con ponerme sus pantalones yo nunca habría dado el paso de ser como ella… claro que entonces todavía estaría haciéndome pajas en el bañó con su ropa. Me miré en el reflejo del coche rojo de enfrente. Mi maneras habían cambiado desde hacía casi ocho meses. Vestía su misma ropa, que, aunque fuera mía la elegía para ponérnoslas las dos, sentía lo mismo que sentía ella, me comportaba igual de caprichosa que ella, hablaba igual… joder, incluso con todo lo que yo había criticado el tabaco antes, desde hace cinco meses fumaba su misma marca de cigarrillos Light. El reflejo que ofrecía la chapa de aquel coche era la de dos hermanas siamesas. Con el cigarrillo entre los labios me ahuequé el pelo para soltarlo de mi cara. Mi hermana me quitó algo de las pestañas.
- Hazme caso, joder, tía… estoy deseando verte siempre como la mujer echa y derecha que ya eres…
Me puso su mano en la entrepierna y agarró fuerte mi polla.
- ¿No te quieres sentir como una chica en todos los sentidos?… pues quítate eso de una vez… o al menos ponte tetas de verdad, como Tania. Ella le echó un par de huevos, ¿no crees?
Una chica que pasaba por allí se quedó mirando a mi hermana desde lejos con su brazo en mis pechos.
- ¿Y tú que miras, gilipollas?
La gritó. La chica se dio la vuelta y se perdió hacía la zona de bares. Eran las cinco de la mañana y algunos coches comenzaban a salir del aparcamiento. Yo asentí.
- Vale… tienes razón… no podemos seguir así…
Mi hermana me besó en la mejilla y sacó su espejo para retocarme el pintalabios rojizo.
- Bueno, ahora vamos a por Fer… y espero que él sea hetero, porque me estas jodiendo todos los amigos.
Comenzamos a reír. Lancé el cigarrillo lejos con mis dedos y agarré a mi hermana del brazo hacía el mogollón de nuevo.
Me puse a sudar de nuevo nada más cruzar la puerta de la disco de la mano de mi hermana. El ambiente estaba súper cargado y al fondo Sonia me hacía señas mientras bailaba. Su pantalón blanco ajustado le hacía unas piernas de escándalo. Mi hermana se dio la vuelta y me sonrió.
- Venga, vete con ella, joder…, si alguien me llega a decir que mi hermanito se iba a transformar en una niñata pijilla como Sonia le habría partido la cara…
Mi hermana me soltó la mano y yo fui corriendo atravesando la pista de baila hasta Sonia.
- Te estaba esperando, tía… vamos arriba... que mola mogollón…
Sonia se subió al altavoz y me ayudo a subir. Desde arriba de los altavoces se podía contemplar toda la discoteca. Sonia y yo comenzamos a dar algunos pasos de bailes con los brazos en alto que habíamos ensayado en casa mientras la mayoría de la gente nos miraba desde abajo. Bailamos como locas durante cuatro temas hasta que el sudor se me caía entre los párpados corriéndome el maquillaje. Entonces Sonia y yo bajamos y fuimos hasta Fer que hablaba con mi hermana en la barra.
- Estamos machacadas…
Dije empujando a una pareja que estaba apoyada al lado. Bebí un trago largo del ron con coca cola de Fer sin pedirle permiso
- Siiii….
Contestó Sonia a mi lado tras encender un cigarrillo. Mi hermana nos miró negando con la cabeza.
- Si es que no paráis… venga entonces, vámonos que yo tengo los pies reventados de ir con las botas… ¿Tienes las llaves de la casa esa de tu amigo?
Fer asintió y nos mostró el llavero. Salimos los cuatro de la discoteca y Sonia y yo cantamos a voz en grito algunas canciones un par de manzanas hasta un portal de rejas verdes.
- Aquí es…
Un escalofrío me entró por el viento de madrugada. Todavía era de noche, pero los pájaros comenzaban a silbar y algunos perros ladraban a lo lejos. Me cogí del brazo musculoso de Fer mientras el me pasaba la mano por el pelo. Llevaba un anillo plateado en el dedo pulgar derecho que me fascinaba.
- Estas sudando, preciosa.
Entramos en el portal y llamamos al ascensor. Era uno pequeño y seguro que los cuatro no podríamos subir.
- Subir los dos, anda, que vas a coger una pulmonía, hermanita.
Dijo mi hermana de la mano de Sonia.
Entramos los dos y le dimos al séptimo. Yo me acerqué a él y me abracé. Su cuerpo estaba muy caliente y yo estaba helada, sobre todo las piernas por culpa de la faldita de Sonia. Por el segundo le miré a la cara y comenzamos a besarnos. Fer metió su mano por debajo de la falda y me tocó la polla.
- No me puedo creer que seas un tío…
Me dijo tocándome el fresón. Yo ya estaba súper caliente y aquello me estaba volviendo loca. Cuando llegamos al séptimo el tenía mi lengua hasta su campanilla. Salimos sin separarnos y entramos en la casa. En la puerta de la calle seguimos besándonos mientras el mantenía su mano masajeado mi polla por debajo de las bragas. Fer era como un sueño para mí. Cuando oímos el ascensor subir nos extrañó que la puerta no se abriera, así que nos separamos un poco y agarrada a su brazo abrimos el ascensor. Nos quedamos parados viendo el espectáculo.
Mi hermana y Sonia estaban dándose un beso carnoso y apasionado mientras Sonia le apretaba los pechos con la camisa desabrochada de Belén. Mi hermanita tenía los ojos cerrados y jugaba con su lengua rápidamente dentro de la boca de Sonia. Entonces abrió los párpados perfilados de negro y me miró con la cara hinchada y roja. Estaban las dos fabulosas agarradas con violencia.
- ¿Que estáis mirando?
Dijo cogiendo a Sonia de la mano y saliendo a toda prisa. Sonia nos miró de reojo sonriendo, iba como hipnotizada por mi hermana. Fer y yo nos reímos y fuimos detrás suyo. El salón era la primera puerta que nos encontramos y Sonia se tiró al butacón grande y estampado de rojo nada más entrar. Mi hermana se sentó encima de ella y continuaron el beso, pero ahora mi hermana introducía sus manos por dentro del top morado de Sonia para tocarle las tetas. No sabía que mi hermana era bisexual, y pensar que yo la influía en algo que puso más cachonda.
Fer estaba como un tonto mirando como Belén y Sonia se daban el palo en el butacón, y sin decirle nada le bajé el pantalón y comencé a mamarle la polla a toda velocidad. Necesitaba sentir aquel pedazo de carne dentro de mi boca. El me agarró con fuerza la cabeza y me obligó entre comillas a seguir un ritmo fijo. Después de varias sacudidas fuertes me levantó quitándome la falda de un tirón. Yo fui desnudo salvo por mis sandalias rojas de tacón hasta donde Sonia le comía el coño por debajo de la minifalda negra a mi hermana y comencé a hacerle lo mismo a Sonia. Las tres estábamos gozando como nunca juntas. Lo que más me gustaba de las tres, yo incluida, era que nunca nos quitábamos las botas para follar, como las actrices porno.
Alargué mi mano hasta las tetas de Sonia y esta se levantó al sentir que le pellizcaba los pezones. Vi el brazo de Fer cogiéndola del hombro y fundirse en un beso bestial. Miré
hacía abajo. Mi hermana estaba tocándose el clítoris ella sola. Su cuerpo era una maravilla, con la camisa completamente desabrochada y el sujetador por el suelo. Su tetas estaban mucho más grandes de lo normal y su mano derecha se tocaba la aureola izquierda. Me lancé a por ella desesperada de pasión. Le besé el cuello, el lóbulo de su oreja derecha, sus labios negros gorditos… ella me respondía con los ojos muy abiertos.
- Eres una pedazo de guarra, hermanita…
Tras comerle el coño y jugar con mi lengua entre su clítoris y los jugos que soltaba ella me empujó contra el respaldo del butacón. Me quedé parado sintiendo sus labios en mi polla y su dedo índice dentro de mi boca. Fer estaba empalando a Sonia en el butacón de al lado clavándole la polla con fuerza en su coño. El morbo más grande de mi vida me estaba superando… parecía como un sueño, solo que la lengua de mi hermana en mi polla era muy real. A punto de correrme mi hermana me beso con un hilillo de semen entre ambas bocas abiertas. Me dijo que me diera la vuelta y que la enseñara ese culo de zorra que tenía. Yo la obedecí al momento. Mi hermana tenía un lado sado maravilloso.
Comenzó a rozarme el agujero de mi culo con sus uñas poco a poco hasta que yo no pude más.
- Méteme algo… lo que sea…
Su dedo entró fácilmente, e incluso dos, después escuche su voz.
- Fer… la perra de mi hermanita te está esperando.
Antes de que acabara de decir aquello Fer estaba cabalgando sobre mi espalda. Su polla era más gruesa que mis consoladores y me hizo gritar del dolor. Mi hermana se fue a terminar con Sonia.
- Mira tú, otra a la que le gusta su culito.
Dijo metiendo sus dedos por su culo. Sonia me miró y cerró los ojos rojos llenos de lujuria. Las dos culeamos varias veces y nos corrimos casi a la vez. Las dos habíamos disfrutado de nuestro agujerito. Al oírnos gritar de placer Fer dejó que toda su leche se desparramara por mi culo y soltó un grito ronco antes de dejarse caer hacía atrás. Los hombres no gritaban como nosotras al corrernos, pensé, y eso no me lo había enseñado mi hermana. Me levanté sintiendo como el semen de Fer me caía por la entrepierna y fui hasta mi hermana, que se tocaba el coño sola. Sin decir nada anduve clavando los tacones por el pasillo contoneándome hasta que encontré el baño. Por suerte había gel de baño en la ducha. Lo cogí y regresé al salón. Sonia estaba hecha polvo tumbada, lo mismo que Fer, y mi hermana seguía tocándose el clítoris muy deprisa. Me acerqué por detrás y le toqué el culo.
- No…
Me dijo, pero no me lo impidió, así que después de aquella vez en casa sabía que si quería. La puse a cuatro patas y dejé caer el gel de baño rosa por su culo. Me subí al butacón y con cuidado le atravesé el agujero sin compasión. Me agarré a los tacones blancos de su bota y empujé con fuerza.
- Joder… jo… joder…
Mi hermana tenía las uñas agarradas a la tela del butacón y su pelo caía hacía abajo cubriéndole la cara. Sonia nos miraba desde el otro lado y Fer entrecerraba los ojos. Seguro que se estaba corriendo de nuevo. Cuando notaba que me corría de nuevo se la saqué a mi hermana del culo y la traje la cara hasta mi fresón.
- Abre la boca…
La dije sorprendiéndome a mí misma. Mi hermana la abrió presa de la excitación. En aquellos momentos cualquiera hacía lo que fuera. El semen entró como un chorro en su boca y ella se corrió a la vez que lo tragaba.
De repente el silencio se hizo en el salón. Las tres estábamos tumbadas extasiadas y Fer acababa de correrse de nuevo. No podíamos mover ni un músculo y menos sonreír. Me dejé caer en el vientre plano de mi hermana y me tumbé. Cerré los ojos al notar que mi hermana me pasaba la mano por el pelo.
- Mi hermanita…
empezó a decir en voz baja mientras me acariciaba el pelo negro empapado de sudor.
- quiero que seas la chica más guapa del mundo…
dijo echándose hacia delante para coger el paquete de tabaco. Sentí sus pulmones hincharse y después la escuché soltar el humo suspirando pausadamente.
- ¿Sabes que voy a hacerte cuando lleguemos a casa?
Yo moví mi cabeza negando de forma suave.
- Te voy a teñir ese pelo que tienes… vas a ser la rubita más guapa del barrio… ya verás…
Pasé mis uñas por las piernas de mi hermana hasta la puntera de sus botas blancas pensando en eso último. Hasta ese momento había odiado el pelo rubio de bote, pero de repente tenía ganas de verme como una pedazo rubia pidiendo guerra. Ella me besó la mejilla con amor. Después le cogí el cigarrillo y di una calada fuerte. Gracias a dios tenía una hermana ideal, que además de cuidarme me daba todo lo que soñara… aunque a veces me pervirtiera un poquito. Me dormí enseguida con su mano entre mi pelo sabiendo que recordaría ese día durante mucho tiempo. La sierra nos había desbocado y el último pensamiento que tuve fue desear que aquella noche se repitiera una y otra vez… y no estaba muy equivocada.
Si queréis hacerme cualquier comentario de lo que sea ya sabéis…
e-mail tsver00@gmail.com