Capítulo 68 recuperando fluidos
El sexo en aquella isla era super apasionado. Las mamadas y folladas que te hacían eran increíbles, porque, literalmente, iba la vida en ello. Todos los chicos se peleaban por recibir en sus cuerpos (por la boca o ejete) semen: el líquido vital
Todo el mundo tenía ganas de follar. De hecho era un espectáculo ver tantos cuerpos esculturales de chicos guapos andando casi desnudos por el edificio del complejo. Pero todos sabían en el fondo que tenían que ser follados. Follar y ser follado, un intercambio de semen 5:1 en el que se basaba el equilibrio de la isla. Es decir, uno podía eyacular, es decir, perder 5 descargas de semen antes de quedarse débil y morir. Por eso antes de que esto ocurriese, tenía que recuperar el líquido perdido.
Todo el mundo lo sabía. Y si bien a todo el mundo le gustaba dar, de una u otra manera tenían que recibir. Bien analmente con un pene, bien con un consolador, bien oralmente con una mamada.
Los dadores (chicos activos) tenían una serie de trucos a su alcance para follar sin ser follados. Podías recuperar el líquido vital bebiéndolo, y esto es lo que hacían muchos que se sentían humillados por recibir un pene de manera anal, aunque esta era la mejor manera de recibir el semen. Eso lo sabían los ‘hombres de negro’ que aunque eran chavales, eran un grado superior al resto de chicos de la isla y tenían mil formas de quedar por encima de los demás y no ser tan dependientes como el resto de habitantes de ‘El Complejo’.
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Me había divertido mucho con la tortura sexual a Fabián, al que había hecho eyacular 5 veces, y quien me había hecho una mamada increíble humillándose como nadie había hecho porque dependía su vida de ello. Pero Fabían sabía que me tenía que mamar otra vez y yo me tenía que recuperar.
Tras mi largo entrenamiento de casi dos años en instalaciones secretas en las partes ocultas y a veces instalaciones subterráneas de la isla, para ser hombre de negro me había dejado follar por todo tipo de fieras y animales. (capítulos. 35-46). El ser follado por animales y recibir su semen te daba un superpoder. El hombre de negro era un privilegiado y podía follar mucho más a muchas más personas y perder muchas más descargas de su semen que el resto de los habitantes de la isla, porque previamente había sido follado por todo tipo de fieras y decenas de hombres en su largo entrenamiento. Aún así tenía mis pequeños trucos para recuperar semen que pasaron desapercibidos a Fabián como cuando el pequeño descargó su segunda corrida en su pecho, yo se la lamí con mi lengua, recuperando para mí sus fluidos.
Aunque en el primer capítulo de esta saga la isla parecía un Paraíso, un lugar bucólico, en el fondo encerraba un control oscuro que pendía sobre todos sus habitantes, y era esa necesidad vital de obtener semen. Perder tu semen te debilitaba, y en casos extremos envejecía, y el el último paso te llevaba a la muerte. Por eso era raro ver a personas de muchos años porque se desgastaban de tanto follar. Y el resto de habitantes parecía muy joven –incluso algunos tenían cara de niños o rostros aniñados– porque eran los que más semen recibían. Eran como vampiros, pero el líquido vital no era sangre: era chupar semen.
Todo el mundo se sentía superior poseyendo (follando) (dando por c.) a un chico. En ese momento en el que le penetrabas te sentías que le estabas dominando. Pero era al revés. Cuando eyaculabas dentro de él le transferías tu fuerza, tu líquido vital, y tú envejecías y el que recibía el semen en el interior de su cuerpo se hacía más joven. Ello llevaba a que cuanto más joven aparentases ser más te quisiesen follar, lo cual te permitía parecer que por tí no pasaban los años. Y sin embargo el que follaba mucho al principio envejecía rápidamente y desaparecía con su muerte cual árbol seco sin sabia. Por eso el equilibrio perfecto era 1:1. Follar y ser follado. Dar tu líquido vital en el interior del culo de tu amíguete y que luego él hiciese lo mismo por tí. Este motivo, ignorado por cualquier naufrago que llegase a la isla, era por el que los chicos, en aquella isla, follaban con tal pasión, para descargar en el interior de su pareja todo su semen sin que se perdiera ni una gota de este, o por el que los chicos allí, hacían unas mamadas increíbles, chupando todo el semen hasta la saciedad sin dejar que una gota se perdiese… porque sabían que, literalmente, les iba la vida en ello.