Capítulo 86 .-TENTACLES
Final de la saga tras 85 episodios, te descubrimos el oscuro secreto de la isla de los muchachos en la que todos tenían sexo a todas horas (episodio 1)
En el centro del interior del complejo, controlándolo todo, dominándolo todo, se hallaba un ser especial que no era de este mundo: era un alíen con un extraordinario poder mental que dominaba a cualquier ser que se acercase a 10 metros de él con su pensamiento.
Cuando el androide ya no podía hacer nada más por un Dador este era llevado al centro de El Complejo, a la cámara o estancia en donde estaba Tentacles. Antes de acceder a la estancia principal el humano se despojaba de cualquier vestimenta que pudiese llevar, entrando en esta sala desconocida, completamente desnudo:
–Bienvenido Dador seis
No tienes nada que temer
Has hecho un gran servicio por nuestra Comunidad
Póngase mirando contra la pared que le vamos a ayudar
(Todas estas palabras habían entrado directamente en el cerebro del Dador sin ser expresadas por ninguna boca. Era Tentacles, el alíen del control central, que con su potente cerebro se comunicaba telepáticamente con cualquier ser humano)
(esta operación se repetía a la vez con otras siete personas). Cada uno de los candidatos estaba en una esquina de la sala octogonal, mirando a la pared exterior, mientras el alíen permanecía en el centro de la estancia.
Ningún ser humano se había percatado que había otros seres humanos, desnudos, en la sala, preparados todos para ser follados.
Los dadores 6, 9, 11, 12, 20, 1, 3 y 17 ocupaban ahora la estancia. Se trataba de seres humanos de diferentes edades, diferentes etnias, diferente color de piel, que durante años habían dado sus fluidos –semen– a los miembros de ‘la comunidad’, es decir, a los muchachos de inferior nivel de la isla. Pero sus anos se habían dilatado tanto con cien o más folladas por el androide, que sólo les quedaba la solución final: tentacles.
Nadie dijo nada: ni humanos ni el ser que permanecía en el centro de la estancia, dijeron una sola palabra.
Los ocho seres humanos, en sumisión, sabían lo que tenían que hacer: permanecer mirando a las paredes de la habitación, de pie, sin moverse, sin girarse.
De pronto se oyó como el silbido de mangueras con aire a presión pero los humanos no se inmutaron. Esperaron qué iba a pasar
Ocho tentáculos salieron del ser que estaba en el centro de la sala hacia cada uno de ellos. Un tentáculo les agarró por la cintura inmovilizándoles. Otro tentáculo se aproximó a cada uno de ellos y se les metió en la boca. Un tercer tentáculo avanzó hacia cada hombre succionándoles la polla como si fuese la boca de una serpiente.
Los hombres estaban en un estado de semiinconsciencia, mentalmente dominados. Si bien habían accedido a la cámara por su propia voluntad, ahora carecían de ella, se encontraban en un estado de éxtasis y dominación.
Varios tentáculos más salieron del monstruo que estaba en el centro de la estancia rodeándoles y envolviéndoles. Agarrándoles por el torso, los brazos, los pies.
Un sonido casi imperceptible pero que obnubilaba sus mentes, inundaba la sala, inundaba sus mentes. De repente otro nuevo tentáculo acudió a cada uno de los ocho chavales y se paró ante sus posaderas. De la punta del tentáculo manaba un fluido que lubricó la entrada al ojete… y sin que casi se dieran cuenta el mismo tentáculo se les introdujo por el ano hasta su interior, provocándoles a todos un éxtasis.
Los ocho hombres no podían hablar porque un tentáculo les entraba por la boca, otro les comía sus penes y otro invadía su ano. El sonido subliminal aumentó de frecuencia a medida que aumentaba la frecuencia de penetración de los tentáculos.
Blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom,
Los ocho hombres estaban suspendidos en el aire, sólo impedía que se cayesen al suelo los tentáculos que les sustentaban de la cintura mientras los otros les iban penetrando.
Ohhhhgggg
ohhhgggggg exhalaron algunos hombres
Tentacules les estaba impregnando. Por los tentáculos que tenían en su ano y esófago empezaron a manar fluidos inseminando a algunos dadores.
Tres de los chicos se estaban recuperando de su estado de debilidad por falta de semen por esta inoculación de semen del alíen a través de sus tentáculos.
Lo que desconocían los chicos era que otros de los dadores ya habían estado allí antes y que el alíen sólo les podía rehabilitar una vez para volver al trabajo de follarse al resto de muchachos de la isla… Los otros cinco muchachos ya estaban tan desgastados que no había más que hacer. El tentáculo que se les metió en la boca no manaba nada, sólo no les dejaba hablar ni casi emitir el más mínimo gemido. El tentáculo que se les había metido por el ano no les llenaba de fluidos, sólo excitaba sus anos. Los excitó tanto hasta que los chicos, desgastados y sin nada de semen –habían acudido allí necesitados para recargarse–, que al contrario de lo que esperaban, eyacularon otra vez. El tentáculo anal les profundizaba tanto que llegó a sus próstatas alcanzando un éxtasis de placer, y eyacularon, siendo absorbido su semen por el tentáculo de forma de boca de serpiente que les sellaba sus penes.
Agggg, arghhh, ahhhh ¡me corro!! –pensó el dador número nueve.
Blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom,
blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom, blom-blom
y el dador número nueve perdió su carga mortal de semen que estaba siendo absorbida por el tentáculo de la bestia.
La vida de cinco chicos se desvaneció, cual mortal ruleta rusa, para inseminar a tres de los chicos restantes que tendrían una segunda oportunidad. Tres a tres… y dos dosis de semen sirvieron para alimentar a la bestia. El alíen vivía del semen y necesitaba chupar varias dosis diarias para seguir con fuerzas… para eso había inventado la isla, donde criaba a niños a los que se les había hecho creer una falsa dependencia vital de semen, y que se corrían cada día entre ellos… y para él. Y es que en la isla ninguna corrida iba desperdiciada. Todos los fluidos que no iban de ano a ano o a una boca de los muchachos, terminaban alimentando a La Bestia, un alíen que se obtenía sus fuerzas y se perpetuaba inmortal, chupándoselo, como hacen las arañas, a sus víctimas.
Los tentáculos se retiraron y tres chicos, que no sabían qué había pasado, salieron a la cámara. Cinco cuerpos sin vida, a los que a través de los tentáculos les habían absorbido todos sus fluidos para alimentar a la bestia, yacían secos, sin vida.
La vida seguía en El Complejo. De hecho sólo se había disecado y libado a seres que no podían cumplir su función porque necesitaban más semen del que podían producir y ya no eran rentables. Y es que en la isla todo muchacho podía vivir siempre que pudiese aportar más de lo que él necesitara.
FIN