Capítulo 71 ACADEMIA (DE PROSTITUCIÓN) GAY (1)

Entrenamiento para que a los chicos les empiecen a gustar los dildos

Tras insertarse el dildo por primera vez en los vestuarios (ceremonia de iniciación de los novatos que se hacía en grupo para habituarles al sexo en público y que perdiesen la vergüenza,) a los chicos se les despertaba su instinto sexual y debían de satisfacerlo. Por eso ya, tras haber sentido ese placer en esa primera experiencia, todos los días querían experimentar.

La Isla, como ya dijimos, disponía de una academia –al igual que diferentes clubes deportivos en donde los chavales entrenaban–. En la Academia, según tramos de edad, se educaba a los muchachos en diversos aspectos de la vida.

Tras la inserción de los dildos en los vestuarios –que eran unos minúsculos dildos estándar, muy delgaditos, que servían para la primera inoculación–, la clase, al día siguiente, en ‘La Academia (de prostitución) gay’ instruía a los jóvenes muchachos en las técnicas amatorias.

–A ver, chicos. Hoy no necesitaremos el speedo –dijo el profesor a los 12 muchachos de su grupo, aún lampiños. Como ya hemos dicho los chicos en la isla habitualmente solían vestir un minúsculo bañador tipo speedo, de un color que los diferenciaba por tramos de edad (ver capítulos primeros), que marcaba paquete y tenía un agujerito posterior sutilmente disimulado –una apertura que se abría cuando el que lo llevaba se sentaba o se ponía en cuclillas–.

Los chicos hicieron inmediatamente caso a su profesor. Los chicos siempre respetaban las órdenes de los superiores y ejecutaban lo que cualquier mayor les mandaba.

Como no había pudor, doce cuerpos desnudos, esbeltos, sin apenas vello en el cuerpo –salvo el púbico y axilas– se quitaron los calzones y dejaron ver sus miembros, aún fláccidos, aunque alguno se empezó a excitar a ver completamente desnudos a sus compañeros.

Tom, el pelirrojo rizos de tercera fila, observaba como Adam, un rubito de pelo lacio cortado a lo cazuela (tipo Anakin Skywalker de niño), se sacaba el speedo de los tobillos y lo dejaba a un lado.

Adam estaba muy bueno, alto, complexión media, rubio, bien dotado –pene delgado pero largo–.

Tom tenía un pene más rollizo y grueso y amplias bolas gordas.

–Bien chicos, ya que estamos todos preparados, hoy aprenderemos la primera lección: mamar.

A cada chico se le entregó un consolador pequeño, dotado con una ventosa.

–Bien. Esto se chupa por aquí. –les enseñó el profesor chupando la ventosa– y se fija al suelo, delante de vosotros.

Cada chico procedió a fijar en el suelo su dildo.

Una vez fijados el profesor ordenó a todos los chicos que se tumbasen en el suelo, y que se pusiesen a mamar el dildo para ensalivarlo y lubricarlo, para posteriormente meterlo en su ojete. Así que los chavales se aplicaron en ensalivarlo bien.

Una vez pasó el suficiente rato para que lo hubiesen ensalivado bien, el profesor dio la siguiente orden:

–Todos en cuclillas y sobre él.

Los muchachos se dispusieron a autopenetrarse con el falo.

El dildo que les habían dejado medía apenas 13 centímetros –era más o menos como el que les había penetrado en el vestuario, pero quizás un poco más grueso–. Pero al penetrarles en cuclillas en vez de sentados, la penetración era más profunda e intensa. La diferencia es que ahora ellos mismos medían la intensidad y cuanto del dildo se metían, y no como en el vestuario, que les fue penetrando él automáticamente de modo mecánico.

Unos tardaron un poco más, otros un poco menos, pero todos terminaron sentados sobre el suelo, con sus penes más o menos erectos, con el dildo dentro del ano. El profesor veía con placer el avance de sus alumnos. Todos se esforzaban por superar la prueba. Tom se lo metió entero y estaba ya medio empalmado. Después Anibal, un muchacho negro lo logró. Adam fue el siguiente y terminó a la vez que Chao, el muchacho chino que estaba a su lado. Todos los chavales, que habían estado en cuclillas, ahora permanecían sentados en el suelo con el dildo en sus adentros.

–Muy bien chicos –aplaudió el profesor– Prueba superada. Pasemos al siguiente.

El profe les enseñó un nuevo dildo, más grueso, de goma más natural, con venas rugosas, esta vez de 15 centímetros, y que terminaba en unos enormes huevos o testículos muy realistas.

–Bien, id cogiendo cada uno el vuestro, y este gel. –el profesor les dotó a cada chico de uno de estos nuevos dildos y un sobre de gel lubricante.

Los chicos procedieron a lubricar su pene de goma, ya sujeto en el suelo del aula, y abriendo sus piernas sobre ella, procedieron a sentarse.

–Ohhh, gimió Chao. –es más grueso

–Paciencia Chao, las cosas cuestan y requieren su tiempo

Aníbal, Tom y Andy se introdujeron la punta del dildo sin problemas y poco a poco fueron bajando por él. Aníbal pronto traspasó los 14 centímetros, pero a Andy le costaba más. Chao no iba ni por la mitad cuando se quejó.

–Uff ¡profe!! duele mucho.

–Ponte más lubricante Chao.

Chao lo volvió a intentar ahora con el dildo completamente embadurnado, y la verdad el inicio fue mejor, pero a mitad del dildo se volvió a quejar.

-Jooo, profe, duele. ¡No puedo!

El profe, harto de monsergas, empujó a Chao sobre el dildo, que se le clavó entero de golpe en su ano hasta lo más profundo, abriéndole entero. Chao lloró.